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jueves, 29 de mayo de 2008

Sergio Aguayo: La salida de México de Amerigo Incalcaterra: Jose Luis Soberanes lo lanzó

COLABORACIÓN EN EL PERIÓDICO REFORMA:





La salida de México de Amerigo Incalcaterra: El 28 de mayo publiqué en el periódico Reforma tres textos sobre la remoción de Amerigo Incalcaterra, Representante en México de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En ellos demostré las presiones de José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y del gobierno mexicano. Incluyo dichos textos y la carta de Soberanes a Louise Arbour en Ginebra (en un anexo).
Sergio Aguayo

TEXTO
Descalifica Soberanes a funcionario de ONU

Critica CNDH en carta trabajo del comisionado en derechos humanos que tuvo que dejar el País
Sergio Aguayo
José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), acusó a Amerigo Incalcaterra, representante en México de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de incumplir su mandato y pidió a la alta comisionada del organismo internacional evitar en el futuro ese tipo de actuaciones.
En una carta enviada el 24 de marzo a Louise Arbour, alta comisionada de la ONU de Derechos Humanos, Soberanes le pide tomar medidas ante lo que consideró una conducta inadecuada de Incalcaterra.
A los pocos días, el funcionario internacional fue removido y se le dieron menos de dos meses para dejar el País. La CNDH nunca vio con simpatía la presencia de la ACNUDH ni el estilo de Incalcaterra, quien, al poco tiempo de iniciar su misión en México (octubre de 2005), desplegó una intensa actividad a favor de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. La molestia hizo crisis cuando Incalcaterra calificó públicamente de valioso el informe de la organización no gubernamental Human Rights Watch “La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México: Una Evaluación Crítica”, dado a conocer el 13 de febrero, y sugirió a la CNDH tomar en cuenta sus recomendaciones.
Justamente ese documento enfrentó a la comisión mexicana con la ONG.
“A nuestro parecer, el señor Amerigo Incalcaterra cometió un grave error” al validar el informe, indica Soberanes en su texto.

Alientan salida de Incalcaterra

Rechaza oficina de Naciones Unidas informar sobre relevo de funcionario
Sergio Aguayo Quezada

El representante en México de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Amerigo Incalcaterra, fue despedido por defender a las víctimas y denunciar las incongruencias de un Estado con discurso florido y compromiso escuálido. Es también una confirmación de la tibieza de la ACNUDH, que optó por complacer a las autoridades mexicanas. Los funcionarios internacionales se rigen por normas tan rígidas como sus procedimientos burocráticos. Su prioridad es mantener las formas y los buenos modales. Incalcaterra llegó a México el 28 de octubre del 2005 y como es de hablar suave parecía ser otro de esos funcionarios que han encontrado en la complicidad con el gobierno su modus vivendi.

Muy pronto Incalcaterra demostró ser diferente porque desplegó una intensa actividad en la capital y los estados. Entre sus últimos logros estuvo la elaboración del Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal. Aplaudido en algunos círculos, hubo también quienes se irritaron con sus pronunciamientos.
Fiel a su estilo, Incalcaterra se despidió del país publicando una columna en el último número de Proceso (25 de mayo) en la cual pone el dedo en la llaga al señalar la distancia entre retórica y realidad. También advierte del riesgo de que los derechos humanos “se queden tan sólo plasmados en el discurso y en las normas jurídicas”. Un alto funcionario -que como el resto de los entrevistados en México y Ginebra prefirió el anonimato por lo sensible del caso- reconoció la esquizofrenia de la política oficial mexicana en el tema.
“El mandato de la CNDH es defender los derechos humanos y, sin embargo, su presidente pidió al ACNUDH que silenciara o despidiera a quien expresa una opinión legítima sobre un informe que le disgusta”, señaló.

Las fuerzas armadas también se molestaron con las declaraciones de Incalcaterra sobre el fuero militar o los riesgos para los derechos humanos del protagonismo castrense en el combate al crimen organizado. La Secretaría de la Defensa Nacional escribió una carta a Relaciones Exteriores a finales del 2007 y los abogados militares estuvieron a punto de descarrilar la firma del acuerdo entre la ACNUDH y el gobierno de México.

Un ángulo poco resaltado es que Incalcaterra empezó a ser visto con desagrado en su propia organización. En opinión de un diplomático que conoce en detalle el affaire Incalcaterra, la ACNUDH de Louise Arbour prefirió darle prioridad a su relación con el Estado mexicano. Eso explica la prestancia con la cual respondieron a las inconformidades oficiales que Alientan salida de Incalcaterra

Así lo dijo
La actuación de la Policía en Atenco es un escándalo. Todos los procesos fueron irregulares y nadie ha sido castigado por esa manipulación del sistema de justicia”.
Rupert Knox

El 14 de este mes, la Canciller Patricia Espinosa le respondió con un texto repleto de elogios al trabajo realizado por las autoridades mexicanas. No dice nada sobre el papel jugado por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sergio Aguayo

El silencio de la SRE
Emmanuel Salazar

‘Se a garraba de uñas y dientes’
DURAN GO. El presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, bromeó sobre la salida de Amerigo Incalcaterra de México. Recordó que la Iniciativa Mérida incluye un millón de dólares para organizaciones civiles, que repartirá la oficina que estaba a su cargo. “Eso explica el coraje de Incalcaterra cuando le dijeron que se fuera; ya no iba a disfrutar de ese millón de dólares y por eso se agarraba de uñas y dientes”, comentó. tuvieron su punto culminante en la carta de Soberanes.

Para obtener la versión de la ACNUDH se solicitó una entrevista telefónica a la mexicana María Francisca
Ize-Charrin, la funcionaria responsable de las oficinas de la ACNUDH en el exterior. Respondió con un texto formal en el cual se entusiasma al justificar la “rotación” de Incalcaterra (“representa renovados retos y desafíos profesionales”, dice). Cambia de talante al aclarar que las Naciones Unidas no discuten “cuestiones relativas al personal, incluyendo rotaciones”. Notable la opacidad en el principal organismo promotor de los derechos humanos. Para Ize-Charrin todo está tan bien que la ACNUDH obtuvo la “renovación del mandato” y tiene una sólida “relación con el Gobierno de México”. Nada dijo sobre un aspecto fundamental: su oficina también está obligada a defender a las víctimas de los abusos.

Kikka Roja

SEGOB: Desmayo de 20 niños frente al guapo MOURIÑO: Modelo Economico ABUSO Y MALTRATO INFANTIL

Desmayo de 20 niños en acto de Segob

FELIPE CALDERÓN COME CACA "GUAPA" DE MOURIÑO

Los rayos del sol y el ayuno surtieron efecto entre los casi 700 niños reunidos en Gobernación. De pronto, comenzaron a caer desmayados. Fueron 20 en total

Jorge Ramos Pérez
El Universal Jueves 29 de mayo de 2008
jorge.ramos@eluniversal.com.mx

Aunque era de mañana, muy temprano, el sol ya caía a plomo. Los efectos del ayuno en muchos de ellos, y la insolación, no tardaron en ejercer su poder en los cuerpos de los pequeños estudiantes. Casi en efecto dominó una veintena de niños cayó desmayado en pleno patio central de la Secretaría de Gobernación. Era el inicio de la ceremonia de izamiento e incineración de banderas, que encabezó Juan Camilo Mouriño.

Entre bostezos, cientos de niños, algunos sin desayunar, llegaron a Gobernación a las siete y media de la mañana. Se levantaron más temprano que de costumbre para llegar a tiempo a la cita. En la explanada del antiguo Palacio de Covián, les indicaron cómo sería la formación y estuvieron ensayando al menos 45 minutos. El grupo estaba integrado por 674 estudiantes de 20 primarias y secundarias, algunos del norte de la ciudad de México, la mayoría de escuelas públicas y otros de privadas. Una vez pasado el primer ensayo, los llevaron al salón Revolución a ver videos educativos. Según Gobernación, les dieron desayunos: sandwich de jamón y queso, jugos, una manzana y un chocolate. Pero de poco sirvió.

A las nueve de la mañana, los alumnos de las escoltas volvieron a salir a ensayar. La ceremonia, que se lleva a cabo cada año encabezada por el secretario de Gobernación en turno, estaba prevista para las 09:30 horas. “Firmes y no se rían”, ordenó un maestro a sus alumnos durante el segundo ensayo, mientras los pequeños portaban erguidos las banderas. A las 9:40 horas Mouriño salió de sus oficinas e inició la ceremonia de izamiento e incineración de banderas. Pasaron los discursos. Luis Fernando Trejo Tapia, alumno de cuarto año de primaria del Instituto Ovalle Monday habló a nombre de sus compañeros. “Tenemos que aprender y entender nuestro pasado, valorando lo que hicimos, comprender lo que somos y lo que seríamos como nación”, dijo el niño. Luego habló el secretario de Gobernación. Mouriño habló de democracia y del Estado de derecho. Exhortó a respetar las leyes y las instituciones, que en su opinión también es aprender y exigir que se respeten.

“Los invito a respetar a nuestro país y a confiar en las instituciones democráticas que hemos construido”, dijo el secretario. Entre discurso y discurso los rayos del sol comenzaron a surtir efecto entre los infantes. De pronto, de todos lados comenzaron a caer desmayados los niños. Al menos seis de ellos fueron llevados en brazos, otros en camilla y hasta en silla de ruedas, al servicio médico. Otros, a paso lento, también recibieron atención. Fueron 20 niños en total. El secretario de Gobernación, al final del acto, cerca de las 10:15 de la mañana, todavía dio una vuelta completa en la plancha de la explanada central para saludar a los niños de las escoltas. A las 11:00 horas ya todos los menores se fueron a su escuela a continuar con su jornada escolar. Muchos de ellos aún con la angustia vivida esa mañana, cuando el sol y el ayuno los hizo caer ante la indiferencia de los organizadores del acto oficial en la Secretaría de Gobernación.

Primero: JUAN CAMILO MOURIÑO EL MAS GUAPO DE LOS PENDEJOS: ¡ CHINGAS A TU MADRE !

Segundo: EL GOBIERNO ESPURIO LLENO DE RATEROS, MENTIROSOS Y ESCLAVIZADORES: ¿No que la población está muy bien? SIN TIEMPO PARA COMER Y SIN COMIDA ¿QUE CLASE DE PERSONAS ESTÁN PREPARANDO PARA EL MÉXICO DE MAÑANA?

tercero: EL DESEMPLEO impide la buena alimentación

Eso es lo que el espurio te regresa por haber votado por el PAN: EL DESPRECIO Y EL MALTRATO A TUS PROPIOS HIJOS.

EL DESEMPLEO y LA VENTA DE LA PATRIA ES LA POLITICA PANISTA


Kikka Roja

Lorenzo Meyer: La CIA en México o a propósito del nacionalismo

La CIA en México o a propósito del nacionalismo
"Una clase política con discurso"

E-mail Lorenzo Meyer AGENDA CIUDADANA
opinion@elnorte.com
lmeyer@colmex.mx

Articulos recientes del Dr. Lorenzo Meyer Cossio

Al Final (Casi) Todo se Sabe. Como una parte de la clase política mexicana no es dada a leer trabajos de investigación histórica –Vicente Fox es el caso extremo-, es posible que no hayan tenido conciencia que tarde o temprano saldrían a la luz sus tratos y acuerdos secretos. Por lo que hace a las relaciones ocultas de nuestros presidentes con Estados Unidos, hace tiempo que un antiguo agente de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos –la famosa CIA- con experiencia en América Latina, Philip Agee, publicó un libro –Inside the Company: CIA Diary, (Penguin Books, 1975)- en donde reveló la existencia de la “Operación LITEMPO” cuya razón de ser era la institucionalización de una estrecha y sistemática relación entre el jefe de estación de la CIA en México con varios presidentes -Adolfo López Mateos, (ALM), Gustavo Díaz Ordaz (GDO) y Luis Echeverría Álvarez (LEA)- y otros políticos mexicanos. Sin embargo, ahora podemos tener una visión más completa y documentada –aunque también parcial e incluso exagerada- de la naturaleza de esa relación… y del doble discurso de los responsables de la conducción de nuestra política: buenos manipuladores del discurso nacionalista y de autodeterminación, pero en sigilo manipulados y manipuladores de la relación con los intereses de la potencia hegemónica.

Nuestro Hombre en México. Con la publicación del libro de Jefferson Morley, Our Man in Mexico. Winston Scott and the Hidden History of the CIA (“Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia escondida de la CIA”, [Lawrence, Ka.: University Press of Kansas, 2008]) se ahonda en el conocimiento de la red de intereses entre la Presidencia mexicana y los servicios de Inteligencia e intereses norteamericanos, para darse apoyo mutuo, incluso violando el marco legal cuando lo consideraban conveniente.

El libro hace evidente la hipocresía de una clase política, actitud que quedó simbolizada en esa reacción pública de un descompuesto Luis Echeverría, que en marzo de 1975, en la UNAM, pretendió descalificar a los estudiantes que le abucheaban (y apedrearon) con un “¡jóvenes manipulados por la CIA!”. Ahora es claro que si alguien fue manipulado por la CIA, por años y con pleno conocimiento y consentimiento, fue precisamente Echeverría.

ALM y Cuba. Morley centra su investigación en Winston Scott, -un doctor en matemáticas transformado en agente de los servicios de Inteligencia norteamericano con una claro gusto por las mujeres, la intriga y la buena vida- desde la Europa de la II Guerra hasta su puesto como jefe de estación de la CIA en México a partir de 1957. Algunas de las afirmaciones de Morley –y también de Agee- hay que tomarlas con varios granos de sal, pero según el biógrafo, Scott, como jefe de la CIA en México por casi trece años, llegó a acumular más poder que los embajadores norteamericanos de la época al punto que él fue el verdadero “procónsul norteamericano”.

Como sea, la relación entre Scott –oficialmente un mero primer secretario de Embajada- y ALM creó un patrón que perduraría. Morley llegó a México con un único objetivo, el propio de su jefe y de su agencia: combatir el comunismo en México vigilando y actuando contra la izquierda local y los agentes del bloque soviético que operaban en nuestro país. Para tal propósito vino “armado de amistad, tecnología y dinero”. De entrada hay que dejar de lado la amistad –en la labor de ningún servicio de Inteligencia cabe ese concepto- y centrarse en los dos restantes. Morley, como Agee, sostienen que los presidentes de México de la época fueron agentes pagados de la CIA. Es muy difícil aceptar que Scott hubiera podido reclutar a ALM o GDO como agentes pagados; está fuera de lo normal suponer que ALM o GDO efectivamente recibieran una mensualidad de la CIA o que demandaran de la agencia de espionaje automóviles para sus amantes. Lo que, en cambio sí es posible, es que esas cantidades fueran efectivamente desembolsadas por la agencia norteamericana y que alguien más -¿el propio Scott?- se haya quedado con ellas, pues en el México de la época y por la naturaleza del sistema político, los presidentes podían disponer a voluntad de millones de dólares anuales de su “partida secreta” o podían -¿pueden?- demandar millones de dólares de sus empresarios favoritos, como efectivamente lo hizo Carlos Salinas a nombre del PRI en la famosa cena en casa de Ortiz Mena, supuestamente para apoyar al PRI en las elecciones de 1994.

Lo realmente importantes es, según esta obra y en primer lugar, que ALM sabía perfectamente el puesto que tenía Scott, que aceptó que reclutara a funcionarios para servir a la CIA –a su secretario de Gobernación, a Fernando Gutiérrez Barrios, a Miguel Nazar Haro, etc.-, que cada domingo el presidente admitiera a desayunar a Scott, que enviara un mensaje político al aceptar ser su testigo de boda en diciembre de 1962 o que diera su consentimiento para que la agencia norteamericana estableciera un sofisticado sistema de espionaje telefónico de las embajadas de los países socialistas a cambio de que también se espiara a ciertos ciudadanos mexicanos, como el ex presidente Lázaro Cárdenas. Morley considera que al final del Gobierno de ALM, Scott “se había echado a la bolsa a la clase gobernante mexicana”.

En materia de política internacional, y siempre según el autor de la obra, Scott y la estación mexicana de la CIA jugaron un papel en la frustrada invasión de Cuba en 1961 (“Operación Zapata”). Por un tiempo, grupos de anticastristas cubanos que preparaban la invasión operaron desde México con el conocimiento del presidente y de su secretario de Gobernación –desde entonces GDO aparece como agente pagado de la CIA-, haciendo una farsa del principio de no-intervención de un país en los asuntos internos de otro, principio supuestamente toral de la política exterior mexicana. Sólo cuando ALM le dijo directamente al jefe de la CIA, Allen Dulles, que un compromiso mexicano más directo y evidente contra el castrismo le crearía problemas a su Gobierno, la colaboración mexicana con Estados Unidos en este campo encontró un límite relativo, límite que se extendió con relatividad al financiamiento de la CIA a grupos católicos y de derecha mexicanos.

GDO. Morle dedica mucho espacio a las visitas del asesino del presidente John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, a la Ciudad de México y, sobre todo, al muy ambiguo papel desempeñado por los agentes de Inteligencia americanos en nuestro país en ese episodio. Sin embargo, aunque el affaire Oswald fue un asunto básicamente norteamericano, también condujo al arresto e interrogatorio bajo tortura de una ciudadana mexicana que trabajaba en la Embajada cubana: Sylvia Durán. El incidente, con todos sus aspectos de ilegalidad, involucró directamente a ALM, GDO, LEA y Gutiérrez Barrios en un antecedente de la actual “maquila” que Estados Unidos hace con policías de otros países para que se arreste e interrogue “severamente” a sospechosos de colaborar con Al Qaeda y el terrorismo.

Con GDO en la Presidencia, Moret, con evidente exageración, califica a Scott como “el segundo hombre más poderoso de México” después del presidente. Su oficina disponía de 50 millones de dólares al año y supuestamente tenía, como agentes pagados, a 15 funcionarios del Gobierno mexicano. A Scott le pasaba un reporte diario a GDO sobre “los enemigos de la nación” y a cambio lograba acceso. Y aquí, Morley elabora una hipótesis interesante: por estar tan inmerso en los círculos del poder mexicanos, el “súper agente” de la CIA, y justo como le sucedió a la alta clase política mexicana en general, se apartó del país real y los sucesos de 1968 lo tomaron por sorpresa. Y cuando la protesta estudiantil se transformó en un movimiento social, Scott no supo interpretar el hecho al punto que mejor la Embajada, la Casa Blanca o el Directorio de Inteligencia de la CIA en Virginia, tuvieran mejor sentido de las cosas que Scott, que llevaba más de un decenio viviendo en la Ciudad de México. Y es que GDO y los agentes de la CIA dentro del Gobierno mexicano le dieron al espía una versión muy interesada –la conspiración comunista- y no una realista. Morley concluye: “el titiritero se convirtió en títere”.

La Lección. Ya Sergio Aguayo en El panteón de los mitos (1998) había señalado la falsedad del discurso nacionalista de la élite política del “nacionalismo revolucionario”: autodeterminada en el discurso, pero penetrada y sumisa en la realidad. El libro sobre Scott simplemente reafirma lo anterior y abre una interrogante: ¿si eso ocurrió en la época del PRI “nacionalista” cómo será hoy, en el México del ASPAN y la Iniciativa Mérida?

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