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sábado, 24 de febrero de 2007

Leemos y disfrutamos Proceso...

J. Jesús Esquivel
En su debut como conferencistas internacionales, el expresidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún respondieron a dos voces las preguntas previamente ensayadas con la periodista Meryl Comer y aprovecharon para presumir los grandes logros que según ellos alcanzaron en su sexenio, entre ellos la derrota de López Obrador. Los problemas empezaron cuando se invitó al público a participar: entre los asistentes había, horror, un par de periodistas...

WASHINGTON.- “Te dije, Meryl, te dije. Te dije que iba a venir la prensa, te dije que iban a estar Proceso y (el diario) Reforma”, reclamó Vicente Fox a la periodista estadunidense Meryl Comer el pasado 12 de febrero, cuando el expresidente de México debutó como conferencista sobre temas internacionales. “Pues es que aquí es Washington”, le respondió Comer, y provocó aplausos y risas del público reunido en la Sala de Conciertos del Centro Kennedy para las Artes para escuchar la ponencia de Fox y Marta Sahagún, titulada Supervisando el panorama geopolítico y organizada por la American Society of Association Executives (ASAE) y el Centro para la Asociación de Liderazgo (CAL), como parte de la Serie de Oradores Distinguidos. Fox tenía motivos para inconformarse: una de las cláusulas de su contrato marca como condición irrevocable que no se invitara a la prensa, según reveló a Proceso Chris Wood, el director de la Serie Oradores Distinguidos y encargado de comercializar la conferencia. Pero ni el expresidente ni los organizadores pudieron evitar que corresponsales de medios mexicanos en Washington compraran su boleto para entrar al Centro Kennedy y formaran parte del público. Así fue como los reporteros pudieron tomar nota de las declaraciones de Fox y de su esposa en la conferencia, que tuvo el formato de una entrevista conducida por Comer, y al final de la cual se invitó a los asistentes a hacerles preguntas a los conferenciantes.

Fox habló con mucha soltura. Primero se proyectó en una pantalla gigante un video de siete minutos cuya primera escena fue el beso que el exmandatario le dio a su esposa en el Vaticano, durante la vista de Estado que hizo al Papa Juan Pablo II. La siguieron otros aspectos del sexenio foxista: discursos ante el Congreso mexicano, giras y entrega de obras públicas. Se intercalaban imágenes correspondientes a la campaña presidencial del año 2000, cuando el candidato panista prometió: “Cambiaré a México”. Cuando la entrevistadora le pidió a Marta Sahagún que dijera cómo sería recordado el sexenio de su marido en la historia nacional, ella respondió: “Es (sic) un gran presidente, es un gran hombre; un hombre honesto”.

Hablando de democracia

Vicente Fox de traje azul marino, camisa blanca y corbata azul a rayas; y Marta Sahagún con traje sastre negro, se sentaron en amplios sillones frente al escenario de la sala de conciertos del Centro Kennedy, y Meryl Comer comenzó a preguntar. Por las respuestas que daba Fox, más que Sahagún, daba la impresión de que el expresidente no entendía o que utilizaba su turno para decir lo que quería, como los logros de su sexenio. “¿Cómo afectó su relación personal con el presidente Bush el hecho de que México tuviera diferencias con Estados Unidos en el Consejo de Seguridad (de la ONU) por oponerse a la invasión a Irak?”, interrogó Comer a Fox. “En nada”, contestó el exmandatario, y se siguió de frente: eso demostraba el tipo de relación que tenía con George W. Bush desde que éste era gobernador de Texas. También subrayó que él no está de acuerdo con la política del presidente de Estados Unidos en Irak. Y luego de una pausa soltó: “Tengo una pequeña anécdota qué contar. Tenía mi propio problema con el alcalde de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador. Dieciocho meses antes de las elecciones (presidenciales de 2006) él violó la ley, decidió construir un camino en una propiedad privada para poder llegar a un hospital que se construía en la parte de atrás (sic). Pero no tuvo el cuidado de respetar la ley ni de seguir los procedimientos adecuados para construir ese camino; violó la ley. “Hubo un juicio político (de desafuero) sobre su posición y se cumplió la orden que emitió un juez en este sentido. Yo tenía un dilema: por un lado la violación de la ley y respetar la orden del juez, u honrar el reclamo de López Obrador, quien quería mantener sus derechos en el proceso electoral y su candidatura presidencial; lo que respetamos.

“Fue una decisión difícil, y perdí: el tuvo hasta 80% del respaldo de la gente para que se respetara su derecho a participar como candidato a la Presidencia, aun con el hecho de que él violó la ley. Retiramos el juicio político y pagué los costos, y pagué el costo por haberlo hecho. Pero 18 meses después yo obtuve mi victoria”, subrayó Fox con una amplia sonrisa y frotándose las manos, lo que causó risas del auditorio. “El día de la elección ganó el candidato de mi partido. Algunas veces tienes que tomar decisiones difíciles, políticamente hablando, siempre vas a tener problemas; pero tienes que optar por la mejor y la más acertada solución”, remató Fox. Parecía seguro de que no había reporteros entre los asistentes, ese fue el acuerdo con los organizadores. Sin embargo, cuando Comer agotó las preguntas que había escrito y ensayado con los dos “oradores distinguidos”, invitó al público a participar y comenzaron los problemas. “¿No cree que su imagen ante los mexicanos se deteriora por el hecho de que usted con frecuencia confunde el nombre y nacionalidad de escritores latinoamericanos y les asigna premios que no han ganado? ¿Y por qué le mintió a los mexicanos al asegurar que estaba a punto de lograr un acuerdo migratorio con Estados Unidos, cuando no era cierto y, al contrario, el presidente Bush apoyaba sólo medidas radicales contra los inmigrantes, que concluyeron en la ley que autorizó la construcción de un muro en la frontera?”, cuestionó a Fox, identificándose, el corresponsal de Proceso.

La molestia del expresidente y de su esposa fue tan evidente que Comer quiso intervenir, pero en ese momento Fox se dirigió al público: “(Proceso) es una revista muy fuerte de oposición en México”. A su izquierda, Sahagún decía que sí con la cabeza. “Es una revista agresiva de una manera muy personal contra Marta y contra mi persona –prosiguió el expresidente–. Leemos y disfrutamos Proceso. Y cometí ese tipo de cosas (confundir los nombres de los escritores) para llamar su atención”, dijo. Luego afirmó que, en efecto, estuvo a punto de concretar un acuerdo migratorio con el gobierno de Bush. En seguida Meryl Comer quiso pasar a otra intervención del público, pero Fox la interrumpió: “Marta también quiere contestar a la pregunta”. Y entonces Marta Sahagún, ignorando el primer tema planteado por el reportero, aventuró que algún día en Estados Unidos habrá un reconocimiento a la contribución de los migrantes mexicanos. Después de unas cuantas intervenciones de los asistentes, el corresponsal del diario Reforma le preguntó a Fox si no conocía la “regla de oro” no escrita, de que en México los expresidentes se quedan callados cuando dejan el poder. “¿Quién te dijo que había una regla?”, replicó Fox, y acotó que ese tipo de normas eran el legado de un México no democrático. Las declaraciones de Fox en Washington fueron recogidas por la agencia oficial Notimex y transmitidas a sus clientes, en su mayoría medios impresos del país. Sin embargo, el despacho –reproducido tal cual por diarios como Milenio– omitió las palabras de Fox sobre López Obrador, aparentemente por instrucciones superiores. La omisión de Notimex fue cuestionada en el Senado el jueves 15: el Partido Verde Ecologista de México le reprochó a la agencia su “sesgado” manejo de información y propuso exhortar a sus directivos a que “en lo sucesivo se conduzcan conforme a los principios de veracidad, imparcialidad, objetividad, pluralidad, equidad y responsabilidad”.

Una plaza difícil

En su debut como oradores, la pareja expresidencial no logró atraer a la clase política e intelectual de Washington, como sí lo hicieron otros ponentes de la misma Serie: Al Gore y su esposa Tipper, por ejemplo. La mayoría de quienes escucharon a Fox y a Sahagún eran estudiantes y miembros de institutos políticos de derecha relacionados con el Partido Republicano. Pero sí asistió una “personalidad” y la conductora lo presentó: Carlos de Icaza –en ese momento aún embajador de México en Estados Unidos– y su esposa Luisa, a quienes por cierto Comer presentó como “el embajador Isunza y su esposa, la señora de Isunza”. El encargado del ciclo de conferencias, Chris Wood, informó a Proceso: “Asistieron unas mil 400 personas solamente... Tuvimos que reducir mucho el precio de los boletos”. La ASAE comenzó a promover al expresidente de México y a su esposa desde el 14 de septiembre de 2006, pensando que conseguirían un éxito de taquilla. Los boletos más caros costaban 565 dólares y los más baratos 175, pero ante la raquítica demanda, a un mes de la conferencia los organizadores pusieron en “oferta” las entradas al Centro Kennedy: las más caras bajaron a 175 dólares y las más baratas a 85. Más aún: dos días antes del debut de la pareja, la ASAE y el CAL remataron los boletos y el más caro se vendió a 55 dólares. Ni así se llenó la sala de conciertos.

“Hay un rumor de que le pagaron 100 mil dólares al expresidente de México y 25 mil dólares a su esposa, además de costearles el viaje a Estados Unidos en avión privado, hospedarlos en hoteles de lujo y transportarlos en limusina”, planteó el corresponsal de Proceso a una funcionaria de la oficina de mercadotecnia de la agencia The Harry Walker, con sede en Nueva York, que contrató a Fox y a su esposa. La funcionaria de agencia, que incluye en su lista de representados a Bill Clinton, Al Gore, Bono y Rudy Giuliani, entre otros, solicita que no se difunda su nombre y responde tajante: “Es una mentira, es una cantidad exagerada. No puedo revelar la cantidad porque es un acuerdo de la cláusula de confidencialidad, pero sí te puedo decir que lo que perciben él y su esposa está muy lejos de los 100 mil dólares.” E informa: “Fox y su esposa llegaron de México a Washington en el vuelo directo de la aerolínea United, y se fueron a Florida en el vuelo de USairways; y se hospedaron en una suite del hotel Mandarin”. A diferencia de Fox y Sahagún, otras figuras del mundo político que hablan en los prestigiados foros de la capital estadunidense y de otras ciudades ganan cientos de miles de dólares por un solo discurso. De acuerdo con sus declaraciones fiscales, el expresidente Clinton cobra entre 100 mil y 325 mil dólares por ponencia. La misma tarifa aplican el exvicepresidente Gore, Guiliani, George H. W. Bush, padre del actual presidente de Estados Unidos, y el cantante Bono, del grupo de rock U2. Entre las figuras políticas estadunidenses que cobran más barato –un mínimo de 20 mil dólares y 30 mil dólares como máximo– están Geraldine Ferraro, quien perdiera la elección para la vicepresidencia, y Dan Quayle, el exvicepresidente que no supo deletrear la palabra potato (papa, en castellano).

Proceso No. 01581, 18 febrero 2007, pág 12.


Kikka Roja

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