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viernes, 8 de mayo de 2009

“¡Maté al cerdo!”

“¡Maté al cerdo!”
Francisco Rodríguez
Indice Político

“El chiste es primo político del chisme”.
Jesús Reyes Heroles (el verdadero)

LA BROMA ES vieja y ha sido personificada por los más disímbolos personajes. Lo mismo Ronald Reagan que George Bush, igual Augusto Pinochet que Fidel Castro o Hugo Chávez. Que yo recuerde, en México, el co-estelar ha sido protagonizado sucesivamente por casi todos los inquilinos de Los Pinos desde Luis Echeverría a la fecha.
Hoy, por supuesto, en las marquesinas destaca la representación a cargo del ocupante de la residencia oficial, Felipe Calderón:
“Transitaba por una carretera Calderón a bordo de su Suburban azul marino conducida por su chofer. Súbitamente se les atraviesa un cerdo, el vehículo lo atropella y lo mata. Antes que practicar el hit & run, Calderón ordena al chofer que se detenga y que vaya a buscar el dueño del chancho y le diga:
“—Haiga sido como haiga sido, fue un accidente y, ni modo, maté al cerdo.
“Acto seguido, el chofer se va a buscar al dueño del cerdo. Después de tres horas y ante la exasperación del pasajero, regresa con una botella de anís en una mano, los zapatos en la otra, desfajado y despeinado.
“—¿Qué pasó? —le pregunta Calderón, temiendo lo peor.
“—Ni yo entiendo, señor. No sé. Simplemente cuando llegué les dije a los granjeros: “Soy el chofer de Calderón y acabo de matar al cerdo”. Entonces estallaron en gritos de júbilo. El granjero me dio una botella de anís. Su mujer me dio de comer. Y la hermosa hija de ambos me hizo el amor salvajemente, mientras todos no dejaban de felicitarme…”
De data antigua, lo más probable es que usted ya conociera alguna de las versiones de este chiste que hoy viene a cuento por la ardorosa defensa que de los gorrinos hizo hace un par de días el propio señor Calderón, metiéndose entre pecho y espalda sendos tacos de sabrosas carnitas al estilo de su tierra, Michoacán, lo que por obligación, más que por cortesía, hizo también la comitiva de invitados e integrantes de la que es llamada “de prensa”.
Y es que con la influenza de muchas formas bautizada, la mala fama del cerdo se acrecentó. A grado tal que, sin deberla ni tenerla, los que han sido criados en Egipto fueron inmediatamente condenados a muerte en un juicio sumarísimo que, otra vez, ni chance le dio de decir oink, oink.
Mala fama, además, porque las autoridades sanitarias mexicanas dejaron correr la especie de que una granja porcícola en el Valle de Perote, en Veracruz, fue el foco de la infección, lo que ha sido desmentido hasta por el think tank estadounidense de inteligencia geoestratégica Stratfor, que lo ubica en Carolina del Norte, Iu-es-éi, donde habría aparecido desde 1998… precisamente en una granja productora en serie de cerdos.
Desaparecido de la escena política desde el inicio de la emergencia decretada por la fallida Administración calderonista, el titular de la secretaría de largo nombre y cortos resultados –Agricultura…— Alberto Cárdenas, también se echó al buche uno de nana y dos de nenepil.
No dejó de ser lo anterior un típico ejemplo de política chicharronera. Presionados por la poderosa industria ganadera, los “estrategas” de Los Pinos llevaron a Calderón a su tierra natal, sólo a comer carnitas de cerdo, que quizá en realidad eran de atún (más higiénicas, igual de sabrosas, se los dice un glotón). Apoyo a los grandes empresarios, pues.
Mientras, los pequeños porcicultores, llamados de traspatio, han sido dejados a su suerte.
Y es que, debido a la ausencia de credibilidad en las palabras de las llamadas “autoridades” sanitarias y, más arriba, en la de sus jefes jerárquicos, nadie cree en el espotiza que desvincula a las piaras de la responsabilidad de la epidemia. En tal virtud, esta rama de la ganadería también se ha desplomado y hoy mismo requiere de apoyos por 2 mil 500 millones de pesos, a fin de liberar un millón de cerdos que no se han podido vender.
La pregunta a la Administración es si tiene o no esos recursos. Más aún, si los pondrá a disposición de esa industria pecuaria ¿o su titular sólo se limitará a comer tacos de carnitas para la photo op?
En fin. Que iban Calderón y su conductor Córdoba Villalobos por la carretera que, les dijeron, llevaba a “vivir mejor”. Y de repente mataron no a un cerdo, sino a toda la piara nacional…
No habrá granjero, eso sí, que les dé botella alguna. Ni siquiera de anís.
Indice Flamígero: ¿Triquinelosis instantánea? El brote surgió hace dos días en el estado de Michoacán. La primera víctima cuyo cerebro fue infestado de larvas o nemátodos del género Trichinella declaró la guerra verbal a Argentina, China y Haití. En el primer caso, acusó al gobierno de Cristina Fernández de no saber controlar una epidemia de dengue. En cuanto al gobierno ahora encabezado por Hu Jintao, de haber ocultado los estragos de SARS y gripe aviar. Al de Rene Preval, de tener un pueblo “muerto de hambre”. El contagio es grave. Afecta también a quienes le rodean. Urge que el portador del virus se quede sin abrir la boca y encerrado en Los Pinos los próximos cuatro años por lo menos.

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