CAROLINA GOMEZ MOTA
La utilización de golpeadores, grupos de choque y pistoleros para mantener el control de sindicatos o plegar a los trabajadores a los dictámenes del patrón, continúan siendo una constante en el país, pese a la llegada del denominado "gobierno del cambio" encabezado por Vicente Fox, y el arranque de la aplicación de la "nueva cultura laboral"; sólo que ahora han aumentado las causales y los protagonistas que utilizan estas prácticas, se asegura en el estudio Violencia y coerción sindical, bandas de pistoleros al servicio de las mafias, elaborado por el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS). En el documento se precisa que, durante décadas, los líderes de esos gremios "oficialista y corporativo" se valían de las referidas tácticas para mantenerse en el poder; ahora con la globalización y el neoliberalismo son "los empresarios y los gobiernos los que, en los pasados 20 años, también han utilizado estas prácticas para aplicar las políticas económicas neoliberales que han llevado a la precarización del trabajo, su flexibilización y la pérdida de derechos conquistados".
En la investigación se añade que paradójicamente son las "autoridades las que toleran la corrupción de las mafias sindicales y la existencia de grupos de choque y de sicarios de gremios para garantizar la paz social necesaria e imponer la modernización laboral". Subraya que es contradictorio que muchas empresas "apliquen nuevos métodos de trabajo, de contratación y de relaciones laborales, apoyados en los viejos métodos de terrorismo sindical". En el documento se refiere que últimamente sectores industriales de punta, en los cuales se han establecido modernos procesos intensivos de trabajo y de flexibilidad laboral, éstos se han impuesto a través de "prácticas corporativas o del sindicalismo de protección". Refiere como ejemplo de lo anterior lo que ocurre en Ciudad Juárez, donde predomina la maquila y el modelo exportador de las ramas automotrices, de insumos eléctricos y electrónicos en los cuales, asegura el CILAS, "menos de 15 por ciento de los obreros de la maquila están sindicalizados" y lo que prolifera es el sindicalismo de protección "impuesto a través de la CTM y la CROC".
Allí, cuando los trabajadores luchan por mejorar sus condiciones laborales y constituyen sindicatos independientes "las centrales utilizan grupos de golpeadores para intimidar y ganar los recuentos sindicales que les permiten mantener el control de las relaciones laborales y, la mayoría de las veces, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje apoya a las empresas y a los sindicatos de protección". En el documento, el CILAS asegura que el "terrorismo sindical prevaleció en el sexenio del cambio, en el que los gángsters siguieron actuando con la ayuda de autoridades laborales del primer gobierno no priísta", y sostiene que es por eso que en las juntas de Conciliación y Arbitraje de todos el país "las disputas entre grupos de golpeadores son el pan de cada día". Apunta que el dirigente de los ferrocarrileros, "Víctor Flores, es otro ejemplo del sindicalismo corrupto, pues con golpeadores somete a los obreros y vende huelgas al mejor postor", así como Romero Deschamps, quien "seguirá controlando a la mafia del gremio petrolero" con esas prácticas.
Kikka Roja
En la investigación se añade que paradójicamente son las "autoridades las que toleran la corrupción de las mafias sindicales y la existencia de grupos de choque y de sicarios de gremios para garantizar la paz social necesaria e imponer la modernización laboral". Subraya que es contradictorio que muchas empresas "apliquen nuevos métodos de trabajo, de contratación y de relaciones laborales, apoyados en los viejos métodos de terrorismo sindical". En el documento se refiere que últimamente sectores industriales de punta, en los cuales se han establecido modernos procesos intensivos de trabajo y de flexibilidad laboral, éstos se han impuesto a través de "prácticas corporativas o del sindicalismo de protección". Refiere como ejemplo de lo anterior lo que ocurre en Ciudad Juárez, donde predomina la maquila y el modelo exportador de las ramas automotrices, de insumos eléctricos y electrónicos en los cuales, asegura el CILAS, "menos de 15 por ciento de los obreros de la maquila están sindicalizados" y lo que prolifera es el sindicalismo de protección "impuesto a través de la CTM y la CROC".
Allí, cuando los trabajadores luchan por mejorar sus condiciones laborales y constituyen sindicatos independientes "las centrales utilizan grupos de golpeadores para intimidar y ganar los recuentos sindicales que les permiten mantener el control de las relaciones laborales y, la mayoría de las veces, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje apoya a las empresas y a los sindicatos de protección". En el documento, el CILAS asegura que el "terrorismo sindical prevaleció en el sexenio del cambio, en el que los gángsters siguieron actuando con la ayuda de autoridades laborales del primer gobierno no priísta", y sostiene que es por eso que en las juntas de Conciliación y Arbitraje de todos el país "las disputas entre grupos de golpeadores son el pan de cada día". Apunta que el dirigente de los ferrocarrileros, "Víctor Flores, es otro ejemplo del sindicalismo corrupto, pues con golpeadores somete a los obreros y vende huelgas al mejor postor", así como Romero Deschamps, quien "seguirá controlando a la mafia del gremio petrolero" con esas prácticas.
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