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viernes, 8 de mayo de 2009

Suiza lava el honor de Catherine Repond "la última bruja" quemada en la hoguera

Suiza lava el honor de la última bruja quemada en la hoguera
Catherine Repond, alias Catillon, fue ejecutada en 1731 tras ser condenada a muerte por brujería, pero según varios historiadores, la víctima confesó bajo la tortura y se trató de un asesinato judicial.
El Universal
Ginebra Viernes 08 de mayo de 2009
07:42 La última mujer quemada en la hoguera en Suiza acusada de "brujería" fue rehabilitada hoy moralmente por el Gran Consejo (Parlamento cantonal) de Friburgo, que mediante una declaración solemne limpió su memoria.

Catherine Repond, alias Catillon, fue ejecutada en 1731 tras ser condenada a muerte por brujería, pero según varios historiadores, la víctima confesó bajo la tortura y se trató de un asesinato judicial, organizado por el poder oligárquico de la época para callar a una mujer que sabía demasiado sobre importantes personajes y sus tráficos, entre ellos el de falsificación de moneda. La devolución del honor a Catillon fue promovida por dos diputados cantonales, Jean Pierre Dorand, historiador, y Daniel de Roche, quienes debieron conformarse con la reparación moral para la víctima y no pudieron lograr una rehabilitación jurídica. Y es que, desde el punto de vista legal, la creación del Estado liberal de derecho en 1831 representó una ruptura definitiva con el Antiguo Régimen.

Por 69 votos a favor, 21 en contra y 8 abstenciones, los diputados cantonales adoptaron la resolución, no vinculante desde el punto de vista legal, con la oposición de los grupos políticos de derecha UDC y PLR, que consideraron que "más vale ocuparse de los problemas de nuestro tiempo". Esta rehabilitación moral abarca no sólo a la última supuesta "bruja" y a otras acusadas del mismo crimen, sino también a todas las víctimas del Antiguo Régimen, como homosexuales, minorías religiosas, presos políticos y a todos aquellos que confesaron debido a la tortura. La historiadora Josiane Ferrari-Clement, autora de un libro sobre Catillon, defiende la tesis de que los patricios locales querían deshacerse de un personaje incómodo, que sabía todo sobre el tráfico de moneda falsa.

Nacida en 1663, Catillon habitaba en el pueblecito de Villarvolard, que domina el lago de la Gruyere, donde llevaba una existencia bohemia y vivía sobre todo de la mendicidad. Relacionada con ambientes poco claros y con mala reputación -al parecer entró en contacto con la banda que falsificaba moneda- nada en la vida de Catillon podía justificar -según la historiadora- que en su juicio por "brujería" los testigos la acusaran de todo tipo de males, desde que agriaba la leche hasta que estropeaba el queso o hacía enfermar al ganado.

Como ejemplo de lo que llegaba a decirse de ella, el beato Nicolas de Montenach, magistrado de Corbieres, la encerró en el calabozo en mayo de 1731 y la acusó de haberse convertido en zorro. Y es que el otoño anterior, estando de caza, él mismo había herido a uno en la pata, y Catillon tenía un pie en muy mal estado. A pesar de las explicaciones de la mujer de que una familia a la que había pedido albergue la había pegado un tiro por la noche, el magistrado no la creyó: la herida se debía al disparo contra el zorro.

Sometida a torturas, Catherine Repond confesó todo lo que sus verdugos querían oír: que asistía a ritos sabáticos, que bailaba con los demonios, que se había entregado al diablo en varias ocasiones, hasta que fue estrangulada y después quemada en septiembre de 1731, a la edad de 68 años. Los archivos citados por la historiadora narran que durante los interrogatorios Catillon no cesó de exponer hechos que no eran tomados en consideración, incluso se atrevió a acusar a un cura de haberla violado. Y durante el proceso, acusó concretamente a un tal Jacques Bouquet, un curandero que era el padre de dos hijos de su hermana, de haber instalado una estufa para fundir el metal con el que se hacía la moneda falsa. La historiadora asegura que los jueces hicieron oídos falsos a todo porque tenían miedo. Sabían que Catillon tenía relaciones entre el patriciado de Friburgo.

Incluso se cree que había notables que estaban implicados en esa red de falsificadores que llegaría hasta Francia, por lo que todo era comprometedor, y de ahí que la acusaran de brujería. Kathrin Utz Tremp, colaboradora científica de los Archivos del Estado, ha estudiado las actas del proceso de Catherine Repond, y afirma que durante su proceso, Catillon fue interrogada al menos trece veces, y desde la tercera vez fue sometida a la tortura. Entre otras, era colgada de una cuerda y luego le ataban a los pies pesos cada vez mayores, desde 25 hasta los 50 kilos, lo que era un método de tortura habitual. "En esas condiciones, yo también confesaría que soy una bruja, aunque ni siquiera crea en la brujería", afirma la experta.

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