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lunes, 16 de enero de 2012

Los grandes pendientes: Rafael Loret de Mola

http://elmanana.com.mx/notas.asp?id=269007
Desafio
Rafael Loret de Mola
Los grandes pendientes

Cuando el foxismo triunfó, pregunté al mandatario electo -agosto de 2000-, cómo le iba a hacer para emprender el cambio estructural prometido con tantas vertientes y tantas aristas; además, era evidente que un importante sector de la prensa le cuestionaba ya, sin que hubiese accedido a la Presidencia aún, un quehacer de estadista y el cumplimiento de las promesas emitidas. Al respecto, Vicente Fox me ofreció dos salidas:

- Lo primero -me dijo- es asegurar la vida democrática del país. Cuando actuemos en democracia los conflictos en el país irán desapareciendo en cada uno de los renglones.

Luego, agregaría con tono socarrón:

- De las críticas no me preocupo porque en los medios nacionales tengo tres grandes aliados y con eso me basta.


Supuse, y creo que bien, que el referente llegaba a las dos principales cadenas de televisión privada y alguno de los cotidianos que aunque se dicen independientes no podrían sobrevivir sin las subvenciones -o los "chayotes" para decirlo coloquialmente- del poder público. Eso alegó y luego no actuó como se esperaba marginándose incluso de las tareas legislativas -el primer magistrado tiene el derecho y el deber de introducir iniciativas de reformas al Congreso para su discusión y, en su caso, aprobación-, con el pretexto de que no podía contrarrestar "el freno" que representaba la oposición, en mayoría sumando a las bancadas, que detenían y archivaban cuanto enviaba el Ejecutivo. No hubo el mínimo interés por romper el cerca, acercarse a las facciones disidentes e incluso negociar con ellas escuchando sus diversos puntos de vista y acordando incorporar algunas de sus propuestas. El dogma era el todo o nada en cada uno de los bandos.

Hasta allí llegó el vano intento de democratización de aquella administración cuyos saldos fueron rojos en lo social y lo político. No hubo, a diferencia de los sexenios precedentes aun cuando tal no les exculpe de sus pecados, ninguna intención siquiera por elevar la vida democrática del país, modificando las reglas del juego electoral por ejemplo y asegurando una verdadera autonomía de los órganos rectores de los procesos, bien sabemos ahora porqué, ni se dio paso alguno en este sentido. De plano, en 2006, los comicios se llevaron a cabo bajo las mismas dogmas legadas por el priismo hegemónico, sin ninguna enmendadura ni parche alguno, lo que favoreció, naturalmente, la causa del continuismo con el desaseo conocido y la consiguiente burla a los electores.

(Por ejemplo, en un régimen parlamentario como el español, Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo oficialmente un porcentaje paralelo al del "triunfador" de la justa comicial, alrededor del 35 por ciento de los votos y sólo medio punto abajo, hubiera permanecido como jefe de la oposición y necesario contrapeso a las acciones del gobierno calderonista; y no ser simple provocador itinerante, en fase de misionero-candidato, sin otra aportación que sus desplantes).

Tenemos, por tanto, que la democratización, paralizada hasta hoy -las pequeñas modificaciones fueron más para cobrarle afrentas a los antiguos consejeros del IFE, encabezados por el torpe y oportunista Luis Carlos Ugalde, removiéndolos, que para consolidar a las instituciones responsables y elevar las garantías a una ciudadanía cada vez más explicablemente escéptica y quisquillosa. Desde luego, por lo visto, a Calderón le gusta jugar con las mismas cartas hasta para intentar, al estilo de sus operarios, los mismos de hace seis años, una remontada en las encuestas a punta de golpes bajos, slogans inductivos e incluso un arsenal de libros sobre intimidades e infidelidades más propio de las revistas del corazón y de las sociedades dominadas por una "glamorosa" aristocracia.

No ha habido más, mientras se ejercita la represión de manera desproporcionada, con sesenta mil víctimas inocentes de acuerdo a estadísticas extraoficiales -las del Ejecutivo restan quince mil-, ni siquiera como consecuencia del penoso litigio postelectoral que terminó con el vergonzoso dictamen del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal que, aunque reconoció las conductas ilegales del entonces presidente Fox, los empresarios y los dirigentes del partido en el poder, consideró que tales no habían sido "determinantes" para el cómputo final como si éste hubiese sido tan amplio como para no dudar de la tendencia mayoritaria. El indecoro permanecerá, por siempre, como el mayor estigma para una derecha que fue capaz en el siglo XIX de irse a buscar un monarca a Austria. Están estacionados en la misma línea.

Como no avanzó la democracia, tenemos un proceso rebosante de candados, sanciones y tendenciosos comportamientos. De allí las acusaciones, más viscerales que serias, sobre desviaciones superficiales de los postulantes -por ejemplo, en el caso de Josefina Vázquez Mota-, que elevan las sospechas sobre una conjura de alto nivel para asegurarle las espaldas al saliente Calderón con cargo a nuestra ya desfondada soberanía. Insisto: sólo Ernesto Cordero tendría que responderle a su progenitor político y, por ello, ya desde ahora, se asume que el proceso interno en el PAN no será reflejo de las encuestas "generales"... esto es como si las elecciones de julio próximo sólo la fueran a decidir los militantes y adherentes del partido gobernante. ¿Tiene esto algún sentido democrático?

De hecho, como están las cosas, el retroceso en la materia es palpable. Incluso la guerra en las cúpulas empresariales y entre medios de comunicación nacionales -los viejos aliados del foxismo- tienden a crear un ámbito de creciente descomposición, como ya habíamos señalado, con el único propósito de manipular al colectivo y atraparlo en las campañas inductivas, e insidiosas, de los grandes señores del marketing político, sobre todo los de importación que también se han colado al PRD y al PRI, como si México fuera simplemente una subsidiaria de la derecha española o de los intervensionistas yanquis. Es ésta la gran aportación de Calderón para la vida democrática del país. ¿Podrá salvarse a la hora del juicio histórico ineludible?

El hecho es que la principal promesa de la derecha al asumir el imperativo de un cambio definitorio y contundente, no quedó siquiera en esbozo. Fueron palabras que calaron en el ánimo de los ingenuos, pero no en la voluntad de los demagogos. Y en esta línea estamos detenidos, por desgracia.

DEBATE

Todos los partidos sobrellevan sus pecados. Al PRI le costó una barbaridad seleccionar a los candidatos inadecuados en 2010 y 2011 mientras los mejores prospectos acabaron por ganar como aliancistas; pero, especialmente, la caída de Humberto Moreira como dirigente nacional y la llegada de Pedro Joaquín Coldwell, con una hermana con los pies en otro partido, el PAN, mostraron la vulnerabilidad del instituto que cometió el tremendo error de volverse a sentirse invencible antes de jugar sus cartas y, aunque aventaja aún en las encuestas, el equipo principal está bastante mermado.

Por su parte, el PRD muestra divisiones internas que provocarán, a no dudarlo, graves presiones sobre su abanderado, Andrés Manuel López Obrador, quien se quedó con la candidatura sin apenas confrontación con un calculador Marcelo Ebrard cuyo principal acierto fue medir las pocas posibilidades de victoria si él se lanzaba y provocaba la reacción furibunda de Andrés, escindiéndose éste y mutilando, todavía más, las expectativas de la izquierda. Además, la disputa por la candidatura por la jefatura del Distrito Federal, otro bastión que podrían perder como ya ocurrió en Michoacán, causará estrías difíciles de curar en el corto plazo de la campaña.

Y en el PAN, el tridente de postulantes no parece despegar en el ánimo general por más que se presente a Josefina Vázquez Mota como una opción favorecedora. El problema grave recala en Felipe Calderón quien aseguró que los comicios michoacanos se contaminaron con la intromisión del narcotráfico, no ofreció una sola prueba de ello, no citó un nombre siquiera ni hubo seguimiento alguno a una declaración oficiosa, indigna de un jefe de Estado quien debe darle a su verbo la continuidad en los hechos.

¿Qué clase de democracia es ésta entonces? ¿La de los traspiés y los barruntos permanentes de tormenta?

LA ANÉCDOTA

Cuando hablan que Enrique Peña Nieto es bastante promiscuo -el alegato tiene que ver con su enfermedad, el cáncer en la próstata tratado a tiempo-, algunos lectores preguntan: ¿Qué pasó con la cofradía de la mano caída? Pues que sigue vive bajo colores diversos, como la bandera del movimiento lésbico-gay.

Recuerdo lo que al respecto de la cofradía me dijo hace años el ex presidente José López Portillo:

- Por lo menos, en mis tiempos, nos divertíamos como hombres y nos acusaban de infidelidades con mujeres.

No todos los que están en la escena pública, en este momento, pueden decir lo mismo.

loretdemola.rafael@yahoo.com.mx

 kikka-roja.blogspot.com/


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