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miércoles, 8 de abril de 2009

Fidel Castro: Encuentro con Barbara Lee y otros miembros del Caucus Negro

Reflexiones de Fidel Castro
ENVIAN DE SOLIDARIDAD CON CUBA
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Encuentro con Barbara Lee y otros miembros del Caucus Negro
(El líder de la Revolución califica de magnífico su encuentro con varios congresistas de Estados Unidos que visitaron Cuba. La reunión duró 1 hora y 45 minutos. Afirma que el nuevo encuentro con el Caucus Negro adquirió para él, en lo personal, especial importancia).
La mañana estaba tempestuosa, húmeda, fría. Soplaban fuertes vientos y
el cielo estaba oscuro. No era un día primaveral, ni cálido.

Barbara deseaba visitar la ELAM, donde 114 jóvenes norteamericanos se
consagran al estudio de la Medicina.

El avión oficial que los trajo a Cuba había adelantado el viaje 24
horas; saldría a las dos de la tarde del martes, en lugar del miércoles.

No intenté reunirlos a todos pues no tengo espacio amplio para los
siete, más la traductora y el Ministro que los acompañaba. Le pedí me
visitara con dos legisladores más, designados por el grupo. Así pude
encontrarme con ella una vez más.

En esta ocasión las circunstancias han cambiado mucho. El Caucus Negro
Legislativo representa un sector de gran peso en Estados Unidos.

La larga lucha por la igualdad y la justicia social se iluminó con la
vida y el ejemplo de Martin Luther King, cuyo pensamiento y obra
cautiva hoy a millones de personas en el mundo y fue lo que a mi
juicio explica que un ciudadano negro, en un momento de profunda
crisis, alcanzara la presidencia de Estados Unidos.

De ahí que un nuevo encuentro con el Caucus Negro adquiriera para mí,
en lo personal, especial importancia. Conocía los detalles de su
estancia en Cuba por los compañeros que los atendieron durante la
visita, las ideas básicas de la organización congresional y las
opiniones de sus componentes.

Raúl me transmitió igualmente la magnífica impresión que le dejaron
durante el encuentro con ellos, que se prolongó durante casi cuatro
horas la noche de ayer lunes.

Cuando Barbara Lee llegó a la casa acompañada por Bobby Rush,
congresista demócrata por Illinois y Laura Richardson, por California,
junto al Ministro del CITMA, José Miyar Barrueco, que durante largos
años fue secretario del Consejo de Estado, eran las 11:35 de la
mañana; el cielo se había despejado y un sol radiante caía sobre el
patio. Me alegró realmente ver de nuevo a Barbara y tener la
posibilidad de saludar personalmente a Bobby y Laura, cuyos nombres ya
eran familiares por sus palabras en los encuentros con Raúl, Alarcón,
Bruno, Miyar y los familiares de los Cinco Héroes.

La reunión conmigo duró 1 hora y 45 minutos, según el reloj; en
realidad, medio minuto, si me atengo a la velocidad con que
transcurrió y el deseo de escucharlos.

Conté brevemente las experiencias vividas en dos años y siete meses de
internamiento hospitalario y las actividades a las que me dedico
ahora. Les expliqué lo aprendido en ese tiempo de reclusión obligada,
sobre todo, el gran interés por lo que acontecía en el mundo y de modo
especial en Estados Unidos, a medida que recopilaba noticias y me
concentraba en el estudio. Recordé que los había invitado para
escucharlos y comenzaba a olvidar lo que más me interesaba: conocer
sus opiniones. Fue reconfortante el interés y la profundidad con que
exponían sus puntos de vista, la sinceridad y calidad de sus palabras,
sencillas y profundas. Los tres reflejaban transparencia, orgullo por
sus tareas, su organización, su lucha y su país. Es evidente que
conocen a Obama y reflejan confianza, seguridad y simpatías hacia él.

Barbara está orgullosa de presidir el Caucus Negro, de participar
activamente en la política de su país con nuevos bríos y optimismo, de
su hijo varón, que estaba lejos de nacer cuando el triunfo de la
Revolución en Cuba, y de sus cinco nietos. Ella había votado en
solitario contra la guerra genocida de Bush en Irak. Fue una prueba
insuperable de valor político. Merece todos los honores.

Recuerda en especial a Dellums, que la trajo por primera vez a Cuba
cuando ella era su asistente y estuvieron conmigo en un cayo
conversando muchas horas. Ya no es legislador, me cuenta, pero es
alcalde de Oklahoma con lo que atiende una población de 400 mil
habitantes, y me habla también de la ex congresista que visitó Cuba
con Dellums que alcanza ya 98 años y envió efusivos saludos.

Laura es congresista en California, por el distrito de Long Beach;
habla con especial orgullo del puerto californiano, que me explica “es
el tercero del mundo”. En realidad no pude contener mi deseo de
bromear y teniendo en cuenta que es defensora activa del medio
ambiente le dije: “Laura, si el casquete polar antártico se derrite,
tu tercer puerto del mundo queda bajo el agua.” En el ambiente creado
no se disgustó lo más mínimo, continuó diciendo cosas interesantes.

Después habló Rush, el de más edad y experiencia de la delegación,
luchador radical en los primeros años, cuya vida ha sido un
crecimiento incesante de conocimientos políticos y humanos. Es miembro
del Comité de Energía y Comercio y del Subcomité de Comunicaciones e
Internet. Durante un lapso de 15 ó 20 minutos lo escuché sin
interrupción alguna. Explicó que en los primeros años leyó las obras y
escritos de importantes pensadores revolucionarios modernos, que
fueron el punto de partida para su ulterior maduración política a
través de la observación y la meditación de lo que ocurría en su país
y en el mundo. Menciona por sus nombres a Mandela, el Che y otras
personas extraordinarias que se sacrificaron por los demás. Como es
bastante generalizado en los líderes del Caucus Negro, los párrafos de
la Biblia son citados como lo hacía Martin Luther King para sostener
sus puntos de vista: “La palabra justicia en la Biblia se menciona en
dos mil ocasiones, casi tantas veces como la palabra amor”, me dice.
Habló de su salud, las batallas que libró por preservarla y sobrevivir
a una enfermedad cancerígena.

Conoce personalmente a Obama por haberlo tratado de cerca durante
años, en ocasiones incluso como adversario, expresando un alto y
sincero concepto de él; lo califica de persona honesta y buena que
desea ayudar al pueblo norteamericano.

Expresó admiración por los servicios de salud que se prestan en Cuba a
la población y los centros de investigación dedicados a la lucha
contra las enfermedades.

Podría escucharlo durante horas como manantial inagotable de
conocimiento y madurez.

Le hice una pregunta sobre el sentido de su afirmación: “Obama puede
mejorar las relaciones con Cuba, pero Cuba debe ayudar a Obama.”
Nosotros no éramos agresores ni amenazábamos a Estados Unidos. Cuba no
disponía de alternativa alguna que le permitiera tomar la iniciativa.
Partíamos de la seguridad de que sus palabras eran sinceras y lo
habíamos afirmado públicamente antes y después de su elección.
Expresábamos a la vez el criterio de que las realidades objetivas
eran, en Estados Unidos, más poderosas que las sinceras intenciones de Obama.

Finalmente le pregunté cuáles obras de las publicadas en inglés sobre
Martin Luther King eran las mejores en Estados Unidos y si estaban
traducidas al español. Me hablaron los tres de la trilogía de Taylor
Brecht como una de las más interesantes, entre ellas, “Cartas desde la
cárcel”. No estaban seguros sobre la traducción en español y
prometieron enviarme los materiales pertinentes.

Fue un magnífico encuentro.



Fidel Castro Ruz
Abril 7 de 2009

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