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jueves, 20 de septiembre de 2007

Leonora Carrington : Escultura

  • Abren exposición con cerca de 30 obras en bronce de la artista, en la Estación Indianilla
  • Conocemos muy poco de nuestra naturaleza interior: Carrington
  • De la mano de los albañiles y el cemento surgió su interés por la escultura
  • Varias de las piezas que integran Museo de formas, “están acabaditas de salir del horno”, dice a La Jornada

Merry MacMasters

Leonora Carrington –anteayer, en su casa– durante la entrevista. Además de escultora y pintora, la artista surrealista de origen británico es ávida lectora Foto: José Carlo González

¿Desde cuándo trabaja Leonora Carrington la escultura? La fecha, al parecer, se relaciona con una modificación hecha a su casa en los años 50 o 60 del siglo pasado. En medio de los trabajadores y el cemento, a la creadora surrealista le llamó la atención la estructura del inmueble. Entonces, Carrington inventó una estructura hecha con alambre grueso a la que podía aplicar, espátula en mano, igual que un albañil, la mezcla del cemento de manera uniforme. De allí, su particular textura. También agregó uno que otro elemento, como una pequeña piedra. En algunos casos el cemento recibió un pigmento rosa, mientras en otros, lo negro del carbón. Con el tiempo algunas de estas piezas se reprodujeron utilizando otros materiales. Museo de formas, exposición de alrededor de 30 esculturas en bronce de Carrington, será inaugurada hoy a las 20 horas en el Centro Cultural Estación Indianilla, en Claudio Bernard 111, esquina Niños Héroes, colonia Doctores, donde el pasado mayo se festejó el aniversario 90 de la artista de origen británico, cumplido el 6 de abril. La obra más antigua se remonta a 1994, no obstante que varias están “acabaditas de salir del horno”, es decir, del taller de fundición de Arturo Velasco, como la monumental Música para sordos, obra que mide 3 x 2.10 x .80 metros. Otra obra de gran formato es Horno de Simón Magus, de 3 x 1 x 1.2 metros, que recuerda la estufa antigua en el comedor de su casa, nada más que la de bronce se remata con una bocanada de humo, o fuego, que asume una cara humana.

Dibujos convertidos en esculturas

Leonora Carrington también ha tallado piezas en madera y en cerámica, así como obras en plata. Su hijo Gabriel Weisz –presente en la entrevista– recuerda que el trabajo de su madre en el teatro también abarcó la tercera dimensión: “Para Penélope, obra de su autoría, realizó una escenografía de muñecas hechas con papel maché, cuyo efecto visual era parecido al de una escultura.” En el garaje de la casa de Leonora se alcanza a vislumbrar una nueva escultura, que “todavía no está visible”, expresa la entrevistada. A lo largo de su vida, Carrington ha hecho muchos dibujos de los que luego sale una escultura. Primero, la pieza se hace en cera, a pequeña escala, después, puede alcanzar cualquier dimensión. Entre la obra más reciente de la artista figura la escultura de una licorera en plata que realizó para la edición especial, 1800 Colección, de Tequila Cuervo.

Para esa “mujer-maga”, la artista dice haber hecho “un dibujo muy detallado”.

Sin embargo, el personaje/ forma imperó en todo momento. Su interpretación como licorera vino después. El tema, entonces, viene desde adentro, no es impuesto. La literatura no puede estar ausente de cualquier conversación con Leonora, también escritora. Avida lectora, reconoce leer varios libros al mismo tiempo. En la actualidad, le entusiasma The kite runner (El corredor de papalotes), primera novela del afgano-estadunidense Khaled Hosseini, quien “habla básicamente acerca del ego –para ella muy importante–, cómo se arrepiente de los que ha hecho, cómo se siente culpable. Para mí, entiende muy bien cómo somos los seres humanos”. Leonora Carrington siempre se ha preocupado por los asuntos en torno a las mujeres, la ecología. Al respecto, agrega: “La protección de la naturaleza y los animales”. Cuestiona la llamada “liberación”, ya sea femenina o masculina. “Ninguno de nosotros estamos liberados. No nos acordamos de nuestro nacimiento y no sabemos cuándo vamos a morir, para empezar. Además, existe una total falta de respeto hacia las demás criaturas que nos rodean.” La entrevistada también hace hincapié en lo poco que uno conoce su “naturaleza interior, algo que siempre nos acompaña. No la conocemos y no nos conocemos”.

–¿Esto resulta frustrante?
–Es muy peligroso para el planeta. (Vuelve al libro The kite runner) Tenemos mucha culpabilidad.
–¿Se carga de generación en generación?
–Sí, además, debemos sentirnos culpables por lo que le hacemos al planeta donde vivimos y a los que también lo habitan.


Kikka Roja

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