QUE QUISO DECIR FECAL > entrevista con López Doriga
-A mi no me afecta en nada lo de la reforma energética a los que están atrás de mi les puede ir mal- (-Cito de memoria)
El diputado Héctor Larios desata conflicto en el panismo - La Jornada
Legisladores consultados que pidieron el anonimato sostienen que Héctor Larios, integrante de El Yunque, coincide plenamente con la posición “dura” que ...
www.jornada.unam.mx/2008/04/15/index.php?section=politica&article=014n1pol
MILENIO.COM » Nos engañaron: Héctor Larios
11 Abr 2008 ... 06:52 |Nos engañaron: Héctor Larios. Los diputados del FAP extendieron una manta. Foto: AP. Los diputados del FAP extendieron una manta. ...
www.milenio.com/index.php/2008/04/11/222849/
Niega Héctor Larios ´aviadores´ en la Cámara de Diputados - El ...
16 Jun 2007 ... Niega Héctor Larios ´aviadores´ en la Cámara de Diputados - El Universal - México.
www.eluniversal.com.mx/notas/431558.html
Héctor Larios, un hombre cercano a Espino - El Universal - México
7 Ago 2006 ... Héctor Larios se define como un "militante normal" a pesar del nexo cercano con el presidente nacional del PAN, Manuel Espino. ...
www.eluniversal.com.mx/nacion/141460.html
Héctor Larios, nuevo coordinador de senadores del PAN :: México ...
Héctor Larios, nuevo coordinador de senadores del PAN.
www.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/456093.html
Kikka Roja
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martes, 15 de abril de 2008
México SA: Todos quieren debatir menos Calderon
Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
Entre “abrir al diálogo” y “no hay tiempo para discutir” queda la reforma
Kikka Roja
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
Entre “abrir al diálogo” y “no hay tiempo para discutir” queda la reforma
Aparentemente, con cualquier cantidad de bemoles todos quieren debatir el asunto petrolero, menos el inquilino de Los Pinos, mismo que casi un mes atrás exhortó a que “dialoguemos de manera abierta, objetiva y serena sobre las alternativas para fortalecer, y fortalecer de veras, a nuestra industria petrolera, y con ello fortalecer a México”.
Todos, dicen, salvo el del exhorto. Cuando menos ese es el sabor que deja la más reciente declaración de la señora que supuestamente lleva la batuta en eso de promover la “reforma” petrolera del michoacano y “convencer” sobre sus “bondades”, es decir, la siempre atinada y oportuna Georgina Kessel, secretaria de Energía, quien ayer fue enfática en este asunto: “no tenemos mucho tiempo para seguir discutiendo el tema; estamos perdiendo oportunidades para fortalecer a Pemex… (urge) tomar decisiones rápidas”.
Quién los entiende. Primero fingieron total demencia, ni siquiera querían tocar el tema petrolero, mucho menos presentar una “reforma” con la firma de Felipe Calderón, Más adelante aseguraron que se quedarían sólo en el diagnóstico y que, de existir, sería el “sistema PAN” (Creel dixit) el encargado de la iniciativa. Poco después, que no, que mejor los senadores blanquiazules harían la chamba, para de inmediato corregir que en realidad serían los diputados de ese partido los que harían el trabajo sucio. Y de la nada apareció el inquilino de Los Pinos –que ya había dicho que si de contar se trataba no contaran con él en eso de presentar la propuesta– y la presentó.
Vergonzantes, retrasaron la entrega de la iniciativa hasta el exceso; negociaron en lo oscurito con los priístas hasta creer que la tenían planchada, ocultaron, manipularon y dieron largas, y ahora resulta que les “urge de urgir”, porque “no tenemos mucho tiempo para seguir discutiendo… estamos perdiendo oportunidades”.
Y Georgina Kessel lo dice justo el día que Santiago Creel asegura que “el PAN está de acuerdo en que se realice un debate nacional amplio de 50 días consecutivos sobre la reforma energética”, aunque la propuesta surge de las huestes tricolores, comandadas por Manlio Fabio Beltrones, y se manejó el nombre de la propia secretaria de Energía para iniciar dicho debate. Así, error tras error, los blanquiazules confirman su falta de coordinación, el tú di lo que quieras que yo haré lo propio y el de enfrente también y, en resumen, el síndrome Fox que los cubre y apasiona.
Ahora que si de aferrados se trata, allí está el doctor Agustín Carstens y su tesis del “catarrito” frente a la recesión estadunidense. Resulta que al Fondo Monetario Internacional se le ocurrió la osadía de reducir su pronóstico de crecimiento del PIB mexicano en 2008 (el segundo recorte en seis meses), y ante tal falta de respeto a la “solidez” de la economía nacional, de forma por demás airada el titular de Hacienda calificó de “exagerado” tal atrevimiento.
El FMI, organismo que suele ser certero a la hora de ajustar a la baja sus pronósticos económicos, recién recortó su estimación para el caso mexicano a sólo 2 por ciento de “crecimiento” en 2008, es decir, prácticamente la mitad de lo que originalmente estimó el gobierno calderonista para ese mismo año.
Desde octubre de 2007, la institución (supuestamente) multilateral encendió los focos rojos para la economía mexicana, pues “se verá afectada por la desaceleración de Estados Unidos, y el efecto será mayor que en otros mercados emergentes, dada la estrecha vinculación de México con la economía de Estados Unidos; el efecto será mayor”. En consecuencia, recortó en casi un punto porcentual la estimación para el “crecimiento” del producto interno bruto del país.
Ahora la vuelve a reducir, para ubicarla en 2 por ciento, lo que provocó la ira del doctor Carstens, para quien la estimación a la baja del FMI “no ha tenido en cuenta todas las acciones que estamos tomando” para (se supone) hacer frente a la recesión del vecino del norte. De allí, dijo, la “exagerada” proyección del organismo, de tal suerte que el gobierno calderonista se aferra a su propio cálculo: 2.8 por ciento de “crecimiento” del producto interno bruto para 2008, de 3.7 por ciento original. “No vemos razón alguna para revisarlo”.
Así reaccionaron Vicente Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz (por cierto, maestro de Agustín Carstens) cuando en los albores de 2001 el FMI y otros organismos financieros internacionales y regionales, como la Cepal, comenzaron a recortar los pronósticos económicos para México. El de las ideas cortas y la lengua larga se retorcía cada que dichas instituciones “insinuaban” (así lo calificaban) que la “sólida” economía mexicana no tenía buena pinta para ese año, y se aferraron a su pronóstico original de 4.5 por ciento (contra el 7 por ciento prometido). El resultado fue que el PIB decreció 0.3 por ciento ese año y a lo largo del sexenio del cambio el promedio anual no pasó de 2.3 por ciento.
En lugar de tomar medidas concretas para atenuar el efecto recesivo que venía del norte, Fox y Gil se la pasaron lanzando piropos a la “sólida” economía mexicana, “que está mejor que nunca” (Fox dixit) y que “muchos envidian” (Gil Díaz ídem), mientras la realidad hacía estragos.
Pocos años después la recesión estadunidense está de vuelta, aunque mucho más drástica, según los vaticinios, y el discurso gubernamental es exactamente el mismo que el utilizado en tiempos del “cambio”, no vaya a ser que los resultados también sean iguales.
Las rebanadas del pastel
Andaba el inquilino de Los Pinos muy emocionado con su “reforma” para “revolucionar” el sistema educativo del país, cuando alguien le dijo al oído que se ubicara, que por mucho que la necesite para sus enjuagues, con Elba Esther al frente del corporativismo magisterial no hay “reforma” posible y muchos menos “revolución” educativa.
Todos, dicen, salvo el del exhorto. Cuando menos ese es el sabor que deja la más reciente declaración de la señora que supuestamente lleva la batuta en eso de promover la “reforma” petrolera del michoacano y “convencer” sobre sus “bondades”, es decir, la siempre atinada y oportuna Georgina Kessel, secretaria de Energía, quien ayer fue enfática en este asunto: “no tenemos mucho tiempo para seguir discutiendo el tema; estamos perdiendo oportunidades para fortalecer a Pemex… (urge) tomar decisiones rápidas”.
Quién los entiende. Primero fingieron total demencia, ni siquiera querían tocar el tema petrolero, mucho menos presentar una “reforma” con la firma de Felipe Calderón, Más adelante aseguraron que se quedarían sólo en el diagnóstico y que, de existir, sería el “sistema PAN” (Creel dixit) el encargado de la iniciativa. Poco después, que no, que mejor los senadores blanquiazules harían la chamba, para de inmediato corregir que en realidad serían los diputados de ese partido los que harían el trabajo sucio. Y de la nada apareció el inquilino de Los Pinos –que ya había dicho que si de contar se trataba no contaran con él en eso de presentar la propuesta– y la presentó.
Vergonzantes, retrasaron la entrega de la iniciativa hasta el exceso; negociaron en lo oscurito con los priístas hasta creer que la tenían planchada, ocultaron, manipularon y dieron largas, y ahora resulta que les “urge de urgir”, porque “no tenemos mucho tiempo para seguir discutiendo… estamos perdiendo oportunidades”.
Y Georgina Kessel lo dice justo el día que Santiago Creel asegura que “el PAN está de acuerdo en que se realice un debate nacional amplio de 50 días consecutivos sobre la reforma energética”, aunque la propuesta surge de las huestes tricolores, comandadas por Manlio Fabio Beltrones, y se manejó el nombre de la propia secretaria de Energía para iniciar dicho debate. Así, error tras error, los blanquiazules confirman su falta de coordinación, el tú di lo que quieras que yo haré lo propio y el de enfrente también y, en resumen, el síndrome Fox que los cubre y apasiona.
Ahora que si de aferrados se trata, allí está el doctor Agustín Carstens y su tesis del “catarrito” frente a la recesión estadunidense. Resulta que al Fondo Monetario Internacional se le ocurrió la osadía de reducir su pronóstico de crecimiento del PIB mexicano en 2008 (el segundo recorte en seis meses), y ante tal falta de respeto a la “solidez” de la economía nacional, de forma por demás airada el titular de Hacienda calificó de “exagerado” tal atrevimiento.
El FMI, organismo que suele ser certero a la hora de ajustar a la baja sus pronósticos económicos, recién recortó su estimación para el caso mexicano a sólo 2 por ciento de “crecimiento” en 2008, es decir, prácticamente la mitad de lo que originalmente estimó el gobierno calderonista para ese mismo año.
Desde octubre de 2007, la institución (supuestamente) multilateral encendió los focos rojos para la economía mexicana, pues “se verá afectada por la desaceleración de Estados Unidos, y el efecto será mayor que en otros mercados emergentes, dada la estrecha vinculación de México con la economía de Estados Unidos; el efecto será mayor”. En consecuencia, recortó en casi un punto porcentual la estimación para el “crecimiento” del producto interno bruto del país.
Ahora la vuelve a reducir, para ubicarla en 2 por ciento, lo que provocó la ira del doctor Carstens, para quien la estimación a la baja del FMI “no ha tenido en cuenta todas las acciones que estamos tomando” para (se supone) hacer frente a la recesión del vecino del norte. De allí, dijo, la “exagerada” proyección del organismo, de tal suerte que el gobierno calderonista se aferra a su propio cálculo: 2.8 por ciento de “crecimiento” del producto interno bruto para 2008, de 3.7 por ciento original. “No vemos razón alguna para revisarlo”.
Así reaccionaron Vicente Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz (por cierto, maestro de Agustín Carstens) cuando en los albores de 2001 el FMI y otros organismos financieros internacionales y regionales, como la Cepal, comenzaron a recortar los pronósticos económicos para México. El de las ideas cortas y la lengua larga se retorcía cada que dichas instituciones “insinuaban” (así lo calificaban) que la “sólida” economía mexicana no tenía buena pinta para ese año, y se aferraron a su pronóstico original de 4.5 por ciento (contra el 7 por ciento prometido). El resultado fue que el PIB decreció 0.3 por ciento ese año y a lo largo del sexenio del cambio el promedio anual no pasó de 2.3 por ciento.
En lugar de tomar medidas concretas para atenuar el efecto recesivo que venía del norte, Fox y Gil se la pasaron lanzando piropos a la “sólida” economía mexicana, “que está mejor que nunca” (Fox dixit) y que “muchos envidian” (Gil Díaz ídem), mientras la realidad hacía estragos.
Pocos años después la recesión estadunidense está de vuelta, aunque mucho más drástica, según los vaticinios, y el discurso gubernamental es exactamente el mismo que el utilizado en tiempos del “cambio”, no vaya a ser que los resultados también sean iguales.
Las rebanadas del pastel
Andaba el inquilino de Los Pinos muy emocionado con su “reforma” para “revolucionar” el sistema educativo del país, cuando alguien le dijo al oído que se ubicara, que por mucho que la necesite para sus enjuagues, con Elba Esther al frente del corporativismo magisterial no hay “reforma” posible y muchos menos “revolución” educativa.
Kikka Roja
Miguel Angel Granados Chapa: Mouriño y Jorge Mendoza
Mouriño y Jorge Mendoza
La correspondencia de Mendoza, uno de 128 senadores, significó el 85% de los envíos del Senado.
Kikka Roja
En medio de la crispación que envuelve a la vida pública sanea el ambiente, le pone una nota festiva el aire ecuménico que impregnó la boda de Catalina Hinojosa y Jorge Mendoza, festejada el sábado por la noche en el Club Campestre Monterrey en el municipio de San Pedro Garza García.
El novio es hijo del senador Jorge Mendoza Vargas, quien aprovechó el fasto social para estrechar sus lazos políticos, de cara a la próxima sucesión gubernamental en Nuevo León, a la cual ya se aprestan los partidos que han regido esa entidad en los años recientes, el PAN y el PRI. Contra la peregrina idea, esparcida por sus adversarios y sus enemigos, de que perdió su capacidad de interlocutor político, el invitado principal del acontecimiento fue el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño. ¡Mentira que no pueda hablar con nadie! En la boda se le vio en diálogos que suponemos amenos no sólo con el anfitrión, sino también con el gobernador Natividad González Parás, con el diputado Emilio Gamboa y, naturalmente, con quien le salvó la vida y lo puso en condiciones de continuar en su cargo, el senador Manlio Fabio Beltrones.
Fue llamativo que los líderes parlamentarios priistas se dieran tiempo para asistir al festejo sabatino, pues en la antevíspera la tribuna de las cámaras donde coordinan a sus compañeros tricolores había sido tomada por legisladores del Frente amplio progresista. En Xicoténcatl, Beltrones había exigido a gritos que no los secuestraran y, por lo visto, los senadores fapistas cedieron a su reclamo, pues allí estaba de fiesta, libre en toda la extensión de la palabra. Bueno, quizá no tanto, porque el día anterior en el aeropuerto de Toluca una reunión de gobernadores y el comité nacional encabezado por Beatriz Paredes había impuesto a los coordinadores legislativos una decisión con la que ellos jugaban, como si dependiera estrictamente de su voluntad y sus intereses: la discusión legislativa de la reforma petrolera no ocurrirá en abril, haya o no debate nacional sobre la materia.
Supongo que la fuerza de convocatoria del senador Mendoza le viene de su singularísima condición de representar en su cámara no a una entidad sino a una empresa, el Grupo Salinas, donde durante dos sexenios se desempeñó como vicepresidente ejecutivo de información y asuntos públicos. En ese carácter encabezó la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, donde reemplazó a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, cuando los grandes consorcios resolvieron tomar para sí la conducción de ese organismo y de ese modo acentuar su capacidad de control sobre los concesionarios de medios electrónicos.
Hasta antes de 1994, en que se vinculó a su paisano Ricardo Salinas Pliego, Mendoza había hecho una carrera en la política y la administración local, y en el gobierno federal que todavía no le permitía volar alto. En cambio, con el poder vicario que le proporcionaba su pertenencia a TV Azteca, llegó hace dos años al Senado, en la planilla priista de representación proporcional. No habiendo militares de filiación tricolor en esa cámara, Beltrones le confió la Comisión de Defensa, acaso recordando su aguerrida conducta en la toma de las instalaciones del Canal Cuarenta, exitosa operación bélica que dejó como botín a Salinas Pliego la dispensa gubernamental para operar una concesión que nunca le ha sido atribuida.
Mendoza se opuso, sin éxito, a la reforma constitucional en materia electoral, que cuenta con un vasto y profundo capítulo sobre medios electrónicos, cuya nuez consiste en prohibir que la propaganda política sea objeto de comercio en radio y televisión. Tal vez su posición no fue tan enjundiosa como sus jefes en el Ajusco hubieran esperado, acaso porque ahora el futuro de Mendoza depende de su cercanía a Beltrones y menos de su relación con Salinas Pliego. Aunque podría ser una predicción fallida, TV Azteca puede hacer un senador, pero quizá está lejos todavía el momento en que pueda hacer un gobernador.
Notoriamente, Mendoza quiere serlo, a partir de cualquier apoyo que pueda conseguir. Por eso se mueve en el escenario local. A veces sus iniciativas resultan fallidas, como una función gratuita de cine en Guadalupe, que debió ser suspendida por falta de público. Tal vez por eso resolvió hacerse presente de modo masivo. En agosto del año pasado, de su oficina senatorial fueron emitidas cerca de un millón 400 mil cartas dirigidas a ciudadanos de Nuevo León. En ellas, Mendoza se ponía a disposición de los votantes para hacer llegar su voz al Senado, daba cuenta de su trabajo en esa cámara, y pedía llenar un formulario con datos personales y la sugerencia de aportar los nombres de dos personas a las que “debamos contactar”.
No faltaron destinatarios asombrados de saber que Mendoza los representaba en el Senado, especialmente quienes habían votado y hecho ganar a los panistas Fernando Elizondo y Blanca Judith Díaz Delgado, o los que contribuyeron con su sufragio a que el priista Eloy Cantú fuera senador perdidoso, de minoría. Por lo demás, como lo hizo notar Reforma el 9 de febrero, Mendoza no se ajustaba a la verdad en su mensaje, pues se atribuía logros de cuya autoría estaba lejos. Para empezar, no es muy asiduo, pues ha participado en sólo 41% de las votaciones, y no ha presentado ninguna de las 138 iniciativas que los senadores priistas pretenden hacer aprobar.
El novio es hijo del senador Jorge Mendoza Vargas, quien aprovechó el fasto social para estrechar sus lazos políticos, de cara a la próxima sucesión gubernamental en Nuevo León, a la cual ya se aprestan los partidos que han regido esa entidad en los años recientes, el PAN y el PRI. Contra la peregrina idea, esparcida por sus adversarios y sus enemigos, de que perdió su capacidad de interlocutor político, el invitado principal del acontecimiento fue el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño. ¡Mentira que no pueda hablar con nadie! En la boda se le vio en diálogos que suponemos amenos no sólo con el anfitrión, sino también con el gobernador Natividad González Parás, con el diputado Emilio Gamboa y, naturalmente, con quien le salvó la vida y lo puso en condiciones de continuar en su cargo, el senador Manlio Fabio Beltrones.
Fue llamativo que los líderes parlamentarios priistas se dieran tiempo para asistir al festejo sabatino, pues en la antevíspera la tribuna de las cámaras donde coordinan a sus compañeros tricolores había sido tomada por legisladores del Frente amplio progresista. En Xicoténcatl, Beltrones había exigido a gritos que no los secuestraran y, por lo visto, los senadores fapistas cedieron a su reclamo, pues allí estaba de fiesta, libre en toda la extensión de la palabra. Bueno, quizá no tanto, porque el día anterior en el aeropuerto de Toluca una reunión de gobernadores y el comité nacional encabezado por Beatriz Paredes había impuesto a los coordinadores legislativos una decisión con la que ellos jugaban, como si dependiera estrictamente de su voluntad y sus intereses: la discusión legislativa de la reforma petrolera no ocurrirá en abril, haya o no debate nacional sobre la materia.
Supongo que la fuerza de convocatoria del senador Mendoza le viene de su singularísima condición de representar en su cámara no a una entidad sino a una empresa, el Grupo Salinas, donde durante dos sexenios se desempeñó como vicepresidente ejecutivo de información y asuntos públicos. En ese carácter encabezó la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, donde reemplazó a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, cuando los grandes consorcios resolvieron tomar para sí la conducción de ese organismo y de ese modo acentuar su capacidad de control sobre los concesionarios de medios electrónicos.
Hasta antes de 1994, en que se vinculó a su paisano Ricardo Salinas Pliego, Mendoza había hecho una carrera en la política y la administración local, y en el gobierno federal que todavía no le permitía volar alto. En cambio, con el poder vicario que le proporcionaba su pertenencia a TV Azteca, llegó hace dos años al Senado, en la planilla priista de representación proporcional. No habiendo militares de filiación tricolor en esa cámara, Beltrones le confió la Comisión de Defensa, acaso recordando su aguerrida conducta en la toma de las instalaciones del Canal Cuarenta, exitosa operación bélica que dejó como botín a Salinas Pliego la dispensa gubernamental para operar una concesión que nunca le ha sido atribuida.
Mendoza se opuso, sin éxito, a la reforma constitucional en materia electoral, que cuenta con un vasto y profundo capítulo sobre medios electrónicos, cuya nuez consiste en prohibir que la propaganda política sea objeto de comercio en radio y televisión. Tal vez su posición no fue tan enjundiosa como sus jefes en el Ajusco hubieran esperado, acaso porque ahora el futuro de Mendoza depende de su cercanía a Beltrones y menos de su relación con Salinas Pliego. Aunque podría ser una predicción fallida, TV Azteca puede hacer un senador, pero quizá está lejos todavía el momento en que pueda hacer un gobernador.
Notoriamente, Mendoza quiere serlo, a partir de cualquier apoyo que pueda conseguir. Por eso se mueve en el escenario local. A veces sus iniciativas resultan fallidas, como una función gratuita de cine en Guadalupe, que debió ser suspendida por falta de público. Tal vez por eso resolvió hacerse presente de modo masivo. En agosto del año pasado, de su oficina senatorial fueron emitidas cerca de un millón 400 mil cartas dirigidas a ciudadanos de Nuevo León. En ellas, Mendoza se ponía a disposición de los votantes para hacer llegar su voz al Senado, daba cuenta de su trabajo en esa cámara, y pedía llenar un formulario con datos personales y la sugerencia de aportar los nombres de dos personas a las que “debamos contactar”.
No faltaron destinatarios asombrados de saber que Mendoza los representaba en el Senado, especialmente quienes habían votado y hecho ganar a los panistas Fernando Elizondo y Blanca Judith Díaz Delgado, o los que contribuyeron con su sufragio a que el priista Eloy Cantú fuera senador perdidoso, de minoría. Por lo demás, como lo hizo notar Reforma el 9 de febrero, Mendoza no se ajustaba a la verdad en su mensaje, pues se atribuía logros de cuya autoría estaba lejos. Para empezar, no es muy asiduo, pues ha participado en sólo 41% de las votaciones, y no ha presentado ninguna de las 138 iniciativas que los senadores priistas pretenden hacer aprobar.
La correspondencia de Mendoza, uno de 128 senadores, significó el 85% de los envíos del Senado.
Kikka Roja
PROCESO: Abortó el plan de Calderón: Alvaro Delgado
Abortó el plan de Calderón
alvaro delgado
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Kikka Roja
alvaro delgado
México, D.F., 14 de abril (apro).- El bajacaliforniano Cuauhtémoc Cardona, subsecretario de Enlace Legislativo de Gobernación, se desplazaba, con sigilo, por las instalaciones del Senado, aun cuando se trata de un funcionario desconocido hasta para muchos legisladores panistas.
--¿A qué hora llega hoy la iniciativa al Senado? --le pregunté.
--No te puedo decir nada.
--¿Usted trae el paquete de iniciativas?
--No, vengo a otra cosa --evadió.
--Pero hoy se entregan --insistí.
Sólo asintió con la cabeza.
Era el mediodía del martes 8 de abril y, una vez hecho el pacto con el priista Manlio Fabio Beltrones, que prácticamente le garantizaba el acceso a Los Pinos, en 2012, Felipe Calderón había ya decidido firmar el proyecto de iniciativas de ley, en vez de los senadores panistas, como había adelantado Santiago Creel y que le valió otro regaño de los jerarcas de su partido, tan severo como cuando acepó debatir sobre el tema con Andrés Manuel López Obrador.
Dos senadores del Partido Acción Nacional (PAN), y uno priista --de la burbuja manlista--, habían confirmado al reportero que, en el curso del día, llegarían las iniciativas firmadas por Calderón y que, aseguraban, serían aprobadas con celeridad en este mismo periodo ordinario de sesiones.
¿Y el debate que, más allá de si lo exigían los partidos que integran el Frente Amplio Progresista (FAP), es indispensable por ser el petrolero un tema fundamental para el país, sobre todo en el contexto de quienes afirman que en México prevalece la democracia?
“Habrá debate en la tribuna del Congreso”, dijo, riéndose, uno de los senadores, en sintonía con la posición de su jefe, Germán Martínez, el gerente en turno del PAN. El otro coincidió: Ya no hay tiempo, porque apenas si alcanza para dictaminar las iniciativas en las comisiones, entre ellas la de Energía.
El arreglo con Beltrones era acelerar el trámite legislativo y aprobar la reforma antes de que López Obrador pudiera activar la resistencia civil pacífica y bloquear los accesos a las dos cámaras del Congreso, sobre todo al Senado, a donde llegaría la iniciativa.
--¿Se reforma la Constitución? --le pregunté a uno de los senadores, que contestó a condición del anonimato.
--No, porque no nos alcanza. Pero el acuerdo con el PRI es que sólo aprueben leyes, inclusive con algunos senadores y diputados que voten en contra para que parezca que hay disidencia.
El otro senador reconoció que las iniciativas garantizan al sector privado nuevos negocios en la industria petrolera, no como lo quería Calderón y lo demandan los magnates, pero era un primer paso para una apertura mayor. “Es como cuando quieres abrir una puerta: a veces no se puede completa, pero al menos logras meter el pie para que esté entreabierta. Pero ya no está cerrada.”
Y sí. Más tarde, y en los días que han seguido al envío del paquete de iniciativas, algo está muy claro: se trata de un proyecto que, en la parte sustantiva, burla el artículo 27 constitucional y confirma lo que tanto negaron y siguen negando quienes consideran estúpidos a los mexicanos: la entrega del petróleo al sector privado nacional y extranjero.
Pero, además de esta mentira, se evidenció otra: la que tiene que ver, como se describió arriba, con el debate sobre una reforma que tiene impacto en la vida cotidiana de las personas y que por tanto les concierne.
Calderón y sus empleados, Georgina Kessel y Jesús Reyes-Heroles, ofrecieron un debate nacional para discutir qué hacer con esta industria que ha sido estratégica durante casi siete décadas y que hoy --renegando del compromiso de la discusión-- se pretende entregar, sin más, a empresas privadas, como si fuese de su propiedad.
Cualquiera que lea el artículo 27 constitucional y su ley reglamentaria sabe que el proyecto de Calderón trastoca esas disposiciones, tal como lo expone Cuauhtémoc Cárdenas en el documento que hizo circular el viernes 11, sobre la “iniciativa entreguista”.
La apertura de áreas estratégicas propuesta por el Ejecutivo representaría la desintegración de las cadenas productivas de la industria, ya de por si erosionadas ante la falta de inversión, el desplazamiento de Petróleos Mexicanos de esas actividades y su substitución, en ellas, por intereses privados, que usufructuarían los mercados correspondientes, y dejar casi como únicos campos de actividad pública la exploración y la extracción, y a ésta como fuente de ingresos casi única también para la industria petrolera nacionalizada.
Pero tanto o más grave que la afectación del interés público, de aprobarse la iniciativa del Ejecutivo respecto a esta ley reglamentaria que pondría en manos de intereses privados la refinación, el transporte por ductos, el almacenamiento y la distribución de hidrocarburos, sería la flagrante violación que se haría a la Constitución. Hacerlo, como plantea la iniciativa, por medio de contratos de maquila o de permisos, sería remachar la violación, pues no por llamar maquila a una concesión o por recurrir al subterfugio de cambiar la palabra concesión por la de permiso, que en este caso resultan equivalentes, dejaría de producirse un serio atropello a la norma constitucional.
Dejar pasar esta reforma sería hacerse cómplice de un atraco a la Constitución. Los legisladores no pueden traicionar la palabra empeñada de cumplir y hacer cumplir la Constitución y la ley.
Tiene razón.
Apuntes
El documento de Cárdenas, que el sábado apenas mereció notas breves y superficiales --que lo devolvieron a la condición de enemigo del régimen, sobre todo en 1988 y 1994--, circuló un día después de que los senadores y diputados tomaron las tribunas de las dos cámaras del Congreso, lo que frustró el plan de Calderón y Beltrones, que montaron en cólera. Otros “pacíficos”, como Felipe González González, exgobernador de Aguascalientes, de plano mostraron su talante frente a los senadores fapistas: “¡Vamos a bajar de ahí a los hijos de su puta madre!”, dijo González, en el lenguaje que usan los panistas en los correos amenazadores que envían a quienes ellos identifican como sus enemigos y en los foros, como los del diario Reforma. Y, cuidado, González es un sujeto que porta armas de fuego y si las trae, él mismo lo dice, es para usarlas.
--¿A qué hora llega hoy la iniciativa al Senado? --le pregunté.
--No te puedo decir nada.
--¿Usted trae el paquete de iniciativas?
--No, vengo a otra cosa --evadió.
--Pero hoy se entregan --insistí.
Sólo asintió con la cabeza.
Era el mediodía del martes 8 de abril y, una vez hecho el pacto con el priista Manlio Fabio Beltrones, que prácticamente le garantizaba el acceso a Los Pinos, en 2012, Felipe Calderón había ya decidido firmar el proyecto de iniciativas de ley, en vez de los senadores panistas, como había adelantado Santiago Creel y que le valió otro regaño de los jerarcas de su partido, tan severo como cuando acepó debatir sobre el tema con Andrés Manuel López Obrador.
Dos senadores del Partido Acción Nacional (PAN), y uno priista --de la burbuja manlista--, habían confirmado al reportero que, en el curso del día, llegarían las iniciativas firmadas por Calderón y que, aseguraban, serían aprobadas con celeridad en este mismo periodo ordinario de sesiones.
¿Y el debate que, más allá de si lo exigían los partidos que integran el Frente Amplio Progresista (FAP), es indispensable por ser el petrolero un tema fundamental para el país, sobre todo en el contexto de quienes afirman que en México prevalece la democracia?
“Habrá debate en la tribuna del Congreso”, dijo, riéndose, uno de los senadores, en sintonía con la posición de su jefe, Germán Martínez, el gerente en turno del PAN. El otro coincidió: Ya no hay tiempo, porque apenas si alcanza para dictaminar las iniciativas en las comisiones, entre ellas la de Energía.
El arreglo con Beltrones era acelerar el trámite legislativo y aprobar la reforma antes de que López Obrador pudiera activar la resistencia civil pacífica y bloquear los accesos a las dos cámaras del Congreso, sobre todo al Senado, a donde llegaría la iniciativa.
--¿Se reforma la Constitución? --le pregunté a uno de los senadores, que contestó a condición del anonimato.
--No, porque no nos alcanza. Pero el acuerdo con el PRI es que sólo aprueben leyes, inclusive con algunos senadores y diputados que voten en contra para que parezca que hay disidencia.
El otro senador reconoció que las iniciativas garantizan al sector privado nuevos negocios en la industria petrolera, no como lo quería Calderón y lo demandan los magnates, pero era un primer paso para una apertura mayor. “Es como cuando quieres abrir una puerta: a veces no se puede completa, pero al menos logras meter el pie para que esté entreabierta. Pero ya no está cerrada.”
Y sí. Más tarde, y en los días que han seguido al envío del paquete de iniciativas, algo está muy claro: se trata de un proyecto que, en la parte sustantiva, burla el artículo 27 constitucional y confirma lo que tanto negaron y siguen negando quienes consideran estúpidos a los mexicanos: la entrega del petróleo al sector privado nacional y extranjero.
Pero, además de esta mentira, se evidenció otra: la que tiene que ver, como se describió arriba, con el debate sobre una reforma que tiene impacto en la vida cotidiana de las personas y que por tanto les concierne.
Calderón y sus empleados, Georgina Kessel y Jesús Reyes-Heroles, ofrecieron un debate nacional para discutir qué hacer con esta industria que ha sido estratégica durante casi siete décadas y que hoy --renegando del compromiso de la discusión-- se pretende entregar, sin más, a empresas privadas, como si fuese de su propiedad.
Cualquiera que lea el artículo 27 constitucional y su ley reglamentaria sabe que el proyecto de Calderón trastoca esas disposiciones, tal como lo expone Cuauhtémoc Cárdenas en el documento que hizo circular el viernes 11, sobre la “iniciativa entreguista”.
La apertura de áreas estratégicas propuesta por el Ejecutivo representaría la desintegración de las cadenas productivas de la industria, ya de por si erosionadas ante la falta de inversión, el desplazamiento de Petróleos Mexicanos de esas actividades y su substitución, en ellas, por intereses privados, que usufructuarían los mercados correspondientes, y dejar casi como únicos campos de actividad pública la exploración y la extracción, y a ésta como fuente de ingresos casi única también para la industria petrolera nacionalizada.
Pero tanto o más grave que la afectación del interés público, de aprobarse la iniciativa del Ejecutivo respecto a esta ley reglamentaria que pondría en manos de intereses privados la refinación, el transporte por ductos, el almacenamiento y la distribución de hidrocarburos, sería la flagrante violación que se haría a la Constitución. Hacerlo, como plantea la iniciativa, por medio de contratos de maquila o de permisos, sería remachar la violación, pues no por llamar maquila a una concesión o por recurrir al subterfugio de cambiar la palabra concesión por la de permiso, que en este caso resultan equivalentes, dejaría de producirse un serio atropello a la norma constitucional.
Dejar pasar esta reforma sería hacerse cómplice de un atraco a la Constitución. Los legisladores no pueden traicionar la palabra empeñada de cumplir y hacer cumplir la Constitución y la ley.
Tiene razón.
Apuntes
El documento de Cárdenas, que el sábado apenas mereció notas breves y superficiales --que lo devolvieron a la condición de enemigo del régimen, sobre todo en 1988 y 1994--, circuló un día después de que los senadores y diputados tomaron las tribunas de las dos cámaras del Congreso, lo que frustró el plan de Calderón y Beltrones, que montaron en cólera. Otros “pacíficos”, como Felipe González González, exgobernador de Aguascalientes, de plano mostraron su talante frente a los senadores fapistas: “¡Vamos a bajar de ahí a los hijos de su puta madre!”, dijo González, en el lenguaje que usan los panistas en los correos amenazadores que envían a quienes ellos identifican como sus enemigos y en los foros, como los del diario Reforma. Y, cuidado, González es un sujeto que porta armas de fuego y si las trae, él mismo lo dice, es para usarlas.
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Kikka Roja