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martes, 12 de diciembre de 2006

Roberto Zamarripa : Pinochet muere

Galo, ya se fue...

Vaya ironía. El Día Internacional de los Derechos Humanos, Pinochet muere

Roberto Zamarripa

Impune, llanamente impune, se fue Augusto Pinochet. La muerte le ganó a la justicia, dijo Mario Benedetti. Se fue, así ancianito, decrépito. Se murió para escapar, para huir, para fugarse. Tuvo que morirse para darle la vuelta a la historia. Por su muerte, la de ayer, hubo otras 3 mil 200, muertes atroces, víctimas de la crueldad y de la política del exterminio. Augusto Pinochet murió 33 años después del comienzo de sus atrocidades. No respondió por ninguno de los crímenes cometidos durante su dictadura. Una bofetada para los gobiernos que disfrutan con la dilación en las investigaciones de los crímenes de Estado. Vaya ironía. El Día Internacional de los Derechos Humanos, Pinochet muere.

Las contabilizaciones arrojan más de 3 mil cadáveres y unos mil 200 desaparecidos bajo el mandato del dictador. Torturas a decenas de miles y la irrigación de chilenos por el mundo, el exilio obligado por la persecución y la barbarie. Sí, ciertamente el exilio chileno fue un gran baño de sabiduría para Latinoamérica. En México, los chilenos sembraron mucho más de lo que se les ha reconocido en el ámbito de la educación, la cultura, la ciencia y la política. El exilio chileno supuso una resistencia digna y noble. Una enseñanza terca de la manera en que había que afrontar los daños de una dictadura protegida y enaltecida por distintos gobiernos del mundo. Los chilenos fueron mexicanos y supieron dosificar una enseñanza política y cultural que robusteció al país muy a pesar de su clase política y sus torceduras institucionales. Sin la resistencia chilena no pueden explicarse las reformas mexicanas, como la de 1977 que abrió paso a una tímida participación pluripartidista; sin las enseñanzas de los demócratas chilenos no pueden entenderse muchos de los cambios en los códigos políticos y en las conductas partidistas mexicanas.

Los chilenos en México o los chilenos mexicanos enseñaron democracia, tolerancia, dignidad y solidaridad. Lo hicieron en las universidades, en las escuelas secundarias y primarias; lo hicieron en las instituciones públicas y lo demostraron en la camaradería cotidiana, en la vida de las familias. La dictadura chilena creó, por su lado, su propia escuela. Si de globalización se habla, la dictadura de Pinochet globalizó la tortura y el terror. Se convirtió, ése sí, en eje de operaciones militares al servicio de causas de exterminio. La Operación Cóndor es uno de los peores casos de esa globalización de los actos de exterminio de la disidencia política. Ahora que Pinochet ha muerto, habría que extraer las lecciones de una dictadura que quiso ahogar esperanzas democráticas. Ahora que Pinochet muere, aquellos países que rondaban en la Operación Cóndor, tienen gobiernos democráticos, electos en las urnas, y antagonistas de las expresiones criminales de Pinochet. Brasil, Bolivia, Uruguay y Argentina dan ahora la espalda a las negras experiencias del autoritarismo; las convulsiones sociales nada tienen que ver con las represiones y persecuciones de hace tres décadas. La democracia se vive de otro modo. Tiempo para desdibujar las invenciones de que el modelo autoritario chileno sirvió para sentar bases de desarrollo. Lo que quiso sofocar el modelo pinochetista renació, a su modo, 30 años después en democracia para condenar la asfixia democrática y los saldos de miseria.

Escribió Galo Gómez, chileno y mexicano, en sus Días de coraje, cuando en 1994 regresó a Santiago:
"Han transcurrido poco más de cuatro años desde que Chile recuperó la democracia y en Pinochet se reconoce al arquitecto del 'modelo chileno'. Un modelo tan maravilloso que dejó al 45 por ciento de la población en condiciones de miseria, que desapareció a más de tres mil chilenos, que provocó un exilio de un millón de compatriotas, que hizo de la salud y la educación privilegios inalcanzables para la mayoría, que quemó libros y persiguió a intelectuales y artistas, en fin, que gobernó durante diecisiete años con el terror como principal argumento de poder y además diseñó una 'transición democrática' con jefes militares intocables, procesos electorales fraudulentos y leyes que limitan a cada momento la libertad ciudadana y la soberanía democrática...". Ahora que muere Pinochet deberá entenderse que son sólo fantasías aquellas de que la mano dura sirve mejor que la democracia para echar adelante a los países. Por el contrario, más vale que las sociedades aclaren sus cuentas con la crueldad y el exterminio. Que no dejen campeando a la impunidad. Los daños y las heridas deben repararse de inmediato. Hacer democracia tiene que ver con hacer justicia. Se fue Pinochet, así ancianito, decrépito. Figura sombría y siniestra. Ya se fue, Galo, ya se fue. Ahora sí puedes descansar; ya se fue el tirano y el mundo, puede decirse, es un poco más limpio.

Reforma
11/12/2006

http://kikka-roja.blogspot.com

1 comentario:

  1. Hay un excelente mono de Hernández en la jornada, "compensaciones", se nos va Pinochet pero la vida nos regala al Calderón, bien dicen que la vida algo da cuando algo quita...

    http://www.jornada.unam.mx/2006/12/12/cartones.php

    Un saludo amiga

    ResponderBorrar

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