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jueves, 21 de enero de 2010

Haití: primera ocupación militar del poder "inteligente": Ángel Guerra Cabrera

Haití: primera ocupación militar del poder "inteligente"
Ángel Guerra Cabrera
Estados Unidos se ha aprovechado de la más reciente tragedia haitiana para implantarse militarmente en el país caribeño por largo tiempo. Así se veía venir desde que Washington anunció el envío de una magnitud de medios bélicos a la sufrida nación más propios de una invasión armada que de una operación humanitaria. Subrayando las tácticas del poder inteligente en la era de Obama, el ablandamiento artillero –por ahora– lo hace la televisión, que pasa imágenes dantescas del sufrimiento de los haitianos, separándolas de su contexto social y político, como si no se debieran principalmente a una historia de despojo y atropello imperial de siglos. Las imágenes no hacen más que sacar a flote un cuadro humano apocalíptico que, aunque ahora agravado, ya existía antes del sismo.

Mientras las terribles tomas televisivas movilizan una ola de solidaridad internacional nunca vista, la ocupación militar marcha viento en popa disfrazada de acción de socorro. Han llegado a Haití el superportaviones Carl Vinson y su grupo de batalla, incluidos tres buques de desembarco anfibio y dos navíos lanzamisiles, barcos y helicópteros de la Guardia Costera, una unidad de elite de 2 mil marines, 3 mil 500 soldados de la 82 División Aerotransportada –la misma que actuó en las invasiones de República Dominicana, Granada y Panamá–; en fin, según anuncia el Pentágono, están por arribar entre 9 mil y 10 mil militares de Estados Unidos. El aeropuerto y el tráfico aéreo están bajo el control de su fuerza aérea y sus militares han desplazado a un segundo plano a las fuerzas de Naciones Unidas, a cuyo comando no se subordinan. Surgen protestas de Francia, Brasil, Venezuela y la Caricom, cuyos aviones no reciben permiso de aterrizaje de los yanquis. El formidable despliegue bélico está lejos de ser temporal, ha llegado para quedarse como lo confirman las gráficas declaraciones de la señora Clinton en su visita a Haití y las del vocero del Departamento de Estado Philip Crowley: “vamos a permanecer allí a largo plazo…”, e igualmente las del general Douglas Frazer, jefe del Comando Sur, a cargo de la "ayuda", extensamente reproducidas por el académico canadiense y experto en geoestrategia Michell Chossudovsky en su artículo "La militarización de la ayuda de emergencia a Haití: ¿es una operación humanitaria o una invasión?", publicado en el sitio web Global Research.

Chossudovsky afirma que "esta renovada presencia militar estadunidense en Haití será utilizada para establecer un punto de apoyo en el país y también persigue los objetivos estratégicos y geopolíticos de Estados Unidos en la cuenca del Caribe, que están en gran medida dirigidos contra Cuba y Venezuela". Cuba ha mantenido una brigada médica en el país caribeño durante 11 años, que en el momento del terremoto atendía pacientes en 227 de las 237 comunas, apoyada con recursos de alta tecnología aportados por Venezuela. En universidades cubanas se han formado 548 médicos haitianos; con sus colegas cubanos hacen una fuerza de unos mil integrantes, que ahora realiza su labor principalmente en Puerto Príncipe. Mientras el cuello de botella en el aeropuerto no permite que llegue la ayuda, los hospitales de campaña cubanos han atendido a cientos de haitianos y operado a decenas. Cuba desarrolla otros programas de cooperación, también sin costo alguno para Haití, entre ellos uno de alfabetización. Venezuela le suministra petróleo en condiciones muy favorables a través de Petrocaribe basándose en los principios de solidaridad de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).

Esto es lo que molesta a Estados Unidos, que ha sido incapaz de otra cosa en Haití que de saquearlo inmisericordemente apoyándose en sucesivas intervenciones militares desde principios del siglo XX. Al igual que en Honduras, Washington busca yugular allí acciones como las de Cuba y Venezuela que permitan a sus habitantes ponerse por sí mismos sobre sus pies.

Haití fue el primer gran faro revolucionario de la libertad del mundo colonial, ocupó en el siglo XIX el lugar que tocó a Cuba en el XX. Las viejas potencias coloniales y Estados Unidos le han estado haciendo pagar la osadía de su gran revolución social, la primera antiesclavista triunfante de la historia, precursora de la independencia de América Latina.

Washington no va a hacer nada por la libertad y el bienestar de los haitianos. Vivir para ver.

aguerra_123@yahoo.com.mx

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CALDERON SIGUE ILEGITIMO E ILEGAL: Ninguna alianza con partidos que no reconozcan a Calderón: César Nava PAN

  • Sería conveniente ver qué representan en cifras, revira el tricolor
  • Los priístas, "nerviosos" por la posible alianza electoral PAN- PRD sol azteca: Nava
Georgina Saldierna y Ciro Pérez
Periódico La Jornada
Ninguna alianza con partidos que no reconozcan a Calderón: PAN
Jueves 21 de enero de 2010, p. 7

Mientras el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), César Nava, consideró que la posibilidad de una alianza electoral con el sol azteca ha puesto nerviosos a los priístas, el secretario general adjunto del tricolor, Samuel Aguilar, aseveró que el asunto puede sonar muy atractivo en términos mediáticos, pero sería conveniente ver qué representan numéricamente esos dos institutos políticos.

Aguilar afirmó confiar en la fortaleza de su partido en cada entidad en que van a contender. No obstante, reconoció que "hay que estar pendientes de la forma en que se desenvolverán estas coaliciones, que si bien no se justifican en términos de sus respectivas plataformas políticas, sí generan inquietud y confusión entre la sociedad".

"Todavía hoy vemos cómo estos partidos transmiten promocionales en radio y televisión en los que manifiestan abiertamente sus diferencias. Ahí está el tema presupuestal, el de los matrimonios entre homosexuales o el incremento a las gasolinas, por mencionar sólo algunos. Son campañas en las que no se escuchan propuestas y sí una continua serie de ataques."

A su vez, Nava se refirió a los señalamientos del senador priísta Manlio Fabio Beltrones en torno a que dichas alianzas son un engendro, y atribuyó tales planteamientos a que la posibilidad de la coalición pone nerviosos a los priístas. "Ya se estaban relamiendo los bigotes anticipadamente, pero del plato a la boca se cae la sopa", advirtió.

Insistió en que el PAN sólo respaldará a candidatos que además de reconocer expresamente al presidente Felipe Calderón, se comprometan públicamente y por medio de instrumentos jurídicos a trabajar institucionalmente con el gobierno federal.

"En esta lógica no llevaremos como compañeros de viaje a ningún candidato que se niegue a aceptar los mandatos de la Constitución y prefiera anteponer otra clase de mandato", señaló el dirigente del blanquiazul cuando se le preguntó si apoyaría a un aspirante al gobierno de Oaxaca como Gabino Cué, quien ha trabajado de manera cercana con Andrés Manuel López Obrador, líder opositor que no reconoce a Calderón como presidente.

En conferencia de prensa, informó que desde esta semana un equipo panista y uno perredista trabajan en los detalles de las coaliciones, particularmente para los tres casos que ya fueron aprobados en los comités estatales: Durango, Hidalgo y Oaxaca. El objetivo es generar un movimiento cívico que vaya más allá de los institutos políticos y tenga como eje fundamental el cambio político, añadió.

Mientras, en la sede nacional priísta se revisa cada una de las propuestas para presentar candidatos, destacadamente en lo que se refiere a las gubernaturas. En los análisis se reconoce el desgaste natural de 80 años de gobierno, como en Puebla, Hidalgo, Tamaulipas y Oaxaca.

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La inercia, gran adversario: Lorenzo Meyer

AGENDA CIUDADANA
La inercia, gran adversario
Lorenzo Meyer
21 Ene. 10 reforma.com

Las sociedades pueden manifestarse por el cambio, pero las inercias buscan tener la última palabra.

El punto de partida

La inercia se puede definir como la resistencia de un objeto o de una situación a cambiar de posición o, si está en movimiento, de dirección. En los procesos sociales, las inercias no son ni buenas ni malas por sí mismas, todo depende del contexto. Ahora bien, cuando el objetivo de un actor político individual o colectivo es cambiar el curso de una sociedad, las inercias, que tienden a favorecer los intereses creados, pueden resultar un obstáculo formidable. Hasta el momento, en México y en materia política y social, las inercias han salido vencedoras frente a los intentos de cambio. Ahora bien, la resistencia a la transformación ocurre en todas las sociedades. Un ejemplo de libro de texto lo vemos ahora mismo con un país cercano: Estados Unidos. Conviene examinar el caso del vecino para luego volver la vista sobre nuestra propia experiencia.


Obama: sus alcances y límites

No hay duda de que la decisión de apoyar al senador Barack Obama -un norteamericano nacido en Hawai de padre africano- como candidato del Partido Demócrata a la Presidencia, por sobre otros personajes disponibles a inicios del 2008 -los otros iban del ex senador John Edwards al gobernador Bill Richardson pasando por la senadora Hillary Clinton-, fue una prueba innegable de la voluntad y sed de cambio de una parte de la sociedad norteamericana. Con la candidatura de Obama, la parte más ilustrada de los norteamericanos superó siglos de discriminación contra los afroamericanos a la vez que se pronunció por una política diferente a la dominante, una que sacara al país de la gran recesión en que habían caído, que apoyara a los que menos tenían y que abandonara el pantano militar en que los neoconservadores se habían metido tras las invasiones de Afganistán e Iraq. El opositor de Obama también puede ser visto como expresión de un deseo de cambio dentro del Partido Republicano, pues el senador McCain no era el candidato más conservador y, sobre todo, no era el que más se identificaba con la línea política del presidente saliente.

Por todo lo anterior y tras el triunfo de Obama, había razones para pensar que el cambio en Estados Unidos sería el distintivo de la nueva administración, y que ese cambio progresista podría contagiar a otros países. Sin embargo, a un año de distancia es claro que ése no ha sido el caso. Obama sí ha significado un cambio positivo, pero no de la envergadura que él prometió. La gravedad de la crisis económica obligó al nuevo Presidente a dar prioridad al rescate de los poderosos grupos financieros responsables de esa crisis y a la industria automotriz y el combate al desempleo quedó en un lugar secundario. El gran proyecto de reforma del sistema de salud ha encontrado una total resistencia de los republicanos y de los demócratas conservadores. Si finalmente se aprueba esa reforma -lo que no es seguro porque los demócratas acaban de perder un escaño en el Senado-, se beneficiarán 30 millones de norteamericanos pero seguirán quedado desprotegidos varios millones pues no se logró la cobertura universal deseada. La reforma migratoria demandada por la comunidad hispana para los indocumentados se ha quedado en el cajón de lo pospuesto.

En política exterior la situación es similar. Obama ha mejorado las relaciones con Rusia y China y se ha comprometido a salir de Iraq y dejar que ese país semidestruido se las arregle como pueda. Sin embargo, en Afganistán Obama ya hizo suya una guerra imposible, pues es una lucha no sólo contra Al Qaeda sino contra una fuerza nativa mayor y muy arraigada: el talibán. La oferta de un Estados Unidos que dice buscar un acercamiento con el mundo árabe se quedó sin sustento porque Obama no puede evitar que Israel siga construyendo asentamientos en terrenos palestinos. En Irán y Corea del Norte sus respectivos gobiernos no reaccionaron a la oferta de negociación hecha por el nuevo líder americano.

En la cumbre de Copenhague, la prometida lucha a fondo de Obama en favor de una política que ataque las causas del calentamiento global terminó en un compromiso tan limitado que resultó un triunfo del statu quo. En América Latina, Venezuela o Cuba no consideraron suficientes o adecuadas las ofertas norteamericanas para cambiar el tono áspero de su relación. En Washington ganarán los republicanos que obligaron a Obama a contemporizar con los golpistas de Honduras. Realmente sólo en el caso de la inesperada e increíble tragedia de Haití, una situación donde no hay resistencia de intereses creados, Obama ha podido moverse con rapidez y decisión para no repetir errores como los de Nueva Orleans en 2005.



México

En nuestro país la voluntad de cambio político se dejó sentir de manera vigorosa pero limitada en 1968, luego se amplió con los episodios de insurgencia electoral de los 1980, la rebelión indígena de 1994 y finalmente con la votación del 2000, donde la oposición al régimen autoritario logró, en su conjunto, el respaldo del 60 por ciento de los electores. Sin embargo, el cambio no se dio y, en términos relativos, el poder de las inercias resultó tan fuerte como en Estados Unidos aunque con efectos más negativos.

En el caso mexicano las inercias se impusieron como resultado de una combinación de factores: el carácter conservador de la oposición que llegó a "Los Pinos" combinado con su inexperiencia, ineptitud y baja calidad moral, la ausencia de un auténtico proyecto de transformación de las instituciones y prácticas existentes, la ausencia de una mayoría en el Congreso y, finalmente, la persistencia del control del PRI en más de la mitad de los estados. La combinación anterior desembocó en un proceso donde muy pronto las inercias conservadoras se posicionaron como las fuerzas dominantes del proceso político. Así, un cambio político al que inicialmente se calificó de nuevo régimen, en muy poco tiempo empezó a asemejarse más y más a lo antiguo. Las condiciones en que tuvieron lugar las siguientes elecciones presidenciales, las de 2006, dejaron en claro que el "espíritu del 88" no había muerto: el triunfo de la derecha "a como dé lugar" se presentó como indispensable para impedir el triunfo de un "peligro para México", algo muy similar a los llamados "fraudes patrióticos" de los 1980. Si entre 1988 y 2000 funcionó como explicación del proceso político la "concertacesión" entre el PRI y el PAN, del 2001 al presente el mismo papel lo ha jugado la "concertacesión" entre el PAN y el PRI. Hoy ya no hay "partido de Estado" a nivel nacional, pero sigue habiéndolo a nivel estatal en un buen número de entidades y cuyos ejemplos conspicuos son Oaxaca, Puebla, Veracruz o el estado de México.

A partir de 1977 la Presidencia de la República dejó de ser el origen de las iniciativas y decisiones importantes de la política mexicana. Un gran cambio, sin duda, pero que no ha implicado que se altere el carácter oligárquico de la sociedad mexicana. Al contrario, tal carácter se acentuó. Hoy es aún mayor la capacidad de acción de las grandes concentraciones económicas, de los llamados "poderes fácticos", y por eso la injusta concentración del ingreso del viejo autoritarismo se mantiene intacta en el "nuevo régimen". El tráfico de influencias y la corrupción no se han abatido sino que siguen siendo factores centrales en la explicación de por qué México se encuentra donde hoy se encuentra.

La Suprema Corte es hoy un poder que antes no era, pero el carácter de la impartición de la justicia -¿o debe decirse injusticia?- no es mejor que antaño. El crecimiento de la inseguridad, que venía de atrás, simplemente se ha acelerado. La multitud de policías ha modificado su nombre, pero su ineficacia es similar a la del pasado. El ciudadano vive tan o más desprotegido que antes y el crimen organizado marca de manera brutal la vida cotidiana de Ciudad Juárez y de muchos otros lugares del país.

La soberanía de México fue siempre relativa, pero a partir de la implantación del modelo neoliberal la independencia frente a Estados Unidos se debilitó aún más. Esa característica no cambió con el 2000 sino que se agravó porque se perdió lo que quedaba del "proyecto nacional".



En suma

En México el anhelo de cambio político, económico, social y cultural persiste, pero el país no ha corrido con suerte para lograrlo con la amplitud y la profundidad requerida. La energía para el cambio acumulada y que llevó al 2000 se desperdició y hoy la ausencia de cambio juega en favor de las fuerzas del statu quo. En fin, que ese añejo adversario, las inercias, auxiliadas por la falta de calidad de los gobernantes, sigue controlando nuestra vida colectiva.
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