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martes, 28 de agosto de 2007

Guadalupe Loaeza

Elvira

Guadalupe Loaeza
Dicen que los males no vienen solos... A Elvira Arellano le cayeron varios al mismo tiempo. Primero la orden de deportación, y a decir verdad se había acostumbrado ya a vivir con ella... pero luego, el año pasado, de veras la buscaron los de la migra (aunque ahora tierra adentro, ¿no que nada más estaban en la frontera?) para de veritas regresarla a México. ¿Cómo que la iban a deportar, su hijo, Saulito había nacido allá... ella había trabajado desde 1997... y eso no crea derechos? Se preguntaba una y otra vez, aunque no podía hacerse muchas preguntas porque era necesario actuar, había ayudado a muchos, ¿ahora quién la protegería? Y luego pensaba, ni modo que no, ay híjole, pues tal vez la querían echar pa' fuera por andar defendiendo a otros mexicanos, o salvadoreños, o latinos, no importa... porque para Elvira allá todos son iguales, sí, igualitos.

A Elvira no podían faltarle las críticas que le cayeron encima. Muchas veces ha escuchado a Pilar Marrero que escribe en La Opinión de Los Ángeles, que para qué se metió de activista, que eso le pasó por ir a Estados Unidos "ilegalmente" y tener un hijo de padre desconocido, que debió dejarse arrestar con su hijo y llevárselo... A ella le sucede lo que a muchas mujeres cuando deciden luchar y pararse sobre sus pies, aquí y allá la valentía de las mujeres disgusta a muchos. Pero bueno, la manifestación de protesta por su deportación en esa ciudad sin duda fue importante para Elvira, no sé si para compensar muchos sufrimientos... Elvira es un caso como miles que ocurren diariamente, muchos se ven en su espejo. ¿Por qué el castigo? Por andar de activista, por ir a Estados Unidos como lo han hecho más de 12 millones, y quedarse allá sin papeles. Que quede claro, Elvira Arellano no es una criminal, aunque así se quieran interpretar las leyes de Estados Unidos. Es una mujer trabajadora, con empuje, con iniciativa, que no se sienta a llorar su desventura, que lucha, cruza la frontera, trabaja, tiene un hijo, lo saca adelante sola, se involucra como activista a favor de otros migrantes que viven lo que ella ha vivido. Es, eso sí, una mujer sencilla y humilde, pero muy muy muy valiente. Por eso allá muchos se ven en su espejo. ¿No fue eso la manifestación de Los Ángeles? Elvira sí, trabajó con un número de Seguro Social falso y en 2002 por eso la detuvieron, pero su caso se suma a miles de indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos, y también al de miles que son expulsados todos, todos los días. Esperamos que a Elvira le vaya mejor que a otros que son deportadas o deportados: unas solas o solos, otras y otros que se traen a sus hijos. Los dos casos son un infierno, porque volver a adaptarse a no tener ni siquiera el dinero para comprar los útiles para la escuela, o a ganar seis dólares al día en vez de nueve por hora en una tienda o en un restaurante, es difícil, casi imposible. La maldita asimetría, la búsqueda de oportunidades, el empleo que está allá nomás al otro lado, con todo y las dificultades endemoniadas para cruzar y los muertos también, ésos de los que habla Enriqueta Cabrera, autora y compiladora de Desafíos de la migración (editorial Planeta). Si hay un sentimiento utópico es el del poder adquisitivo, y si hay un ámbito valorativo es el de la avidez migratoria... "Nunca pensé quedarme" es muy distinto a "ya me voy", dice Carlos Monsiváis, autor del prólogo. Ahora de nuevo, ¿lavar en un lavadero de concreto? Porque la lavadora desapareció.

No, Elvira Arellano no ha perdido la batalla...

Sin pensar ni detenerse en las Elviras, los políticos envenenan el ambiente, tratan de detener la migración, que ha alcanzado cifras récord como lo recuerdan Wayne Cornelius, Denise Dresser, Rodolfo Tuirán... todos ellos escriben en Desafíos de la migración. Hoy el caso de Elvira dice mucho, porque ahí están los 500 mil indocumentados que cruzan cada año a Estados Unidos, de los cuales casi la mitad son mexicanos, arrastrando peligros y dificultades. Y ahí están también los deportados que lo intentan una y otra vez hasta lograrlo, el drama también es que ahí están los que mueren en el intento de cruzar, cerca de 500 al año... Con esas cifras, pero sobre todo con esas realidades de historias humanas, ¿cómo puede alguien pensar en "desmigratizar" la agenda bilateral con Estados Unidos? Nada más que nos digan qué tema puede ser más importante que ése que toca la vida de millones de latinos y de millones de mexicanos allá y por cierto también acá. O ya se nos olvidó lo que las remesas representan para comunidades enteras, para regiones, para estados como Michoacán o Guanajuato o Zacatecas o... ya ni me quiero acordar de tantos o... Y tenemos que plantearnos ¿qué pasa ahora para 12 millones de indocumentados, casi 7 millones de mexicanos, cuando fracasó la reforma migratoria? El caso de Elvira también forma parte de este drama: del endurecimiento de la política migratoria, de las redadas, de las persecuciones, de las deportaciones, de la acción de policías, de las familias rotas. Nomás una cifra para entender en Elvira el caso de millones de familias: entre 3 y 5 millones de niños de indocumentados nacieron en Estados Unidos y por tanto tienen derecho a la ciudadanía. ¿Y sus padres? Ellos pueden ser echados, deportados.

Elvira muestra otra cosa: que el racismo va adquiriendo carta de naturalización en el país del "melting pot" y de las "libertades y oportunidades" porque a los mexicanos o a los latinos los identifican y persiguen por el color de su piel, de su pelo, de sus ojos. Y ese racismo se plasma en leyes contra los indocumentados, sí, como lo digo, "leyes" estatales y municipales. En el legislativo federal los representantes y senadores más radicales no dejan de presentar propuestas que van desde negar la ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos, hasta plantear que se otorgue licencia para disparar contra indocumentados a la Patrulla Fronteriza. La valla y la tecnología también avanzan... ¿Y qué pasa con las transculturalidades, como las llama Lourdes Arizpe, en el mismo libro citado líneas arriba? "Ninguna otra corriente de inmigración a los Estados Unidos ha mostrado el impacto cultural que la mexicana". Culturas en movimiento, eso es lo que vemos día a día. México no puede darse el lujo de seguir con "la política de no tener política" o de posponer el despliegue ambicioso de esfuerzos dirigidos a estructurar respuestas integrales, eficaces y de largo plazo, señala Rodolfo Tuirán. "La región fronteriza se ha convertido en un auténtico laboratorio de integración pero también de los fantasmas de la incomprensión de nuevas realidades", concluye Enriqueta Cabrera. ¿Acaso Elvira Arellano no es parte también de estas incomprensiones que desembocan en dramas humanos?


Kikka Roja

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