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jueves, 27 de diciembre de 2007

Muere Benazir Bhutto : Mujer, politica y liberal

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MUERE EN ATENTADO La líder de la oposición paquistaní Benazir Bhutto.
La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto murió en un atentado perpetrado en la ciudad de Rawalpindi

LAHORE, Pakistán.- La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto murió este jueves en un atentado perpetrado en la ciudad de Rawalpindi, vecina de Islamabad, que causó entre 15 y 25 muertos entre seguidores que habían acudido a uno de sus mítines, informaron fuentes oficiales y de su partido. El Ministerio paquistaní de Interior confirmó el fallecimiento de Bhutto y aseguró que la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) murió a causa de la explosión, según la agencia estatal APP. Sin embargo, según el consejero de seguridad de Bhutto, Reham Malik, la líder opositora falleció tras recibir disparos en el cuello poco antes de la explosión, que la Policía atribuyó a un terrorista suicida. Aunque el portavoz de Interior, Javed Iqbal Cheema, dijo que la explosión causó 15 muertos y 24 heridos, Malik elevó las víctimas a 25 y 42, respectivamente.

Malik explicó que, al acabar su discurso, alguien disparó contra Bhutto, que era escoltada hasta su vehículo en el momento en que ocurrió la explosión. La líder del PPP falleció en un hospital de Rawalpindi al que había sido trasladada. El también ex primer ministro Nawaz Sharif se desplazó al centro médico, acordonado por las fuerzas de seguridad. La líder del PPP, jefa de Gobierno en dos ocasiones durante la década de 1990, había regresado a suelo paquistaní tras ocho años de exilio hace sólo 71 días, el pasado 18 de octubre.

Tanto Estados Unidos como Rusia ya han condenado el ataque suicida contra Bhutto.

"MATA A UN HOMBRE Y SU CAUSA SE HARA RELIGIÓN" ...su muerte condena al rotundo fracaso de los conservadores, BIEN LO DICE LORENZO MEYER: "LAS DERECHAS SON BASTANTE ESTUPIDAS"
VER A QUE CHINGADA HORA, LA RELIGION, EL CAPITALISMO Y LA MISOGINIA ACABA CON LOS POLITICOS CORRUPTOS. VERGÜENZA MUNDIAL.


los feudales fundamentalistas religiosos (caciques) la asesinaron por querer rescatar a los pobres de Pakistán
Un hombre le disparó y luego estalló una bomba

Muere Benazir Bhutto en un atentado suicida

Dpa, Afp, Reuters, The Independent y Notimex

Más información en la sección de Mundo

José María Pérez Gay
  • Benazir Bhutto (1953-2007)
Benazir Bhutto, fotografiada en noviembre de 1976 en la Universidad de Oxford Benazir Bhutto, fotografiada en noviembre de 1976 en la Universidad de Oxford Foto: Ap

En todo linaje político, el deterioro ejerce su dominio. Benazir Bhutto, única mujer que ha llegado a ser jefa de Estado en una nación musulmana, fue asesinada ayer, jueves 27 de diciembre, por un suicida que le disparó en el cuello y en el pecho y, segundos después, se voló matando a 15 personas durante uno de los actos de la campaña electoral de Bhutto, en la ciudad de Rawalpindi, en el norte de Pakistán.

Benazir nació en Pakistán el 21 de junio de 1953, creció a la sombra de su padre, Zulfikar Ali Bhutto, presidente y primer ministro de Pakistán (1971–1977), uno de los políticos civiles accesibles a las supersticiones del mando militar, enemigo encarnizado de la India y mano dura en el gobierno local. Zulfikar Ali Bhutto envió a Benazir, su hija mayor, a estudiar administración pública y ciencias políticas a las universidades de Harvard y Oxford. Una mujer de vertiginosa riqueza mental –decían sus más próximos colaboradores–, hábil en el manejo de los intereses políticos más contradictorios, Benazir nunca pudo escapar al cerco que le heredó su padre. A mediados de 1977, un golpe de Estado derrocó a Zufilkar y, unos meses después, el general golpista Zia ul–Hak lo condenó a la horca.

A principios de 1988, el general Zia ul–Hak murió en un accidente aéreo, Benazir Bhutto tuvo su primer hijo y barrió en las elecciones con su Partido Popular Pakistaní, obtuvo casi la mayoría absoluta. Sin embargo, muy pronto comenzaron las disputas con el Estado Mayor del Ejército; 18 meses más tarde la derrocaron bajo acusaciones de corrupción y tráfico de influencias. El Tribunal Supremo la encontró culpable, Benazir se defendió hasta lograr un fallo favorable.

Por increíble que parezca, Benazir volvió a triunfar en las elecciones de 1993; pero el destino se ensañó otra vez con ella. Su hermano Murtaza murió asesinado en un tiroteo con la policía. Su hermano menor, Shahnawaz, había muerto en circunstancias violentas en la riviera francesa. Por ese entonces, Benazir acusó a Faruk Leghari, presidente de Pakistán, de la muerte de su hermano. ¿Por qué regresó Benazir Bhutto a su patria? El atentado del 17 de octubre en el cual por poco pierde la vida le reveló que no había otra salida que la muerte, una política tan avezada como Benazir lo sabía de memoria.

Desde principios de 2007, Pakistán se había hundido en una lucha por el poder de la que resultaba imposible salir con vida. Una manifestación de extremistas islámicos violentos –que exigía la puesta en práctica de la sharia o ley islámica en Pakistán– escapó del control de las autoridades y, en un abrir y cerrar de ojos, dio comienzo una batalla con ametralladoras calibre 50 y misiles tierra-aire contra las fuerzas de seguridad paquistaníes cerca de Lal–Masjid, la mezquita roja. La policía federal sostuvo desde un principio que los violentos pertenecían al movimiento Harktul-Jihad-e-Islami –prohibido en Pakistán– señalado como un eslabón más de la cadena internacional Al Qaeda. Los clérigos y sus estudiantes islamistas radicales se atrincheraron en la mezquita en la que se encontraban más de mil 800 personas, incluso mujeres y niños; tomaron a muchos fieles como rehenes y los usaron después como escudos humanos. Ningún medio informativo supo bien a bien que exigían; la madrasa Jamia Hafsa (escuela coránica femenina) se encuentra a un lado, un edificio más en las construcciones de la mezquita y era –hasta dónde se sabe– un nido de mujaidines (militantes de la guerra santa).

Los ataques recientes revelan cada vez más que los mujaidines que lanzan bombas, o se vuelan en los aires con una carga de dinamita en el pecho, son cada vez menos los militantes de Al Qaeda; en cambio son cada vez más los shahid (mártires) que han pasado unos meses –y de modo fugaz– con los grupos islámicos radicales antes de convertirse en informantes y terroristas. En La nueva red Al Qaeda (Hamburg, 2006), Yassin Musharbash, un experto en materia de informática y operaciones de seguridad, afirma que éste es el caso de los cuatro mujaidines (voluntarios internacionales) que llevaron a cabo los atentados en Londres; sólo dos de ellos habían vivido tres o cuatro meses en la Madrasa de Pakistán, los otros dos eran médicos de profesión establecidos en Londres.

El asesinato de Benazir Bhutto ha revelado que un político tan represor y diestro como Pervez Musharraf no puede contener, ni mucho menos derrotar a la furia destructora del Islam extremista. Los atentados suicidas se multiplican en la frontera con Afganistán. La forma más pura del terror islámico es el atentado suicida. Ejerce un poder de atracción irresistible sobre el perdedor radical, escribe Hans Magnus Enzensberger, pues le permite dar rienda suelta a sus delirios de grandeza. Nadie puede decir que es un cobarde. El valor que lo caracteriza es el valor de la desesperación. Su triunfo consiste en que no se le puede castigar, pues el mismo se encarga de castigarse con la muerte. El video reivindicativo de Al Qaeda tras los atentados de Madrid de marzo de 2004 lo revela con toda claridad: “Vosotros amais la vida, nosotros amamos la muerte, y por eso venceremos”.

Nadie podrá contestar a la pregunta: ¿por qué razón regresó Benazir Bhutto a Pakistán? Nadie puede saltar sobre su propia sombra.

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  • Pakistán: contexto del magnicidio
editorial.
La ex primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto fue asesinada ayer en Rawalpindi, un suburbio de la capital, Islamabad, mientras participaba en un mitin político en el contexto de la campaña para las elecciones parlamentarias programadas para el 8 de enero próximo. El atentado suicida que cobró la vida de la principal líder opositora al régimen de Pervez Musharraf y a una veintena de personas, ha sido objeto de condenas por parte de la comunidad internacional, entre las que destacan las declaraciones del secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon, quien calificó el hecho como “un asalto a la estabilidad del país y a su proceso democrático”, así como lo expresado por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien externó su rechazo y preocupación por el “cobarde” atentado cometido por “extremistas asesinos”. La muerte de la ex premier paquistaní ha acabado por hundir a esa nación centroasiática en un caótico contexto de crispación social, que agrava la crisis política y de gobernabilidad que enfrenta el régimen de Pervez Musharraf: por el país han proliferado las manifestaciones violentas y enfrentamientos con la policía, los cuales ya han producido víctimas fatales; el ex primer ministro Nawaz Sharif, la otra gran figura opositora al gobierno, ha anunciado que su partido boicoteará los comicios de enero, y solicitó la dimisión inmediata del presidente, a fin de “salvar a Pakistán”.

De su lado, Musharraf culpó por el atentado a grupos terroristas, convocó a la población a mantener la calma para neutralizar sus “diabólicos proyectos”, y decretó tres días de duelo nacional. En tanto, simpatizantes de la líder señalaron al gobernante como el autor intelectual del atentado.Sean ciertas o no tales acusaciones, es innegable que el presidente paquistaní tiene una importante cuota de responsabilidad en el asesinato de Bhutto. Diversas acciones de su gobierno, como el sangriento asalto a la Mezquita Roja de Islamabad, ocurrido en julio pasado, o la imposición de un estado de excepción en noviembre, supuestamente para completar la “transición democrática” en ese país, han acabado por generar condiciones de violencia que alcanzan niveles como el registrado ayer en Rawalpindi. Por cierto, el hecho de que el atentado contra Bhutto se haya llevado a cabo en una localidad percibida por la población como segura y con una fuerte presencia militar sólo pone de manifiesto la inoperancia de un gobierno de mano dura, como se ha presentado el de Musharraf.

Por otra parte, no es casual ni gratuita la consternación de Estados Unidos por el asesinato de Benazir Bhutto.

Cabe recordar que Musharraf concentra todos los elementos para ser incluido en el eje del mal de Washington (es un militar golpista y violador sistemático de los derechos humanos, que ha apoyado y financiado a grupos terroristas y ha desarrollado armas de destrucción masiva). La apuesta por un gobierno de coalición entre Musharraf y Bhutto representaba acaso la última alternativa de Washington para legitimar el gobierno de su protegido y mantener un aliado hasta hoy imprescindible en su llamada guerra contra el terrorismo. Ahora, las perspectivas de una transición democrática pacífica en Pakistán se han disipado fugazmente con la muerte de Bhutto, y Estados Unidos pareciera encontrarse ante una encrucijada: mantener relaciones con el impresentable gobierno de Musharraf o retirarle el apoyo y apostar por su derrocamiento, con el enorme riesgo de que ese escenario pudiera representar la pérdida de control de las armas nucleares que posee el régimen de ese país, y su traslado a manos de organizaciones fundamentalistas o de un gobierno talibán, algo que no conviene a nadie. De tal modo, las opciones para Washington y sus aliados parecen reducirse a una: impedir que Musharraf utilice el asesinato de Bhutto y la violencia desatada a raíz de ese hecho para reinstalar el estado de excepción y postergar indefinidamente las elecciones; presionarlo para llevar a cabo cuanto antes una transición democrática pacífica, y abandonar el control de un régimen cuya caída, de todas maneras, parece inevitable.

Kikka Roja

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