El periódico de Elba
Estrictamente personalRaymundo Riva Palacio
La maestra lleva varias semanas de mostrar su nuevo músculo a través de la vieja ecuación que une a tantos: poder y dinero
A finales del año pasado en el lujoso hotel Alvear de Buenos Aires, la maestra Elba Esther Gordillo, que pasó largas temporadas en la capital argentina, platicó con Jorge Kahwagi Macari, vicepresidente del periódico Crónica de la ciudad de México, sobre su futuro político. El boxeador mediocre y actual secretario general del Partido Nueva Alianza, el brazo político-electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, le expresaba sus deseos de que para el 2012 él fuera ungido como candidato a la Presidencia por ese partido. Muy cercano a ella por largo trecho de su vida, la maestra lo infló sin comprometerse. Pero a cambio del cielo azul que le pintó, le pidió la destitución del director del diario, Pablo Hiriart. La suerte del periodista, quien hizo de una cruzada editorial contra Andrés Manuel López Obrador la razón de ser de Crónica , estaba echada. Casi en paralelo, la maestra construyó un puente entre Jorge Kahwagi Gastine, padre del político bisoño y presidente de Crónica, con el entrante jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien es uno de los cinco "amores" -platónicos- de Gordillo, como se conoce a un grupo heterogéneo de políticos maduros pero aún jóvenes que han pululado alrededor de ella de manera intermitente durante los tres últimos lustros. Kahwagi Gastine, quien nunca le inyectó recursos al periódico para que dejara de ser un esfuerzo voluntarista y pasara a convertirse en un proyecto profesional, quería revivir sus viejos contratos con el gobierno local. Desde la administración de Óscar Espinosa hace más de 12 años, le retiraron la concesión a su empresa Cosmocolor para elaborar las licencias de conducir y el registro vehicular de la capital federal, cancelándole su negocio más redituable.
El problema para empezar a platicar sobre los nuevos tiempos empresariales era, desde el punto de vista de Ebrard, la permanente y furiosa línea editorial contra las autoridades capitalinas. Los nuevos gobiernos, federal y local, arrancaron en diciembre. Hiriart se mantuvo como siempre. Una declaración de Fernando González, el yerno de la maestra y recién nombrado subsecretario de Educación Básica, donde descalificaba las pruebas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico como instrumento de medición para el nivel educativo de los jóvenes mexicanos, que terminó como la noticia principal de Crónica, dio origen a la escalada de los Kahwagi. El joven le habló a Hiriart para informarle que había sido regañado por la maestra, que se quejaba de que se había publicado esa información y le pidió, para aminorar el conflicto con ella, despedir al reportero que había firmado el texto. Hiriart se negó rotundamente. El reportero no era responsable de nada salvo el haber consignado una información que, por lo demás, era pública, y que la decisión de convertirla en el titular principal había sido de él. El joven Kahwagi le pidió que ya no se volviera a publicar nada de la maestra y que, además, se modificara la línea editorial sobre el Gobierno del Distrito Federal. Hiriart se replegó, sin aceptar que lo único que podía publicar eran elogios para Ebrard. Los dejaría en paz durante diciembre, pero en enero, les anticipó, seguiría consignando lo que fuera noticioso y realizando una rendición de cuentas editorial a las autoridades capitalinas. En la tregua, Hiriart recibió un regalo de la maestra -que acostumbra hacerlo con muchos periodistas- y se lo regresó con una carta donde le escribía que él entendía la costumbre de dar regalos entre aquellas personas que se estiman, por lo cual no entendía el gesto cuando ella había estado haciendo una campaña en su contra para que lo despidieran.
No tardó mucho el desenlace. Súbitamente, antes de concluir el año, los dos Kahwagi le hablaron por teléfono para tener una junta de emergencia con él. Comenzó a las dos de la tarde y terminó tres horas después, con un arreglo económico entre las dos partes y el acuerdo para publicar escuetamente y en primera plana su remoción del diario por razones de política editorial. Hiriart se fue a la calle, y varios colaboradores de Crónica renunciaron no sólo por solidaridad sino por las razones que llevaron a ese fin. Desde entonces, la cobertura crítica sobre los asuntos metropolitanos ha venido cambiando, ajustándose a los acuerdos verbales de Kahwagi Gastine y Ebrard -que aún no se refleja en publicidad-, y la maestra comienza a tener blindaje, tal y como lo habló con Kahwagi Macari. La maestra niega tajantemente que pidiera la cabeza de Hiriart a cambio de una candidatura presidencial. Su problema no era él, sino otros dos articulistas del diario que, en uno de esos caprichos de la vida, siguen escribiendo en el periódico. Uno de ellos es José Carreño Carlón, viejo amigo de Hiriart y pieza fundamental en ayudarle a cabildear por un crédito bancario hace casi 12 años para sacar adelante el proyecto original de Crónica, quien ya anticipó en su columna diaria que en breve dejará de colaborar en el diario. Otro, quizás contra quien más encono tiene la maestra, es Otto Granados Roldán, quien no ha dado señales que piensa cambiar de casa editorial. Ambos fueron directores de Comunicación Social en la presidencia de Carlos Salinas, con quien la maestra tiene actualmente un alejamiento.
El caso de Granados Roldán tiene que ver directamente con que en los últimos años se ha venido especializando en temas educativos, siendo un constante crítico de la maestra y del SNTE. Gordillo le ha espetado, de diferentes formas, que él no tiene autoridad moral para hablar de educación, habiendo solapado muchas cosas cuando fue secretario particular de Jesús Reyes Heroles, encargado del despacho de Educación Pública en el gobierno de José López Portillo, y oficial mayor de la desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto, cuando Carlos Salinas era el encargado de la dependencia. Si ese fuera realmente el caso, salió de Crónica quien nunca debió salir, y permanecieron los enemigos de la maestra. Pero el asunto no es tan sencillo. Hiriart reconoce las presiones que sintió de la maestra a través del joven Kahwagi y ha confirmado que en Buenos Aires se decidió su salida del periódico. Y no todo es político. Está la parte comercial a la que aspira Kahwagi padre con la restauración de la concesión a Cosmocolor, luego de que se frustró la venta del diario a un importante empresario de medios.
Dinero y política es el nombre del juego que danzan hoy los Kahwagi al ritmo de la maestra Gordillo, que no es nueva en estos menesteres. En el pasado, financió revistas que no circulaban, programas de radio sin destino y subvencionó a importantes columnistas políticos, gastando millones de pesos en protección a lo largo de los años. Visto objetivamente, esas prácticas de compra de voluntades, hay que admitirlo con tristeza, sí le han funcionado.
A finales del año pasado en el lujoso hotel Alvear de Buenos Aires, la maestra Elba Esther Gordillo, que pasó largas temporadas en la capital argentina, platicó con Jorge Kahwagi Macari, vicepresidente del periódico Crónica de la ciudad de México, sobre su futuro político. El boxeador mediocre y actual secretario general del Partido Nueva Alianza, el brazo político-electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, le expresaba sus deseos de que para el 2012 él fuera ungido como candidato a la Presidencia por ese partido. Muy cercano a ella por largo trecho de su vida, la maestra lo infló sin comprometerse. Pero a cambio del cielo azul que le pintó, le pidió la destitución del director del diario, Pablo Hiriart. La suerte del periodista, quien hizo de una cruzada editorial contra Andrés Manuel López Obrador la razón de ser de Crónica , estaba echada. Casi en paralelo, la maestra construyó un puente entre Jorge Kahwagi Gastine, padre del político bisoño y presidente de Crónica, con el entrante jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien es uno de los cinco "amores" -platónicos- de Gordillo, como se conoce a un grupo heterogéneo de políticos maduros pero aún jóvenes que han pululado alrededor de ella de manera intermitente durante los tres últimos lustros. Kahwagi Gastine, quien nunca le inyectó recursos al periódico para que dejara de ser un esfuerzo voluntarista y pasara a convertirse en un proyecto profesional, quería revivir sus viejos contratos con el gobierno local. Desde la administración de Óscar Espinosa hace más de 12 años, le retiraron la concesión a su empresa Cosmocolor para elaborar las licencias de conducir y el registro vehicular de la capital federal, cancelándole su negocio más redituable.
El problema para empezar a platicar sobre los nuevos tiempos empresariales era, desde el punto de vista de Ebrard, la permanente y furiosa línea editorial contra las autoridades capitalinas. Los nuevos gobiernos, federal y local, arrancaron en diciembre. Hiriart se mantuvo como siempre. Una declaración de Fernando González, el yerno de la maestra y recién nombrado subsecretario de Educación Básica, donde descalificaba las pruebas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico como instrumento de medición para el nivel educativo de los jóvenes mexicanos, que terminó como la noticia principal de Crónica, dio origen a la escalada de los Kahwagi. El joven le habló a Hiriart para informarle que había sido regañado por la maestra, que se quejaba de que se había publicado esa información y le pidió, para aminorar el conflicto con ella, despedir al reportero que había firmado el texto. Hiriart se negó rotundamente. El reportero no era responsable de nada salvo el haber consignado una información que, por lo demás, era pública, y que la decisión de convertirla en el titular principal había sido de él. El joven Kahwagi le pidió que ya no se volviera a publicar nada de la maestra y que, además, se modificara la línea editorial sobre el Gobierno del Distrito Federal. Hiriart se replegó, sin aceptar que lo único que podía publicar eran elogios para Ebrard. Los dejaría en paz durante diciembre, pero en enero, les anticipó, seguiría consignando lo que fuera noticioso y realizando una rendición de cuentas editorial a las autoridades capitalinas. En la tregua, Hiriart recibió un regalo de la maestra -que acostumbra hacerlo con muchos periodistas- y se lo regresó con una carta donde le escribía que él entendía la costumbre de dar regalos entre aquellas personas que se estiman, por lo cual no entendía el gesto cuando ella había estado haciendo una campaña en su contra para que lo despidieran.
No tardó mucho el desenlace. Súbitamente, antes de concluir el año, los dos Kahwagi le hablaron por teléfono para tener una junta de emergencia con él. Comenzó a las dos de la tarde y terminó tres horas después, con un arreglo económico entre las dos partes y el acuerdo para publicar escuetamente y en primera plana su remoción del diario por razones de política editorial. Hiriart se fue a la calle, y varios colaboradores de Crónica renunciaron no sólo por solidaridad sino por las razones que llevaron a ese fin. Desde entonces, la cobertura crítica sobre los asuntos metropolitanos ha venido cambiando, ajustándose a los acuerdos verbales de Kahwagi Gastine y Ebrard -que aún no se refleja en publicidad-, y la maestra comienza a tener blindaje, tal y como lo habló con Kahwagi Macari. La maestra niega tajantemente que pidiera la cabeza de Hiriart a cambio de una candidatura presidencial. Su problema no era él, sino otros dos articulistas del diario que, en uno de esos caprichos de la vida, siguen escribiendo en el periódico. Uno de ellos es José Carreño Carlón, viejo amigo de Hiriart y pieza fundamental en ayudarle a cabildear por un crédito bancario hace casi 12 años para sacar adelante el proyecto original de Crónica, quien ya anticipó en su columna diaria que en breve dejará de colaborar en el diario. Otro, quizás contra quien más encono tiene la maestra, es Otto Granados Roldán, quien no ha dado señales que piensa cambiar de casa editorial. Ambos fueron directores de Comunicación Social en la presidencia de Carlos Salinas, con quien la maestra tiene actualmente un alejamiento.
El caso de Granados Roldán tiene que ver directamente con que en los últimos años se ha venido especializando en temas educativos, siendo un constante crítico de la maestra y del SNTE. Gordillo le ha espetado, de diferentes formas, que él no tiene autoridad moral para hablar de educación, habiendo solapado muchas cosas cuando fue secretario particular de Jesús Reyes Heroles, encargado del despacho de Educación Pública en el gobierno de José López Portillo, y oficial mayor de la desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto, cuando Carlos Salinas era el encargado de la dependencia. Si ese fuera realmente el caso, salió de Crónica quien nunca debió salir, y permanecieron los enemigos de la maestra. Pero el asunto no es tan sencillo. Hiriart reconoce las presiones que sintió de la maestra a través del joven Kahwagi y ha confirmado que en Buenos Aires se decidió su salida del periódico. Y no todo es político. Está la parte comercial a la que aspira Kahwagi padre con la restauración de la concesión a Cosmocolor, luego de que se frustró la venta del diario a un importante empresario de medios.
Dinero y política es el nombre del juego que danzan hoy los Kahwagi al ritmo de la maestra Gordillo, que no es nueva en estos menesteres. En el pasado, financió revistas que no circulaban, programas de radio sin destino y subvencionó a importantes columnistas políticos, gastando millones de pesos en protección a lo largo de los años. Visto objetivamente, esas prácticas de compra de voluntades, hay que admitirlo con tristeza, sí le han funcionado.
rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacio@yahoo.com
Kawachi y compinches simi-verde-panales, lo peor de la política, gusanos de mierda, ¡A rascarse los aguacates en chirona!
Kikka Roja
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