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martes, 20 de enero de 2009

Oposición racional: Agustín Basave

Oposición racional
Agustín Basave
19-Ene-2009

El defecto de la democracia es que incentiva a medio país para desear que le vaya mal al país entero. Me explico: los líderes de la oposición en los regímenes parlamentarios y en los presidenciales bipartidistas o de balotaje, que representan a poco menos de 50% de la gente (en los pluripartidistas sin segunda vuelta pueden representar a la mayoría), pugnan por que el gobierno fracase para ganar las siguientes elecciones. Desde luego que hay excepciones que confirman la regla. Pienso en casos como el del partido opositor Fine Gael en Irlanda, que en 1987 y ante una situación crítica decidió apoyar el proyecto económico del su rival histórico, el gobernante Fianna Fáil. Pero la perversidad de la lógica democrática a la que aludo no tardó en poner las cosas en su lugar: Alan Dukes, jefe de la oposición, colaboró a la gestación del milagro económico irlandés pero cavó su propia tumba. Poco tiempo después habría de nacer el famoso Tigre Celta y habría de morir la carrera de un político brillante.

La democracia moderna es inconcebible sin partidos políticos que se disputen el poder. Esa lucha tiene un efecto positivo, porque ofrece opciones, genera equilibrios y pone a prueba planes y programas perfectibles. No es inusual que quienes gobiernan se equivoquen y menos que incurran en actos de corrupción. Sin el contrapeso activo de la ideología, sin la conciencia crítica del adversario, los gobiernos democráticos cometerían más errores y serían más corruptos. Como he dicho en otros textos, el poder no es por naturaleza comedido sino expansivo, y tiende a ejercerse hasta el límite de lo contraproducente. Y uno de los responsables de hacer que a los poderosos les sea más costoso que benéfico el abuso de su fuerza es justamente la oposición.

Así, la función opositora es obviamente pertinente y útil. Pero llevarla a extremos de rechazo automático a todo cuanto proponga el contrario es caer en la irracionalidad. Es prácticamente imposible que todas las decisiones de un gobierno sean erradas —por más que a veces se hagan enormes esfuerzos en ese sentido— y por eso aun entre partidos némesis hay margen para el acuerdo. Entre la oposición sistemática y la oposición dócil existe un justo medio, que es el de la oposición racional y propositiva. Se evalúa la agenda legislativa y se rechaza lo rechazable con la misma firmeza con la que se acepta lo aceptable. En buena tesis ideológica, en la mayoría de las iniciativas se estará en contra y en unas cuantas se estará a favor, si bien en un caso y en otro se partirá de propuestas propias. Además de ayudar al país se ayuda a la causa partidaria, porque está visto que los opositores empedernidos alejan a los votantes tanto como los opositores desdibujados. El eterno “no” repele al centro electoral lo mismo en las épocas de vacas gordas que en las de vacas flacas.

En México hemos visto esa película varias veces. Los partidos de oposición que se han enfrentado al gobierno en la mayoría de los temas, pero que también han respaldado lo que consideran necesario, son los que han tenido mayores beneficios electorales. Hoy lo estamos constatando una vez más en las encuestas, donde el PRI va arriba de un PAN desgastado y de un PRD que es visto por la mayoría como el rijoso que se opone a casi todo. En la actual coyuntura, y de cara a 2012, el único escenario en que triunfaría la apuesta del ala radical perredista es en el que se conjuntara el derrumbe del país y la percepción de que el gobierno panista es el culpable y los priistas son sus cómplices. Porque si no hay una debacle, o si la hay pero la gente percibe que el presidente es víctima de factores externos, el ganón será el PRI. En cualquiera de esas circunstancias un extremismo opositor será juzgado como victimario y pagará el precio en las urnas. El PRD sólo podría tener posibilidades de ganar si cambiara su estrategia y se convirtiera en una oposición más racional y propositiva, pero para eso tendría que aceptar que la dignidad no excluye el realismo. En política, el corazón debe estar caliente pero la cabeza debe estar fría, especialmente cuando de responder agravios se trata. Una falta de legitimidad no se combate exitosamente con un exceso de indignación sin con la dosis justa de sagacidad.

Hasta aquí el cálculo para los partidos; ahora veamos lo que nos conviene a todos los mexicanos. Estamos empezando un año endiabladamente difícil, con condiciones socioeconómicas sumamente adversas. El escenario catastrófico no beneficiaría a nadie, ni siquiera a los radicales, porque en el mejor de los casos gobernarían sobre ruinas. Es el momento de forjar un pacto de unidad nacional para enfrentar la crisis, para cambiar la política económica y combatir a fondo la criminalidad y la corrupción; en otras palabras, para detonar el renacimiento de México. Por cierto, esa propuesta debería provenir de una oposición patriota e inteligente que sepa armonizar sus principios y su rentabilidad electoral con el interés de la nación.

El defecto de la democracia se mitiga con tres cualidades: amor a la Nación, sentido de Estado y generosidad de liderazgo. Si los actores políticos las tienen, los partidos seguirán deseando que les vaya mal a sus adversarios pero nadie buscará la ruina del país entero.

Homenaje. Murió el doctor Carlos Canseco, médico insigne, filántropo en el mejor sentido de la palabra, gran hombre. Por si sus otros méritos no bastaran, se dio tiempo para fundar el que está destinado a ser el mejor equipo de México: el Club de Futbol Monterrey.

abasave@prodigy.net.mx

El defecto de la democracia es que incentiva a medio país para desear que le vaya mal al país entero. Se mitiga con tres cualidades: amor a la Nación, sentido de Estado y generosidad de liderazgo. Si los actores políticos las tienen, nadie buscará la ruina del país entero.


kikka-roja.blogspot.com/

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