La postura de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) respecto a un posible incremento de los salarios mínimos niega una realidad incontrovertible. Esta postura también tiende a desestimar el innegable hecho de que México es uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza, un grave flagelo que incluso ha sido denunciado por organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial.Según el presidente de la comisión laboral de la Coparmex, Tomás Natividad Sánchez, no existe una necesidad "real" de aplicar un incremento de emergencia a los salarios mínimos ante el aumento de los precios, sobre todo de productos de la canasta básica, ya que en el país sólo 3.4 por ciento de la población percibe 50.57 pesos diarios. Para sustentar su afirmación, el dirigente empresarial explicó que una parte importante de la clase trabajadora tiene percepciones extra que complementan su sueldo y que incluso las personas que se "desempeñan en la economía informal se embolsan entre 100 y 150 pesos al día por concepto de propinas".
Las palabras de Natividad Sánchez ponen de manifiesto una escandalosa incongruencia por parte de la Coparmex sobre la situación del país: por una parte, festeja el crecimiento económico de la minoría que figura en las listas de las mayores fortunas del mundo de la revista Forbes y que ha visto su riqueza aumentar en los últimos años por encima del promedio de las naciones integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos o que tiene el suficiente capital para adquirir empresas trasnacionales. Por otra parte, las declaraciones del líder empresarial buscan cerrar el paso a una justa repartición de la riqueza en un país donde alrededor de 53 por ciento de los 104 millones de mexicanos vive sin ingresos suficientes para atender sus necesidades básicas, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Adicionalmente, otro 24 por ciento de la población sobrevive apenas en condiciones de extrema pobreza: por ejemplo, en Chiapas hay municipios en los que el ingreso per cápita es de tan sólo 1.65 dólares diarios. Así, la décima parte de la población más rica gana más de 40 por ciento de los ingresos totales, mientras la décima parte más pobre obtiene únicamente 1.1 por ciento, brecha que se hace cada vez más profunda a medida que pasa el tiempo.
En resumen, la opinión del dirigente de la Coparmex evidencia la carencia de una política congruente en materia de distribución de la riqueza, además de que constituye un insulto y un agravio a los millones de ciudadanos que luchan todos los días para percibir un magro salario que ni siquiera garantiza una adecuada alimentación a su familia: cuatro de cada 10 niños mexicanos padecen algún grado de desnutrición.
Las palabras de Natividad Sánchez ponen de manifiesto una escandalosa incongruencia por parte de la Coparmex sobre la situación del país: por una parte, festeja el crecimiento económico de la minoría que figura en las listas de las mayores fortunas del mundo de la revista Forbes y que ha visto su riqueza aumentar en los últimos años por encima del promedio de las naciones integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos o que tiene el suficiente capital para adquirir empresas trasnacionales. Por otra parte, las declaraciones del líder empresarial buscan cerrar el paso a una justa repartición de la riqueza en un país donde alrededor de 53 por ciento de los 104 millones de mexicanos vive sin ingresos suficientes para atender sus necesidades básicas, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Adicionalmente, otro 24 por ciento de la población sobrevive apenas en condiciones de extrema pobreza: por ejemplo, en Chiapas hay municipios en los que el ingreso per cápita es de tan sólo 1.65 dólares diarios. Así, la décima parte de la población más rica gana más de 40 por ciento de los ingresos totales, mientras la décima parte más pobre obtiene únicamente 1.1 por ciento, brecha que se hace cada vez más profunda a medida que pasa el tiempo.
En resumen, la opinión del dirigente de la Coparmex evidencia la carencia de una política congruente en materia de distribución de la riqueza, además de que constituye un insulto y un agravio a los millones de ciudadanos que luchan todos los días para percibir un magro salario que ni siquiera garantiza una adecuada alimentación a su familia: cuatro de cada 10 niños mexicanos padecen algún grado de desnutrición.
Kikka Roja