- - . KIKKA: 03/15/07

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jueves, 15 de marzo de 2007

EL DIA DEL SO TACO.. de a Huevo

El cheblog

Por ahí anda un anónimo dejando su texto de los democráticos tacos, le faltó mencionar, que los campesinos comen tacos de sal, si bien les va, con un jarro de agua. Tal vez soy mal pensada, el textito esta muy bien escrito tanto que parece promoción al día del tacotelevisa, Nomás digo ... no vaya ser que festejen el famoso día con puros tacos de criadillas, muy famosos y preferidos por la ralea digo realeza española.

Kikka Roja

Lorenzo Meyer

Grandes encuentros que nunca fueron

Lorenzo Meyer
AGENDA CIUDADANA

“Ante lo anodino de la realidad de los encuentros presidenciales México-Estados Unidos, resulta atractivo imaginar los que no se dieron”

La Historia Contractual. De entrada hay que admitirlo: La lógica no admite afirmar que las entrevistas más interesantes entre los presidentes de los dos países que comparten al río Bravo por frontera serían justamente aquellas que nunca tuvieron lugar. Sin embargo, ante la poca sustancia de la mayoría de las entrevistas entre los presidentes de México y Estados Unidos, incluida la que acaban de tener Felipe Calderón y George W. Bush, nada se pierde con dejar correr la imaginación y suponer la agenda y las posibles consecuencias de reuniones que jamás se materializaron. Al final, la comparación entre lo que ha sido y lo que pudo haber sido arroja cierta luz sobre la naturaleza de las cumbres presidenciales.

Lo que Efectivamente Ocurrió. Puede decirse que las entrevistas entre los mandatarios de las dos países que empezaron a compartir la parte norte de América a inicios del siglo XIX, se iniciaron con el pie equivocado (¿sería aquel que poco después perdería Antonio López de Santa Anna?), pues la primera fue resultado de la violencia generada por una mala vecindad. En efecto, una vez capturado por los texanos en San Jacinto, Santa Anna -que para entonces ya había completado su cuarto paso por la presidencia mexicana- fue llevado a Estados Unidos donde no tuvo más remedio que entrevistarse en enero de 1837 con el presidente de esa nación, Andrew Jackson, él sí, un general y político realmente exitoso. Fue necesario que transcurrieran 72 años para que tuviera lugar la segunda entrevista entre los líderes políticos de México y Estados Unidos. En esa ocasión -octubre de 1909- las circunstancias personales para el mexicano -Porfirio Díaz- no fueron humillantes pero sí la asimetría de poder entre los dos estados que para entonces ya era la marca principal de su relación bilateral. Plutarco Elías Calles, en su calidad de presidente electo se entrevistó con Calvin Coolidge en 1924 pero sólo hasta abril de 1943 -cuando México y Estados Unidos eran aliados en la guerra contra el Eje-, se volvieron a encontrar dos presidentes en funciones de México y Estados Unidos. A partir de ahí lo que había sido excepción se transformó en rutina. Desde entonces, este tipo de encuentros, sean bilaterales o en foros multilaterales, ya suman 67, a los que hay que añadir el puñado de visitas donde la parte mexicana se ha trasladado a Estados Unidos en calidad de presidente electo. Lo contrario nunca ha ocurrido, lo que es un indicador más de la falta de balance en la relación. La mayoría de las reuniones entre los mandatarios de México y Estados Unidos no han pasado a la historia. En el grueso de las entrevistas lo importante ha sido el encuentro mismo. Es verdad que los acuerdos firmados en esas circunstancias han servido de marco a las burocracias de ambas naciones para afianzar y regular las relaciones rutinarias. Sin embargo, los comunicados finales sólo han despertado el interés de quienes están obligados a mostrarlo y poco o nada sustantivo le han dicho a los ciudadanos comunes y corrientes, que apenas si han reparado en ellos.

Encuentros que, de Haber Tenido Lugar, Hubieran Resultado Realmente Interesantes. Ante la falta de miga de las últimas reuniones entre los jefes del Poder Ejecutivo de México y Estados Unidos, se antoja especular sobre lo que hubieran podido ser encuentros de ese tipo pero en otras épocas y con otras personalidades. Para empezar, está aquella que se hubiera podido concertar entre Abraham Lincoln y Benito Juárez al término de las guerras civiles de sus respectivas países. Sin embargo, para cuando en 1867 Juárez restauró en México la República, Lincoln ya había sido asesinado. De todas maneras, de haberse encontrado los dos personajes de carácter y convicciones fuertes, absolutamente probados por las crisis políticas de sus respectivas guerras civiles -en el caso mexicano, mezclada con una internacional- quizá hubieran llegado a acuerdos de fondo sobre lo que entonces preocupaba: la creación del Estado y de la nación mexicanos -Lincoln no había simpatizado con la declaración de guerra a México en 1846-, la naturaleza de la Doctrina Monroe -Lincoln había presionado para que la expedición francesa abandonara México-, la cooperación en situaciones límite -como cuando Juárez autorizó el paso de tropas de la Unión en su guerra contra las de la Confederación- y la seguridad de la frontera. Posiblemente esa reunión que nunca se dio hubiera evitado o disminuido las tensiones que en los años siguientes llevaron al Departamento de Guerra norteamericano a considerar la ocupación de los estados mexicanos fronterizos como la única manera de poner orden en la zona.

Desde luego que otra reunión interesante hubiera sido la del presidente Madero con el presidente Woodrow Wilson. Sin embargo, cuando en 1913 llegó a la presidencia norteamericana el antiguo profesor de la Universidad de Princeton -muy interesado en la implantación de la democracia política en naciones periféricas como México o China- hacía poco que Madero había sido asesinado. Pese a todo, y tomando como punto de partida las ideas políticas del ejecutivo norteamericano -para entonces bien desarrolladas-, es posible que si Wilson y Madero se hubieran encontrado en 1913 o 1914 aquél hubiera respaldado al autor del Plan de San Luis y hubiera visto en el empeño del líder mexicano -el audaz intento de dar vida a la democracia política en un Estado sin tradición en ese tipo- lo que finalmente sostuvo cuando debió justificar su oposición a la dictadura militar de Victoriano Huerta: que la única manera de lograr la estabilidad mexicana de largo plazo -lo que realmente servía al interés norteamericano- no era mediante la “mano militar” sino a través de la institucionalización de la democracia. Un Madero con la simpatía de un Wilson reformista -no hay que olvidar que la propuesta de Wilson para Estados Unidos era “la nueva libertad”, que ponía el interés del “hombre común” por encima del de los grandes negocios- hubiera tenido que tratar con un embajador norteamericano que no hubiera sido su enemigo como lo fue Henry Lane Wilson y hubiera podido tener mayores posibilidades frente a los porfiristas y militares resentidos, que la hubieran pensado dos veces antes de actuar contra el símbolo de la democracia mexicana. En tales condiciones, quizá el reformismo maderista hubiera sido viable, con lo cual la historia política del México del siglo XX hubiera sido muy otra.

También podemos imaginar una reunión entre Wilson por un lado y Venustiano Carranza por otro. El encuentro ideal hubiera debido tener lugar antes de que Estados Unidos entrara en la I Guerra Mundial y Wilson se olvidara por completo del “experimento mexicano”. En la realidad y casi desde el principio, Wilson apoyó a Carranza aunque más por default que por voluntad propia. El apoyo fundamental consistió en no reconocer a la dictadura de Huerta y obligar a las potencias europeas -especialmente a Gran Bretaña- a no continuar apoyando al golpista y asesino de Madero. Sin embargo, cuando finalmente Wilson aceptó reconocer al gobierno de Carranza -primero de facto y luego de jure-, lo hizo sin entusiasmo y cada vez más irritado por la actitud independiente del “Primer Jefe del Ejército Constitucionalista”. Así pues, un encuentro Carranza-Wilson hubiera sido un desastre o hubiera llevado a un acuerdo mínimo entre ambos políticos -los dos caracterizados por su terquedad y apego a principios-, y le hubiera ahorrado a México momentos de tensión y conflictos con su poderoso vecino -como el del famoso “Telegrama Zimmermann” de 1917 en virtud del cual Alemania le propuso una alianza a Carranza- aunque posiblemente ya no hubiera cambiado mucho el desarrollo político mexicano. Obviamente un encuentro entre los presidentes Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt tenía posibilidades de ser la mar de fructífero. Claro que la ausencia de relación directa entre quienes encabezaban en los 1930 dos grandes proyectos políticos con puntos similares -el Plan Sexenal del lado mexicano y el New Deal en el norteamericano- fue suplida por un embajador norteamericano con una enorme simpatía por el proyecto cardenista: Josephus Daniels. Cárdenas entabló muy buenas relaciones con norteamericanos progresistas -un ejemplo fue el historiador radical Frank Tannenbaum- y nada indica que no lo hubiera podido hacer con Roosevelt, el aristócrata identificado con las causas populares en el momento en que la economía norteamericana sufría una enorme crisis.

En Suma. Las reuniones potencialmente más interesantes entre los jefes de Estado de México y Estados Unidos fueron precisamente las que nunca tuvieron lugar.


Kikka Roja

Sergio Aguayo Quezada

La gran evasión
sergioaguayo@infosel.net.mx
www.sergioaguayo.org

Imposible sacar raja de la intrascendente cumbre entre George W. Bush y Felipe Calderón Hinojosa. La reunión sirve para comentar algunos pendientes de la relación. William Appleman Williams escribió, en 1964, un libro de nombre largo y preguntas incisivas y relevantes: The Great Evasion: An Essay on the Contemporary Relevance of Karl Marx and the Wisdom of Admitting the Heretic into the Dialogue about America's Future. Williams condenaba la negativa estadounidense a un diálogo intelectual con el marxismo, una escuela determinante para la historia del siglo XX. Optaron por la descalificación y el enfrentamiento (lo mismo hicieron, por supuesto, los soviéticos). Nosotros también practicamos la evasión. Pese a la importancia de Estados Unidos hemos carecido de una discusión de fondo sobre el peso y el significado de la potencia en nuestra historia, así como de la forma en que nos queremos relacionar con ellos. En los análisis del sistema político creado por la Revolución, por ejemplo, son contadas las referencias al factor externo. Es como si los traumas causados por la derrota militar frente a Estados Unidos y la pérdida de la mitad del territorio en el siglo XIX nos impidieran ordenar las piezas del crucigrama que captura la asimetría de poder. Solo así se entiende que tuvieran que pasar más de 120 años desde la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo para que se legitimaran y crecieran los estudios sobre Estados Unidos; en la década de los setenta el Centro de Investigación y Docencia Económica, El Colegio de México y la UNAM abrieron áreas de investigación sobre ese país que luego proliferaron. La indiferencia es suicida porque el conocimiento es el mejor recurso del débil frente al fuerte; esa fue la lección dejada por la maestría con la que David manejó la honda con la que derrotó a Goliat.

La falta de reflexión explícita sobre Estados Unidos no significa ausencia de políticas. Lucas Alamán, Porfirio Díaz y muchos más cultivaron las relaciones con Europa para equilibrar el peso de la potencia y la Revolución Mexicana desarrolló un nacionalismo defensivo que buscaba contener el expansionismo y las intromisiones estadounidenses. Esas ideas fueron desechadas sin miramiento alguno en los noventa. Carlos Salinas de Gortari decretó, y el Senado sumiso aceptó, que la vecindad con la potencia era lo mejor que podía habernos pasado y que debíamos aprovecharnos de un Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que serviría para "exportar bienes y no personas" a Estados Unidos. A 13 años de la entrada en vigor del TLC enviamos bienes y personas a una intensidad sin precedentes. Si en 1994 exportábamos 51 mil millones de dólares, en el 2005 ya eran 183 mil millones, sin contabilizar el valor de la mercancía manejada por los narcos pioneros en la conquista del mercado estadounidense. Si a mediados de los ochenta eran 10 millones los habitantes en Estados Unidos de origen mexicano, en el 2005 el saldo de un éxodo demográfico sin precedentes en la historia regional es de ¡28 millones!. México ha dejado de ser un país cerrado al mundo y estamos saliendo a competir por doquier y un reflejo de ello fue la cantidad de mexicanos nominados al Óscar. Las relaciones se multiplican y diversifican lo que está siendo registrado puntualmente por las investigaciones académicas también en auge --para demostrarlo estaría el trabajo de El Colegio de la Frontera Norte--.

Sólo falta que los gobiernos y los partidos incorporen el conocimiento generado y actúen en consecuencia. Su rezago se aprecia en que las discusiones sobre la Reforma del Estado (lo más cercano a la formulación de un proyecto alternativo) no se acompañan con una reflexión paralela sobre las relaciones de México con Estados Unidos y el mundo y que lo internacional tuviera una presencia testimonial en la campaña presidencial. Está bien que Bush declare en Mérida que hará todo lo posible por lograr una reforma migratoria pero su promesa carece de contenido porque es muy poco lo que puede hacer. El consenso en Estados Unidos está a favor de controlar su frontera y eso no va a modificarse porque Bush quiera; menos aún en el final de su segundo mandato y con el nivel de popularidad tan bajo que tiene. Ante una situación de este tipo, el Gobierno Federal debe sacudirse los complejos y las ataduras y lanzarse a defender de manera más vigorosa a los mexicanos que viven en Estados Unidos o intentan llegar a ese país. Es notable el atraso en el reconocimiento de sus derechos políticos, un terreno en el que estados como Zacatecas y Michoacán ponen el ejemplo al permitir a los migrantes ser electos al Congreso Local. Es vergonzoso el tiempo que han dejado pasar antes de que se tomen las medidas para evitar los abusos cometidos con las remesas. Son absurdos los escasos recursos canalizados a los consulados de protección. Sabemos que Bush vino a América Latina con el objetivo de contener a Hugo Chávez, pero también sabemos que llegó tarde a su cita con esta parte del mundo por su obsesión con el terrorismo y su fijación con Irak. Es igualmente conocido que el líder venezolano se aprovecha de la adicción estadounidense al petróleo para obtener los dólares con los que financia la expresión orgánica del antinorteamericanismo. De ese toma y daca debemos aprender lo catastrófico de la negación, ese rasgo tan característico del presidente estadounidense que pasó unas horas en Mérida.

Pero George W. Bush ya va de salida y es mejor aprovechar su visita para señalar lo útil que sería aclarar lo que México desea de Estados Unidos. Como esa respuesta tardará bastante podríamos empezar por pedir al gobierno de Felipe Calderón que aclare cuáles son los objetivos y las estrategias de su gobierno hacia Estados Unidos. Sería una forma de ir descartando una de nuestras evasiones más grandes.

El contrapunto
La impopularidad del presidente estadounidense es global. La BBC de Londres hizo una encuesta en América Latina (publicada por Reforma el 12 de marzo) confirmando el rechazo de la mayoría de los latinoamericanos a Bush. El estadounidense obtiene la misma calificación que Chávez (4.6) y superan por dos décimas a Fidel Castro. En otra parte del mundo, The Guardian publicó una reveladora encuesta en noviembre del 2006: Para los británicos Bush es más peligroso que el presidente norcoreano Kim Jong-Il y el iraní Mahmud Ahmadineyad. Es generalizado el rechazo a los extremismos.

Kikka Roja

Digna Ochoa

  • Señala testigo que estuvo presente cuando Javier Valle confesó el crimen
  • Rogaciano Alva mandó matar a Digna Ochoa, asegura campesino de Guerrero
  • Otros dos presuntos implicados en la muerte fueron asesinados poco tiempo después
ROBERTO RAMIREZ BRAVO LA JORNADA GUERRERO

Sierra de Petatlán, Gro., 14 de marzo. Javier Valle Villa, pistolero del ganadero Rogaciano Alva Alvarez, admitió en una reunión que sus compañeros asesinaron a la defensora de derechos humanos Digna Ochoa, por órdenes de su jefe.Lo cuenta el campesino Javier Torres Cruz, de la comunidad de La Morena, quien aseguró por primera ocasión estar dispuesto a declarar ante una autoridad competente si es requerido. "Sí, vamos a hablar, de una vez que sea, sin escondernos", dijo. Rogaciano Alba Alvarez ha sido señalado públicamente como presunto autor intelectual del asesinato de la abogada, ocurrido el 19 de octubre de 2001. "Una vez veíamos una película yo, Anselmo Torres, Fidel Torres y Javier Valle Villa, El Cabezón, pistolero de Rogaciano Alba. Entonces Valle nos platicó, como presumiendo, que ellos habían matado a Digna Ochoa, que los mandó Rogaciano.

"Valle Villa es el único de los guardaespaldas de aquellos tiempos del presidente de la Unión Ganadera y ex alcalde de Petatlán que está con vida. Otros presuntos involucrados en el asesinato, o que habrían sabido del caso, como Israel Yáñez y Gustavo Zárate, y Nicolás Martínez El Cuarterón -quien presuntamente disparó contra ella-, fueron asesinados en diferentes momentos. "El Cabezón nos lo dijo, y yo se lo puedo recordar en su cara", afirma Torres Cruz, en la comunidad de La Morena. Javier Valle apareció involucrado, en junio de 2005, en la desaparición de Orlando Rebolledo Téllez y Daniel Cabrera Peñaloza, dos jóvenes que fueron levantados en el centro de Petatlán sin que se volviera a saber de ellos. Gustavo Zárate, según se consigna en un documento que los campesinos de La Morena buscan entregar al Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU, fue asesinado en noviembre de 2001 porque escuchó a su tío Nicolás Martínez cuando planeaba el asesinato de la abogada junto con un cuñado suyo, de nombre Franco. De los que escucharon la confesión de Valle Villa, dos fueron atacados a balazos en pleno centro de Petatlán y uno de ellos, Anselmo Torres Rosas, murió, mientras Fidel Torres resultó ileso.



Kikka Roja

Ejército Mexicano : Militares Sueldo

Ejército Mexicano en crisis

Yenise Tinoco
Armamento obsoleto, rezago en inteligencia, deserciones por decenas de miles y magros salarios para la tropa son las principales características de las Fuerzas Armadas. El aumento a las percepciones de los soldados, de apenas mil 700 pesos mensuales, mantiene casi intacta la oscura distribución de los recursos castrenses: un general gana al día más de lo que un soldado en un mes

Los bajos salarios que recibe más del 50 por ciento de los militares son la principal causa de deserción en el Ejército Mexicano, señala Guillermo Garduño, especialista en Fuerzas Armadas. El también investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana estima que hasta hace dos años se han registrado más de 90 mil deserciones. Y agrega que ante el sueldo insuficiente que recibe la milicia, muchos de los militares o ex militares terminan sirviendo a la delincuencia organizada, como el caso de la banda de Los Zetas. Los niveles más bajos del personal militar –soldados y cabos– son, en su mayoría, quienes realizan los operativos de más alto riesgo, de acuerdo con Garduño. El sueldo mensual de la tropa llega apenas a los 5 mil 200 pesos, luego de que Felipe Calderón anunciara en fastuosa ceremonia el incremento a las percepciones como “un reconocimiento especial” a la tropa. En contraste, los altos mandos tienen salarios que rebasan los 100 mil pesos mensuales. El secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Guillermo Galván, gana diariamente 5 mil 165 pesos, mientras un soldado alcanaza alrededor de 170 pesos por día. Con el salario de Guillermo Galván se cubriría el pago de 30 soldados o el de 25 cabos, mensualmente. Sin contar otras prestaciones que reciben los altos rangos del Ejército y que se mantienen en el anonimato, como también sucede con las licitaciones. En el proyecto de Presupuesto de Egresos, que presentó Calderón a la Cámara de Diputados, hay un incremento de casi un 20 por ciento para la Defensa Nacional. De acuerdo con los legisladores de la Comisión de Defensa, el aumento fue aprobado pensando en las familias de los militares, ya que, consideran, se deben de elevar los ingresos de los más de 100 mil elementos que hoy tienen un salario bajo.

Jorge Justiniano González Betancourt, presidente de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados y militar de carrera, menciona que desde hace más de 10 años, durante los gobiernos del priísta Ernesto Zedillo y el panista Vicente Fox, las fuerzas armadas no tenían un aumento significativo. “En 1994 obtuvo un beneficio; pero fue únicamente por el momento que se vivía, un momento crítico: la aparición del EZLN. Pero para 1995, cuando ya no existía la misma situación, bajó otra vez a los niveles de 1993.” El diputado José Alfonso Suárez del Real, integrante de la Comisión de Defensa Nacional, reconoce que, desde el punto de vista laboral “existe un desfase” entre los soldados y los altos mandos del Ejército. De acuerdo con el legislador perredista “no se debe aplicar el mismo incremento porcentual a todos, sino que se trata de apoyar a los que menos ingresos tienen”.

Tecnología obsoleta
Guillermo Garduño asegura que los bajos salarios y las deserciones no son el único problema que enfrenta el Ejército Mexicano. También se observa la ausencia de inversión en tecnología y modernización del equipo, así como en inteligencia militar. A decir del investigador, la tecnología que las Fuerzas armadas de México están usando ya es obsoleta; además, existe un rezago en las labores de inteligencia, por lo que es necesario que parte del gasto se destine a la adquisición de armamento y tecnología de punta. El especialista sostiene que el desarrollo tecnológico aplicado al armamento ha crecido tanto que resultan anticuadas las armas convencionales, que hasta este momento son las que privan en el Ejército. Garduño explica que existe armamento que se puede utilizar tanto en operaciones diurnas como nocturnas, y que cuentan, además, con la capacidad de ubicación de objetivos y mayor precisión. Agrega que muchas de esas armas son empleadas por los narcotraficantes, ya que se pueden conseguir en el mercado. Sin embargo, el Ejército mexicano sigue utilizando las armas antiguas que no tienen estos atributos. Ante lo cual, cualquier tipo de unidad militar que se enfrente contra el crimen organizado puede ser “totalmente vulnerada”. Con tales desventajas, es un riesgo para las fuerzas armadas combatir el narcotráfico. Los “operativos conjuntos”

A decir de Garduño, el que a las Fuerzas Armadas se les lleve a combatir a la delincuencia organizada, proliferante en México, es una evidencia de que el ámbito policiaco del país es un frente que se encuentra “totalmente perdido”. El investigador comenta que el crimen organizado cuenta con “posibilidades ilimitadas” y el gobierno federal “no ha podido mostrar una capacidad ofensiva, que realmente liquide a los grupos delictivos”. Javier Oliva, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y experto en seguridad nacional, comenta que el hecho de que el Ejército intervenga en asuntos de seguridad pública demuestra que la autoridad civil ya fracasó. Agrega que durante sexenios no se ha tenido la capacidad para desarrollar cuerpos policiales capaces de enfrentar a la delincuencia organizada. Por ello las policías tienen que seguir importando elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Armada de México. Considera que si los “operativos conjuntos” desarrollados en diversos estados del país fracasan, se estará exponiendo el prestigio de las Fuerzas Armadas. Desataca que uno de los principales riesgos que enfrenta el Ejército es la posibilidad de que sus elementos caigan en la corrupción o sean contaminados por el crimen organizado y terminen convertidos en cómplices. Agrega que, además, en un país democrático “no es un buen mensaje que nuestras Fuerzas Armadas estén en las carreteras, calles, o en las zonas urbanas, porque son funciones que no les competen”.

Falta de transparencia
Mario Di Costanzo, analista económico y secretario de Hacienda Pública del “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador, dice que el incremento en las percepciones de las fuerzas armadas no es otra cosa que un intento de Felipe Calderón por lograr legitimidad. El analista afirma que en un país con tantas carencias y tantos problemas, es absurdo que se den tales asignaciones presupuestales. Además, no se justifica que México “tenga un ejército tan grande”. Di Costanzo dice que en el país existe poca transparencia en los recursos destinados a las Fuerzas Armadas. Como ejemplos cita las pensiones para los militares retirados. “Buena parte de las finanzas del Ejército son una caja negra, porque no sabemos cómo se controla”.

Nivel Percepción Total de elementos

Soldado

128.8

Diarios

66,549

3865

Mensual

46380

Anual

Cabo

140

Diarios

42,543

4207

Mensual

52992

Anual

Sargento 2do.

165.8

Diarios

35,844

4974

Mensual

569688

Anual

Sargento 1ro.

173.9

Diarios

16,227

5219

Mensual

62628

Anual

Suteniente

220

Diarios

12,440

6620

Mensual

79440

Anual

Teniente

237

Diarios

10,132

7130

Mensual

85560

Anual

Capitán 2do

764.6

Diarios

3,549

22939

Mensual

275268

Anual

Capitán 1ro.

826

Diarios

3,678

24794

Mensual

297528

Anual

Mayor

935

Diarios

2,911

28072

Mensual

336864

Anual

Teniente Coronel

1227

Diarios

1,590

36816

Mensual

441792

Anual

Coronel

826

Diarios

3,678

24794

Mensual

297528

Anual

Gral Brigadier

2612

Diarios

342

78368

Mensual

940416

Anual

Gral. De Brigada

3480

Diarios

150

104408

Mensual

1252890

Anual

Gral. De División

4453

Diarios

36

133590

Mensual

1603080

Anual

Funcionarios

4612

Diarios

7

138365

Mensual

1660380

Anual

Subsecretario

4789

Diarios

1

143677

Mensual

1724124

Anual

Secretario

5165

Diarios

1

154976

Mensual

1859712

Anual

Fuente: www.sedena.gob.mx

*Cifras de 2006

Año
Presupuesto

1990

20.420

1991

22.725

1992

24.487

1993

26.845

1994

34.338

1995

25.913

1996

27.824

1997

28.456

1998

27.435

1999

30.311

2000

29.980

2001

29.948

2002

28.719

2003

28.338

2004

26.000

2005

26.130

2006

26.031

2007

32.200

Fuente: www.cefp.gob.mx

Publicado: Marzo 1a quincena de 2007 | Año 5 | No. 74



Kikka Roja