Miguel Ángel Granados Chapa
A sí me respondía Antoni Tàpies el pasado noviembre en su casa de Barcelona, después de una sobremesa al lado de Teresa, su mujer: “Ahora soy más escéptico. Puede que esa idea de artista que aludes sea un artificio, que el artista no sirva para nada. Pero tengo una ilusión y cierta esperanza en la cultura. Ésta me ha ayudado durante todo mi proceso creativo, me ayuda a seguir viviendo, y desde luego, a pintar constantemente mi mundo. A los casi noventa años estoy trabajando con la misma inquietud de cuando era joven. Esta actitud, posiblemente, responde a una desconfianza de los procesos y procedimientos racionalistas. Intuyo la importancia de todo aquello emanado del inconsciente y que puede tener una dimensión humana. Freud lo denominaba subconsciente que, connotando algo inferior, era como el saco donde se depositaban todos los despojos o basura humanas. Ahora el mensaje del inconsciente –gracias en parte a las lecturas de Jung– puede aportarnos una visión positiva y útil para comprender nuestra realidad cotidiana.”