Acentos
Pablo Gómez
2009-09-11•Acentos
El proyecto fiscal del gobierno para 2010 no toma en cuenta la economía sino sólo, superficialmente, las finanzas públicas. El análisis que está detrás de la propuesta oficial parte del supuesto de que al balancear otra vez el ingreso-gasto federal todo quedará arreglado. Falso.
No existen proyectos económicos en el gobierno de Calderón. Es como si la economía no existiera, como si el gobierno no tuviera ninguna responsabilidad en la marcha de la producción y en el empleo. Y ese mismo gobierno le pide al Congreso que siga haciendo un desmadre en el sistema fiscal mexicano. En tiempo de recesión los impuestos no deben subir, pero Calderón entiende todo al revés.
Ahora bien, la principal propuesta es un engaño. Dice el gobierno que se debe establecer una “contribución” al gasto, con tasa de 2 por ciento, para invertir en Oportunidades y el Seguro Popular. Los impuestos no son “etiquetables”, es decir, no pueden tener un propósito definido en el gasto general. Ya lo ha dicho la Suprema Corte y así es el sistema impositivo moderno. Por ello, a este nuevo impuesto se le llama “contribución” (término genérico) como si la simple elección del nombre arrojara otro significado. Ese 2 por ciento no es constitucional en la forma en que se está planteando.
Además, esta tasa baja podría subir en el futuro. Es cosa de que ahora se apruebe y ya veremos después. Se trata de una manera engañosa de cobrar un pequeño IVA a los alimentos y las medicinas, además de aumentar la carga impositiva del IVA general. El mayor engaño es que se diga que es necesario financiar el gasto social, en especial el sistema asistencialista de Oportunidades. ¿De dónde han salido los recursos durante los 15 años de tal programa que se llamaba Progresa? Pues de la recaudación ordinaria, que para eso sirve, en parte. Y para eso mismo debe seguir sirviendo. Es una falsedad decir que no se aplicará el IVA en alimentos y, luego, contrabandear otro IVA con un nombre distinto. Y lo peor es que el gobierno declara que el gasto asistencialista no es solución de la pobreza pero propone un impuesto especial para cubrirlo.
Esto nos lleva al problema de fondo. Los regímenes especiales de tributación son inequitativos e injustos. Abolirlos sería la forma inmediata de arreglar un poco el malhecho y maltrecho sistema fiscal mexicano. Que paguen quienes eluden el sistema fiscal a través de normas nefastas o de maniobras toleradas. Que paguen también los evasores y que se acabe la complicidad corrupta del SAT con los “grandes contribuyentes”.
Esa sería la reforma fiscal inicial que desde hace muchos años hemos propuesto y no se ha querido aprobar. De nada serviría, además, seguir con parches mal colocados, como se ha hecho hasta ahora. La fiscalidad mexicana es la más complicada del mundo y, al mismo tiempo, la más ineficiente. Ahora se quiere que tengamos dos IVA cuando no podemos con uno solo.
Aumentar el impuesto al circulante es profundizar en un atraco que sólo se comete en México. Gravar con un nuevo impuesto la telefonía celular y el internet (que ya pagan IVA) es un asalto en despoblado cuando el gobierno ha permitido las altas tarifas actuales. En cuanto a los dos puntos de incremento en el impuesto sobre la renta, del 28 al 30 por ciento en la tarifa más alta (que nunca debió haber disminuido), de nada serviría si los ricos van a seguir evadiendo. El incremento del IEPS a la cerveza y los cigarrillos no ayudaría mucho aunque no hay argumentos para desaprobar los aumentos. Lo que no se dice es por qué esa reforma tiene que ser escalonada. Seguro que algunos riquísimos solicitaron la gradualidad: las dos cigarreras y las dos cerveceras.
México no quiere cambiar, según el gobierno y la clase dominante, claro está.
pgomez@milenio.comNo existen proyectos económicos en el gobierno de Calderón. Es como si la economía no existiera, como si el gobierno no tuviera ninguna responsabilidad en la marcha de la producción y en el empleo. Y ese mismo gobierno le pide al Congreso que siga haciendo un desmadre en el sistema fiscal mexicano. En tiempo de recesión los impuestos no deben subir, pero Calderón entiende todo al revés.
Ahora bien, la principal propuesta es un engaño. Dice el gobierno que se debe establecer una “contribución” al gasto, con tasa de 2 por ciento, para invertir en Oportunidades y el Seguro Popular. Los impuestos no son “etiquetables”, es decir, no pueden tener un propósito definido en el gasto general. Ya lo ha dicho la Suprema Corte y así es el sistema impositivo moderno. Por ello, a este nuevo impuesto se le llama “contribución” (término genérico) como si la simple elección del nombre arrojara otro significado. Ese 2 por ciento no es constitucional en la forma en que se está planteando.
Además, esta tasa baja podría subir en el futuro. Es cosa de que ahora se apruebe y ya veremos después. Se trata de una manera engañosa de cobrar un pequeño IVA a los alimentos y las medicinas, además de aumentar la carga impositiva del IVA general. El mayor engaño es que se diga que es necesario financiar el gasto social, en especial el sistema asistencialista de Oportunidades. ¿De dónde han salido los recursos durante los 15 años de tal programa que se llamaba Progresa? Pues de la recaudación ordinaria, que para eso sirve, en parte. Y para eso mismo debe seguir sirviendo. Es una falsedad decir que no se aplicará el IVA en alimentos y, luego, contrabandear otro IVA con un nombre distinto. Y lo peor es que el gobierno declara que el gasto asistencialista no es solución de la pobreza pero propone un impuesto especial para cubrirlo.
Esto nos lleva al problema de fondo. Los regímenes especiales de tributación son inequitativos e injustos. Abolirlos sería la forma inmediata de arreglar un poco el malhecho y maltrecho sistema fiscal mexicano. Que paguen quienes eluden el sistema fiscal a través de normas nefastas o de maniobras toleradas. Que paguen también los evasores y que se acabe la complicidad corrupta del SAT con los “grandes contribuyentes”.
Esa sería la reforma fiscal inicial que desde hace muchos años hemos propuesto y no se ha querido aprobar. De nada serviría, además, seguir con parches mal colocados, como se ha hecho hasta ahora. La fiscalidad mexicana es la más complicada del mundo y, al mismo tiempo, la más ineficiente. Ahora se quiere que tengamos dos IVA cuando no podemos con uno solo.
Aumentar el impuesto al circulante es profundizar en un atraco que sólo se comete en México. Gravar con un nuevo impuesto la telefonía celular y el internet (que ya pagan IVA) es un asalto en despoblado cuando el gobierno ha permitido las altas tarifas actuales. En cuanto a los dos puntos de incremento en el impuesto sobre la renta, del 28 al 30 por ciento en la tarifa más alta (que nunca debió haber disminuido), de nada serviría si los ricos van a seguir evadiendo. El incremento del IEPS a la cerveza y los cigarrillos no ayudaría mucho aunque no hay argumentos para desaprobar los aumentos. Lo que no se dice es por qué esa reforma tiene que ser escalonada. Seguro que algunos riquísimos solicitaron la gradualidad: las dos cigarreras y las dos cerveceras.
México no quiere cambiar, según el gobierno y la clase dominante, claro está.
kikka-roja.blogspot.com/
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