Falta muy poco para que las mexicanas y los mexicanos decidan, en las urnas, el destino del país. Carece sin embargo la inmensa mayoría de los elementos de juicio suficientes.
El 1 de julio en la soledad de la casilla electoral, al cruzar la boleta, millones de ciudadanas y ciudadanos harán algo más que un trámite, cumplirán algo más que una obligación cívica.
Lo que decidan habrá de afectar profundamente su vida, la de su familia, la del país.
No es pues trivial la decisión y hay que tomarla en libertad y con la información suficiente.
No bastan los spots y los carteles que saturan las calles y la programación de radio y tv, pues no se está comprando un producto de consumo.
Es preciso conocer las ideas, la capacidad de argumentar y contraargumentar de la mujer y los hombres que aspiran a gobernar este país.
El 1 de julio en la soledad de la casilla electoral, al cruzar la boleta, millones de ciudadanas y ciudadanos harán algo más que un trámite, cumplirán algo más que una obligación cívica.
Lo que decidan habrá de afectar profundamente su vida, la de su familia, la del país.
No es pues trivial la decisión y hay que tomarla en libertad y con la información suficiente.
No bastan los spots y los carteles que saturan las calles y la programación de radio y tv, pues no se está comprando un producto de consumo.
Es preciso conocer las ideas, la capacidad de argumentar y contraargumentar de la mujer y los hombres que aspiran a gobernar este país.