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lunes, 22 de septiembre de 2008

Javier González Garza. para buscar unidad por encima de las diferencias usan los gobiernos la violencia

ARTICULO ENCONTRADO EN wordsinresistance
Javier González Garza: Estado debilitado
ACKERMAN MENCIONA ESTE ARTICULO EN SU ANALISIS
¿Golpe de Estado, terrorismo o guerra?: John M. Ackerman

Lo ocurrido en el estado de México, Michoacán y más recientemente en el penal de Tijuana, Baja California, es una clara muestra de la debilidad e ineficiencias gubernamentales en materia de seguridad pública. Todo ello ha dejado al desnudo el rotundo fracaso de la estrategia de combate al crimen organizado.

Distintos gobiernos en el mundo han usado el tema de la violencia para buscar la unidad por encima de las diferencias. Pero ello no desaparece las contradicciones sociales ni elimina las reivindicaciones políticas de cambio en las políticas públicas. La violencia y la pobreza se engarzan en un terrible círculo vicioso. La violencia obstaculiza la lucha contra la pobreza y ésta produce el caldo de cultivo ideal para el surgimiento del crimen y delincuencia organizada. Cuando ese círculo crece pone en riesgo la gobernabilidad democrática.

En materia económica, la inseguridad desincentiva la inversión privada, ahuyenta los capitales de inversión productiva, limita el desarrollo y cuando las dificultades para controlar y disminuir los índices delictivos aumentan se afecta con ello la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Sin embargo la actual explosión del crimen organizado a niveles sin precedentes en nuestro país tiene además causas institucionales.

El crimen organizado no tiene color ni ideología, no quiere apoderarse del Estado, tampoco quiere dirigir las políticas públicas ni tomar las grandes decisiones del Estado, es decir, no cuenta con proyecto político; su interés primordial son las ganancias económicas. Para este sencillo objetivo, busca protección institucional y ello desde luego amenaza las funciones básicas del Estado. La delincuencia organizada requiere de protección de algún empleado público o actor privado que le pueda dar cualquier tipo de protección o facilidad para realizar su negocio. Así crimen organizado y corrupción van de la mano.

Si no perdemos de vista que el fin del crimen organizado es el lucro, entonces entendemos por qué, al igual que otras empresas, busca tener el control monopólico de su mercado a cualquier costo. En esa búsqueda la violencia o la amenaza de violencia son tan importantes como la corrupción.

La evolución del crimen organizado ha transitado de prácticas sencillas a formas más sofisticadas, a través de nuevos modelos organizacionales delictivos trasnacionales, pasando por los mercados globales de dinero, hasta la incursión en complejas redes de tráfico de armas, equipos cibernéticos, aviones y en últimas fechas hasta submarinos.

Este fenómeno es parte de un mercado global donde se importan bienes, capitales y servicios y donde se buscan, por encima de todo, ganancias. Las cuantiosas utilidades del crimen organizado, producto de la protección institucional, de la corrupción y de la violencia, siempre buscarán un lugar dentro de la economía formal. Este proceso consta de por lo menos tres etapas: la colocación, transferencia e integración. Primero se transforman grandes cantidades de efectivo en formas económicas fáciles de intercambiar; en segundo término el dinero se mueve dentro del sistema financiero con la finalidad de no exhibir su origen; en la tercera etapa se integra al mundo de los negocios.

Este proceso permite gastar, ahorrar e invertir el dinero proveniente de la delincuencia organizada en la economía formal, donde a pocos molesta. Debemos recordar que en nuestro país se permite la adquisición de inmuebles, vehículos de alto costo y artículos de lujo en efectivo.

Así se cierra este círculo: crimen organizado, violencia, protección, corrupción, mercado, lucro y disfrute de las utilidades.

Esto lo entendieron los italianos en 1993 y por esta razón realizaron la operación Manos Limpias enfocada a desarticular las redes de protección institucional de la mafia, donde insignes actores políticos de todos los partidos se encontraban coludidos con poderosos actores económicos. Algunos ex primeros ministros resultaron implicados en los casos de corrupción y protección a la delincuencia organizada, al igual que cientos de empresarios y altos ejecutivos de empresas privadas, inclusive 12 empresarios implicados se suicidaron. Veinte de las más grandes empresas italianas tenían nexos con la mafia.

Esa tóxica mezcla se repite en nuestro país; políticas públicas fallidas, funcionarios públicos y actores empresariales corruptos, un aparato estatal débil con instituciones sin legitimidad, y apatía ciudadana.

En el caso italiano Antonio Negri señalaba que cuando la derecha nos llama a la unidad contra la inseguridad, en el mismo acto, nos pide que perdamos identidad política. La derecha busca expropiarnos la capacidad de denunciar y de luchar contra las injusticias sociales. Esto no lo podemos permitir porque la causa fundamental de la criminalidad es la exclusión social y el fracaso económico de un modelo que este gobierno se empeña en sostener.

Debemos impulsar un compromiso de verdaderas Manos Limpias, pero sin olvidar que las contradicciones sociales aún siguen vigentes.

Artículo Original: Reforma (Acceso mediante suscripción por pago)


Kikka Roja

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