Brasil crea nueva compañía estatal de petróleo
Alfredo Jalife-Rahme
Foto Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil, durante la 98 sesión de la Organización Internacional del Trabajo, que se llevó a cabo en Suiza el pasado 15 de junio Foto Ap
Prosigue la rebelión de los países productores de petróleo llamados independientes, como Brasil y Rusia, frente al férreo control del mercado por la dupla anglosajona.
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, durante su visita a Angola (potencia africana energética y mineral en ascenso), fustigó: el mercado petrolero no debe depender de una sola economía (RIA Novosti, 26/6/09), en clara alusión al oligopolio de las trasnacionales anglosajonas, protegidas por las bombas nucleares de Estados Unidos, por lo que urgió a cambiar la forma en que se cotiza el oro negro.
No estamos descubriendo los lazos portugueses entre Brasil y Angola (que acaba de ingresar a la OPEP), pero los productores de petróleo, sean independientes o de la OPEP, en pleno conocimiento de que concluyó la era del petróleo barato, han adoptado inteligentes políticas graduales de recuperación de los recursos energéticos, que preserven sus intereses nacionales.
En esta coyuntura, favorable a los productores de hidrocarburos, los caminos que han escogido el México neoliberal, en plena decadencia, y Brasil, son diametralmente opuestos: mientras la reforma energética calderonista-beltronista se desprende de forma masoquista del último patrimonio que le queda para entregar los pletóricos yacimientos en las aguas profundas del Golfo de México a las trasnacionales anglosajonas, el gobierno de Lula ha optado por recuperar la explotación de sus riquísimos yacimientos en el Atlántico sur.
No es casual que los gobiernos entreguistas neoliberales priístas y panistas –desde Miguel de la Madrid Hurtado, pasando por Salinas, Zedillo y Fox, hasta Calderón– hayan llevado a México a la mediocridad ininterrumpida y al borde de la desintegración desde hace 27 años, mientras el gobierno del visionario Lula haya propulsado a Brasil como nueva potencia emergente del planeta.
Mientras México desnacionaliza a Pemex, Brasil desprivatiza sus hidrocarburos.
Jonathan Wheatley, reportero de The Financial Times (11/6/09), rotativo neoliberal y portavoz de los intereses petroleros anglosajones, alerta: el gobierno brasileño prepara una legislación que impondrá nuevas regulaciones (sic) para explotar enormes reservas pre-sal en el mar, descubiertas en 2007, que son tan significativas como las del mar del Norte en la década de 1970.
El comunicador británico señala que la legislación propuesta ha causado alarma (¡súper sic!) entre varios (sic) de la industria, que temen que pueda estar abierta a la interferencia política y que le proporcione una ventaja injusta (¡súper sic!) a Petrobras. ¿Ventaja injusta? Salió a flote la inocultable mentalidad depredadora de las petroleras anglosajonas.
Las tres propuestas legislativas serán presentadas al Congreso de un momento a otro para crear una nueva empresa petrolera 100 por ciento controlada por el gobierno para tener la propiedad (¡súper sic!) de los yacimientos y otorgar concesiones mediante acuerdos de participación en la producción, bajo los cuales las trasnacionales darían al gobierno parte del petróleo que producen.
Lo más sobresaliente: el gobierno brasileño crea un fondo para canalizar las ganancias de los yacimientos al gasto social. Jonathan Wheatley, quizá obnubilado por su aflicción, no dice que la nueva empresa, 100 por ciento estatal, se llamará Petrosal.
Quedaría así atrás la modalidad depredadora de las concesiones previas de corte neocolonial, que practicó en forma apátrida el presidente neoliberal Fernando Henrique Cardoso, en las que las trasnacionales se apoderan de todo (sic) el petróleo que descubren.
Brasil cometió la imprudencia de otorgar varias concesiones bajo el anterior esquema neocolonial y casi (sic) todas están controladas por Petrobras, en asociación con las trasnacionales. Jonathan Wheatley asegura que la nueva legislación no afectará esas concesiones. Entonces, ¿qué más quieren las trasnacionales anglosajonas?
Según fuentes oficiales del gobierno brasileño, el anterior otorgamiento de concesiones, con el viejo esquema neocolonial, podría representar más de 50 mil millones de barriles de petróleo (el equivalente al tesoro de la dupla Calderón-Beltornes).
Las trasnacionales anglosajonas nunca están conformes y desean maximizar las ganancias apoderándose, de ser posible, de todos los yacimientos de hidrocarburos de Brasil, lo cual no será más factible con la creación de Petrosal.
Nunca es tarde para arrepentirse y rectificar, y ahora el gobierno de Lula, con Petrosal, le da la vuelta a Petrobras, controlada nominalmente por el gobierno, pero alrededor (sic) de 60 por ciento de su capital se encuentra en las manos de inversionistas privados (entre ellos George Soros, el megaespeculador con disfraz de filántropo y demócrata).
El gobierno de Lula crea una nueva empresa, que asegura la propiedad para el Estado brasileño de los yacimientos pre-sal no concesionados, se lamenta Jonathan Wheatley, quien juzga que la nueva estructura se basa en la de Noruega, donde Petoro, controlada totalmente por el Estado, vigila la industria en la que StatoilHydro, controlada por el Estado pero con inversionistas privados, juega un papel dominante.
Jonathan Wheatley apunta que las autoridades brasileñas aceptan que las nuevas regulaciones (sic) seguirían el modelo noruego, que incluye medidas que permiten a la nueva empresa estatal brasileña otorgar concesiones sin necesidad de colocarlas en subasta, lo cual es percibido como un movimiento que protege a Petrobras de ser exprimida (sic) por competidores (sic) foráneos más ricos.
La subasta de lotes comenzaría el año entrante, y Jonathan Wheatley pone en relieve un comentario travieso de Edson Lobao, ministro de Minas y Energía, quien exhortó a las trasnacionales a preparar sus reservas de Tesorería, lo que no le ha complacido mucho a la industria anglosajona, que ha sido tomada por sorpresa en medio del tsunami financiero global. ¿Le abre Brasil la puerta a China, superdotada de reservas de divisas, para la explotación conjunta de su petróleo pre-sal?
Jonathan Wheatley reporta la preocupación (¡súper sic!), para no decir desolación, de Eric Smith, portavoz melancólico de Tulane Energy Institute, con sede en Nueva Orléans, quien no se muerde la lengua al apostar a la alta probabilidad de que exista mucho menor transparencia en Brasil que en Noruega, lo cual permitiría la interferencia política y los favores.
Stratfor (22/6/09), muy cercano al Pentágono y a Israel, festeja que Brasil no cayó en la trampa de la franca nacionalización, a diferencia de sus vecinos.
Stratfor asevera que Petrosal evitará competir en la exploración y extracción con Petrobras y actuará como una cámara de compensación para la puja de contratos y el proceso de pagos, cuyo principal propósito consistirá en crear un fondo social de inversiones para combatir los problemas sociales de Brasil ¡Todo lo contrario de Pemex!
No está mal como punto de partida: empezó la desprivatización del petróleo brasileño.
kikka-roja.blogspot.com/
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, durante su visita a Angola (potencia africana energética y mineral en ascenso), fustigó: el mercado petrolero no debe depender de una sola economía (RIA Novosti, 26/6/09), en clara alusión al oligopolio de las trasnacionales anglosajonas, protegidas por las bombas nucleares de Estados Unidos, por lo que urgió a cambiar la forma en que se cotiza el oro negro.
No estamos descubriendo los lazos portugueses entre Brasil y Angola (que acaba de ingresar a la OPEP), pero los productores de petróleo, sean independientes o de la OPEP, en pleno conocimiento de que concluyó la era del petróleo barato, han adoptado inteligentes políticas graduales de recuperación de los recursos energéticos, que preserven sus intereses nacionales.
En esta coyuntura, favorable a los productores de hidrocarburos, los caminos que han escogido el México neoliberal, en plena decadencia, y Brasil, son diametralmente opuestos: mientras la reforma energética calderonista-beltronista se desprende de forma masoquista del último patrimonio que le queda para entregar los pletóricos yacimientos en las aguas profundas del Golfo de México a las trasnacionales anglosajonas, el gobierno de Lula ha optado por recuperar la explotación de sus riquísimos yacimientos en el Atlántico sur.
No es casual que los gobiernos entreguistas neoliberales priístas y panistas –desde Miguel de la Madrid Hurtado, pasando por Salinas, Zedillo y Fox, hasta Calderón– hayan llevado a México a la mediocridad ininterrumpida y al borde de la desintegración desde hace 27 años, mientras el gobierno del visionario Lula haya propulsado a Brasil como nueva potencia emergente del planeta.
Mientras México desnacionaliza a Pemex, Brasil desprivatiza sus hidrocarburos.
Jonathan Wheatley, reportero de The Financial Times (11/6/09), rotativo neoliberal y portavoz de los intereses petroleros anglosajones, alerta: el gobierno brasileño prepara una legislación que impondrá nuevas regulaciones (sic) para explotar enormes reservas pre-sal en el mar, descubiertas en 2007, que son tan significativas como las del mar del Norte en la década de 1970.
El comunicador británico señala que la legislación propuesta ha causado alarma (¡súper sic!) entre varios (sic) de la industria, que temen que pueda estar abierta a la interferencia política y que le proporcione una ventaja injusta (¡súper sic!) a Petrobras. ¿Ventaja injusta? Salió a flote la inocultable mentalidad depredadora de las petroleras anglosajonas.
Las tres propuestas legislativas serán presentadas al Congreso de un momento a otro para crear una nueva empresa petrolera 100 por ciento controlada por el gobierno para tener la propiedad (¡súper sic!) de los yacimientos y otorgar concesiones mediante acuerdos de participación en la producción, bajo los cuales las trasnacionales darían al gobierno parte del petróleo que producen.
Lo más sobresaliente: el gobierno brasileño crea un fondo para canalizar las ganancias de los yacimientos al gasto social. Jonathan Wheatley, quizá obnubilado por su aflicción, no dice que la nueva empresa, 100 por ciento estatal, se llamará Petrosal.
Quedaría así atrás la modalidad depredadora de las concesiones previas de corte neocolonial, que practicó en forma apátrida el presidente neoliberal Fernando Henrique Cardoso, en las que las trasnacionales se apoderan de todo (sic) el petróleo que descubren.
Brasil cometió la imprudencia de otorgar varias concesiones bajo el anterior esquema neocolonial y casi (sic) todas están controladas por Petrobras, en asociación con las trasnacionales. Jonathan Wheatley asegura que la nueva legislación no afectará esas concesiones. Entonces, ¿qué más quieren las trasnacionales anglosajonas?
Según fuentes oficiales del gobierno brasileño, el anterior otorgamiento de concesiones, con el viejo esquema neocolonial, podría representar más de 50 mil millones de barriles de petróleo (el equivalente al tesoro de la dupla Calderón-Beltornes).
Las trasnacionales anglosajonas nunca están conformes y desean maximizar las ganancias apoderándose, de ser posible, de todos los yacimientos de hidrocarburos de Brasil, lo cual no será más factible con la creación de Petrosal.
Nunca es tarde para arrepentirse y rectificar, y ahora el gobierno de Lula, con Petrosal, le da la vuelta a Petrobras, controlada nominalmente por el gobierno, pero alrededor (sic) de 60 por ciento de su capital se encuentra en las manos de inversionistas privados (entre ellos George Soros, el megaespeculador con disfraz de filántropo y demócrata).
El gobierno de Lula crea una nueva empresa, que asegura la propiedad para el Estado brasileño de los yacimientos pre-sal no concesionados, se lamenta Jonathan Wheatley, quien juzga que la nueva estructura se basa en la de Noruega, donde Petoro, controlada totalmente por el Estado, vigila la industria en la que StatoilHydro, controlada por el Estado pero con inversionistas privados, juega un papel dominante.
Jonathan Wheatley apunta que las autoridades brasileñas aceptan que las nuevas regulaciones (sic) seguirían el modelo noruego, que incluye medidas que permiten a la nueva empresa estatal brasileña otorgar concesiones sin necesidad de colocarlas en subasta, lo cual es percibido como un movimiento que protege a Petrobras de ser exprimida (sic) por competidores (sic) foráneos más ricos.
La subasta de lotes comenzaría el año entrante, y Jonathan Wheatley pone en relieve un comentario travieso de Edson Lobao, ministro de Minas y Energía, quien exhortó a las trasnacionales a preparar sus reservas de Tesorería, lo que no le ha complacido mucho a la industria anglosajona, que ha sido tomada por sorpresa en medio del tsunami financiero global. ¿Le abre Brasil la puerta a China, superdotada de reservas de divisas, para la explotación conjunta de su petróleo pre-sal?
Jonathan Wheatley reporta la preocupación (¡súper sic!), para no decir desolación, de Eric Smith, portavoz melancólico de Tulane Energy Institute, con sede en Nueva Orléans, quien no se muerde la lengua al apostar a la alta probabilidad de que exista mucho menor transparencia en Brasil que en Noruega, lo cual permitiría la interferencia política y los favores.
Stratfor (22/6/09), muy cercano al Pentágono y a Israel, festeja que Brasil no cayó en la trampa de la franca nacionalización, a diferencia de sus vecinos.
Stratfor asevera que Petrosal evitará competir en la exploración y extracción con Petrobras y actuará como una cámara de compensación para la puja de contratos y el proceso de pagos, cuyo principal propósito consistirá en crear un fondo social de inversiones para combatir los problemas sociales de Brasil ¡Todo lo contrario de Pemex!
No está mal como punto de partida: empezó la desprivatización del petróleo brasileño.
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