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jueves, 7 de agosto de 2008

Guadalupe Loaeza: Tristeza mexicana

Tristeza mexicana
Guadalupe Loaeza
Algo me dice que México está triste. ¿Todo? Sí, todo, no importa si vamos al norte, al sur, al este o al oeste, por donde quiera percibimos esa extraña tristeza. Para colmo todos los días llueve, y como siempre nos llueve sobre mojado entonces nos ponemos aún más tristes. Basta con abrir cualquier diario del país para que se nos vengan encima puras malas noticias; lo peor es cuando éstas están confundidas entre muchas, muchas esquelas de amigos como Alejandro Aura y Víctor Hugo Rascón. Ayer mi periódico también amaneció tristísimo; en muchas de sus páginas se leía el nombre de Fernando enmarcado en negro. Al leerlas no había necesidad de confirmar su apellido, desde hace cinco días lo hemos escuchado en todos los medios: Martí Haik. He allí un nombre que nos recordará durante mucho tiempo la violencia que existe en nuestro país. Al joven mexicano Fernando Martí Haik lo mataron otros mexicanos víctimas de su propia la tristeza. Fernando tenía apenas 14 años. Dicen los que lo conocieron que era un chavo muy listo, muy prendido y que estaba informado de muchas cosas. Me hubiera gustado haberlo conocido. Más bien, lo que me hubiera gustado es haberlo salvado. ¿Cuántos jóvenes no estarán en peligro como lo estuvo Fernando? ¿Y quién carajos los va a salvar? ¿ La Policía mexicana? ¡Imposible! ¿Por qué? Porque está muy ocupada, o bien está secuestrando a otros jóvenes, o está involucrada con el crimen organizado o comiendo tacos. Es cierto que no toda la Policía mexicana es gangsteril y corrupta, pero lo malo es que la mayoría de los mexicanos pensamos que es gangsteril y corrupta, especialmente los jóvenes. Si no me creen pregúntenle a los chavos del Divine. En esa ocasión más que salvarlos, los agredían. Es tan mala la Policía mexicana que ni siquiera sabe dar primeros auxilios, así lo comprobamos en las imágenes transmitidas por la televisión; mientras más de una decena de jóvenes yacían asfixiados en la banqueta, muchos de los policías que deambulaban entre sus cuerpos se limitaban darles aire con la ayuda de sus gorras. ¡Qué ridículos se veían! Parecían personajes de la caricatura de la Familia Burrón.

¿Con cuántos kilos de tristeza se ha de haber ido Fernando y cuántas toneladas de este mismo sentimiento embargarán a su familia? Pienso en ella y tengo deseos de pedirle disculpas. No hay duda, la realidad que vive actualmente mi país me provoca culpa. ¿Por qué tanta violencia? ¿Qué nos pasa? ¿Contra qué y quién estamos tan enojados?

El viernes pasado fui a visitar a mi hija a Valle de Bravo, donde vive con su marido desde hace seis años. Después de comer, decidimos pasear por las calles empedradas. La tarde estaba bonita y había mucha gente en la plaza. Estábamos contentas y en paz. Con esa misma actitud fuimos a la librería para buscar algunas novedades, de pronto mis ojos se toparon con el ejemplar más reciente de la revista francesa Paris Match (julio 30). Lo tomé, lo pagué y nos fuimos a comprar un helado. El mío era de mamey y el de Lolita, de limón, mientras lo saboreábamos, empecé a hojear el semanario. Nunca lo hubiera hecho, sólo me bastó leer el encabezado de la página 50 y ver las fotografías para comprender de inmediato de qué se trataba. “¿Kabul? ¿Beirut? No, es un barrio de Tijuana, nombrado ‘El pequeño Bagdad’, donde el Ejército intenta remediar el fracaso de la Policía ”. Las fotos a todo color a lo largo de ocho planas mostraban una violencia que nada más se podría imaginar en la guerra de Medio Oriente, pero que sucede en todo México. “En seis meses, han muerto 550 personas en Ciudad Juárez, donde los cárteles de la droga libran en una terrible guerra bajo los ojos de una Policía corrupta”. Las fotografías de Alejandra Vega son verdaderamente aterradoras. En la primera aparece una cabeza decapitada tirada sobre la banqueta de una de las calles de Tijuana: “Todo lo ke suve, cae sobre su propio peso. Podrías estar así, te saluda la familia”, se lee escrito con muchas faltas de ortografía en el letrero que yace sobre esa cabeza que tiene los ojos bien abiertos y en cuyos labios se dibuja una ligera sonrisa. En las siguientes vemos algunos familiares de las víctimas llorando sobre varios féretros. “Desde diciembre del 2006 ha habido, en todo el país, 4 mil 200 muertos”. Todos naturalmente tienen una expresión triste y de absoluta confusión. Dice Michel Peyrard, autor de la larga crónica la cual logra poner los pelos de punta, que ser policía en Ciudad Juárez es mucho peor que ser soldado en Irak. “¿Cuál es la razón de esta hecatombe? Una guerra sin merced que libran los cárteles de la droga con el fin de controlar una de las principales rutas de exportación a través de una frontera de 3 mil 200 kilómetros que lleva al lucro del mercado americano”. El enviado especial de la publicación termina diciendo: “No será, los 500 millones de dólares acordados recientemente por la administración de Bush para colaborar en el programa antidroga de México, lo que cambiará las cosas. Se estima que 500 millones de dólares, es más o menos lo que gana, cada mes, el cártel de Juárez, gracias a los 6 millones de norteamericanos que consumen cocaína...”.

No, no quise compartir con mi hija el reportaje de la revista, opté por pasar, simulando indiferencia, las hojas. De haberlo leído con ella me hubiera dado demasiada vergüenza. No fue sino hasta que regresé a la Ciudad de México que lo leí con cuidado. ¡Qué tristeza sentí al imaginar que ningún francés que lo hubiera leído querría hacer turismo en un país donde existe tanta violencia! ¡Qué tristeza resulta corroborar que también la prensa extranjera, cuando habla de mi país, se refiere a puras malas noticias! ¡Y qué tristeza me provoca imaginarme a los amigos de Fernando, infinitamente tristes y confundidos por vivir en un país en el cual la Policía , en lugar de salvar a los jóvenes como ellos, los mata!

México está triste. ¿Todo? Sí, todo. Porque no sabe en quién confiar. Porque hay mucho desempleo. Porque los políticos se la pasan peleando. Porque no entiende bien a bien cómo está eso de la reforma energética. Porque los panistas son iguales que los priistas, pero mucho más mediocres. Porque los enfermos de VIH no se atreven a confesar que están infectados por miedo al estigma. Porque los deportistas mexicanos probablemente no ganarán muchas medallas en Beijing. Porque la mitad de la población vive en la miseria. Porque somos uno de los países con mayores problemas de obesidad y diabetes en el mundo. Pero sobre todo porque estamos inmersos en la inseguridad, en el terror y en la angustia.

gloaeza@yahoo.com


..y por favor no vayan a empezar con que no "les traiga a Guadalupe Loaeza" ni me digan que soy vieja fresa. Los misóginos mejor cuidense de los delincuentes.

Kikka Roja

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