- Las fiestas abarcan del 29 de enero al 6 de febrero
- Llegan los carnavales para alborotar el alma popular
Jaime Whaley
La fama del carnaval de Veracruz trasciende fronteras por sus vistosos desfiles y bailes. La imagen corresponde al festejo en el puerto jarocho, en 2005 La fama del carnaval de Veracruz trasciende fronteras por sus vistosos desfiles y bailes. La imagen corresponde al festejo en el puerto jarocho, en 2005 Foto: Archivo
Las carnestolendas, con toda su carga pagana-religiosa y libertades que las acompañan, están próximas, y los destinos en que se celebran se alistan para el festejo. Habrá preludios y posludios, y como remate los días de asueto de Semana Santa. Juan Carnaval se prepara en Veracruz para emerger, por octagésima cuarta ocasión, de los humeantes residuos de la quema del Mal Humor; los chinelos, en Morelos, afinan sus coloridas danzas; ya bufa el toro petate en Campeche; se exacerba de forma graciosa el espíritu nacionalista en Mazatlán con la mítica batalla de porteños contra franceses; las bellas máscaras de rostros europeos son desempolvadas en Tlaxcala, y el mensajero, en Oaxaca, lo mismo solicitará permiso en las poblaciones serranas que en la costera Putla de Villa de Guerrero, para dar comienzo a las fiestas. Seis son los carnavales que este año ocupan los esfuerzos de divulgación del Consejo de Promoción Turística. Las fechas varían, y van del martes 29 de enero hasta el miércoles 6 de febrero, con la lastimosa procesión en la que Juan Carnaval es llevado a su tumba.
El de Veracruz en el Golfo y el de Mazatlán en el Pacífico, son, sin duda, los más conocidos. Su fama trasciende los linderos del país. Indudablemente, tienen sus peculiaridades, como la vecindad con el mar y las fastuosas comparsas de los desfiles que, en el caso del puerto jarocho, serán seis. Mas los otros cuatro festejos dan también de que hablar, y poseen su interés antropológico. El de Campeche, que –dicen– data del siglo XVI, y que tiene mezclas con la cultura maya. El de Morelos se extiende a tres poblaciones: Tlayacapan, Yautepec y Tepoztlán.
Igualmente el de Oaxaca va, como quedó asentado, de las poblaciones de la sierra Juárez a las agrestes playas, con la participación de delegaciones que vienen de lejos, como las del Istmo. En Tlaxcala se practican los bailes de reminiscencia europea, como las cuadrillas francesas, y en diversos poblados bailan los huehues, esto es, los viejos de la comarca. En distintos grados, las fiestas conservan las tradiciones de los lugares, aunque la comercialización ha metido mano, como en el de Veracruz, que hace algunos años se vio secuestrado por las monótonas transmisiones dominicales de la televisión estelar, y que ahora las empresas cerveceras llevan un papel importante dejando de lado la participación del alma popular.
Las fechas de los festejos están así señaladas: Veracruz, 29 de enero al 6 de febrero; Campeche, del 31 de enero al 4 de febrero; Mazatlán, del 31 de enero al 6 de febrero; Morelos igualmente; Oaxaca, del primero al 4 de febrero, y Tlaxcala, del 31 de enero al 6 de febrero.
Las carnestolendas, con toda su carga pagana-religiosa y libertades que las acompañan, están próximas, y los destinos en que se celebran se alistan para el festejo. Habrá preludios y posludios, y como remate los días de asueto de Semana Santa. Juan Carnaval se prepara en Veracruz para emerger, por octagésima cuarta ocasión, de los humeantes residuos de la quema del Mal Humor; los chinelos, en Morelos, afinan sus coloridas danzas; ya bufa el toro petate en Campeche; se exacerba de forma graciosa el espíritu nacionalista en Mazatlán con la mítica batalla de porteños contra franceses; las bellas máscaras de rostros europeos son desempolvadas en Tlaxcala, y el mensajero, en Oaxaca, lo mismo solicitará permiso en las poblaciones serranas que en la costera Putla de Villa de Guerrero, para dar comienzo a las fiestas. Seis son los carnavales que este año ocupan los esfuerzos de divulgación del Consejo de Promoción Turística. Las fechas varían, y van del martes 29 de enero hasta el miércoles 6 de febrero, con la lastimosa procesión en la que Juan Carnaval es llevado a su tumba.
El de Veracruz en el Golfo y el de Mazatlán en el Pacífico, son, sin duda, los más conocidos. Su fama trasciende los linderos del país. Indudablemente, tienen sus peculiaridades, como la vecindad con el mar y las fastuosas comparsas de los desfiles que, en el caso del puerto jarocho, serán seis. Mas los otros cuatro festejos dan también de que hablar, y poseen su interés antropológico. El de Campeche, que –dicen– data del siglo XVI, y que tiene mezclas con la cultura maya. El de Morelos se extiende a tres poblaciones: Tlayacapan, Yautepec y Tepoztlán.
Igualmente el de Oaxaca va, como quedó asentado, de las poblaciones de la sierra Juárez a las agrestes playas, con la participación de delegaciones que vienen de lejos, como las del Istmo. En Tlaxcala se practican los bailes de reminiscencia europea, como las cuadrillas francesas, y en diversos poblados bailan los huehues, esto es, los viejos de la comarca. En distintos grados, las fiestas conservan las tradiciones de los lugares, aunque la comercialización ha metido mano, como en el de Veracruz, que hace algunos años se vio secuestrado por las monótonas transmisiones dominicales de la televisión estelar, y que ahora las empresas cerveceras llevan un papel importante dejando de lado la participación del alma popular.
Las fechas de los festejos están así señaladas: Veracruz, 29 de enero al 6 de febrero; Campeche, del 31 de enero al 4 de febrero; Mazatlán, del 31 de enero al 6 de febrero; Morelos igualmente; Oaxaca, del primero al 4 de febrero, y Tlaxcala, del 31 de enero al 6 de febrero.
Kikka Roja