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jueves, 4 de septiembre de 2008

Miguel Ángel Granados Chapa: Cofetel y SCT

Cofetel y SCT

Miguel Ángel Granados Chapa
PLAZA PÚBLICA

El secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, puede ahora influir para que la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), órgano regulador en esa materia, deje de estar al servicio de los sujetos regulados, como él mismo ha dicho que lo está: dos personas de su confianza, que contaron con su apoyo para el lance que terminó el martes, despachan ahora en la Cofetel.

Rafael del Villar y Gonzalo Martínez Pous reemplazaron anteayer a Eduardo Ruiz Vega y Francisco Gerardo González Abarca, a quienes vencieron en un litigio resuelto por la justicia federal. No se trata de una simple ejecución de sentencia. Tiene que ver con el sentido de la política de telecomunicaciones y de radio y televisión, las materias de aquella Comisión. El relevo es insuficiente, pues debió extenderse a por lo menos dos comisionados más. Pero es claro que el presidente Felipe Calderón no quiere enfrentar a las dos televisoras de mayor influencia (que el lunes le brindaron amplio espacio en sendas entrevistas) y por lo tanto no los dejará por completo sin presencia en el órgano que regula sus actividades.

Para medir la importancia de la nueva estructura de la Cofetel hay que recurrir a los precedentes. Flamante la ley Televisa, el presidente Fox procedió a integrar el órgano regulador establecido en ese ordenamiento, la Cofetel, que si bien existía desde una década atrás, quedaba convertida en una oficina que disputaba a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes la primacía en el campo de su competencia. Ese es uno de los defectos de aquella legislación, la ambigüedad de las normas sobre las autoridades respectivas, la preservación de la doble ventanilla para atender los asuntos de telecomunicaciones, radio y televisión.

Como en muchos otros campos, Fox practicó el “ai se va” al designar a los comisionados. A uno de ellos, Fernando Lerdo de Tejada, no tuvo siquiera la gentileza de avisarle de su nombramiento, por lo que el ex vocero del presidente Zedillo abandonó de inmediato un campo en que no tenía intención de entrar. De los cuatro comisionados restantes, la Comisión permanente dejó pasar sólo a José Luis Peralta, y objetó a Julio Di Bella y los mencionados Del Villar y González Pous. Los legisladores, que de ese modo pretendieron invalidar las designaciones presidenciales, abrieron la puerta a una negociación política de que emergió una grotesca integración de la Cofetel. Fox hizo su parte en la premiación ordenada por Televisa y TV Azteca. Para agradecer atenciones, el senador panista Héctor Osuna, el más visible impulsor de la ley favorable a esos consorcios fue nombrado presidente de la Comisión, y otro senador, Ernesto Gil Elorduy, por igual motivo recibió un regalo semejante. Que dos legisladores gobiernen el órgano en cuya configuración participaron hubiera suscitado un escándalo, por la clara violación a la ética política que eso significa, en una sociedad menos permisiva que la nuestra, donde campea un cinismo difuso capaz de asimilarlo todo. Por esa misma razón muy pocas voces se alzaron contra la designación de Ruiz Vega y González Abarca, francos representantes del duopolio al frente de la Cofetel.

Puesto que la Permanente se limitó a objetar a los comisionados sin fundar ni motivar la objeción, Del Villar y González Pous demandaron amparo para que su nombramiento quedara firme. En eso estaban cuando, a la sazón del relevo administrativo federal, se les designó subsecretario de comunicaciones en la SCT y responsable de los asuntos jurídicos de la misma secretaría. Por la actitud que desde el principio asumió el jefe de ambos, el secretario Luis Téllez ante la Cofetel, pareció que una de las causas para incorporarlos a la SCT era su posición legal frente a esa Comisión. Lo evidente es que Téllez no les pidió que abandonaran el juicio de amparo que tuvo en jaque a la Cofetel durante dos años. Triunfantes al cabo de ese lapso, Del Villar y González Pous pudieron sentarse a la mesa de Gobierno de la Cofetel hace apenas unas horas. Sin que se les suponga acatadores mecánicos de instrucciones de quien fue su jefe y con el que mantienen un lazo político, es razonable esperar que su conducta refleje las posiciones de Téllez. Éste no es, obviamente, un adalid de la autonomía administrativa frente a los poderes fácticos, pero ha advertido contra el riesgo de que la autoridad sea sólo sirviente de los intereses que regula.

Ha de examinarse con cuidado, por lo mismo, el nombramiento de Purificación Carpinteyro en lugar de Del Villar en la subsecretaría de comunicaciones. A primera vista parece un ascenso merecido, porque al frente del Servicio Postal Mexicano (que a partir del lunes se convertirá en Correos de México en algo que es más que un cambio de nombre) la funcionaria logró conciliar las funciones sociales de la comunicación postal con la modernidad impuesta por los gigantes de la mensajería y el correo privado. Antes de ingresar en el Gobierno, sin embargo, realizó tareas al servicio de empresas cuya regulación estará hoy en el ámbito de su competencia, como Iusacell y Telefónica, de Ricardo Salinas Pliego y Francisco Gil. Aunque carezcamos de fundamento para presumirlo, si la nueva subsecretaria mantuviera visiones favorables al desarrollo de ambas empresas y sesgara en esa dirección su desempeño, quedaría anulado el efecto de que el duopolio pierda su representación en la Cofetel. Significaría que además de ella, a la SCT la manejen también los sujetos regulados.


Kikka Roja

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