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Salvador García Soto Serpientes y Escaleras 06 de noviembre de 2008 Accidente o atentado, falló la seguridad Empiezan a surgir datos, hechos, evidencias de que la trágica muerte de Mouriño estuvo rodeada de graves fallas en los protocolos para los funcionarios de alto nivel Mientras Calderón se debate entre el duelo personal de perder un amigo y la apremiante decisión de un nombramiento que será clave para lo que resta de su gobierno (que todo indica se dará hasta el viernes), muchas versiones y especulaciones campean sobre la tragedia que costó la vida a Juan Camilo Mouriño y al menos a 12 personas más, entre funcionarios y civiles. Si bien ninguna hipótesis puede descartarse, fue el propio Presidente quien ordenó que se investigue a fondo qué pasó y abrió el abanico de causas más allá del accidente. Y así empiezan a surgir datos, hechos, evidencias de que la trágica muerte de Mouriño estuvo rodeada de graves fallas en los protocolos de seguridad obligatorios para los funcionarios de ese nivel y de los que es responsable el Estado Mayor Presidencial. Al menos dos de esos protocolos obligatorios, especialmente en el momento de violencia por la guerra contra el narcotráfico, no se cumplieron o se relajaron de tal modo que pudieron vulnerar la seguridad de los funcionarios. El primer protocolo que no se cumplió, a decir de expertos militares, fue el nulo resguardo que existió en el aeropuerto de San Luis Potosí, durante la llegada y el abordaje de regreso del secretario de Gobernación. En medio de una guerra declarada como la que se vive contra el narco, el Ejército debió estar cuidando en todo momento la terminal aeroportuaria, y en las imágenes que se difundieron del abordaje de regreso de Mouriño no se observa ningún resguardo militar. Fue hasta las 20 horas del martes, una vez confirmada la muerte de Juan Camilo, que efectivos del Ejército llegaron a acordonar el aeropuerto junto con los peritos de la PGR que comenzaron a buscar evidencias en el lugar. ¿De quién fue la omisión? La segunda falla grave de seguridad fue permitir que dos funcionarios del nivel del secretario de Gobernación y el ex fiscal antidrogas, José Luis Santiago Vasconcelos, viajaran juntos, en un mismo avión. Máxime cuando sobre el ex titular de la SIEDO pesaban conocidas amenazas de muerte del narcotráfico e incluso hubo intentos de atentados del cártel del Golfo y otros grupos del narco en al menos tres ocasiones, la más reciente el 17 de enero de este año. ¿No sabían los militares del EMP que custodiaban a Juan Camilo que eso es uno de los protocolos básicos en su labor? El jefe de ayudantes, del EMP, Julio César Ramírez Dávalos, recién nombrado hace unas semanas cuando se cambió al anterior militar encargado de la seguridad de Mouriño, también falleció en el choque, pero alguien debió advertir del riesgo que representaba un viaje con dos funcionarios de ese nivel a bordo de la misma aeronave. En el Estado Mayor Presidencial debieran explicar qué sucedió y por qué no se siguieron los protocolos de seguridad en momentos en que, se sabe, el gobierno está inmerso en una confrontación abierta y escalada contra los grupos del crimen organizado. No se sabe aún si esta tragedia fue producto de una falla técnica, un error del piloto o si hubo un atentado de por medio. Eso lo arrojarán las investigaciones que tendrán que ofrecer resultados rápidos y contundentes si no quieren que se generalice, como en otros casos, la percepción y las suspicacias que descalifiquen de entrada la versión oficial. Pero lo que sí está claro es que, para el nivel de funcionarios que viajaban en esa aeronave, y en el contexto de guerra que se libra en el país contra el narcotráfico, hubo serias fallas en la seguridad. Y de eso tendría que haber responsables. NOTAS INDISCRETAS... La decisión que tome el Presidente sobre su nuevo secretario de Gobernación es vista de antemano como trascendental. No sólo por la posición estratégica, sino porque según el operador que elija, será la señal que Calderón mande sobre cómo enfrentará esta crisis. Y ya comienzan los nombres: desde César Nava hasta Josefina Vázquez Mota. Héctor Larios y Alejandro Zapata Perogordo serían otras opciones que analizan en la casa presidencial, donde hasta se ha mencionado al embajador en España, Jorge Zermeño. Pero de todos, hay un dato que algo debe significar. El único al que se vio el lunes por la noche en el Palacio de Covián fue a Zapata Perogordo... Dos cosas sorprendieron del mensaje presidencial del martes por la noche y son dignas de mencionar: el aplomo y la entereza con la que el presidente Calderón salió a anunciar la muerte de su amigo y uno de sus hombres más cercanos, y lo bien armado y estructurado del discurso que debió escribirse en menos de dos horas a bordo del avión presidencial... Los dados mandan serpiente. Mala pasada. |
LOS YORUBAS DICEN :A Juan Camilo Mouriño nadie le deseaba esa muerte tan fea.
QUE LA PERSONA QUE ROBA, YEMAYÁ LE PEGA EN LOS OJOS Y LE CORTA LAS MANOS, Y LO HACE CAER POR UNA COLINA LLENA DE PIEDRAS PARA QUE SE VAYA HACIENDO PEDAZOS, (MITOLOGIA YORUBA). ¡QUE ALGUIEN ME DIGA QUE DICEN LOS DIOSES DE LOS OLIGARCAS.
México SA Carlos Fernández-Vega cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx ■ Héroe nacional por capricho de la Presidencia ■ ¿Quién rendirá homenaje a los otros muertos? Los excesos y caprichos del inquilino de Los Pinos impusieron a Juan Camilo Mouriño al frente de la Secretaría de Gobernación, y con esa misma actitud ahora el michoacano pretende elevar a rango de “héroe nacional” a su cachorro. Ni al peor de los enemigos se le desea un final así, pero es necesario que Felipe Calderón, por mucho dolor que en él provoque, no confunda el trágico hecho del martes por la tarde (en el que no sólo perecieron el titular y los funcionarios de la Secretaría de Gobernación, sino muchas personas de a pie que, sin deberla ni temerla, terminaron en el Servicio Médico Forense, amén de las que fueron hospitalizadas) con sus querencias personales. En todo caso, héroes serían todos los fallecidos, no sólo uno, aunque ni así, porque finalmente –según la versión oficial– “fue un accidente” y en los accidentes no hay héroes. Muchos lectores preguntan quién rendirá tributo a los mexicanos que murieron por la mera casualidad de estar en el lugar equivocado y en la hora menos indicada, es decir, en la zona en la que se desplomó el avión que transportaba a Mouriño y su equipo de trabajo. ¿Quién será el responsable de organizarles una ceremonia luctuosa, ya no en el Campo Marte, como a Mouriño, sino en el parque de la colonia? ¿Quién de echarles un lazo a los familiares, de darle aliento? A golpe de excesos y caprichos se “mueve” el destartalado sexenio calderonista, y en este contexto difícilmente embonan el mítico funcionario descrito por Felipe Calderón el pasado martes por la noche (“inteligente, leal, comprometido con sus ideales y con el país; honesto y trabajador; con talento, tacto y capacidad estratégica y de diálogo”) con el inexperto Juan Camilo Mouriño de carne y hueso, más famoso por sus cuestionados cuan abundantes contratos familiares con Petróleos Mexicanos y otras dependencias públicas que por sus resultados al frente de la Secretaría Gobernación, y cuya única “virtud” fue ser el preferido del amigo. Así, de nueva cuenta Felipe Calderón confunde intereses y sentimientos personales con los de la nación y la ciudadanía. La intrascendencia de Juan Camilo al frente de Gobernación fue más que obvia. Otra cosa muy distinta es que la caterva de cínicos que conforma la clase política mexicana hoy, a golpe de esquelas y “sentidas” declaraciones en los medios de comunicación, se muestre “conmovida y triste” por los sucesos del pasado martes y “enaltezca las virtudes, sabiduría, tamaño y gran contribución a la patria” de quien por capricho del inquilino de Los Pinos ocupó la silla principal en el Palacio de Covián. Que no simulen, porque desde las propias filas panistas salían los misiles, y ahora, en pleno “duelo”, los jaloneos para ocupar la plaza vacía están en su apogeo. Y si de excesos se trata (más allá de los cometidos por las oficiosas televisoras, que en automático se convirtieron en una suerte de agencias funerarias en las que se recibían pésames y panegíricos de la clase política por el funcionario caído, crespón negro incluido) “la Secretaría de Gobernación izó la bandera (nacional) a media asta durante media hora, en homenaje a la muerte del titular de la dependencia, Juan Camilo Mouriño Terrazo, y cuatro colaboradores suyos” (nota de El Universal). Lo mejor del caso es que esta dependencia es la legalmente responsable de vigilar la correcta aplicación de la Ley Sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, la cual establece (artículo 18) en qué fechas y conmemoraciones el lábaro patrio deberá izarse a media asta. Así, Juan Camilo Mouriño Terrazo –según la versión de Bucareli– tendría el tamaño y la trascendencia de, por ejemplo, Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, los Niños Héroes de Chapultepec, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Belisario Domínguez y/o Zapata, personajes todos ellos incluidos en la citada legislación cuando se trate de izar la bandera nacional a media asta. ¿En serio Felipe Calderón cree que ese era el tamaño real de su amigo? Cierto es que el artículo 19 de la citada ley deja en claro que “en acontecimientos de excepcional importancia para el país, el Presidente de la República podrá acordar el izamiento de la Bandera Nacional en días distintos a los señalados (…). Igual facultad se establece para los gobernadores de la entidades federativas, en casos semejantes dentro de sus respectivas jurisdicciones”, pero en este sentido no se conoce acuerdo alguno por parte del inquilino de Los Pinos. Y aunque lo hubiera. Para estos casos, el antecedente inmediato corresponde al sexenio del “cambio” –también pletórico de excesos y caprichos–, cuando Vicente Fox, como presidente de un Estado constitucionalmente laico, “acordó que, con motivo del funeral del Papa Juan Pablo II, y como testimonio del sentimiento que pesa en la gran mayoría del pueblo de México, el día 8 de abril de 2005 se izará la Bandera Nacional a media asta como señal de duelo nacional por el lamentable fallecimiento”. Qué lamentable, en todos sentidos. Al de por sí endeble gobierno calderonista se le quiebra otra pata, así ésta fuera endeble. Probablemente se verá en la penosa necesidad de nombrar a un sustituto eficiente, aunque no sea de confianza ni de su círculo íntimo, mientras todo el aparato de gobierno se moviliza para organizar una suerte de funeral de Estado en el Campo Marte para despedir al mítico Mouriño descrito por el inquilino de Los Pinos, dejando en un muy lejano segundo plano a los “otros” fallecidos de la Secretaría de Gobernación, y prácticamente en el olvido a las víctimas de a pie. Las rebanadas del pastel Y en su papel de vocero oficial del trágico suceso del pasado martes, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, asegura que nada falló, todo estuvo bien, en ningún momento la nave reportó problemas, siguió el curso normal, el vuelo fue perfecto, las condiciones meteorológicas en ruta y en el Valle de México eran buenas, los sistemas de radar y procesamiento de la información eran las adecuadas, “la aeronave no explotó en el aire”, “hasta ahora no hay indicios que permitan formular hipótesis diferentes a las de un accidente” y etcétera, etcétera. Entonces, ¿qué pasó? Si todo fue perfecto, si nada estuvo fuera de la norma, algo debió suceder para que el avión estrepitosamente se fuera a tierra, y esa es la parte que no quieren decir. Un solidario abrazo a los familiares de todas las víctimas, pero ¿“accidente”? |
Astillero Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx La desmemoria como pedestal Por decreto: accidente Homenajes electorales Ampliar la imagen Jesús Reyes Heroles, director de Pemex (derecha), y Carlos Morales, titular de la división de Exploración de la paraestatal, acudieron al funeral de Juan Camilo Mouriño Foto: José Carlo González El mejor promotor de la hipótesis del atentado es el propio gobierno federal. La insistencia oficial en que no hay cabida más que para pensar en lo accidental ha generado una rápida propagación del espectro de las conspiraciones, con material especulativo que va desde las dudas respecto de la verdadera identidad de los irreconocibles restos calcinados hasta las razones políticas que habrían estado detrás de las presuntas maquinaciones en las que, según esos ánimos públicos desatados, habrían podido participar intereses petroleros traicionados o venganzas de narcotraficantes (sobre todo por la detención de El Rey Zambada), o maniobras de falsa desaparición para luego disfrutar riquezas acumuladas, e incluso ajustes internos de cuentas o pleitos despiadados entre derechistas desesperados por seguir en el poder. De la aparición de esas y otras variantes de la imaginación colectiva ha de responsabilizarse al mal manejo de la crisis del Learjet que ha hecho la administración felipista, en particular su nada confiable secretario de comunicaciones y transportes, el transexenal Luis Téllez, que produce suspicacias en la misma proporción en que se ha aferrado desde unas horas después del accidente aéreo a instalar la teoría del tirador solitario, perdón, del accidente como opción solitaria, sin practicar la necesaria apertura a todas las variables que un investigador honesto y sin consigna habría de mantener cuando menos durante el lapso inmediatamente posterior a un suceso tan altamente polémico. Y la rapidísima campaña de información internacional organizada por la normalmente lenta y aguada cancillería, como si una orden superior estuviese conminando a ciertos subordinados a luchar para asentar con fuerza la idea del accidente como posibilidad única. Otra falla evidente del felipismo es la pretensión de transmutar un pasivo político de horas atrás (el secretario de gobernación en vías de ser reacomodado, el conflicto de intereses en el tema de los negocios petroleros, el padre protegido en indagaciones sobre lavado de dinero) en un activo al que mediante homenajes de cúpula y certificados postmortuorios de buena conducta se busca convertir en una especie de héroe panista de la desmemoria cívica, en ejemplar caballero andante de la hipocresía que para no perturbar los convencionalismos fúnebres prefiere olvidar el historial de ciertos difuntos para centrarse en aspectos que con benevolencia son maquillados, descafeinados u ocultados. El PAN-gobierno está usando la muerte de uno de sus personajes más cuestionables para tratar de construir un presunto mártir en tiempos previos a las elecciones más difíciles para ese binomio decadente. Calderón está pensando en el grupo, en la facción, en los amigos y sus intereses (al respecto, Juan Manuel Rodríguez escribió a esta columna: “Calderón no dedicó ni una sola palabra de aliento o consideración por las víctimas peatonales del accidente. No ofreció hacerse cargo de ellas y su pena. Estaba ensimismado. Era el presidente de unos cuantos cuates, no de los mexicanos, como pretende ser. Por otra parte, sus palabras y su gesto no corresponden al impacto de una muerte accidental, sino al de un acto de guerra. Guerra que él declaró, sin consultarnos. Entonces, tal vez considera que los muertos peatonales son sólo daños colaterales. No respondió como el presidente de los mexicanos, sino como el presidente y gran cuate de Mouriño. ¿Responderá como Aquiles ante la muerte de Patroclo?”) Devastado por el golpe directo a su círculo íntimo, sin la agilidad política necesaria, el michoacano deja que asuma provisionalmente la secretaría de gobernación el empresario lechero Abraham González Uyeda, el dueño del rancho de la zona conurbada de Guadalajara en donde se produjo el destape del entonces secretario de energía que luego sería despedido por un Vicente Fox que pretendió regañar por ese acto al entonces gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, que siempre ha sido el verdadero jefe de González Uyeda, a quien pretenden convertir en 2009 en candidato plurinominal a diputado local para que coordine la fracción blanquiazul del congreso tapatío, mientras Ramírez Acuña busca la diputación federal de Zapopan para pelear la coordinación de la bancada panista en San Lázaro y, aunque usted no lo crea, intentar desde allí la postulación a la Presidencia de la República en 2012. La caída del jet que provenía de la plaza estatal vendida a los zetas también permitió maniobrar para abollarle un poco la corona al jefe mínimo de la contrarrevolución, Plutarco Elías Fox, que se organizó la llamada Cumbre San Cristóbal en el monumento a la corrupción llamado Centro Fox, donde se reunirían líderes pertenecientes a la Internacional Demócrata de Centro, pero a la cual ya no irá la plana mayor calderonista, dedicada a organizar los homenajes de hoy y el próximo domingo. Las puntualizaciones del caso fueron hechas por el aspirante al relevo en Bucareli, Germán Martínez, que desde allí comenzaría a tejer sueños presidenciales. Astillas Margarita Rodríguez Pérez reprocha: “Independientemente de tus filias y fobias, deberías ser un poco más sensible para reconocer la tragedia humana que se vivió, no sólo por Mouriño o Vasconcelos, sino todas las personas que fallecieron en el accidente y todos los heridos. Parece que tu inteligencia ha sido nublada por tu cerrazón partidista, más sensibilidad por favor.”... Kenneth Parra envía correos a esta columna desde octubre de 2007, siempre altamente críticos, pero a partir del 28 de agosto de este año anunció: “te recordaré todos los días para que no se te olvide quien es tu presidente”, y a partir de entonces envía irregularmente la siguiente frase al buzón de esta sección: “¡Viva México Cabrones! y ¡Viva Felipe Calderon Presidente de México!” Pero ayer sí pasó a una etapa superior de su obsesión, pues colocó cinco mensajes con los siguientes textos: “Ustedes sólo dividen y desinforman”, “Gente como ustedes no necesita México”, “Putos, mezquinos, perdedores”, “Hijo de tu puta madre, ya estarás contento”, y “Cómo chingas, tú y AMLO son los que debieron haber muerto”... Y, mientras los profesores de Morelos regresan a clases, ¡hasta mañana! |
¿POR FIN EN QUE QUEDAMOS? SI O NO, SI DECIR LA VERDAD INSULTA PUES MALA SUERTE, PERO ¿Y LA VERDAD?
QUE DIGAN LA VERDAD, Y YA, ASUNTO OLVIDADO,
¡¿QUE LE PASÓ A MOURIÑO?!
A MEXICO QUE LE VA A PASAR? CON QUIEN QUEDAMOS ¿CON LOS GRINGOS O CON LOS ESPAÑOLES? ¿DE QUE TAMAÑO ES EL SAQUEO?
Aseguran policías que en la Academia no los instruyen para hacer frente a un accidente aéreo Hora de publicación: 00:00 hrs.Juan Corona y Ernesto Osorio http://www.reforma.com/justicia/articulo/470/938827/ www.reforma.com/ Ciudad de México (06 de noviembre de 2008).- El avionazo en Lomas de Chapultepec evidenció que la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del DF no tiene un plan de contingencia ante un accidente aéreo. Durante casi 20 minutos después de la caída del avión en el que viajaban 8 personas, entre ellas el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y el ex titular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, la zona del siniestro fue de fácil acceso para cualquier persona. Mandos de la SSP, policías y rescatistas que se encontraban en el lugar coincidieron en que los primeros minutos fueron un caos, porque no sabían cómo reaccionar. "Eran escenas muy fuertes, hubo momentos en que nos quedamos pasmados, con miedo, porque la verdad no sabíamos qué hacer, eso no nos lo enseñaron en la academia", dijo un policía de la Unidad de Protección Ciudadana Castillo. Los elementos de varios sectores que llegaron al apoyo sacaron sus celulares e incluso cámaras para tomar fotografías; otros realizaban llamadas telefónicas o pedían ayuda por el radio de la frecuencia policiaca; unos pocos atendían a heridos o personas que sufrieron crisis nerviosas, mientras arribaban las ambulancias. Los testigos, enojados, le exigieron a los agentes que contuvieran a los curiosos, porque hubo personas que se llevaron partes del avión. Andrea Vázquez, preparatoriana, quien vive en la calle de Monte Casino, decidió ayudar a los heridos en tierra. "Qué poca cultura tenemos y sobre todo los policías; ayer, cuando llegaron y vieron que los carros estaban quemándose, no sabían qué hacer, nomás gritaban", relató. "Yo vi cómo llevaban a una persona con toda la ropa quemada y cuando escucharon la explosión soltaron el cuerpo y se echaron a correr. Se supone que tienen preparación". El mismo martes, el paramédico voluntario Teodoro Harrsch Amerena criticó que los policías porque no acordonaron la zona para contener a los curiosos ni auxiliaron a los heridos. "Los policías no están capacitados, tenían restos humanos frente a sí y no contenían a la gente ni les interesaba", comentó. Este miércoles, un funcionario de la corporación aseguró que sí existe un manual de procedimientos en el que se indica que cuando haya un suceso de este tipo deben acordonar la zona en un perímetro de 3 kilómetros, hasta que lleguen las autoridades federales. "Aquí los mismos policías pisaban los restos humanos, eso es inconcebible", censuró. "Lo que se debió hacer era acordonar, no dejar pasar a ningún civil, sólo a los servicios de emergencia y las autoridades federales. Existe un manual de operaciones que se entrega en los sectores, en la academia, y los mandos lo tienen". Otro de los errores fue que no supervisaron adecuadamente la zona, pues el peligro estaba latente, por ejemplo, con un una fuga de combustible, y aun así estaban presentes el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y sus colaboradores. Mandos y policías consultados aseguraron que en el Instituto Técnico de Formación Policial de la corporación no los capacitan para estas contingencias y que no hay un manual de procedimientos al respecto. Agregaron que sólo los instruyen en la preservación de la escena de un crimen o accidentes viales, pero no en desplomes de aeronaves. |
ME VALE UN CACAHUATE QUE ME DIGAN MORBOSA!
TODO MUNDO SABE QUE MOURIÑO LLEGÓ PARA ROBAR TODO LO QUE PUDIERA, Y TENÍA PROTECCIÓN PARA SEGUIR ROBANDO.Desde ayer con tanta explicación de cómo se cayó el avión de papel de Mouriño, me hicieron dudar y me hicieron enojar con tantas pendejadas. LAS ESTOY ESPERANDO, el gobierno debe aportar todo lo que tengan, los ciudadanos les pagamos hasta los calzones que se ponen, así que TODOS a pedir y a exigir toda la información.
SI NO LO HACEN, SERÁ UNA BOLA NIEVE QUE VA A CRECER Y NO LA VAN A PODER CONTROLAR, MAS LES VALE QUE EMPIECEN A SOLTAR LA INFORMACIÓN.
NO ES LA PRIMERA VEZ QUE MATAN CIUDADANOS INOCENTES PARA ARMAR SU TEATRO.
Ampliar la imagen Grupo de peritos recoge pruebas para determinar las causas de la tragedia Foto: Carlos Ramos Mamahua
–¿Cuándo se pierde contacto con el piloto?
–El contacto con la nave se pierde casi en el momento en que cae; estamos hablando de unos 5 kilómetros de la pista en el aeropuerto. Se pierde contacto tanto en el radar como en la comunicación.
–¿Entonces fue instantáneo que desaparece del radar y cae?
–Es correcto.
–¿Hubo una alerta del piloto?
–La emergencia no la declara el piloto, la declara el controlador cuando deja de ver el avión en el radar.