¿Qué pasa en Cadereyta?
Rosario IbarraAlgo terrible pasa y al parecer seguirá pasando en ese otrora tranquilo pueblo norteño, cabecera del municipio del mismo nombre. Cadereyta Jiménez es uno de los —si mal no recuerdo— 51 o 52 municipios del estado de Nuevo León, muy cercano a Monterrey. En tiempos hoy remotos, solía ser motivo de chanzas, de bromas que tenían que ver con la naturaleza de sus habitantes, que eran herederos —decían— de ciertos rasgos de inofensiva locura, y la gente misma de la población reía de las anécdotas que allí hasta ellos inventaban.
¡Felices días aquellos, tan distintos de los que ahora viven sus habitantes!
Hoy el terror se ha aposentado en su suelo. El verde olivo y las boinas rojas de los “gafes”, ese cuerpo “especial” del Ejército, formando retenes en las calles, intimida a sus habitantes... y es que allí se instaló hace tiempo una refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex), y de un tiempo a hoy, todo en la antes tranquila ciudad ha cambiado y lo peor empezó los días 16 y 17 de mayo del año pasado, cuando fueron secuestrados los hermanos Hilario y David Vega Zamarripa y su cuñado Víctor Manuel Mendoza Román, sin que hasta hoy el gobierno mexicano haya dado respuesta a las múltiples quejas de sus familiares, desde la Presidencia de la República hasta las autoridades de Nuevo León.
Por medio de la prensa de Tamaulipas, la familia se enteró de que habían sido detenidos por elementos del Ejército mexicano y trasladados al Distrito Federal “para ser investigados”. Hilario fungía entonces como secretario general del sindicato de los trabajadores de la refinería, y meses antes, durante el sexenio de Vicente Fox, éste viajó hasta allá, hasta Cadereyta, para hablar con Hilario.
¿Qué era tan importante como para que el presidente de la República viajara a entrevistarse con el dirigente petrolero? Habrá que indagarlo para saber si tiene que ver con los secuestros, ahora ya no solamente de los hermanos Vega Zamarripa y de su cuñado, sino de muchos otros (petroleros todos), cuyos nombres ya han sido enviados a la Presidencia de la República. Transcribo aquí algunos que me fueron dictados por teléfono y que por extraña interferencia no logré escuchar con claridad: Luis Enrique Martínez Martínez, José Luis Lozano, Félix Sánchez Torres, David Sánchez Torres, Jorge Hernández Faz, José Luis Zúñiga García, Jorge Bonola, Agapito Monte Taure (o Haure), Luis Alberto Badillo Martínez, Gerardo Andrade Pérez, Everardo Cruz y sus dos hijos Gerardo y Everardo, Ricardo Alfonso Vázquez Loredo (menor de apenas 16 años, hijo de un petrolero). Aparte, un agente judicial al que sólo conocían como Leo y un policía de apellido Benavides. Hasta parece que de pronto estamos en plena era echeverrista y que damos saltos y caemos en el malhadado salinismo, por los secuestrados de aquél y los muertos del salinato...
¿Qué pasa en Cadereyta? ¿Qué quiere el gobierno hacer en esa pequeña ciudad norteña?
¿Tiene que ver con sus siniestras intenciones de la venta de Pemex? ¿Se oponían los trabajadores a sus malévolos designios y por eso los secuestró el Ejército? ¿Pensará el mal gobierno que el “secuestro oficial” es el “remedio” para acabar con la inconformidad del pueblo?
De ser así, tendrían que construir cuarteles gigantescos y sótanos inmensos y ni así tendrían espacio suficiente para los millones de miserables que no son conformistas, que no se adaptan a la injusticia, que están hartos de sufrir tropelías, iniquidades y atropellos sin fin. El mal que pretenden hacer a este país los encaramados en el poder tenemos que evitarlo; si no lo hacemos, no tendremos patria; un gobierno que mata nuestros derechos hace crecer en nosotros el deber de combatirlo, y al hacerlo, también quitaremos de enmedio a los hipócritas y simuladores, a los obsequiosos, a los nulos, llenos de genuflexiones y de vértebras dóciles... ¿Qué está pasando en el país?... Quizá lo averigüemos cuando sepamos qué pasa en Cadereyta.
¡Felices días aquellos, tan distintos de los que ahora viven sus habitantes!
Hoy el terror se ha aposentado en su suelo. El verde olivo y las boinas rojas de los “gafes”, ese cuerpo “especial” del Ejército, formando retenes en las calles, intimida a sus habitantes... y es que allí se instaló hace tiempo una refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex), y de un tiempo a hoy, todo en la antes tranquila ciudad ha cambiado y lo peor empezó los días 16 y 17 de mayo del año pasado, cuando fueron secuestrados los hermanos Hilario y David Vega Zamarripa y su cuñado Víctor Manuel Mendoza Román, sin que hasta hoy el gobierno mexicano haya dado respuesta a las múltiples quejas de sus familiares, desde la Presidencia de la República hasta las autoridades de Nuevo León.
Por medio de la prensa de Tamaulipas, la familia se enteró de que habían sido detenidos por elementos del Ejército mexicano y trasladados al Distrito Federal “para ser investigados”. Hilario fungía entonces como secretario general del sindicato de los trabajadores de la refinería, y meses antes, durante el sexenio de Vicente Fox, éste viajó hasta allá, hasta Cadereyta, para hablar con Hilario.
¿Qué era tan importante como para que el presidente de la República viajara a entrevistarse con el dirigente petrolero? Habrá que indagarlo para saber si tiene que ver con los secuestros, ahora ya no solamente de los hermanos Vega Zamarripa y de su cuñado, sino de muchos otros (petroleros todos), cuyos nombres ya han sido enviados a la Presidencia de la República. Transcribo aquí algunos que me fueron dictados por teléfono y que por extraña interferencia no logré escuchar con claridad: Luis Enrique Martínez Martínez, José Luis Lozano, Félix Sánchez Torres, David Sánchez Torres, Jorge Hernández Faz, José Luis Zúñiga García, Jorge Bonola, Agapito Monte Taure (o Haure), Luis Alberto Badillo Martínez, Gerardo Andrade Pérez, Everardo Cruz y sus dos hijos Gerardo y Everardo, Ricardo Alfonso Vázquez Loredo (menor de apenas 16 años, hijo de un petrolero). Aparte, un agente judicial al que sólo conocían como Leo y un policía de apellido Benavides. Hasta parece que de pronto estamos en plena era echeverrista y que damos saltos y caemos en el malhadado salinismo, por los secuestrados de aquél y los muertos del salinato...
¿Qué pasa en Cadereyta? ¿Qué quiere el gobierno hacer en esa pequeña ciudad norteña?
¿Tiene que ver con sus siniestras intenciones de la venta de Pemex? ¿Se oponían los trabajadores a sus malévolos designios y por eso los secuestró el Ejército? ¿Pensará el mal gobierno que el “secuestro oficial” es el “remedio” para acabar con la inconformidad del pueblo?
De ser así, tendrían que construir cuarteles gigantescos y sótanos inmensos y ni así tendrían espacio suficiente para los millones de miserables que no son conformistas, que no se adaptan a la injusticia, que están hartos de sufrir tropelías, iniquidades y atropellos sin fin. El mal que pretenden hacer a este país los encaramados en el poder tenemos que evitarlo; si no lo hacemos, no tendremos patria; un gobierno que mata nuestros derechos hace crecer en nosotros el deber de combatirlo, y al hacerlo, también quitaremos de enmedio a los hipócritas y simuladores, a los obsequiosos, a los nulos, llenos de genuflexiones y de vértebras dóciles... ¿Qué está pasando en el país?... Quizá lo averigüemos cuando sepamos qué pasa en Cadereyta.
Dirigente del comité ¡Eureka!
Kikka Roja
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