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miércoles, 6 de agosto de 2008

Con un cómic apoya el CCE la reforma calderonista: LOS RICOS INSULTAN A LOS POBRES

“Urge inyectarle dinero a Pemex”
Con un cómic apoya el CCE la reforma
Difusión masiva en el Distrito Federal

Jaime Avilés

Para apoyar las propuestas de reforma a Petróleos Mexicanos (Pemex) enviadas al Senado por Felipe Calderón, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) inició la distribución masiva de una lujosa historieta a todo color (tamaño media carta, con forros en papel couché e interiores en papel bond, con grapas) de autores anónimos y licencias “en trámite”, descrita como “revista semestral”, cuyo argumento central reitera que “en México todos estamos de acuerdo en que urge inyectarle dinero a Pemex”.

Editada por Luis Miguel Pando Leyva –director general del CCE, que actualmente preside Armando Paredes Arroyo, sucesor de José Luis Sánchez Barraza, flamante propietario de la recién privatizada Aeroméxico–, la publicación fue concebida como un instrumento de propaganda para que los empresarios la repartan entre sus trabajadores, como lo indica una leyenda, impresa en la tercera de forros: “Si quieres distribuir esta historieta entre el personal de tu empresa, comunícate al CCE” y proporciona un teléfono y una dirección en Internet.

Al estilo de los antiguos cómics, el pasquín empieza narrando una situación de vida cotidiana: dos jóvenes obreros salen de trabajar y se dirigen a comprar tamales para la esposa de uno de ellos, que está embarazada y “tiene antojo”. Mientras viajan a bordo de un extraño autobús urbano que lleva maletas y bultos –primera señal de la incongruencia que campea a lo largo de toda la obra–, se ponen a hablar de Pemex.

¿Quién nos quiere volar el petróleo?

Uno de ellos dice: “Qué necedad de esta gente, ¡a fuerza quieren volárselo!” Su amigo le pregunta: “¿De qué hablas?” Él responde: “De los que insisten en quitarnos nuestro petróleo”. El otro lo acorrala: “¿Y tú sabes quién o quiénes nos lo quieren volar?” El que parecía muy convencido, titubea: “Bueno, la verdad… Nunca he sabido quiénes son”. Y su amigo exclama: “¡Claro! Porque nadie quiere privatizar Pemex”.

Sigue el diálogo. El desconfiado externa: “¿En qué nos ayudaría la reforma petrolera a nosotros, los ciudadanos?” Y añade: “Los únicos que van a salir ganando son los de siempre y nosotros vamos a seguir igual”. Pero su amigo lo tranquiliza: “¡Te equivocas! Al contar con más recursos el gobierno podría ayudar a que mejore la economía, a que haya mejores servicios y a que las empresas crezcan”. Pero el otro aún no se la traga, pues replica: “Y eso a nosotros de qué nos sirve?” Su amigo le contesta con una velada amenaza: “Si al patrón le va bien nosotros tendremos trabajo seguro”.

Financiada por la Confederación de Cámaras Industriales, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, la Confederación Patronal de la República Mexicana, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, la Asociación de Banqueros de México, el Consejo Nacional Agropecuario, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles, el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, la revista comenzó a ser distribuida el pasado fin de semana en el Distrito Federal con un tiraje masivo.

Escenarios y personajes

Los argumentos en favor de las iniciativas de Calderón son esgrimidos, aparte de la tamalería, en otros escenarios –una refinería, una gasolinera, otra fábrica, un pueblito, una plataforma petrolera, el Zócalo, una playa de Campeche, el malecón de Veracruz, una empresa que distribuye productos petroquímicos con pipas (todo parecido con Ivancar, la firma de Juan Camilo Mouriño, debe ser pura coincidencia)–, y los personajes cambian de identidad, ocupación, edad y posición económica, pero continúan desarrollando el mismo diálogo, tal como lo hacían los sobrinos del pato Donald (Hugo, Paco y Luis) en los cuentos de Walt Disney .

En los dibujos no hay niños (excepto en la portada y en una viñeta interior), no hay indígenas, no hay pobres, basura, casas en ruinas o coches viejos; todo es limpio, industrializado, ultramoderno y abundan las personas blancas, bien vestidas y rubias.

Llama la atención, sin embargo, que pese a la riqueza de los patrocinadores del cómic, éste haga ostentación de una alarmante escasez de recursos expresivos: los rostros femeninos, por ejemplo, se repiten en la mayoría de las situaciones, los tamales parecen granadas de mano y todos los personajes comparten las ideas del gobierno federal con unanimidad.



Kikka Roja

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