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Con el TLCAN importamos alimentos que antes producíamos
No hay preocupación: Sojo
En contra del siempre optimista discurso oficial, que intenta ocultar y manipular la realidad nacional, la creciente dependencia alimentaria del exterior es un factor adicional de sobresalto ante el panorama internacional de escasez y constante incremento de precios de los alimentos básicos, los mismos que México algún día produjo y que hoy importa en cantidades verdaderamente alarmantes.
El secretario de Economía, Eduardo Sojo, recientemente declaró que “no hay preocupación” en el gobierno calderonista por el racionamiento de arroz en el vecino del norte, el primero en 60 años, desde la Segunda Guerra Mundial. Que los grandes almacenes de Estados Unidos limiten a tres kilogramos por persona la venta de ese grano básico no le quita el sueño al ex funcionario foxista, porque, dijo, “toda la producción nacional se consume en el país”.
Qué bueno, pero el problema es que el ex escudero del hombre de la lengua larga y las ideas cortas “olvida” que 75 por ciento del abasto nacional de arroz se garantiza con importaciones de Estados Unidos, es decir, del país que ha comenzado a racionar el grano.
Si esa es la “lógica” gubernamental para “resolver” los crecientes problemas alimentarios de México, entonces estamos fritos. De hecho, lo estamos porque a estas alturas del partido la mitad de lo que los mexicanos comen proviene del exterior, fundamentalmente del vecino del norte, más ocupado ahora, por medio de los biocombustibles, en llenar los tanques de sus motores que los estómagos de sus ciudadanos.
En la edición dominical de La Jornada leemos que “el incremento sostenido en el precio de 127 alimentos e insumos agropecuarios que importa México, provocó que el año pasado aumentara en 5 mil millones de dólares el costo de la factura por la compra de estos productos, una cifra que supera la totalidad de los recursos excedentes por exportaciones de crudo captados en 2007, reveló el Banco de México. El banco central señaló que entre abril de 2007 y marzo de 2008 la compra de estos 127 alimentos e insumos agropecuarios requirió un pago al exterior por 12 mil 898 millones de dólares, 4 mil 937 millones de dólares más que los requeridos para el mismo fin en 2005, el último año en que ese universo de productos mostró estabilidad de precios en los mercados internacionales. Así, al cierre de marzo de 2008 el valor de dicha canasta registró un incremento de 62 por ciento con relación a los 7 mil 961 millones de dólares pagados en 2005, indicó” (Roberto González Amador).
Parece que en los círculos gubernamentales los focos rojos se encendieron sólo a partir del alza internacional de precios de los alimentos, cuando en realidad de muchos años atrás las señales de alarma se activaron ante la creciente dependencia alimentaria que reporta el país. Año tras año la estadística oficial registra el alza sostenida en la adquisición de alimentos en los mercados externos, especialmente el estadunidense, y nada han hecho por revertir esta situación. Por ejemplo, antes del TLCN el país importaba 17 por ciento del consumo nacional de arroz; ahora importa el 75 por ciento. Un dato adicional: a partir del tratado comercial, las importaciones de maíz registran un alza sostenida, hasta representar un incremento cercano a mil 500 por ciento de 1994 a la fecha.
Pero no están preocupados, dice Sojo. Tal vez una numeralia, con base en cifras e indicadores (1994-2005) del INEGI, ayude a ubicarnos: en los años del TLCAN, la importación de carnes (vacuno, ovino, porcino, pollo) se incrementó 300 por ciento; las de pescado, crustáceos y mariscos (en un país con más de 10 mil kilómetros de costa), 800 por ciento; las de leche, lácteos, huevos y miel, 200 por ciento; otros productos de origen animal, 500 por ciento; hortalizas frescas y congeladas, 500 por ciento; frutos y frutas frescas comestibles, 100 por ciento y cereales, 600 por ciento.
Algunos elementos adicionales: en los primeros seis años del TLCAN, México incrementó casi 125 por ciento sus importaciones de granos, oleaginosas y otro tipo de alimentos provenientes de Estados Unidos; en ese periodo, el país pasó a ocupar el tercer lugar (sólo después de Canadá y Japón) como importador de granos y oleaginosas de Estados Unidos, superando las proyecciones más temerarias, incluyendo las del Departamento de Agricultura del vecino del norte, que previó dicha situación, pero para 2009; a partir de 2000 la situación empeoró: aumentaron las compras foráneas de alimentos, por ejemplo casi 12 mil millones de dólares en cereales; poco más de 10 mil millones en granos (maíz, principalmente); cerca de 13 mil millones en carnes y despojos animales; alrededor de 4 mil millones en grasas animales y vegetales; cerca de 6 mil millones en leche, lácteos, huevo y derivados, y 4 mil 500 millones en pastas y sazonadores, entre otras. En sólo seis años, los primeros del tratado, México se convirtió en el tercer importador de granos y oleaginosas de Estados Unidos, superando las proyecciones más entusiastas, incluyendo las del Departamento de Agricultura de aquel país, que originalmente estimó que lo anterior sucedería, pero 15 años después de la entrada en vigor del TLCAN.
En los primeros cuatro meses de 2007, con la “continuidad” en Los Pinos, se importaron casi 6 mil millones de dólares en alimentos: en productos del mar, más de 130 millones; en carne importada (bovino, principalmente), casi mil millones; en leche, productos lácteos y huevo, más de 420 millones (sólo en enero-febrero); en frutas y frutos comestibles, alrededor de 300 millones; en cereales mil millones y en semillas y frutos oleaginosos, 650 millones.
En síntesis, 14 años de tratados comerciales internacionales, fundamentalmente el de América del Norte, han significado para México la erogación de alrededor de 120 mil millones de dólares, y contando, en importación de alimentos, la mayoría de ellos otrora producidos en el país.
Las rebanadas del pastel
Qué bueno, pues, que el gobierno no esté preocupado, porque “toda la producción nacional se consume en el país”.
El secretario de Economía, Eduardo Sojo, recientemente declaró que “no hay preocupación” en el gobierno calderonista por el racionamiento de arroz en el vecino del norte, el primero en 60 años, desde la Segunda Guerra Mundial. Que los grandes almacenes de Estados Unidos limiten a tres kilogramos por persona la venta de ese grano básico no le quita el sueño al ex funcionario foxista, porque, dijo, “toda la producción nacional se consume en el país”.
Qué bueno, pero el problema es que el ex escudero del hombre de la lengua larga y las ideas cortas “olvida” que 75 por ciento del abasto nacional de arroz se garantiza con importaciones de Estados Unidos, es decir, del país que ha comenzado a racionar el grano.
Si esa es la “lógica” gubernamental para “resolver” los crecientes problemas alimentarios de México, entonces estamos fritos. De hecho, lo estamos porque a estas alturas del partido la mitad de lo que los mexicanos comen proviene del exterior, fundamentalmente del vecino del norte, más ocupado ahora, por medio de los biocombustibles, en llenar los tanques de sus motores que los estómagos de sus ciudadanos.
En la edición dominical de La Jornada leemos que “el incremento sostenido en el precio de 127 alimentos e insumos agropecuarios que importa México, provocó que el año pasado aumentara en 5 mil millones de dólares el costo de la factura por la compra de estos productos, una cifra que supera la totalidad de los recursos excedentes por exportaciones de crudo captados en 2007, reveló el Banco de México. El banco central señaló que entre abril de 2007 y marzo de 2008 la compra de estos 127 alimentos e insumos agropecuarios requirió un pago al exterior por 12 mil 898 millones de dólares, 4 mil 937 millones de dólares más que los requeridos para el mismo fin en 2005, el último año en que ese universo de productos mostró estabilidad de precios en los mercados internacionales. Así, al cierre de marzo de 2008 el valor de dicha canasta registró un incremento de 62 por ciento con relación a los 7 mil 961 millones de dólares pagados en 2005, indicó” (Roberto González Amador).
Parece que en los círculos gubernamentales los focos rojos se encendieron sólo a partir del alza internacional de precios de los alimentos, cuando en realidad de muchos años atrás las señales de alarma se activaron ante la creciente dependencia alimentaria que reporta el país. Año tras año la estadística oficial registra el alza sostenida en la adquisición de alimentos en los mercados externos, especialmente el estadunidense, y nada han hecho por revertir esta situación. Por ejemplo, antes del TLCN el país importaba 17 por ciento del consumo nacional de arroz; ahora importa el 75 por ciento. Un dato adicional: a partir del tratado comercial, las importaciones de maíz registran un alza sostenida, hasta representar un incremento cercano a mil 500 por ciento de 1994 a la fecha.
Pero no están preocupados, dice Sojo. Tal vez una numeralia, con base en cifras e indicadores (1994-2005) del INEGI, ayude a ubicarnos: en los años del TLCAN, la importación de carnes (vacuno, ovino, porcino, pollo) se incrementó 300 por ciento; las de pescado, crustáceos y mariscos (en un país con más de 10 mil kilómetros de costa), 800 por ciento; las de leche, lácteos, huevos y miel, 200 por ciento; otros productos de origen animal, 500 por ciento; hortalizas frescas y congeladas, 500 por ciento; frutos y frutas frescas comestibles, 100 por ciento y cereales, 600 por ciento.
Algunos elementos adicionales: en los primeros seis años del TLCAN, México incrementó casi 125 por ciento sus importaciones de granos, oleaginosas y otro tipo de alimentos provenientes de Estados Unidos; en ese periodo, el país pasó a ocupar el tercer lugar (sólo después de Canadá y Japón) como importador de granos y oleaginosas de Estados Unidos, superando las proyecciones más temerarias, incluyendo las del Departamento de Agricultura del vecino del norte, que previó dicha situación, pero para 2009; a partir de 2000 la situación empeoró: aumentaron las compras foráneas de alimentos, por ejemplo casi 12 mil millones de dólares en cereales; poco más de 10 mil millones en granos (maíz, principalmente); cerca de 13 mil millones en carnes y despojos animales; alrededor de 4 mil millones en grasas animales y vegetales; cerca de 6 mil millones en leche, lácteos, huevo y derivados, y 4 mil 500 millones en pastas y sazonadores, entre otras. En sólo seis años, los primeros del tratado, México se convirtió en el tercer importador de granos y oleaginosas de Estados Unidos, superando las proyecciones más entusiastas, incluyendo las del Departamento de Agricultura de aquel país, que originalmente estimó que lo anterior sucedería, pero 15 años después de la entrada en vigor del TLCAN.
En los primeros cuatro meses de 2007, con la “continuidad” en Los Pinos, se importaron casi 6 mil millones de dólares en alimentos: en productos del mar, más de 130 millones; en carne importada (bovino, principalmente), casi mil millones; en leche, productos lácteos y huevo, más de 420 millones (sólo en enero-febrero); en frutas y frutos comestibles, alrededor de 300 millones; en cereales mil millones y en semillas y frutos oleaginosos, 650 millones.
En síntesis, 14 años de tratados comerciales internacionales, fundamentalmente el de América del Norte, han significado para México la erogación de alrededor de 120 mil millones de dólares, y contando, en importación de alimentos, la mayoría de ellos otrora producidos en el país.
Las rebanadas del pastel
Qué bueno, pues, que el gobierno no esté preocupado, porque “toda la producción nacional se consume en el país”.
Kikka Roja
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