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lunes, 21 de julio de 2008

La consulta de todas maneras va: PABLO GOMEZ

La consulta de todas maneras va

Cualesquiera que hubieran sido las preguntas de la consulta sobre el petróleo iban a ser impugnadas. Para el gobierno federal, no hay consultas populares en México. Para un encuestador, no hay plebiscitos ni referendos, sólo hay encuestas.

El esquema clásico de un plebiscito es preguntar si se está de acuerdo o no con un proyecto que se quiere llevar a cabo. El referéndum clásico consiste en preguntar si se está de acuerdo con una decisión de gobierno o legislativa que ya se tomó, al menos en principio. La consulta que se convoca sobre el petróleo no es exactamente ninguna de las dos cosas porque quien pregunta no es la autoridad que pretende llevar a cabo el acto y porque la decisión sobre la que se pregunta no se ha tomado ni siquiera en principio. Sin embargo, no por esto la consulta es inválida porque comprende los elementos básicos de un plebiscito y de un referéndum.

1. Existe un planteamiento general en el sentido de que en la industria petrolera pueda participar el capital privado. 2. Existe un proyecto legislativo del gobierno que es completo, redondo, y que expresa una concepción de lo que debe ser la industria petrolera. Si sólo se preguntara sobre el primer punto, el votante no tendría posibilidad de referirse a la iniciativa de Calderón; si sólo se preguntara sobre el segundo, la respuesta sería dudosa porque el gobierno niega que su proyecto represente una apertura al capital privado. Así que para saber lo que piensa cada votante fue necesario formular una preguntar sobre el tema de la privatización y otra sobre el proyecto del gobierno. El que no quiera privatizar pero esté de acuerdo con el proyecto del gobierno que dice no ser privatizador, puede votar en sentido distinto cada pregunta.

Se ha dicho que se puede estar de acuerdo en refinerías privadas pero no en ductos y cosas por el estilo, pero esta es una consulta (¿qué parte de esta palabra no se entiende?) para conocer la posición política de cada votante. Se dice que son siete las iniciativas de Calderón y que se puede estar de acuerdo con algunas y en contra de otras, sin embargo, en el referéndum de los países democráticos se pregunta sobre toda una ley o precepto impugnado y se vota sí o no. Algunos elementos de lo negado pueden ser rescatados en ley posterior ya que lo que se rechaza (o se acepta) es el sentido político de un proyecto o ley, pero el referendo no paraliza la función legislativa. Por eso, la pregunta dice: “En general, ¿está usted de acuerdo o no está de acuerdo…”. El votante, como en el referéndum, tiene que hacer su propio balance.

Ahora bien, los convocantes han declarado que están en contra de las privatizaciones y del proyecto de Calderón por lo que hacen la consulta para lanzar un posible no a la cara de los bandos que buscan esa clase de reformas ya que en México no existe en la ley la consulta popular y la mayoría parlamentaria se ha negado a introducirla. Pero esto también es consistente con el referéndum en las democracias: la minoría parlamentaria busca firmas (500 mil en Italia) para que una ley se vote con el propósito de que el pueblo la rechace. Cuando gana el no, el parlamento legisla después con el sentido de la mayoría popular. No, no se trata de una encuesta, señoras y señores.
pgomez@milenio.com NOTA


Kikka Roja

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