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lunes, 6 de noviembre de 2006

La iglesia Desprecia al Pueblo

"Cada vez que el cardenal se meta en política, daremos otro paso hacia la Iglesia"
Protestan en la Catedral por el apoyo de Norberto Rivera a la incursión policiaca
El obispo Felipe Arizmendi recomienda al gobernador Ulises Ruiz valorar su renuncia
MARIANA NORANDI Y ELIZABETH VELASCO

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Simpatizantes de la APPO durante la protesta en la Catedral Metropolitana para exigir que cese la represión en esa entidad Foto Roberto García Ortiz

Un centenar de personas, pertenecientes a diferentes organizaciones sociales, irrumpieron ayer en la Catedral Metropolitana, poco antes de que el cardenal Norberto Rivera iniciara su homilía, para protestar contra las recientes declaraciones del arzobispo primado de México en favor de la intervención de la Policía Federal Preventiva (PFP) en Oaxaca. El prelado declinó declarar sobre la protesta, pero las puertas de la catedral fueron cerradas y flanqueadas por un denso cordón policiaco que bloqueó el ingreso al templo a simpatizantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), de la convención nacional democrática (CND) y a feligreses. Los manifestantes ingresaron a la catedral poco antes del mediodía.
Llevaban las manos pintadas de rojo en representación de la sangre de los muertos de la APPO, y gritaban consignas como "Al que viola y asesina, Norberto los persigna", "Ulises ya cayó, ahora sigue Calderón" o "Oaxaca somos todos", frases que chocaban con la devoción de los fieles que exigían a gritos: "¡Respeten, ésta es la casa de Dios!" Portando carteles en contra de la injerencia de Norberto Rivera en asuntos políticos, los manifestantes declararon a los medios de comunicación su inconformidad por los comentarios del cardenal en favor de la entrada de la PFP a Oaxaca, así como por el supuesto encubrimiento de Rivera en el caso del sacerdote pederasta Nicolás Aguilar Rivera y su oposición a la Ley de Sociedad de Convivencia que esta semana se debatirá en la Asamblea Legislativa del DF. Al iniciar las consignas y la respuesta de los fieles de repudio a la protesta, elementos de seguridad de la catedral y policías locales expulsaron a los manifestantes del templo. Rivera Carrera intentaba continuar con la homilía dominical, pero sus palabras eran inaudibles. En medio del caos, a las afueras del templo varios feligreses se quejaban porque no podían acceder al interior. "Ahora hasta permiso hay que pedir para entrar a la iglesia", decía una señora. Los manifestantes no se retiraron. Antes, incentivaron su rechazo público a la injerencia del prelado en la vida política del país. "Cada vez que Rivera dé un paso hacia la vida pública y se meta en política, nosotros daremos otro paso hacia la Iglesia", advertía Ferrer Galván, del comité ciudadano de Coyoacán, acompañado de integrantes de la resistencia civil pacífica que se le unieron en el plantón que mantiene la APPO en la vieja casona de Xicoténcatl.
"Si a Rivera le parece absurdo que nosotros metamos la política a la Iglesia, nos parece más absurdo que meta la Iglesia a la cosa pública. Lo que es de Dios a Dios, y lo que es del pueblo al pueblo", destacaba Galván en alusión a la creciente participación del clero en la vida política nacional. Inclusive recordó que la Constitución prohíbe a los clérigos intervenir en temas políticos, y los peligros que se vivieron en la década de los 20, "cuando la ultraderecha, que encabezó la guerra cristera, asesinó al presidente Alvaro Obregón; ésos son los mismos que forman ahora el Yunque", dijo en alusión a los dirigentes del PAN y a Felipe Calderón. Mientras, en el templo, cuando el cardenal concluía su homilía, que trató de centrar en el "amor al prójimo", Hugo Valdemar Romero, vocero del arzobispado, dijo a los medios que, en una posición de protesta contra lo ocurrido, el cardenal no iba a hacer declaraciones, y sugirió a los representantes de los medios que si querían declaraciones, interrogaran a los fieles "agredidos" por los manifestantes, "porque fueron éstos, y no los católicos, los agresores". Afuera, antes de retornar al Hemiciclo a Juárez, donde comenzó el periplo hasta la catedral, los simpatizantes de la APPO clamaban: "¡Fuera asesinos de Oaxaca!" En San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el obispo de la diócesis local, Felipe Arizmendi Esquivel, pidió al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, que valore la posibilidad de renunciar, porque "no conviene que alguien se aferre al poder, cuando desistir de ejercer un gobierno pudiera ser una ayuda para rencontrar caminos de pacificación". Entrevistado después de la misa que ofició este medio día en la catedral, agregó: "yo sugeriría que el gobernador pensara y viera qué es lo que más conviene para Oaxaca y para México". Aclaró que "nosotros no debemos dar consejos al gobernador, porque no estamos en Oaxaca, pero aprendiendo del ejemplo de Chiapas, donde en 1995 el gobernador Eduardo Robledo renunció en un acto de generosidad, podemos decir a otras personas lo que vemos que puede convenir".
Arizmendi Esquivel dijo que cuando en un conflicto como el de Oaxaca los caminos del diálogo se han agotado, el gobierno tiene la obligación de restablecer el orden con la policía. Manifestó que "si en este momento la Policía Federal Preventiva no ha podido restablecer el orden en Oaxaca, tienen que buscarse otras medidas, como el diálogo y posibles renuncias, pero no meter nunca al Ejército, porque a eso nosotros sí nos opondremos, porque sería una situación mucho más grave". El obispo de San Cristóbal de las Casas afirmó que recientemente habló por teléfono con el arzobispo oaxaqueño José Luis Chávez Botello, y le insistió en que "tome la palabra a la APPO de ayudar a buscar alternativas de solución al problema". Dijo que incluso ofreció ir a Oaxaca -o en su defecto su obispo auxiliar, Enrique Díaz- para suplir a los obispos de esa entidad mientras ellos apoyan el diálogo. Elio Henríquez, corresponsal

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