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viernes, 9 de octubre de 2009

Quema de libros

Quema de libros
Gabriela Rodríguez
Muy peligrosas señales aparecen estos días en nuestro medio. Las decisiones sobre el presupuesto y la reforma fiscal serán determinantes y, como no creo que se escuche a López Obrador en cuanto a su recomendación para quitar la mitad del salario a los altos funcionarios y subir los impuestos a los más ricos, hoy está en riesgo la calidad de la nutrición, la educación y la salud del resto de los ciudadanos de este decadente país. Además, quisiera llamar la atención sobre dos actos paralelos muy preocupantes: el nombramiento de un enemigo de los derechos humanos de las mujeres al frente de la Procuraduría General de la República, y la quema de libros en Guanajuato.

El nombramiento de Arturo Chávez Chávez como procurador general de la República es una burla a la ciudadanía, a las mujeres y a los mecanismos nacionales e internacionales de protección a los derechos humanos.

Chávez fue procurador y subprocurador de Chihuahua durante el mayor auge de casos de feminicidios en Ciudad Juárez, por tanto tenía la responsabilidad constitucional y legal de investigar, perseguir y consignar a los presuntos responsables de los asesinatos de mujeres. Se trata de quien optó por entorpecer las investigaciones por conducto de sus funcionarios de enlace con la CNDH, como señalaron las organizaciones feministas y de derechos humanos del país, y por lo cual la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y la Organización de las Naciones Unidas emitieron recomendaciones pidiendo desde su remoción hasta su enjuiciamiento por desacato. Pero, lejos muy lejos de actuar en el marco del derecho, Felipe Calderón lo propuso para el puesto y no sólo él, sino que todos los senadores y las senadoras del PAN, del PRI y del PVEM, presentes en la sesión del pasado 24 de septiembre, votaron en favor de su nombramiento porque valoraron que cumple los requisitos de elegibilidad exigidos en la Constitución. En este caso, las izquierdas estuvieron a la altura de las circunstancias: todas y todos los senadores del PRD, de Convergencia y del PT votaron en contra. Destacan los argumentos de Pablo Gómez, quien explicó que no cubre el requisito de persona de gran prestigio exigido, no garantiza independencia respecto de las órdenes presidenciales, y que durante su gestión se torturó a los detenidos.

Hasta hoy está visto que la perspectiva de derechos humanos y de género, sólo en el caso de las izquierdas, es más que un discurso entre legisladores y gobernantes y ha sido una política pública, muy evidente en las últimas tres administraciones de la ciudad de México. El género es una perspectiva que no perdona las desigualdades sociales, de ahí su fuerza para los proyectos alternativos de nación. También por ello las derechas han ido erosionando su presencia en diferentes instancias, en las reformas constitucionales anti-aborto, en las políticas de salud, en los programas educativos. Los nuevos libros de primaria acaban de dar un paso atrás de gravedad al respecto.

Dos personajes particularmente conservadores y antigénero hoy forman parte de la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos de la nueva Cámara de Diputados: Reyes Tamez Guerra y Paz Gutiérrez Prieto de Fernández Cueto. Cuando el primero fue secretario de Educación se hizo necesario cabildear para evitar que desaparecieran los contenidos de educación sexual en los libros de texto. En cuanto a la señora de Fernández Cueto, ella es autora de un texto paralelo de Ciencias I, publicado el año pasado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el cual la ignorancia llega al grado de abordar la categoría de género como sinónimo de complementariedad sexual, entre otras afirmaciones moralinas y anticientíficas.

En estos días corría el rumor de que la nueva diputada pretende dirigir el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género en la misma Cámara, con lo cual el centro transformaría su misión para contribuir al atraso de las mujeres. Pero ella no ha ganado todas las batallas, y como este año su libro ya no se va a distribuir por conducto de la SEP ante la impugnación de las organizaciones, ahora en Guanajuato les dio por quemar los libros oficiales que se basan en el conocimiento científico.

La quema de libros de educación sexual es el peor de los signos. El pasado 4 de octubre la señora regidora de León, Hortencia Orozco Tejada, junto con afiliadas de la Coalición Ciudadana por la Familia y la Vida (Cofavi), así como la presidenta de Suma tu Voz, Lourdes Cázares, deshojaron ejemplares de libros de biología del primer grado de secundaria de la SEP, los cuales arrojaron a una tina de metal y les prendieron fuego.

¡Cuánto ha avanzado el mundo: en la Edad Media me habrían quemado a mí!, exclamó Sigmund Freud, al enterarse que habían quemado sus obras. Es un acto represor emblemático: Diocleciano quemó los libros de alquimia en el año 292; textos paganos se destruyeron en el año 367 para integrar el Nuevo Testamento; en México la Inquisición quemó manuscritos mayas; los nazis quemaron libros de autores judíos en 1933; miles de libros de política se quemaron en Chile en 1986, bajo las órdenes de Pinochet. Y no olvidamos la quema de los discos de John Lennon, después de que declaró en 1966 que Los Beatles eran más populares que Jesucristo. Tal como escribió el destacado escritor alemán Heinrich Heine en 1821: Ahí donde se queman libros se acaba quemando también a seres humanos.

gabriela.afluentes@gmail.com

kikka-roja.blogspot.com/

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