LOS NARCOSATÁNICOS: PALO MAYOMBE

LA SANTERÍA ES MAL INTERPRETADA EN MÉXICO, LO FEO, ES QUE HAY GENTE QUE HACE MALDADES, AL PRINCIPIO LES VA BIEN, PERO LUEGO TODO SE LES REGRESA. REGRESARLES AL DEMONIO ENVIADO A LA VICTIMA ES BIEN FÁCIL.  CAZAFANTASMAS.

Palo Mayombe: Los Narcosatánicos
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México.- Les apodaron los ‘narcosatánicos’, practicaban un culto afroamericano denominado ‘Palo Mayombe’, y fueron los personajes reales que inspiraron los personajes de ficción del largometraje Perdita Durango de Álex de la Iglesia.

A la cabeza de esta secta, el santero Adolfo de Jesús Constanzo. Tiene 27 años cuando le detienen, tras la confesión de uno de sus compinches. Es hijo de un americano y una cubana practicante de santería y ‘Palo Mayombe’, que le inicia en las arte mágicas cuando tiene sólo tres años. En 1980, Constanzo comienza a vender sus servicios como mayombero en Miami. Después se traslada a México, donde tiene gran éxito con la magia negra. Le atribuyen poderes mágicos, y esto junto a su carismática personalidad y al misterio que siempre le rodeaba le valen para ganarse una buena reputación y codearse con las personas más poderosas.

Los rituales de purificación o limpias (ceremonias para limpiar malas energías negativas) y de protección le proporcionan pingües beneficios y excelentes relaciones con personalidades americanas. 

El 9 de abril de 1989, la policía mexicana detiene en un rutinario control la camioneta que conducía David Serna Valdez, de veintidós años, a la altura del kilómetro 39 de la carretera de Matamoros a Reynosa en el rancho Santa Elena.

En ella se encuentran restos de marihuana y una pistola calibre 38, por lo que el joven conductor es detenido. Tras unas horas de interrogatorio confiesa que pertenecía a una secta de ‘magia negra’ y que utilizaban el rancho para realizar sus sacrificios rituales además del narcotráfico.

Estas sorprendentes confesiones obligan a la policía a registrar el rancho. Hallan otros ciento diez kilos de marihuana y algo macabro: un caldero de hierro que desprendía un hedor pestilente. Contenía sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarros, 40 botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada. Alrededor de la casa localizan una fosa común con doce cadáveres descuartizados, a los que les habían extirpado el corazón y el cerebro siguiendo algún extraño ritual.

Entre ellos se halla el cuerpo de Mark Kilroy, un estudiante de medicina desaparecido en marzo de 1989 al que habían amputado las dos piernas y extirpado el cerebro. Constanzo se fabrica un alfiler de corbata que le sirve como amuleto, con parte de una columna vertebral. Los agentes de la policía judicial detienen a un grupo de personas implicadas, quienes confiesan haber matado a esos individuos por orden del Padrino: Adolfo de Jesús Constanzo.

Los narcosatánicos

El Padrino comienza a efectuar sacrificios en sus rituales, para lograr más poder y mayor sensacionalismo y espectáculo. Es ayudado por una joven divorciada que se convierte en su musa y amante, la estudiante norteamericana de veinticuatro años Sara Aldrete Villarreal. Se cree que Sara se convierte en gran sacerdotisa del culto y participa en todas las sangrientas ceremonias, además de reclutar a nuevos miembros y explicarles las actividades de la secta.

Adolfo convence a los demás adeptos de que serán completamente invulnerables a las balas y que tendrán el poder de hacerse invisibles si siguen al pie de la letra sus instrucciones. Deben confeccionar un caldero mágico con unos ingredientes especiales, además de secretos, en los ritos de Palo Mayombe: sangre y algunos miembros humanos mutilados, preferentemente cerebros de criminales o locos, a ser posible de hombres de raza blanca.

Para conseguir mayor poder con este caldero tiene que torturar a la víctima para que su alma aprenda a temer a su verdugo por toda la eternidad, con el fin de hallarse para siempre sujeta a él. El rito termina cuando los participantes beben la sopa del caldero formada con la sangre de la víctima, su cerebro y los demás elementos que completan la siniestra poción

Los detenidos revelan la existencia de otras sedes del grupo en diferentes ciudades mexicanas, en las que se descubrieron más delegaciones y sucedieron una serie de aprehensiones.

A partir de ese momento más de trescientos policías participan activamente en la búsqueda de Constanzo y sus seguidores más próximos: Sara Aldrete, Alvaro de León Valdez, Omar. Francisco Orea y Martín Quintana, que emprenden una huida durante tres semanas por todo México.

Adolfo y sus cómplices se refugian en una mansión de las más lujosas del Obispado de Monterrey, protegida con un circuito cerrado con seis cámaras que vigilaban el jardín y accesos a la vivienda. Mientras ellos eran perseguidos, las detenciones de narcosatánicos en distintas ciudades se multiplicaban.

Finalmente, el 6 de mayo son descubiertos en la capital mexicana por unos agentes de la policía judicial que se hallaban registrando la zona. Los cómplices del Padrino se sienten acorralados y comienzan a disparar desde la ventana de un edificio ubicado en la calle Río Sena de la Ciudad de México.

Dentro del inmueble, acompañado por sus compinches, se encontraba Constanzo. Cuando comienzan a llegar los refuerzos, que rodean el edificio, el Padrino, desesperado, le ordena a uno de sus compañeros que le dispare con la ametralladora. Otro de sus secuaces se mete con él en un armario y allí mueren acribillados a balazos por su gente. Instantes después son detenidos sólo tres supervivientes. Dentro del piso se contabilizan quince seguidores de estos sangrientos cultos.

Uno de los apresados es Sara Aldrete Villareal.Confiesa crímenes brutales. En uno de ellos mantienen a la víctima con vida después de haberle cortado el pene, las piernas y los dedos de las manos. Le abren el pecho de un machetazo y le agarran el corazón sin desprenderlo, lo muerden mientras el moribundo observa la escena agonizante.

Más tarde negaría su participación en los desquiciados rituales, asegurando que el Padrino la retuvo contra su voluntad. En la actualidad, Sara cumple una condena de 50 años en la prisión de México D.F, donde aprendió a pintar y a escribir. Ha recibido numerosos premios por su libro Me dicen la narcosatánica.

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Fuente: Peatom

[Especial]
Por Agencias

14/03/2012 - 09:41 PM

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