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miércoles, 30 de julio de 2008

Sergio Aguayo: Consulta juzgada: "la transparencia y buena organización de la consulta mostró un talante menos sombrío"

La primera fase de la consulta sobre la reforma energética me deja varias conclusiones: fue un ejercicio confiable que está siendo juzgado con el prisma de la polarización y es una buena radiografía de las fortalezas y debilidades de la izquierda y del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

La consulta no está siendo evaluada por su confiabilidad sino que fue metida en el Lecho de Procusto de las ideologías. Es obvio que la iniciativa salió de la izquierda política y gubernamental y fue acogida por la izquierda social e intelectual. Quienes están en desacuerdo con esa corriente de opinión la llenaron de adjetivos, menosprecios y silencios comprensibles por esa fractura que nos divide y deja poco margen para los juicios independientes. Si la semana pasada expliqué los motivos por los cuales apoyo la consulta, en esta ocasión la analizo desde otras perspectivas partiendo de un principio: las simpatías no están reñidas con la objetividad.

Si uno libera el ejercicio de los adjetivos y se queda con la evidencia recolectada hasta el momento, la consulta es confiable. En términos generales estuvo bien organizada, la papelería fue la adecuada y los organizadores entregaron información y dieron acceso irrestricto a los auditores independientes –entre los que me encuentro. La principal falla estructural fue la ausencia de condiciones para opinar en secreto; el resto de las irregularidades ni fue significativo en número ni conformó un patrón. Finalmente, el número de participantes por mesa es consistente con consultas previas. Una última precisión: está pendiente la validación de las cifras de participantes lo cual requiere una compulsa –actualmente en curso— entre los resultados recogidos en 300 urnas por los auditores y lo contabilizado por los organizadores.

Aun reconociendo que el proceso fue metido en el molino de la confrontación política e ideológica, la movilización de la izquierda tuvo el saludable efecto de frenar la aprobación apresurada que buscaba el Gobierno Federal. En los últimos meses hemos visto una riquísima discusión dentro y fuera del Senado que ha dimensionado mejor lo que está en juego. La reforma que salga –y alguna saldrá— será probablemente mejor que la propuesta inicialmente, y en las negociaciones actualmente en curso seguramente influirá el hecho de que la izquierda es una realidad política y social.

Un aspecto poco valorado es que la mayor parte de la izquierda sigue optando por métodos pacíficos y las consultas confiables –y ésa lo fue— tiene legitimidad en el mundo. Sin embargo, es inevitable constatar una paradoja: mientras los partidos de izquierda fueron en esta ocasión con la sociedad no han mostrado el mismo entusiasmo a la hora de incorporar la democracia participativa a las leyes federales; si existieran en las leyes se hubiera evitado buena parte de los problemas tenidos con esta consulta. Es por otro lado evidente que los otros partidos comparten la determinación con la cual restringen la participación ciudadana.

Paso ahora a las paradojas. Después de la mugre sacada durante las elecciones internas del PRD, la transparencia y buena organización de la consulta mostró un talante menos sombrío. Es digno de mención que el principal responsable de la organización, Manuel Camacho, no está afiliado a ninguno de los partidos convocantes. Es obvio que pesa su cercanía a López Obrador y Marcelo Ebrard, pero es sintomático que un externo fuera capaz de medio conciliar a las tribus confrontadas.

Desde esta perspectiva la consulta está sirviendo para armar una radiografía de las divisiones y del desarrollo desigual de la izquierda. Cada entidad se incorporó al proceso defendiendo su autonomía y peculiaridades lo cual ha obstaculizado la organización y confirmado la profundidad de las divisiones. Uno de los contrastes más evidentes fue el compromiso tan desigual de los cuatro estados gobernados por el PRD que participaron, el pasado domingo, en el ejercicio.

México tiene una izquierda social frecuentemente desairada por la izquierda política. Una excepción sería la zona metropolitana de la Ciudad de México en donde existe un gran número de vasos comunicantes entre el tejido social e intelectual y los partidos y Gobierno. En la mayor parte del país la presencia es desigual porque se empalma la pobreza y mezquindad de las dirigencias políticas con lo ralo de la organización social de esa corriente.

Lo anterior desemboca en algunas reflexiones sobre el futuro. En relación con la reforma energética la consulta confirmó que el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador mantiene su solidez y disposición para tomar las calles. Ya veremos si este elemento será tomado en cuenta por el Gobierno de Felipe Calderón y el PRI a la hora de aprobar la reforma energética.

Si la consulta se toma como punto de arranque para las elecciones intermedias de 2009, el horizonte de la izquierda es bastante negativo. Dado que Convergencia y el Partido del Trabajo tienen sus enclaves sociales bien definidos el PRD es quien enfrenta el mayor dilema porque la consulta confirma su debilidad en buena parte del país. Su futuro para el próximo año pasa por controlar sus impulsos canibalescos, por mejorar su eficiencia y por reconocer la urgencia de abrirse a la sociedad para nutrir sus filas anquilosadas por una burocracia cansada.

La política no es una ciencia exacta y está abierta a los imponderables. Dicho esto, la consulta además de confiable, ya sirvió para forzar un debate y tener una radiografía de una izquierda en busca de identidad.

LA MISCELÁNEA

Inquietante el video presentado por la dirigente del PAN en el DF, Mariana Gómez del Campo. Según este documento un mismo joven opinó hasta 35 ocasiones en la consulta dominical. Las preguntas se amontonan: ¿Cuál es el nombre de esa persona y cuáles fueron las mesas donde opinó para verificar si su nombre aparece registrado y si contaban con tinta indeleble? ¿Qué método siguió para evitar que la tinta indeleble –presente en casi todas las mesas del DF— marcara su dedo? ¿Se puso, acaso, algún líquido en el pulgar que le permitió ir de mesa en mesa? ¿Está ligado al PAN, a alguna organización afín o fue un ciudadano con iniciativa? ¿Cómo verificó el PAN la autenticidad del video? En tanto no se esclarezcan los hechos, este grave incidente es otra escaramuza en la guerra política de partidos y corrientes ideológicas.

Comentarios: e-mail: saguayo@colmex.mx


Kikka Roja

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