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martes, 1 de mayo de 2012

Itacate Chilpayas y bagres Cristina Barros y Marco Buenrostro

Las décimas de Sergio Arturo Cabrera enviadas desde Jalapa y convertidas en Itacate, fueron leídas por su prima Angélica Cabrera en Pasadena, cerca de Houston, Texas, y por su sobrino David que debe vivir en Puebla; no sabían de él desde hace años. Aquí la respuesta del ilustre decimero:

¡Qué sorpresa! recibir
de los parientes noticias,
soberanas las albricias
nada más por escribir
con ustedes y sentir
la cercanía de la gente,
El Itacate es el puente
que nos ligó generoso…

También llegaron nuevos correos de ambos parientes, y el recetario prometido, fruto de las tradiciones de la familia Cabrera Cruz, formada por Rosalva Cruz Paredes, Sergio Arturo Cabrera Flores, Rosalva del Carmen y Sergio Arturo Cabrera Cruz. Hoy son parte de la sabiduría culinaria de esa morada.

Aunque el origen de los padres es poblano, María Andrea y Xicotepec de Juárez, la familia residió algunos años en Lázaro Cárdenas, Michoacán.

Ahí les va este recetario
sin más ambición que dar,
un chance a nuestro yantar
si es que aceptas su temario;
pues lo que comes a diario
debe de ser placentero,
que alentado pues espero
te animes sin dilación,
demostrando que tragón
¡Es un comelón sincero!

Ha querido don Arturo, evocar en sus años de madurez, aquellos platillos que dejaron un perenne recuerdo de plenitud en mis tripas y una ansiada remembranza en mis papilas. Mi nariz rememora nítidamente olores y aromas. Mis manos las texturas y mis labios los rudos o delicados sabores de los potajes que en pequeñas o mayores porciones probé en mis correrías por los vericuetos buscados en mis andanzas por varios estados de nuestra variada, vasta y plural República Mexicana.

Inicia con el recuerdo de los chilpayas, chiles de la familia de los chiltepines que crecen silvestres entre el palmeral y el guapillal característico de las sabanas huastecas a orillas del río Pánuco. Allá saboreaba, sentado en un tronco de palma, escuchando el alboroto de los loros, trozos de carne de venado asada en la fogata prendida con madera seca de ébano.

Viene a su memoria el sabor de los bagres del río Tampaón, que aderezaban con chile verde con ajos antes de asarlos. También el de la cecina de catán cocida en las brasas, y el de las iguanas y los patos llamados pichiches, salpicados con agua de sal. De ahí mismo eran los huanantones, especie de langostinos que pueden pesar hasta medio kilo.

En próxima ocasión continuaremos.

marcri44@yahoo.com.mx

la jornada
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