- - . KIKKA: 03/01/07

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jueves, 1 de marzo de 2007

Comunicado : LNCCR

A los integrantes de los Comités Ciudadanos
A los Delegados de la CND
A las mujeres y hombres libres

Por este medio les comunicamos que el día de hoy 1 de marzo, la Liga Nacional de Comités Ciudadanos en Resistencia, fue objeto de un acto de represión por parte de autoridades de la Universidad de la Ciudad de México, toda vez que el 2º Foro de la Preconvención Democrática Universitaria, tuvo que realzarse en un salón de clases debido a que según ellos, el día anterior habían recibido quejas de los profesores que imparten tutorías en la Universidad, de que no los dejábamos concentrar. Evidentemente esto es un pretexto, ya que por casualidad, el día de hoy asistió al plantel Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y Martí Batres (a este último le dimos la queja y sólo contestó que habláramos con las autoridades del Plantel), a un evento alterno al de nosotros que en nada se contraponía con lo que nosotros íbamos a realizar. La cosa no quedó ahí, ya que cuando se les hizo la petición de colocar una manta de la LNCCR en el salón en que se llevaría nuestro evento, para efecto de que la gente supiera donde se iba a realizar, también se opusieron, esta vez ni siquiera nos dieron una explicación.

Es por esto, que se determinó, como protesta en contra de la represión a las libertades de expresión e información, suspender el 3er Foro de la Preconvención Democrática Universitaria.

Por último, agradecemos el apoyo de Radio AMLO, por haber entrevistado a las autoridades de la UACM para efecto de hacer pública su nefasta postura.
Que "Cabezas Duras" con tanto entusiasmo que la gente pensante se organiza y se anima a alzar su voz... Pues que caray, seguimos en pie de lucha, el entusiasmo no se acaba... y la tercer fecha se ha cancelado seguimos al pendiente si sucede cualquier otra cosa. ¡ánimo!

Kikka Roja

¡¡PULQUE : PULQUE : PULQUEE!!

Mi favorito es el de avena, ¡¡Estoy que reboto de contenta!!, les cuento que la primera vez que tomé pulque, fue al llegar de San Miguel de Allende a la "Capirucha", D. F. Tenía 5 años, mis abuelos me daban todas las mañanas una tacita llena de dulce pulque y ¡vámonos pa´ la escuela!. 2 rituales con mi abuelo, ver el Box los sábados por la noche y acompañarlo a cerrar su negocio siempre a las 12 de la noche. La comida que acompaña al pulque son los taquitos de costilla, la barbacoa de hoyo y las garnachitas, sopes, quesadillas, gorditas etc. En el camino a los "Dinamos" en la Magdalena Contreras se pueden ir a mojar al rio, así, con todo y ropa y tenis y luego quitarse el frio con un pulcazo... Ya se me antojó ¡¡voy a llevar a mis chiquillas!!

Video

Las últimas pulquerías del Centro Histórico
Al borde de la extinción, se convierten en lugar de moda
Créditos: Alberto Torres

Foto apan.blogia.com
Kikka Roja

Lorenzo Meyer

Nuestro futuro ya no es lo que fue
Lorenzo Meyer
AGENDA CIUDADANA

Los Límites de lo Posible. Por razones que están más allá de nuestra capacidad de control, ya no se puede ni se debe pensar el futuro nacional en los términos en que se hizo durante el último par de siglos. Hoy y parafraseando a García Lorca, “... Nosotros ya no somos (sólo) nosotros ni nuestra casa es ya (únicamente) nuestra casa”. Y es que los análisis globales nos dicen que ya no existen los recursos materiales para desarrollar a México siguiendo los modelos de Europa Occidental o Estados Unidos. México debe pensar su futuro en términos nuevos porque pretender un nivel de vida “al estilo americano” y por la “vía americana” es imposible: Ni tenemos ni podemos usar los recursos naturales como ellos lo hicieron. La comunidad científica lo venía señalando pero un buen número de gobiernos negaban lo que hoy es innegable: Hay un daño severo al medio ambiente por las acciones del hombre y uno de sus múltiples efectos es países como el nuestro ya no pueden tener el acceso barato a recursos naturales como los que usaron -y malgastaron- los países hoy desarrollados. Lo peor en que nadie sabe aún sí, como conjunto, los miembros del sistema internacional van a tener la voluntad, la honestidad y la eficacia para detener y revertir el daño. Lo que sí se sabe es que tiene que surgir un nuevo equilibrio entre las acciones de más de 6 mil millones de habitantes del planeta y las reacciones de la naturaleza. Ese equilibrio puede llegar por las buenas o por las más, pero en cualquier caso va modificar el tipo de futuro que imaginamos como país y como parte de la comunidad global.

El Proyecto Original. En el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España (1811), Alejandro de Humbolt encontró razones para que los criollos mexicanos vieran con optimismo el porvenir. Un decenio más tarde, en 1821, cuando México se asumió como un nuevo país, el discurso de la época mostró que, no obstante la destrucción y encono provocados por la guerra civil, el optimismo había renacido. Los mapas y los datos cuantitativos parecían asegurar que las dimensiones y recursos naturales del Imperio Mexicano le garantizaban un lugar privilegiado entre las grandes naciones del orbe, (véase a Javier Ocampo López, Las ideas de un día: El pueblo mexicano ante la consumación de su independencia, México, 1969). Sin embargo, esa euforia duró lo que un suspiro. El mal funcionamiento de las nuevas instituciones políticas, la dificultad en reactivar la minería, las abismales divisiones sociales y el conflicto entre las élites, desembocaron en medio siglo de guerra civil, depresión económica, acentuación de localismos, invasiones y pérdidas de territorio y buen ánimo. Sólo hasta el final del siglo XIX, cuando los gobiernos de Benito Juárez y Porfirio Díaz reintrodujeron a sangre y fuego la estabilidad, las clases dirigentes volvieron a levantar la mirada. Para entonces la posición relativa de México en el contexto internacional había cambiado. No sólo se había perdido la mitad del territorio sino que el vecino del norte había crecido mucho y se proyectaba ya como potencia. En contraste, México ya no podía aspirar a ser un gran actor internacional sino apenas un protagonista de significación local en asuntos de América Central y el Caribe. El horizonte se había achicado, pero los ferrocarriles, las minas, las fábricas, las grandes empresas agrícolas y las fiestas del Centenario (1910), hicieron recuperar algo de ambición a dirigentes y a la incipiente clase media.

La Revolución Mexicana casi barrió a la oligarquía porfirista. Por un tiempo la dureza de la lucha, la falta generalizada de orden y seguridad más la emergencia al primer plano del “México profundo”, hicieron que más de uno sospechara que el futuro del país sería sólo una extensión de su caótico presente. Los reportes de los diplomáticos extranjeros de la época subrayan el retorno al “salvajismo prehispánico”, el temor a que la reforma agraria acabara con la propiedad privada y que incluso el idioma español se perdiera aplastado por las lenguas y visiones del mundo pasado. En medio del caos revolucionario, emergieron una nueva clase política y proyecto. José Vasconcelos o Diego Rivera fueron representativos de la nueva visión y propósito: El dar forma a un México reconciliado con sus raíces indígenas, educado, constructor de un entramado institucional orientado a la justicia social y con aportaciones a la cultura universal. Esta vez la idea de futuro toco a las masas. El México que siguió a las reformas cardenistas y a la Segunda Guerra Mundial abandonó los elementos utópicos del nacionalismo revolucionario. Sin embargo, para la nueva clase dirigentes, para la cada vez más visible burguesía nacional, para la clase media e incluso para una parte de las clases populares, el futuro lucía promisorio: con la estabilidad política México se urbanizaría e industrializaría y por la vía de la sustitución de importaciones llegaría a ser un país desarrollado. Para los 1960 se hablaba ya del “milagro mexicano”, ese que había llevado a un crecimiento promedio anual del 6%. El 68 y la guerra sucia, la tensión entre las élites y las devaluaciones y crisis económicas de 1976 y 1982, hicieron que el “milagro mexicano” se desvaneciera. Sin embargo, la conversión de México al neoliberalismo y la globalización y la firma del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN) en 1993, revivieron en muchos la vieja esperanza. Se quiso suponer que así como España había superado el subdesarrollo al ser absorbida por la Europa unificada, México también lo haría con el TLCAN. Sin embargo, el tiempo pasó, la economía no creció y el gran salto al “Primer Mundo” no se concretó.

El Cambio en la Naturaleza del Tiempo Histórico. En tres años los mexicanos habremos de conmemorar dos siglos de haber iniciado el esfuerzo colectivo por la soberanía y la modernidad. En ese período, ciertos países que originalmente eran marginales se colocaron en el centro de la modernización -Estados Unidos es el caso más notable- pero no México. Y es aquí donde el futuro de los que se retrasaron se topa con una situación imprevista: resulta que por el cambio de las circunstancias ya no podremos transformarnos como lo hicieron esos países que son nuestros modelos: Estados Unidos y Canadá, Europa y Australia y partes de Asia. Y es que hoy el planeta ya no da para ese tipo de progreso. En una obra de grandes generalizaciones e ideas titulada Collapse. How Societies Choose to Fail or Succeed, (2005), Jared Diamond, un profesor de geografía de la Universidad de California, mediante la combinación de historia, geopolítica y el estudio de los sistemas ecológicos, ha presentado suficiente evidencia como para sostener, entre otras tesis, que hoy ya no es posible ni deseable que el Tercer Mundo pueda acceder a las formas de consumo y de vida del Primer Mundo. El camino que Estados Unidos y el resto de los países centrales siguieron para alcanzar su actual situación privilegiada tuvo un costo ecológico altísimo y hoy es irrepetible. Para Diamond, el discurso de Naciones Unidas, del Banco Mundial o del Fondo Monetario en relación a las posibilidades del mundo hoy subdesarrollado, es falso. El planeta simplemente no esta ya en condiciones de soportar el costo que significaría que los pobres de la tierra llegasen a tener un consumo similar al de Estados Unidos o al de la Unión Europea. Es más, tanto norteamericanos como europeos van a tener que enfrentar los límites de su propio modelo de desarrollo, pues de seguir invariables sus formas de vida, en menos de medio siglo los recursos para sostenerlas -petróleo, bosques, agua, alimentos, etcétera- se habrán agotado. La atmósfera y el agua estarán contaminadas en extremo, un gran número de especies de plantas y animales habrán desaparecido, la desertificación se habrá extendido, el clima habrá cambiado y el nivel de los mares se tragará a parte de las actuales zonas costeras.

En Suma. México, como el resto de la humanidad, tiene que repensar radicalmente su futuro. El modelo histórico de desarrollo al que por siglos aspiramos, ya no es repetible. Hay que discutir con seriedad y ética nuestras posibilidades reales pues hace tiempo que el abuso de los recursos naturales, la explosión demográfica, la deforestación, la erosión y la contaminación vaciaron esos “Cuerno de la Abundancia” que se suponían era México y el planeta. No hay hoy reto político más importante que repensar el futuro en función de los recursos disponibles y determinar la forma más eficiente de usarlos y regenerarlos en función de algo más que el mercado: De la justicia y la viabilidad colectivas.
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Kikka Roja

Guadalupe Loaeza

El maestro Juan
Guadalupe Loaeza
"¿Cómo que los maestros en México no leen?", me pregunté no nada más sorprendida, sino tristísima, al enterarme de las estadísticas del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE): "Un informe que analiza las prácticas docentes y el perfil del maestro mexicano revela que cuatro de cada 10 profesores tienen menos de 20 libros en su casa, y seis de cada 10 afirman haber leído, cuando mucho, un par de libros por año" (Reforma, 28 de febrero, 2007). Para colmo de mi decepción la misma nota de nuestro periódico afirma que el estudio reveló que: "Además, el 80% de los educadores no utilizan internet como medio para acercarse a revistas electrónicas...". Claro que esto último se podría atribuir a que los docentes no estén familiarizados con esta tecnología, o bien por falta de medios económicos, pero de eso a no tener la curiosidad y la voluntad de prepararse a través de la lectura para ser mejores maestros, me parece lamentable. ¿Cómo pedirle a un o a una alumna que lea, si ni sus maestros, y mucho menos sus padres, cuentan con el hábito de la lectura? Hace muchos años, gracias a un maestro, conocí a otro, pero éste "apócrifo", es decir, vivía en la imaginación de Antonio Machado. El profesor se llama Juan de Mairena cuya ilusión consistía en fundar una "Escuela Superior de Sabiduría Popular".

Si mal no recuerdo, Juan de Mairena era profesor de gimnasia, que entendía que enseñar no era adoctrinar, sino hacer con los alumnos "gimnasia mental": "Vosotros sabéis -dice Mairena a sus discípulos- que yo no pretendo enseñaros nada, y que sólo me aplico a sacudir la inercia de vuestras almas, a arar el barbecho empedernido de vuestro pensamiento, a sembrar inquietudes, como se ha dicho muy razonablemente, y yo diría, mejor, a sembrar preocupaciones y prejuicios". ¿Cómo podrían los maestros mexicanos desadormecer el pensamiento de sus alumnos o sembrarles la curiosidad en su espíritu, si ellos mismos no leen y no estimulan su gana de enseñar lo que saben?, ¿cómo podrían "sacudir la inercia" de los niños y de los jóvenes, si la suya está totalmente empolvada por la apatía y el desinterés? Cuando el poeta Antonio Machado era muy joven y le preguntaron en una entrevista anónima que le hicieran en 1938 quién era realmente Juan de Mairena, contestó: - ¿Juan de Mairena? Sí... Es mi "yo" filósofo, que nació en épocas de mi juventud. A Juan de Mairena, modesto y sencillo, le placía dialogar conmigo a solas, en la recogida intimidad de mi gabinete de trabajo y comunicarme sus impresiones sobre todos los hechos... En 1927, Antonio Machado es elegido miembro de la Real Academia Española, cuyo discurso de ingreso nunca llegó a pronunciar. Ese mismo año publica Juan de Mairena. Sentencias, Donaires, Apuntes y Recuerdos de un Profesor Apócrifo (Alianza Editorial), un libro que reúne una colección de artículos que hablan de la cotidianidad, de filosofía, de literatura, del amor y de la condición humana.

Basta con abrir la obra en cualquier página para toparse con diálogos humorísticos cortos y monólogos, aforismos y versos cortos en los que el autor pregunta, señala, argumenta, instruye, corrige, reflexiona, explica, justifica y critica los pensamientos en relación a cómo debe ser la realidad humana. ¡Qué maravilloso sería que muchos maestros les leyeran a sus alumnos las enseñanzas de Juan de Mairena! Pero sería aún mejor que estos maestros se las aprendieran de memoria, para después transmitírselas a sus alumnos, con sus propias palabras. Dice Antonio F. Ferrer, gran estudioso del poeta, que si analizáramos detenidamente Juan de Mairena descubriremos cómo Antonio Machado refleja sus lecturas y los autores que admiraba y leía. "Juan de Mairena hace una síntesis de todos ellos para crear un conjunto de ideas que tratan de fomentar, elevar y purificar la relación humana, poniendo como lo más importante el espíritu y la dignidad humana". Hay que decir que Juan de Mairena no pretende proveer una solución ni conclusión concreta. Sus preguntas casuales y pensamientos cortados no son ciertamente definitivos sobre los temas filosóficos y cotidianos. Lo único que quiere Mairena es compartir con sus alumnos su experiencia y curiosidad personal en lo que se refiere a los temas filosóficos. Otro de sus objetivos también es servir como guía en tiempos difíciles. ¿Cómo podrían nuestros maestros mexicanos guiar a estos jóvenes si ellos mismos no se preparan y cuentan con argumentos para ahuyentar los miedos propios de una juventud de por sí confusa y apática?, ¿cómo podrían ayudarlos a combatir sus adicciones, sus fantasmas y fobias?, ¿cómo podrían explicarles el mundo en que vivimos, si sus profesores no tienen las herramientas para analizarlo?

No obstante Juan de Mairena es un maestro optimista, padece una constante angustia; sin embargo, no se refleja tanto en su manera de ser pero sí en los temas que toca a lo largo de la obra, insistiendo siempre en defender la dignidad humana, para así poder lograr "la armonía espiritual". ¿Podrán los maestros mexicanos dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que sus alumnos carecen, precisamente, de esa "armonía espiritual", que para buscarla, en lugar de leer, compran drogas afuera de la escuela? Si los profesores saben que en la casa de estos jóvenes les es imposible alcanzarla, ¿por qué entonces no se fortalecen ellos mismos con la ayuda de la lectura para despertar a esos alumnos que parecen como sonámbulos? "Y mientras mayor sea el número de despiertos... Para mí -decía Juan de Mairena- sólo habría una razón atendible contra una gran difusión de la cultura -o tránsito de la cultura concentrada en un estrecho círculo de elegidos o privilegiados a otros ámbitos más extensos- si averiguásemos que el principio de Carnot rige también para esa clase de energía espiritual que despierta al durmiente. En ese caso, habríamos de proceder con sumo tiento; porque una excesiva difusión de la cultura implicaría, a fin de cuentas, una degradación de la misma que la hiciese prácticamente inútil. Pero nada hay averiguado, a mi juicio, sobre este particular. Nada serio podríamos oponer a una tesis contraria que, de acuerdo con la más acusada apariencia, afirmase la constante reversibilidad de la energía espiritual que produce la cultura". Sí, maestros, habría que enseñar al que no sabe, habría que despertar al dormido y tocar la puerta de sus conciencias, que viene siendo como la conciencia del futuro de este país, tan urgido de educación.
gloaeza@yahoo.com

Sangre y sexo

Guadalupe Loaeza

Autosacrificios, crímenes y castigos, suicidios, torturas y violencias, brutalidad religiosa y profana, fanatismo y herejías, accidentes, naufragios y sucesos cruentos, esclavitud, rebeliones, motines y ejecuciones, erotismo y lujuria, costumbres y tradiciones sexuales, prostitución, incestos y adulterios, homosexualidad, profanidades e irreverencias, inmolaciones religiosas, delitos, pecados y enfermedades toda esta lista de tópicos, por brutal que sea, tiene que ver no nada más con el pasado de nuestro país, sino con el presente.

Desafortunadamente llegué a esta conclusión en tanto devoraba el espléndido libro “Ritos de Sangre y Sexo”, (Edit. Grijalvo) de José N. Iturriaga. Entre más avanzaba en la lectura, más se me paraban los pelos de punta con lo narrado por Motolinia o Fray Toribio de Benavente (1491-1569), gracias a quien nos enteramos de que en el México prehispánico las cabezas humanas se consideraban trofeos muy valiosos, especialmente las de quienes eran aprehendidos en la guerra: las desollaban con todo y cabello y las secaban para guardarlas. “Si no fuera porque tenían algunas barbas, nadie juzgara sino que eran rostros de niños de cinco o seis años”. Esta imagen naturalmente me llevó a aquella madrugada del 20 de abril del 2006 en el puerto de Acapulco. No era la primera decapitación que se daba ese años, pero sí la que significó una advertencia clara: el ejecutado era un comandante de la Policía Preventiva de Acapulco, que había participado en un tiroteo con presuntos narcotraficantes el 27 de enero. “Su cabeza fue colocada frente a un edificio público, el de la Secretaria de Administración y Finanzas. Además, llevaba un recado escrito: “Para que aprendan a respetar. Z”, escribió Daniela Rea Gómez, reportera de nuestro periódico.

Pero volvamos al México Prehispánico, en el cual, fray Jerónimo de Alcalá refiere entre otros temas que “un sujeto hizo un tambor con la piel de un muslo humano y lo tocaba con un hueso, “y con la calavera de un hombre bebe vino, y así se ha tornado loco y mal hombre” Dice el autor que el número de sacrificios humanos de la época de la Conquista que realizaron los indios prehispánicos en honor a sus dioses el número fue probablemente menor que los millones de indígenas muertos por los españoles durante la conquista de nuestro país. Según Cortés, aquellos sacrificios “se hacían tantos y en tanta cantidad que es cosa horrible de oír; porque se ha averiguado que sólo en el Templo Mayor, en una sola fiesta de las muchas que hacían cada año a sus ídolos, se mataban ocho mil ánimas en sacrificio de ellos”. ¿De quién habremos heredado la violencia que descubrimos todos los días en los periódicos nacionales, de los españoles o de los indígenas? Porque según información que nos aporta el soldado Francisco de Aguilar: “Viendo el capitán que eran ya en aquello rebeldes (los indios), les mandó cortar las narices y atárselas al cuello, y así los enviaba atemorizados sin matar a ninguno” Igualito querían atemorizar, pero en este caso sí se las pasó la mano, al presunto abogado de narcotraficantes, Elidier Cabuto Tapia, el 31 de enero del 2006, cuando fue encontrado decapitado y con el cuerpo descuartizado en el municipio de Apatzingán, Michoacán. Y por si fuera poco, sus ojos fueron quemados con cera hirviendo.

Respecto a los sacrificios humanos de la Epoca Prehispánica, dice que en su fiesta respectiva, los mercaderes solían ofrecer esclavos en sacrificio. “... cortaban la cabeza y la colocaban en el tzompantli o muro de cráneos, hecho de sucesivos postes verticales donde se clavaban las cabezas”. Pero lo mismo sucedió cinco siglos después; precisamente el 8 de mayo, cuando apareció la cabeza del yerno de la coordinadora de diputados del PRD en el estado de Michoacán, colgada en la entrada del pueblo de Aguaje, Apatzingán. Sigamos describiendo semejanzas, usos y costumbres que no nos abandonan, porque así como Daniel Arizmendi, mochaba orejas, en el año de 1998, igual sucedía en 1570 respecto a los sacrificios que hacían los aztecas y otras culturas mesoamericanas. Cuenta Diego de Landa que “hacían sacrificios con su propia sangre, cortándose unas veces “las orejas a la redonda, por pedazos, y así las dejaban por señal”... Otras veces se cortaban partes de sus cuerpos...” , tal y como sacrificaba a sus víctimas, “El Loncho”,José Alonso Avila Palafox, cabeza de una banda de secuestradores, conocida como la banda de los “mochadedos” (Reforma 1-20-1999). Y así nos podríamos ir a lo largo de muchas cuartillas, cotejando datos de la obra de Uturriaga con los que aparecen constantemente en nuestro diario.

El capítulo que no tiene desperdicio titulado “Delitos y Pecados del Clero” (pág. 114) y cuyo contenido sucedido en 1544, nos recuerda exactamente, lo que pasa hoy por hoy con los escándalos del clero mexicano, ya que consigna las desviaciones morales de la gente de la Iglesia. Muchos de ellos no salían de “las casas donde había mujeres públicas” otros como Fray Tomás de la Torre no “tenía ojos para el sexo bello. He aquí lo que escribió de la Torre: “Todos los naturales de esta tierra de Yucatán son muy lindos hombres, que es placer verlos; andan desnudos....” ¿Acaso no hubiera podido escribir algo semejante, en el siglo XXI, el protegido del Cardenal Norberto, es decir, el padre pedófilo Nicolás Aguilar Rivera? De acuerdo con Julio César Montané, algunos clérigos del siglo XVIII sonorense estuvieron involucrados en el “pecado nefando” y en otro más raro aún: un “religioso” de los descalzos del Señor San Francisco consta haber cometido ambos crímenes: “nefando y bestial, con cuarenta personas, poco más o menos, y con tres o cuatro mulas y dos o tres gallinas”. (Can you imagine....?)

¡Cuántos horrores, cuántas atrocidades y cuánta violencia aparecen a lo largo de las 241 páginas gracias a los testimonios de Bernal Díaz del Castillo, Diego Durán, Bernardino de Sahagún, Cabeza de Vaca (curiosamente el que vivió en el pasado y el de ahora, hacen descripciones muy semejantes a pesar de los cinco siglos que los separan). Dicho lo anterior me preguntó qué diablos soñaba José N. Iturriaga tanto en el proceso de la investigación, como el de la escritura de este libro. Pero afortunadamente no todo es tan sangriento, allí está otro de los capítulos que disfruté enormemente: “Erotismo, Lujuria y Homosexualidad”, en el cual hace múltiples referencias a una bebida cuya virtud es: “confortar el corazón con el estómago, es buena para las mujeres que no les baja bien y es provocadora algún tanto de lujuria”. ¡Claro, el chocolate!

Gracias José por haberme desmitificado la historia oficial del pasado de mi país y por haberme hecho comprender mejor, el por qué suceden las cosas que pasan en México.
Kikka Roja

Sergio Aguayo Quezada

Marcado rápido

Las matemáticas no engañan y el caso de Telcel confirma que tecnología más monopolio más estado cómplice es igual a abusos a consumidores indefensos, ineficacia y estancamiento. El celular ha transformado la existencia y alrededor de la mitad de los mexicanos ya cuenta con uno. Es un instrumento capaz de acentuar la neurosis pero también puede utilizarse para desencadenar el crecimiento económico y salir de la pobreza. Por ejemplo, en algunos países los campesinos lo usan para hablar con el vendedor final, sin intermediarios y venden sus productos a un mejor precio. (Tatum Anderson “Mobile Phone Lifeline for World's Poor”, BBC News). Algunos obsesos con el tiempo aprovechan esos aparatos para marcar con rapidez, alguno de los centenares de números acumulados en las memorias de algunos aparatos. La búsqueda de ese marcado rápido me expuso a la burocracia de Telcel.

Debía renovar contrato y decidí continuar con Telcel por el alcance de su red y por los problemas asociados con romper una relación que solo puede finiquitarse en el aniversario exacto de su inicio. Caí en la tentación del brinco tecnológico y ambicioné uno de esos aparatos que complementan el celular con directorio, agenda, calculadora y cámara de video. Después de varias horas empleadas en perseguir asesores de Telcel con escasos conocimientos técnicos y de consultar una página con información imprecisa seleccioné el aparato. Para recibir el celular tenía que presentarme en persona en un Centro de Atención, laberinto en el que puede interrumpirse el tiempo. Pese a la recepcionista amargada (seguro que por eso las contratan) sólo tardé una hora para firmar y recibir el aparato. Sin embargo, cometí un error de principiante: no verifiqué si tenía marcado rápido. Quien me auxilia en el manejo del equipo me habló desolada con la pésima noticia de que la memoria del celular sólo aceptaba nueve números. Inquieto, le pedí que hablara con el agente para averiguar cuál aparato era el indicado… y empezó la pesadilla. En el Centro de Atención respondía una contestadora y el agente nunca levantó su auricular. En el Servicio a Clientes (telefónico) aclararon que ellos desconocían cuál aparato era el adecuado y que mejor fuera personalmente al Centro de Atención. Lo hizo y recibió información imprecisa sobre los aparatos; la verificó por su cuenta y procedimos a hacer un intercambio que se haría -prometieron-con una simple carta poder. La agente que atendió cambió las reglas: El titular debía presentarse en persona y no podía dar más informes. Punto.

Las once horas gastadas en resolver el asunto dejan como lecciones que el personal de Telcel encargado de atender al público se divide entre los amables y los majaderos que se hermanan por su ignorancia sobre aspectos técnicos. Su especialidad (su know-how) está en calcular tarifas e imponer condiciones y las mañas de algunos de ellos evocan a los burócratas de ventanilla que se divierten sacando de quicio a monjitas pacientes y bondadosas. Supongo que sus salarios son reducidos y que se desahogan hostigando a clientes ya acostumbrados al maltrato. No tienen ningún aliciente en tratar con amabilidad y respeto; después de todo ellos son parte de la compañía que controla el 77 por ciento del mercado (41 de los 53 millones de suscriptores que tiene México). Durante el periplo conversé con un alto directivo de la empresa que después de exigir anonimato me dijo que tenía toda la razón aunque luego añadió una críptica explicación: “Al conglomerado le preocupa mucho el mal servicio pero es poco lo que podemos hacer; estamos maniatados por el sindicato y la mala preparación del personal”. Me abstuve de pedirle aclaraciones y busqué una explicación más amplia: Si Telcel no mejora su servicio es porque domina un mercado al que impone condiciones leoninas. En mi caso, el mismo número de minutos que pago en México me costaría un 30 por ciento menos en España y 70 por ciento menos en India. La comprobación de las tasas de ganancia de Telcel aparece en el Reporte Financiero de América Móvil: En el 2006 Telcel obtuvo ingresos por 109 mil millones de pesos y una utilidad de operación por 48 mil 500 millones de pesos ¡un 44.4 por ciento! ¿En cuánto se reduciría esa utilidad si atendiera a los clientes a un nivel acorde con las tarifas que carga?

Adriana Labardini dirige Al consumidor, uno de los escasos organismos civiles dedicados a combatir las prácticas monopólicas. En unos cuantos minutos detalla con precisión algunas de las prácticas empleadas por Telcel: Redondeo a su favor (cobra un minuto aunque sólo se hablen 15 segundos), cargos de roaming aunque las llamadas se hagan dentro de la red Telcel, penas enormes por cancelación del contrato… Esto es posible, añade Labardini, por la pasividad y complicidad del Gobierno Federal. La Procuraduría Federal del Consumidor y la Comisión Federal de Telecomunicaciones le autorizan contratos y prácticas nocivas. Pone como ejemplo la falla general de Telcel del 6 de febrero pasado que afectó a millones de usuarios durante varias horas. La compañía no está obligada a compensar los daños causados porque la Profeco y la Cofetel le autorizaron a no realizar bonificación alguna por fallas en el servicio que no excedieran las 72 horas. La indiferencia oficial se debe a lo poco que protestamos los consumidores y ello se refleja en la ausencia del tema en las agendas partidistas. Puede también deberse a que ni legisladores ni gobernantes pagan el celular de su bolsillo. Al ser parte de sus prestaciones les da lo mismo lo que cueste. Otra razón cultural sería que es síntoma de prestigio tener a un asistente marcando sus celulares. Ellos no necesitan del marcado rápido. Por ahora, el celular que ha cambiado nuestras vidas ha servido para que un monopolio imponga con enorme eficacia tarifas altísimas sin tener que entregar a cambio un servicio acorde con la tarifa.

La miscelánea
Un obstáculo para el combate de los monopolios es el enorme costo y dificultades de una demanda individual que, en caso de ser exitosa, sólo beneficia a quien la interpuso. Ante ello, algunos especialistas sugieren un cambio en las leyes mexicanas para permitir lo que en otros países se conoce como “Class Action Law Suit”. Es decir, bajo ciertas condiciones el fallo sobre un caso individual es aplicable a toda una comunidad de afectados. Un instrumento ideal para la defensa del consumidor.


Kikka Roja