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jueves, 15 de noviembre de 2007

La doble derrota de Calderon : jose gil olmos : Proceso

La doble derrota de Calderón
josé gil olmos

México, D.F., 14 de noviembre (apro).- Según los simpatizantes del PAN, la derrota en Michoacán tiene el sabor del triunfo para Felipe Calderón. Pero esto es un eufemismo para ocultar el grave costo que tendrá para el michoacano perder en su propia tierra y, al mismo tiempo, perder la alianza con Elba Esther Gordillo. Bajo la idea de que a veces cuando se pierde en realidad se gana o de que hay derrotas que al final son victorias, los panistas y sus allegados tratan de disfrazar con sofismas el doble fracaso que ha sufrido Calderón en su propia tierra. Sostienen la idea de que cedió Michoacán a cambio de ganar gobernabilidad. Sin embargo, no se puede ocultar que Calderón si quería ganar en su tierra, y hasta mediados de la campaña metió las manos en el proceso electoral en favor de su amigo Salvador López Orduña. En varias ocasiones estuvo en la entidad y se reunió con empresarios, así como con líderes de diversos sectores, incluidos los religiosos, a los que les dijo: “Si votan por el PAN, a Michoacán le va a ir bien”.

Para entonces, Calderón tenía una aliada de peso: la maestra Elba Esther Gordillo, quien en las recientes elecciones de Baja California había demostrado su efectividad al hacer ganar al panista José Guadalupe Osuna Millán, poniendo en operación la misma estrategia electoral de 2006, echando a andar la maquina electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Desde el principio de la competencia, el perredista Leonel Godoy mostró una ventaja considerable, pero el apoyo de Calderón balanceó las fuerzas y el candidato del PAN casi lo alcanzó en las encuestas. Pero no fue suficiente. Resulta que la alianza Calderón-Gordillo comenzó a sufrir golpes y, al mismo tiempo, en Michoacán la disidencia magisterial de la Sección 18, encabezada por Artemio Ortiz, apoyado por el exoperador político de la maestra, Noe Rivera, implementaron una estrategia para anular y detener la ingeniería electoral de Gordillo, que consiste en comprar credenciales y acarrear votantes en las secciones especiales para, de esa manera, manipular los resultados conforme a su propia conveniencia.

Los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que se oponen al cacicazgo de Gordillo, organizaron cuadrillas “antimapaches” para perseguir a los operadores de la maestra, y tuvieron éxito pues descubrieron el plan y lo revelaron ante la prensa. No obstante, lo que más afectó la operación de Elba Esther Gordillo fue la decisión velada de Calderón, de empezar a desmarcarse e, incluso, a voltearle la cara a éste personaje, a pesar de que le ayudó a ganar la elección del 2 de julio de 2006. En el Senado y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el PAN no se opuso a que se presentara una iniciativa de ley que permitirá que se auditen los recursos públicos millonarios que reciben los sindicatos, como el SNTE. Dada la trascendencia política de dicha iniciativa, difícilmente se podría presentar y ser apoyada por Acción Nacional sin el apoyo del presidente de la República.

Ese fue el mensaje más claro de Calderón en su intento por romper cualquier liga con Elba Esther Gordillo, porque le pesa la historia de corrupción de la expriista, sobre todo cuando pretende pasar a la historia como un presidente honesto, sin nada que le manche las manos.

El segundo mensaje del rompimiento fue la disminución considerable de recursos en 85 por ciento en la Ley de Egresos de la federación a la subsecretaría de Educación Básica de la SEP, que dirige Fernando González, yerno de la maestra Godillo, así como el distanciamiento de éste funcionario con la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota.

En Michoacán, por otra parte, existen versiones de que Calderón habría pactado con Cuauhtémoc Cárdenas y Leonel Godoy dejar solo al candidato del PAN, López Orduña, a cambio de que la corriente histórica del PRD le dé reconocimiento como presidente legítimo y, con ello, también aceptar futuras negociaciones políticas. De ser cierto esto, dicho pacto se sumaría a la decisión de Calderón de romper la alianza estratégica con Gordillo. Pero en lugar de ganar perdiendo, como esgrimen sus simpatizantes, en realidad el jefe del Ejecutivo pierde por partida doble.

Pierde en su estado, con lo que políticamente manda un mensaje de debilidad, y pierde una aliada que, como enemiga, es muy peligrosa. Solo habría que recordarle a Calderón cómo Elba Esther Gordillo acabó con el futuro político de Roberto Madrazo, sacando a relucir sus constantes traiciones en pleno proceso electoral.

Kikka Roja

Guadalupe Loaeza : Con Oaxaca...

Con Oaxaca...
gloaeza@yahoo.com
Guadalupe Loaeza
Hablamos de sus fiestas, de su cocina, de su artesanía, de sus pintores; de los aretes de filigrana, de la belleza de sus huipiles, de la música de banda y de marimba...

¡Qué bueno que regresé! De hecho, ya me había prometido que tenía que volver. Es que cuando estoy allí siento que me reconcilio con muchas cosas: con la historia de mi país, con mis antepasados, con la cultura, con el buen gusto y el buen comer, pero sobre todo, con la calidez de los mexicanos. Por eso me gusta tanto ir, siempre que me invitan digo que sí, que claro, que nada más faltaba. Además, quería ver con mis propios ojos si ya se habían calmado las cosas por allá. Afortunadamente, y a pesar del poco tiempo que estuve, creo que las cosas han vuelto a la normalidad. Es decir que al caminar por las calles de su centro histórico reencontré aquella tranquilidad y luminosidad, cuyas características siempre acaban por envolverme como si se tratara de un enorme huipil bordado por manos indígenas. Es cierto que todavía se ven algunas “pintas” de la APPO en algunas fachadas, pero es tan deslumbrante la belleza de la ciudad que pasan desapercibidas. “¡Me quedo con Oaxaca!”, le dije de pronto a la encargada de relaciones públicas de la Feria del Libro, quien tan amablemente había ido por mí al aeropuerto. “Sí, fíjese que de plano me quedo con Oaxaca; aunque también estoy profundamente enamorada de Veracruz, hay algo en esta ciudad que me regresa hacia no sé dónde. Es como si tuviera una cita con alguien que conocí hace mucho tiempo. Ha de ser porque aquí está enterrado mi bisabuelo Juan Antonio y sus hermanos. En 1857 mi bisabuelo era el segundo escribiente de la Tesorería General del estado nombrado por don Benito Juárez. Dos años después, lo nombró ayudante segundo del Cuerpo Médico Militar. Es decir que mi bisabuelo combatió con Juárez en los años 58, 59 y 60. En otras palabras llevo sangre oaxaqueña por las venas. ¿No le parece maravilloso?”, le preguntaba a mi interlocutora quien no dejaba de escucharme de lo más sorprendida. “Ahora bien lo que también puede suceder es que a lo mejor en mi reencarnación soy una de las tantas novias ‘plantadas’ que pintó Rodolfo Morales, o bien, en el siglo XIX me casé vestida de Tehuana en el Istmo o quizá voy a reencarnar en alguna mujer de Juchitán”.

En tanto caminábamos por las calles aledañas a Santo Domingo bajo un cielo azul, azul y una luz brillantísima, le pregunté a mi guía si ella sabía dónde se encontraba la calle de Dolores, conocida también como de Santa Lucía, y que actualmente se llamaba calle de Independencia 1309, muy cerquita del templo de la Merced. Mi joven acompañante me vio con unos ojos tan grandes que de inmediato me di cuenta que no sabía dónde había vivido la familia de Margarita Eustaquia Maza Parada, quien fuera después la esposa de don Benito Juárez. Si sabía donde había vivido la familia Maza era porque había leído la biografía que presentaría esa misma noche en la Feria del Libro. Debo decir que la muy acuciosa investigación de la autora de dicha obra, Alicia Aguilar Castro, me cautivó desde la primera página. Las cartas que intercala a lo largo de su relato lleno de datos históricos, nos muestran el verdadero sentir tanto de Juárez como de su esposa. Después de la muerte de sus dos hijos (unos años antes también había muerto su hija María Guadalupe), Margarita le escribe a su marido desde Washington donde se había exiliado a principios de 1866: “Ten mucho cuidado, si te vuelves para Chihuahua, de no ir hasta que estés seguro de que esos hombres están lejos, no te vayan a coger, que es su único interés. Por mí no te apures, que yo hago lo que está de mi parte por distraerme, pero tú sabes que en mis pesares sólo el tiempo es el que mitigará el dolor que tiene mi corazón con la pérdida de mis hijos. Sólo le pido a Dios para volverte a ver, porque es lo único que podrá tranquilizarme; porque tengo la desgracia, desde que mis hijos han muerto, de que todas las noches los sueño, unas noches a uno y otras a otro, de manera que ni dormida descanso y no sé si es de los nervios, un horror que me da mentar los nombres de los muchachitos que no es posible. Y otras veces, cuando estoy sola los llamo, les digo sus nombres: pero otras veces me horrorizo y al querer decir sus nombres me parece que los veo y quisiera en aquel momento morirme por no sufrir lo que siento”. Dice la autora que la memoria de sus hijos afloraba a la menor provocación, causándole honda pena. Lo que no sabía y ahora sé gracias a Alicia es que el entonces presidente de Estados Unidos, Johnson, y su secretario de Estado, Seward, le ofrecieron a doña Margarita una súper recepción en la Casa Blanca. La recibieron como a la verdadera primera dama de México. “Se cuenta que en este baile el salón estaba adornado con los retratos de don Benito Juárez y Santa Anna”. Lo más curioso de todo es que la noticia de la recepción se publicó en el Herald que contaba que “Doña Margarita se había presentado a la recepción presidencial elegantemente vestida y adornada con costosas joyas, lo cual retomaron en grande los periódicos conservadores de la Ciudad de México”. Esto, naturalmente no era cierto, como se lo escribe doña Margarita a Juárez el 26 de marzo de 1866. “Eso no es cierto, toda mi elegancia consistió en un vestido que me compraste en Monterrey poco antes de salir y con tantos cuidados y pesares no me había puesto el único vestido que tengo regular y lo guardo para cuando tenga que hacer alguna visita de etiqueta no más; respecto de brillantes, no tenía más que más que mis aretes que tú me regalaste un día de mi santo...”. Todas las recepciones que le hicieron a doña Margarita en Estados Unidos, mientras que su marido estaba en constante peregrinar por el país, más que distraerla, la hacían sufrir doblemente por el contraste que hacían con su estado de ánimo. “Soy muy desgraciada”, repite prácticamente en todas sus cartas, las cuales siempre empieza con un “Estimado Juárez” y termina: “recibe el corazón de tu esposa que te ama y desea verte”.

Después de las dos presentaciones en el Parque Juárez tanto de la biografía de doña Margarita, como el de Parejas de mi autoría, fuimos a cenar a casa de Alicia Aguilar. Allí se encontraba un grupo de oaxaqueños muy nostálgicos y bohemios. El tema de conversación fue Oaxaca y sus múltiples tradiciones. Hablamos de sus fiestas, de su cocina, de su artesanía, de sus pintores; de los aretes de filigrana, de la belleza de sus huipiles, de la música de banda y de marimba, de sus pirámides, del carácter inquebrantable de don Benito Juárez, de la posibilidad de traerse los restos de Porfirio Díaz y de Margarita Maza. Al despedirme de Alicia le dije muy quedito al oído: “Me quedo con Oaxaca...”.

gloaeza@yahoo.com

Kikka Roja

Lorenzo Meyer : Los ex presidentes y su capacidad de acción

Los ex presidentes y su capacidad de acción
Lorenzo Meyer
AGENDA CIUDADANA
Articulos recientes del Dr. Lorenzo Meyer Cossio

“Si Calles no pudo dañar seriamente a su sucesor, menos podría hacerlo Fox si se le fincaran responsabilidades”

Ex Presidentes Incómodos. Entre las causas que buscan explicar la falta de acción de las autoridades contra un Vicente Fox, al que cada vez se le descubren nuevas zonas obscuras en su desempeño como presidente, destaca una: si se le acorrala, el ex mandatario puede causar daño a Felipe Calderón y a su partido, pues sabe demasiado sobre las interioridades del turbio proceso electoral de 2006.

Examinando la evolución política de nuestro país, se puede concluir que hace tiempo que quienes fueron presidentes han dejado de ser un factor significativo de peligro. Hoy, la decisión de llamar o no a cuentas a quien ya terminó su mandato, tiene que ver más con los intereses de las personas y grupos en el |poder y menos con las posibilidades de acción de aquellos que alguna vez dirigieron al país. Desde hace casi setenta años, quien ha entregado el mando formal nada o muy poco ha podido hacer en contra de su sucesor.

El Principio. En el origen las cosas eran diferentes. El Gobierno que sustituyó al efímero emperador Agustín de Iturbide no las tenía todas consigo y por ello lo fusiló cuando aquél intentó retornar a la política activa. Algo similar le sucedió a Vicente Guerrero aunque Guadalupe Victoria, el primer presidente, no significó problema para nadie tras su retiro en 1829. Antonio López de Santa Anna, gracias a su influencia en el Ejército, resultó ser tan o más poderoso fuera de la Presidencia que en ella. En efecto, en esa primera etapa de la no muy afortunada vida política mexicana, no había realmente un sistema de Gobierno digno de tal nombre y Santa Anna más que presidente fue caudillo y mantuvo ese carácter hasta que la rebelión de Ayutla se lo quitó.

Fue a partir de la restauración de la República en 1867 que empezó a consolidarse en México una estructura política eficiente. Eso, y la edad, explican que en 1874 Santa Anna ya pudiera volver del exilio sin que molestara ni fuera molestado. Sin embargo, ciertos ex presidentes seguirían desempeñando el papel de actores peligrosos. Porfirio Díaz concluyó su primera Presidencia en 1880, pero no tardó en dedicar sus energías a recuperar la silla presidencial y a hacerle miserable la vida a su sucesor, Manuel González. En 1884 Díaz se salió con la suya y sólo dejó el cargo cuando una rebelión lo echó en 1911.

Ya en el siglo XX, el general Álvaro Obregón, como ex presidente fue una sombra constante para su sucesor, Plutarco Elías Calles, al punto que éste no tuvo más remedio que aceptar que el vencedor de Villa volviera a hacerse cargo del Poder Ejecutivo; sólo su asesinato en 1928 salvó a México de tener que enfrentar los efectos de la ruptura del principio de no-reelección. Calles mismo ya no buscó reelegirse, pero como ex presidente se transformó en “Jefe Máximo” y subordinó a los tres personajes que le sucedieron en el cargo –Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez- al grado que obligó a uno de ellos, Ortiz Rubio, a renunciar a su puesto. Sin embargo, hasta ahí llega la historia de ex presidentes que hicieron temblar a su sucesor, pues en 1935 el general Lázaro Cárdenas envió a Calles al exilio y el mandatario en funciones no volvió a tener rivales.

A partir de 1935 hubo “ex” que siguieron siendo actuando en política –el propio Cárdenas- pero ya ninguno fue capaz de poner en jaque al heredero. En una coyuntura crítica, Adolfo López Mateos, por ejemplo, impidió que Cárdenas viajara a la Cuba revolucionaria. Fuera del poder, Gustavo Díaz Ordaz tuvo que soportar en silencio las acciones de un Luis Echeverría al que hubiera querido destruir poco después de haberle hecho candidato del PRI. Cuando Echeverría le resultó molesto a José López Portillo, el antiguo poderoso tuvo que irse en calidad de embajador al otro lado del mundo. El truculento Carlos Salinas nada pudo hacer contra Ernesto Zedillo cuando éste, ya presidente, puso en la cárcel a otro Salinas, a Raúl.

En fin, sí hoy Vicente Fox, tan abundante en protagonismos como en contradicciones y cuentas pendientes, está causándole problemas al nuevo señor de “Los Pinos” sin que éste haga nada, eso se explica menos por la fuerza política del guanajuatense y más por las complicidades de su sucesor y del sistema de poder en general.

Calles o el Inicio de la Neutralización del Antiguo Omnipotente. Como ya quedó señalado, Cárdenas, a diferencia de sus antecesores, decidió no solucionar por la vía violenta el conflicto que casi desde el inicio de su sexenio se planteó con el ex presidente Calles. Cárdenas se contentó con mandarlo fuera del país y correr el riesgo de que el antiguo “hombre fuerte” pretendiera organizar desde lejos un movimiento en su contra. Desde luego que Calles lo intentó, pero fracasó, y ese fracaso quizá sirvió de vacuna contra intentos similares.

La Venganza Fallida. Desde San Diego, en la California Americana, el ex presidente sonorense maquinó su venganza. Debió de haber tratado de acabar con Cárdenas por varias vías, pero la medida de su odio y frustración la da la maniobra que realizó en 1940, cuando contaba ya con 63 años, e intentó concertar una alianza con uno de los principales adversarios ideológicos de Cárdenas y de la Revolución Mexicana misma para aprovechar la sucesión –siempre un momento donde aumenta la vulnerabilidad relativa del sistema político– para contribuir a dar forma a un movimiento armado potencialmente contrarrevolucionario.

En efecto, los archivos españoles en Alcalá de Henares, (Archivo General de la Administración, Sección Presidencia, SGM/ Servicio Exterior) muestran que desde su exilio norteamericano quien fuera el padre del PRI, no dudó en intentar una conspiración increíble: forjar una alianza anticardenista con el triunfante, pero muy escaso de recursos materiales, eneralísimo Francisco Franco.

La idea motriz del plan concebido en el exilio por el antiguo “Jefe Máximo”, era lograr recursos mínimos, pero en un momento crucial de uno de los Gobiernos que más cuentas tenía por saldar con el México cardenista –el de Franco- para auxiliar a lo que parecía la inevitable rebelión del general Juan Andrew Almazán, candidato perdedor en la elección de 1940.

Los documentos de Alcalá de Henares señalan que desde 1939 –año del triunfo de los rebeldes sobre la República Española- el coronel franquista Antonio Sanz-Agero, estaba adscrito al Ministerio de Asuntos Extranjeros como comisionado para asuntos en “Norte América y frontera de Méjico”. En esa calidad, Sanz-Agero recibió información vía el consulado español en San Francisco, sobre la misión del capitán Antonio R. Martín que había viajado desde Washington –donde estaba adscrito a la Embajada de España- a California para entrevistarse con “nuestro amigo en San Diego”, es decir, con Calles.

El 21 de agosto de 1940 Sanz-Agero recibió un memorando donde se apuntaba que el personaje avecindado en San Diego había asegurado que Almazán había realmente ganado las elecciones y que “en tiempo oportuno reclamará sus derechos, que son los del pueblo, por la fuerza y para lo cual ya [se] hacen los preparativos necesarios”. Esos preparativos suponían el estallido de la rebelión en septiembre. Un documento posterior ya identifica a Calles como el conspirador y se refiere a una nueva reunión del 8 de septiembre en Los Ángeles, entre el ex presidente mexicano y el capitán Martín. Según esto, Calles pidió al Gobierno español la entrega inicial de 50 mil dólares y luego la de otro monto igual para sumarlas a otros recursos que ya se tenían y pagar por los materiales ya contratados en San Francisco para iniciar la sublevación en Chihuahua.

El dinero demandado se debería entregar a Calles o a Melchor Ortega, representante de Almazán y se le consideraría como un préstamo a cambio del cual, y tras el triunfo de Almazán, México se comprometía a: 1) reconocer al Gobierno de Franco, 2) dar todas las facilidades para recuperar los valores traídos al país por los republicanos españoles en el yate “Vita”, 3) impedir que su territorio fuera usado como base para conspiración contra Franco y 4) una amistad franca y a la intensificación del intercambio comercial hispano-mexicano.

Al final, Franco no dio ni un dólar. Almazán, en vez de rebelarse contra el fraude, optó negociar con el régimen de la posrevolución mexicana y seguir haciendo dinero como empresario. Calles no pudo tomar venganza de Cárdenas y simplemente en 1941 regresó de su exilio para morir cuatro años después.

Conclusión. Hace mucho que los ex presidentes ya no pueden hacer nada contra su sucesor. Y si Fox sigue activo, y sin que se le finquen responsabilidades, la explicación no está en su fuerza sino en la complicidad de su sucesor”.

Kikka Roja

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