Indicador Político / Carlos Ramírez / Con EPN, ¿reorganizar diplomacia?. / Sin dinero, sólo un México aldeano.
El Financiero
Indicador Político
Carlos Ramírez
AUSTIN, EU.- Las giras internacionales del presidente electo Enrique Peña Nieto dejaron la impresión de que el regreso del PRI a Los Pinos también se sentiría en una recuperación del papel de la diplomacia activa.
Sin embargo, el servicio exterior ha sido el patito feo de las últimas administraciones priistas y panistas y los diplomáticos cayeron casi al último escalón de la burocracia.
La modernización del servicio diplomático fue adelantada por diputados del PRI con una iniciativa de reforma a la Ley del Servicio Exterior para desempanizar la diplomacia y regresarle su papel fundamental. Las reformas fueron aprobadas en comisiones pero frenadas por el coordinador de la bancada priista, aliada a los funcionarios de la cancillería panista, para impedir su votación en el pleno. Ahora se abrió la expectativa de modernizar la función diplomática con la decisión de acotar el servicio profesional de carrera que había servido de refugio de panistas en el poder.
Entre los miembros del servicio exterior mexicano existe desazón no sólo por el abandono de la profesionalización de la diplomacia mexicana, sino porque los dos gobiernos presidenciales panistas convirtieron el servicio exterior en una extensión del PAN y también usaron las embajadas como refugio político de panistas en desgracia.
Sin embargo, la parte más importante del problema se sintió en el aspecto de que la alternancia partidista en la Presidencia de la República no entendió el papel de la diplomacia y México abandonó paulatinamente posiciones estratégicas internacionales. Ahora el PRI en la Presidencia de la República sabe que buena parte de la nueva imagen que quiere proyectar tendrá que sustentarse en una diplomacia activa.
En el servicio diplomático mexicano -sobre todo el asentado en Estados Unidos- se vio con decepción la congelación de las reformas a la Ley del Servicio Exterior que promovieron priistas antes de las elecciones. De hecho, se avanzó prácticamente todo el proceso legislativo pero se hundió pretextando razones de presupuesto aunque en realidad se buscó proteger las posiciones de panistas incrustados en la diplomacia sin tener formación diplomática.
La congelación de la reforma fue una maniobra política de la bancada del PAN. La iniciativa de reformas a la ley presentada en enero de este año por la bancada del PRI fue aprobada en comisiones por todas las bancadas -con excepción, obvio, de la del PAN- y enviada al pleno antes del cambio de legisladores en septiembre. Sin embargo, a última hora se frenó su debate en el pleno por decisión del anterior coordinador de la bancada priista Francisco Rojas, debido a un reporte de la Secretaría de Hacienda sobre el costo de los ajustes.
Más que un asunto de presupuesto, se trató de una maniobra de Hacienda para impedir una limpia de burócratas panistas incrustados en el servicio exterior. De acuerdo con Hacienda, la modernización tendría un costo de 12 mil millones de pesos y por eso Rojas frenó la discusión en el pleno del dictamen de la comisión. Sin embargo, el Instituto de Finanzas Públicas de la propia Cámara de Diputados había señalado que el costo de las reformas sería de menos de 5 por ciento del presupuesto actual de la cancillería.
En el fondo, los funcionarios de carrera del servicio exterior -la canciller Patricia Espinosa y los subsecretarios- bloquearon desde el principio la iniciativa de reformas que presentaron Beatriz Paredes Rangel, Heliodoro Escárraga y Carlos Flores Rico. La iniciativa tuvo dos objetivos que avalaron los diplomáticos de carrera en el servicio exterior: mejorar las condiciones de trabajo de los diplomáticos y también elevar la calidad del servicio diplomático. Como en el pasado priista, los dos gobiernos panistas usaron el servicio exterior como colchón político.
Los gobiernos panistas se enfrentaron a la posibilidad de profesionalizar el servicio exterior pero prefirieron mantenerlo como espacio de acomodo de políticos destripados. La iniciativa de reforma del PRI atendió la necesidad de una capacitación obligatoria permanente de los miembros del servicio exterior; también incluyó el establecimiento de la indispensable equivalencia entre puesto y rango en las administraciones panistas porque se multiplicaron los casos de directores generales con rango de segundo o primer secretarios, siempre con la intención de ahorrar prestaciones y teniendo en ocasiones a embajadores como asesores.
Otra reforma indispensable era la eliminación del llamado examen de media carrera a los primeros secretarios por ser innecesario, ya que existe el examen para pasar a ese rango, al de consejero y de la evaluación quinquenal, en el que una empresa evalúa a todos los miembros del servicio y emite sus recomendaciones sin que haya posibilidad de defensa.
Asimismo, la reforma establecía garantías para que un miembro del servicio exterior que se le comisione en la Secretaría de Relaciones Exteriores pudiera arribar a la sede central con un puesto predeterminado y no, como ocurre actualmente, a buscar una posición.
Otra reforma considerada fue la de mejorar los niveles de sueldos de conformidad con el tabulador establecido por la Secretaría de Hacienda que en la actualidad lleva a que funcionarios del servicio exterior que se encuentren en México sean ubicados en las categorías más bajas de dicho tabulador y que exista la figura de rehomologado que se concede a voluntad de las autoridades, y en la que se percibe un mejor ingreso y prestaciones.
También la reforma a la Ley del Servicio Exterior consideraba una jubilación que permitiera a los miembros del sector llevar una vida digna en la etapa de su retiro e incrementar la edad de jubilación a los 70 años de edad. Y sobre todo, terminar con el voluntarismo de las autoridades en los nombramientos de personas ajenas al servicio en plazas que corresponden al personal profesionalizado e impedir nombramientos en el servicio exterior de personal ajeno a las plazas porque en la actualidad se ha abusado de esta práctica, al grado de que los miembros de carrera son más o menos los mismos de hace décadas.
Al frenar la reforma a la Ley del Servicio Exterior, los panistas quieren la diplomacia como un refugio de hibernación sexenal.
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kikka-roja.blogspot.com
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AUSTIN, EU.- Las giras internacionales del presidente electo Enrique Peña Nieto dejaron la impresión de que el regreso del PRI a Los Pinos también se sentiría en una recuperación del papel de la diplomacia activa.
Sin embargo, el servicio exterior ha sido el patito feo de las últimas administraciones priistas y panistas y los diplomáticos cayeron casi al último escalón de la burocracia.
La modernización del servicio diplomático fue adelantada por diputados del PRI con una iniciativa de reforma a la Ley del Servicio Exterior para desempanizar la diplomacia y regresarle su papel fundamental. Las reformas fueron aprobadas en comisiones pero frenadas por el coordinador de la bancada priista, aliada a los funcionarios de la cancillería panista, para impedir su votación en el pleno. Ahora se abrió la expectativa de modernizar la función diplomática con la decisión de acotar el servicio profesional de carrera que había servido de refugio de panistas en el poder.
Entre los miembros del servicio exterior mexicano existe desazón no sólo por el abandono de la profesionalización de la diplomacia mexicana, sino porque los dos gobiernos presidenciales panistas convirtieron el servicio exterior en una extensión del PAN y también usaron las embajadas como refugio político de panistas en desgracia.
Sin embargo, la parte más importante del problema se sintió en el aspecto de que la alternancia partidista en la Presidencia de la República no entendió el papel de la diplomacia y México abandonó paulatinamente posiciones estratégicas internacionales. Ahora el PRI en la Presidencia de la República sabe que buena parte de la nueva imagen que quiere proyectar tendrá que sustentarse en una diplomacia activa.
En el servicio diplomático mexicano -sobre todo el asentado en Estados Unidos- se vio con decepción la congelación de las reformas a la Ley del Servicio Exterior que promovieron priistas antes de las elecciones. De hecho, se avanzó prácticamente todo el proceso legislativo pero se hundió pretextando razones de presupuesto aunque en realidad se buscó proteger las posiciones de panistas incrustados en la diplomacia sin tener formación diplomática.
La congelación de la reforma fue una maniobra política de la bancada del PAN. La iniciativa de reformas a la ley presentada en enero de este año por la bancada del PRI fue aprobada en comisiones por todas las bancadas -con excepción, obvio, de la del PAN- y enviada al pleno antes del cambio de legisladores en septiembre. Sin embargo, a última hora se frenó su debate en el pleno por decisión del anterior coordinador de la bancada priista Francisco Rojas, debido a un reporte de la Secretaría de Hacienda sobre el costo de los ajustes.
Más que un asunto de presupuesto, se trató de una maniobra de Hacienda para impedir una limpia de burócratas panistas incrustados en el servicio exterior. De acuerdo con Hacienda, la modernización tendría un costo de 12 mil millones de pesos y por eso Rojas frenó la discusión en el pleno del dictamen de la comisión. Sin embargo, el Instituto de Finanzas Públicas de la propia Cámara de Diputados había señalado que el costo de las reformas sería de menos de 5 por ciento del presupuesto actual de la cancillería.
En el fondo, los funcionarios de carrera del servicio exterior -la canciller Patricia Espinosa y los subsecretarios- bloquearon desde el principio la iniciativa de reformas que presentaron Beatriz Paredes Rangel, Heliodoro Escárraga y Carlos Flores Rico. La iniciativa tuvo dos objetivos que avalaron los diplomáticos de carrera en el servicio exterior: mejorar las condiciones de trabajo de los diplomáticos y también elevar la calidad del servicio diplomático. Como en el pasado priista, los dos gobiernos panistas usaron el servicio exterior como colchón político.
Los gobiernos panistas se enfrentaron a la posibilidad de profesionalizar el servicio exterior pero prefirieron mantenerlo como espacio de acomodo de políticos destripados. La iniciativa de reforma del PRI atendió la necesidad de una capacitación obligatoria permanente de los miembros del servicio exterior; también incluyó el establecimiento de la indispensable equivalencia entre puesto y rango en las administraciones panistas porque se multiplicaron los casos de directores generales con rango de segundo o primer secretarios, siempre con la intención de ahorrar prestaciones y teniendo en ocasiones a embajadores como asesores.
Otra reforma indispensable era la eliminación del llamado examen de media carrera a los primeros secretarios por ser innecesario, ya que existe el examen para pasar a ese rango, al de consejero y de la evaluación quinquenal, en el que una empresa evalúa a todos los miembros del servicio y emite sus recomendaciones sin que haya posibilidad de defensa.
Asimismo, la reforma establecía garantías para que un miembro del servicio exterior que se le comisione en la Secretaría de Relaciones Exteriores pudiera arribar a la sede central con un puesto predeterminado y no, como ocurre actualmente, a buscar una posición.
Otra reforma considerada fue la de mejorar los niveles de sueldos de conformidad con el tabulador establecido por la Secretaría de Hacienda que en la actualidad lleva a que funcionarios del servicio exterior que se encuentren en México sean ubicados en las categorías más bajas de dicho tabulador y que exista la figura de rehomologado que se concede a voluntad de las autoridades, y en la que se percibe un mejor ingreso y prestaciones.
También la reforma a la Ley del Servicio Exterior consideraba una jubilación que permitiera a los miembros del sector llevar una vida digna en la etapa de su retiro e incrementar la edad de jubilación a los 70 años de edad. Y sobre todo, terminar con el voluntarismo de las autoridades en los nombramientos de personas ajenas al servicio en plazas que corresponden al personal profesionalizado e impedir nombramientos en el servicio exterior de personal ajeno a las plazas porque en la actualidad se ha abusado de esta práctica, al grado de que los miembros de carrera son más o menos los mismos de hace décadas.
Al frenar la reforma a la Ley del Servicio Exterior, los panistas quieren la diplomacia como un refugio de hibernación sexenal.
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