- Paulina Rivero Weber habla de su nuevo libro, Se busca heroína, publicado por Ítaca
- La mujer necesita “retornar a la caverna a despertar a los demás”
- La filósofa explora las causas de la ausencia de figuras femeninas relevantes, sobre todo en la literatura
- Tanto escondemos, que clama por salir, sostiene la académica de la UNAM
- Treinta y cinco siglos de patriarcado es historia, pero 50 años de “liberación femenina” no es nada
Ampliar la imagen ‘‘Hay que quitarle la bandera al feminismo, porque no se trata de una corriente, sino de miles. Se ha entendido mal, desde el hembrismo anarquista con actitudes machistas, hasta feminismos light y estúpidos que pregonan que las mujeres se pintan las uñas porque son muy liberadas", manifiesta la filósofa y académica Paulina Rivero Weber a La Jornada ‘‘Hay que quitarle la bandera al feminismo, porque no se trata de una corriente, sino de miles. Se ha entendido mal, desde el hembrismo anarquista con actitudes machistas, hasta feminismos light y estúpidos que pregonan que las mujeres se pintan las uñas porque son muy liberadas”, manifiesta la filósofa y académica Paulina Rivero Weber a La Jornada Foto: Carlos Ramos Mamahua
En política, nuestras heroínas nacionales dejan mucho que desear.
Al respecto, la filósofa Paulina Rivero Weber explica: “Creo que no existen, pues muchas de ellas sólo imitan los mecanismos corruptos para acceder al poder que, por siglos, han sido establecidos por los hombres”, manifiesta a propósito de su libro más reciente Se busca heroína (Editorial Ítaca). La catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene, en entrevista con La Jornada, la urgencia de que ellas, en todos los ámbitos, confíen de manera absoluta en sus capacidades, “si no, estamos condenando a las propias mujeres a repetir el esquema de esos monstruos machos que son los políticos. ¿Cómo ejercería el poder una mujer sin imitarlos? Pienso que habría más capacidad de diálogo y solidaridad. A lo mejor suena muy utópico, pero creo que es factible”. Convencida de que la filosofía no es sólo para los especialistas, Rivero Weber indaga en su libro las causas de la ausencia de figuras femeninas heroicas, sobre todo en la literatura, y la repercusión que esa carencia ha tenido en la vida de las mujeres. Ante un Quijote que después de leer novelas de caballería se lanza a conquistar el mundo, está una madame Bovary, quien se nutre de novelas rosas, que confunde el lujo y la seducción con el amor, pero que acaba suicidándose, o una Ana Karenina no correspondida por un hombre como lo desea, y que también termina sin vida.
Superar las ideas cortas
Rivero Weber va más allá de estos planteamientos y propone una definición que ha causado polémica en las conferencias que ha impartido sobre el tema: la mujer esquirol, “aquella que habiendo podido liberarse, se ha negado a ser una mujer total. Es la que claudica y prefiere posar como un perro en un concurso de belleza. “Se ocupa de ofrecer al hombre lo que pide y está pendiente solamente de lo que él espera de ella. Ha decidido no tener vida propia y existir para satisfacer al hombre. Es capaz de adelgazar hasta la muerte por complacer la imagen famélica de ‘la’ mujer que ellos han impuesto. “Estas mujeres son de verdad las de largos cabellos e ideas cortas, son aquellas a las que un hijo termina por arreglar su existencia, las que los hombres doman con un látigo...
“Sí, Nietzsche y Schopenhauer tenían razón cuando hablaban así de la mujer. La única forma de que la tengan es dejando de ser así. Y evidentemente no me refiero a dejar de tener el cabello largo, sino dejar de tener las ideas cortas. “Hay mujeres que son esclavas sin darse cuenta: a ellas les hace falta despertar. Pero cuando son esclavas sabiendo que lo son, le dan forma a la más auténtica prostitución y esquirolaje. “Y en ese sentido, la responsabilidad de una mujer despierta no podría ser mayor: es la misma que la del filósofo platónico que ha de retornar a la caverna a despertar a los demás.” Paulina Rivero Weber está convencida de que “hay tanto escondido en nosotras que clama por salir, que apenas vamos sacándolo, porque 35 siglos de patriarcado es historia, pero 50 años de ‘liberación femenina’ no es nada, falta mucho por hacer. “No obstante, hay que quitarle la bandera al feminismo porque no se trata de una corriente, sino de miles. Se ha entendido mal, desde el hembrismo anarquista con actitudes machistas, hasta feminismos light y estúpidos que pregonan que las mujeres se pintan las uñas porque son muy liberadas.
“Todas estas corrientes se ostentan como feminismo, entonces las mujeres no se pueden identificar con una lucha tan divergente, tan desgastada, tan malinterpretada. “Hay que inventar otra cosa. Por eso me quise distanciar en este trabajo y no llamarlo feminismo. Son sólo propuestas, reflexiones, que seguramente a muchas personas van a molestar, peor para eso estamos, para platicar y discutir, no para decir lugares comunes ni cosas muy eruditas que nadie va a entender.”
Sor Juana, heroína muy trágica
–¿La gran heroína sigue siendo Sor Juana Inés de la Cruz?
–Creo que sí, aunque es muy trágica. Mis heroínas también son las poetas que cito en el libro Alfonsina Storni, Adela Zamudio, Margarita Hickey, Alaíde Foppa, Magda Portal, Julia de Burgos, Gioconda Belli, Rosario Castellanos y Juana de Ibarbourou, entre otras. “Pero seguimos sin heroínas triunfantes. Sor Juana logró su obra y la humanidad está en deuda con ella por esto, pero para ser acallada tuvo que ser monja, y no obstante haber escrito, se vio obligada materialmente a suicidarse, porque ese fue el final de su vida, el darse por vencida, el decir ya no escribo, déjenme en paz. Falta la heroína de la victoria contundente. “Por eso confío en los jóvenes universitarios. En esta facultad (la de Filosofía y Letras de la UNAM), concretamente, es donde hay más liberalidad para este tipo de cuestiones, tal vez porque aquí es donde las personas se dedican a pensar, está más allanado el camino.
“Aun así, no podemos cantar victoria, porque estamos insertos en una sociedad que tiene patrones de conducta que no han sido establecidos por los hombres malvados, sino por todos. Tenemos tendencia a privilegiar a los varones. “La UNAM es punta de lanza para transformar esto, lo cual quiere decir que todavía hay camino por abrir. Los hombres, por muy universitarios que sean, por muchos títulos que tengan, todavía están dentro de patrones de conducta ancestrales. “Por eso no hay que ceder, hay que estar muy pendientes. La idea de que la mujer ontológicamente tiene una relación inmediata con la costura, con la cocina, con la belleza, la suavidad, la bondad, la blandura, ¿de dónde la sacamos?, ¿cuál es la relación ontológica entre tener ovarios y las tortillas? “Se trata de ir en contra de la idea de competencia que predomina en la sociedad, producto de la educación que se nos da y cambiarla por la de solidaridad. Por qué no tomar ese patrón de colaboración en lugar de competir unos con otros.
“Las mujeres deberíamos empezar a hacerlo. Si no lo hacemos nosotras, que somos las que tenemos más capacidad para imaginar, ¿quién?”
En política, nuestras heroínas nacionales dejan mucho que desear.
Al respecto, la filósofa Paulina Rivero Weber explica: “Creo que no existen, pues muchas de ellas sólo imitan los mecanismos corruptos para acceder al poder que, por siglos, han sido establecidos por los hombres”, manifiesta a propósito de su libro más reciente Se busca heroína (Editorial Ítaca). La catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene, en entrevista con La Jornada, la urgencia de que ellas, en todos los ámbitos, confíen de manera absoluta en sus capacidades, “si no, estamos condenando a las propias mujeres a repetir el esquema de esos monstruos machos que son los políticos. ¿Cómo ejercería el poder una mujer sin imitarlos? Pienso que habría más capacidad de diálogo y solidaridad. A lo mejor suena muy utópico, pero creo que es factible”. Convencida de que la filosofía no es sólo para los especialistas, Rivero Weber indaga en su libro las causas de la ausencia de figuras femeninas heroicas, sobre todo en la literatura, y la repercusión que esa carencia ha tenido en la vida de las mujeres. Ante un Quijote que después de leer novelas de caballería se lanza a conquistar el mundo, está una madame Bovary, quien se nutre de novelas rosas, que confunde el lujo y la seducción con el amor, pero que acaba suicidándose, o una Ana Karenina no correspondida por un hombre como lo desea, y que también termina sin vida.
Superar las ideas cortas
Rivero Weber va más allá de estos planteamientos y propone una definición que ha causado polémica en las conferencias que ha impartido sobre el tema: la mujer esquirol, “aquella que habiendo podido liberarse, se ha negado a ser una mujer total. Es la que claudica y prefiere posar como un perro en un concurso de belleza. “Se ocupa de ofrecer al hombre lo que pide y está pendiente solamente de lo que él espera de ella. Ha decidido no tener vida propia y existir para satisfacer al hombre. Es capaz de adelgazar hasta la muerte por complacer la imagen famélica de ‘la’ mujer que ellos han impuesto. “Estas mujeres son de verdad las de largos cabellos e ideas cortas, son aquellas a las que un hijo termina por arreglar su existencia, las que los hombres doman con un látigo...
“Sí, Nietzsche y Schopenhauer tenían razón cuando hablaban así de la mujer. La única forma de que la tengan es dejando de ser así. Y evidentemente no me refiero a dejar de tener el cabello largo, sino dejar de tener las ideas cortas. “Hay mujeres que son esclavas sin darse cuenta: a ellas les hace falta despertar. Pero cuando son esclavas sabiendo que lo son, le dan forma a la más auténtica prostitución y esquirolaje. “Y en ese sentido, la responsabilidad de una mujer despierta no podría ser mayor: es la misma que la del filósofo platónico que ha de retornar a la caverna a despertar a los demás.” Paulina Rivero Weber está convencida de que “hay tanto escondido en nosotras que clama por salir, que apenas vamos sacándolo, porque 35 siglos de patriarcado es historia, pero 50 años de ‘liberación femenina’ no es nada, falta mucho por hacer. “No obstante, hay que quitarle la bandera al feminismo porque no se trata de una corriente, sino de miles. Se ha entendido mal, desde el hembrismo anarquista con actitudes machistas, hasta feminismos light y estúpidos que pregonan que las mujeres se pintan las uñas porque son muy liberadas.
“Todas estas corrientes se ostentan como feminismo, entonces las mujeres no se pueden identificar con una lucha tan divergente, tan desgastada, tan malinterpretada. “Hay que inventar otra cosa. Por eso me quise distanciar en este trabajo y no llamarlo feminismo. Son sólo propuestas, reflexiones, que seguramente a muchas personas van a molestar, peor para eso estamos, para platicar y discutir, no para decir lugares comunes ni cosas muy eruditas que nadie va a entender.”
Sor Juana, heroína muy trágica
–¿La gran heroína sigue siendo Sor Juana Inés de la Cruz?
–Creo que sí, aunque es muy trágica. Mis heroínas también son las poetas que cito en el libro Alfonsina Storni, Adela Zamudio, Margarita Hickey, Alaíde Foppa, Magda Portal, Julia de Burgos, Gioconda Belli, Rosario Castellanos y Juana de Ibarbourou, entre otras. “Pero seguimos sin heroínas triunfantes. Sor Juana logró su obra y la humanidad está en deuda con ella por esto, pero para ser acallada tuvo que ser monja, y no obstante haber escrito, se vio obligada materialmente a suicidarse, porque ese fue el final de su vida, el darse por vencida, el decir ya no escribo, déjenme en paz. Falta la heroína de la victoria contundente. “Por eso confío en los jóvenes universitarios. En esta facultad (la de Filosofía y Letras de la UNAM), concretamente, es donde hay más liberalidad para este tipo de cuestiones, tal vez porque aquí es donde las personas se dedican a pensar, está más allanado el camino.
“Aun así, no podemos cantar victoria, porque estamos insertos en una sociedad que tiene patrones de conducta que no han sido establecidos por los hombres malvados, sino por todos. Tenemos tendencia a privilegiar a los varones. “La UNAM es punta de lanza para transformar esto, lo cual quiere decir que todavía hay camino por abrir. Los hombres, por muy universitarios que sean, por muchos títulos que tengan, todavía están dentro de patrones de conducta ancestrales. “Por eso no hay que ceder, hay que estar muy pendientes. La idea de que la mujer ontológicamente tiene una relación inmediata con la costura, con la cocina, con la belleza, la suavidad, la bondad, la blandura, ¿de dónde la sacamos?, ¿cuál es la relación ontológica entre tener ovarios y las tortillas? “Se trata de ir en contra de la idea de competencia que predomina en la sociedad, producto de la educación que se nos da y cambiarla por la de solidaridad. Por qué no tomar ese patrón de colaboración en lugar de competir unos con otros.
“Las mujeres deberíamos empezar a hacerlo. Si no lo hacemos nosotras, que somos las que tenemos más capacidad para imaginar, ¿quién?”
LA HEROINA ES DROGA...Kikka Roja
MUJERES : HAGAN TODO LO QUE SE LES PEGUE LA GANA, NADA MÁS NO CHINGUEN EL TRABAJO AJENO. "POR EL BIEN DE TODOS, PRIMERO LOS NIÑOS, DE TODO CORAZÓN"
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