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viernes, 12 de septiembre de 2008

"Narcomensajes", la otra guerra informativa: jenaro villamil

"Narcomensajes", la otra guerra informativa
jenaro villamil

MÉXICO, DF, 9 de septiembre (apro).- Si el medio es el mensaje, como estableció hace varias décadas Marshall McLuhan, la guerra contra el ‘narcopoder’ ha abierto otro flanco en donde las autoridades están en severo riesgo de perder la batalla.

Las ‘narcomantas’, los ‘narcovideos’ y hasta los ‘narcocorridos’ se están transformando en una manera no sólo de sembrar el miedo o de hacer “apología de la violencia” –como sostiene ahora el PRI en el Senado--, sino también en una fórmula de comunicación alternativa de la cual adolecen las autoridades como resultado de un severo déficit de credibilidad.

No basta con condenar a priori la ola de ‘narcomantas’ que aparecieron desde el 27 de agosto en al menos once entidades del país, o de regañar a los medios de comunicación formales (prensa, radio y televisión) por hacer eco del contenido de esos mensajes, tal como lo hizo el presidente Felipe Calderón el 2 de septiembre.

En una entrevista radiofónica, Calderón exigió que los medios “no se enganchen” con las ‘narcomantas’, pero no ofreció lo que se exige ante cualquier frente de guerra mediático: información precisa, desmentidos contundentes y una contraofensiva creíble que no se circunscriba únicamente a la inundación de spots televisivos sin credibilidad.

El fenómeno de los ‘narcomensajes’ tiene tres fases que constituyen materia de análisis para cualquier estudioso de las ciencias de la comunicación:

1. Primero se utilizaron los videos como una forma de amenaza entre cárteles rivales, en especial una forma siniestra de exhibir su poder de intimidación. Así ocurrió con los videos colocados en www.youtube.com, firmados presuntamente por Los Zetas, los sicarios más temidos del cártel del Golfo y, por tanto, los más aguerridos en esta contraofensiva.

2. En paralelo, se produjeron ‘narcomantas’ y ‘narcovideos’ para intimidar a la policía, para advertir de ataques y denunciar presuntas complicidades.

Bajo la más rigurosa técnica del rumor y del clandestinaje, las bandas no sólo han utilizado estos mensajes para pelear las plazas sino para advertir de eventos futuros, para exhibir su poderío y solazarse en los hechos de corrupción que “justifican” sus crímenes.

Llama la atención, por ejemplo, la celeridad con que los autores de la decapitación de once personas, presuntos ‘narcomenudistas’ que fueron abandonados en la comisaría yucateca de Chicha Suárez el 28 de agosto, subieron al portal de Youtube las siniestras imágenes y, en paralelo, enviaban mensajes al titular de Seguridad Pública yucateca, Luis Felipe Saidén Ojeda.

3. El poder presidencial y la bancada de legisladores del PRI en el Senado no se preocuparon antes por las ‘narcomantas’. Sólo hasta que éstas aparecieron con información muy precisa y puntual sobre la protección que gobernadores, militares y autoridades federales presuntamente brindaban al Chapo Guzmán y a sus socios, fue que los ‘narcomensajes’ comenzaron a ser considerados un problema de seguridad nacional.

En una de las mantas aparecidas en Reynosa, Tamaulipas, se leía: “Sr. Calderón: ‘guerra y ejecuciones seguirán, si tu gabinete sigue protegiendo a delincuentes como Joaquín Guzmán, Ignacio Coronel, La Familia, Oscar Valencia e Isamel Mayo Zambada”.

En San Luis Potosí mantas con nombres y apellidos de generales del Ejército fueron colgadas en cuatro avenidas que conducen a la zona industrial del estado.

En Tabasco también aparecieron cuatro mantas con leyendas que aluden a la supuesta protección de las autoridades estatales a los cárteles del Chapo Guzmán, El Mayo Zambada y Los Michoacanos.

En una de ellas se afirmaba que los gobiernos de Roberto Madrazo, Manuel Andrade y Andrés Granier, todos priistas, han otorgado protección a esos cárteles.

Y en el mismo tono aparecieron ‘narcomantas’ en Jalisco, Coahuila, Sonora, Campeche, Zacatecas, Veracruz y Michoacán. Incluso en Yucatán se generó una ola de rumores, difundidos a través de Internet, sobre presuntos secuestros.

Los observadores de este fenómeno consideran que esta guerra de ‘narcomensajes’ forma parte de una contraofensiva de los hermanos Beltrán Leyva, exsocios del Chapo Guzmán, y también del cártel del Golfo y de Los Zetas para fortalecerse mediante la estrategia más antigua de todas: el miedo y la delación.

Estamos ante otra fase de la guerra desatada por el crimen organizado. Se trata de una campaña de rumores, de pánico, de ‘contrainformación’ y de delaciones. Y lo que los ciudadanos reclaman no es simplemente una condena, sino información y hechos que contrarresten el éxito de las ‘narcomantas’.

Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx


Kikka Roja

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