AGENDA CIUDADANA
La corrupción al sur y norte del Río Bravo
Lorenzo Meyer
1 Ene. 09
Ahora, cuando se refiere a la paja en nuestro ojo, Estados Unidos deberá tener en cuenta la viga en el suyo
Omnipresente
Es claro que la corrupción ha estado y sigue estando presente en todos los sistemas políticos, pero también es cierto que en algunos se trata de un mal controlable en tanto que en otros ha resultado tan omnipresente que se ha convertido en el factor dominante, con efectos muy negativos tanto para la economía y el sistema de justicia como para la legitimidad de las estructuras de autoridad y la moral colectiva.
Los datos de Transparencia Internacional (TI) -Índice de Percepción de la Corrupción 2007- nos dicen que México (acompañado de Brasil, Perú, Marruecos, India y China) ocupó el lugar 72 entre 179 países ordenados según la importancia que en cada uno tiene la percepción de corrupción. Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda son los menos afectados en tanto que en Somalia -el caso más claro de Estado fallido- el problema alcanzó su máxima expresión.
Los datos señalan que hay países más afectados por la corrupción que el nuestro. Sin embargo, esa "deshonrosa medianía" mexicana deja de serlo y se vuelve extrema en el informe que TI publicó el 9 de diciembre del 2008. Ese reporte señala que entre los 22 países que más exportan, la propensión de sus empresas a pagar sobornos para facilitar su intercambio con el exterior fue baja en Canadá y Bélgica pero alta en China, Rusia y México. Lo interesante del dato es que las exportaciones de las empresas establecidas en México se concentran en un 85 por ciento en un solo país: Estados Unidos. Y como para corromperse se requiere de al menos dos, entonces se puede inferir que sería muy difícil que las malas costumbres mexicanas fueran tan extendidas en su intercambio con el exterior si Estados Unidos fuera una sociedad donde la corrupción fuera la excepción de la regla.
En el índice de TI del 2007, Estados Unidos ocupa el lugar 20: no es un país notoriamente corrupto pero tampoco un ejemplo de honestidad. En el índice de los grandes exportadores, las empresas estadounidenses están en el sitio número 9 de 22, es decir, a medio camino entre las menos y las más dadas a corromper.
Definición
Aunque todos intuimos cuál es la esencia de la corrupción nunca sobra una definición y TI ofrece la más sucinta: "El mal uso del poder encomendado para una ganancia privada". Y además distingue entre corrupción "de acuerdo a la regla" y "contra la regla". Los pagos de facilitación -el soborno como medio para recibir un trato preferente- pertenecen al primer grupo y los pagos para obtener servicios que el receptor no está autorizado a dar son del segundo. La corrupción aparece lo mismo en el sector público que en el privado pero suele suponerse que la pública es más dañina, suposición que en la actualidad ya no resulta tan evidente. Veamos.
El gobernador
Como se sabe, en el país vecino hay gobernadores que tienen derecho a nombrar directamente a quien deba ocupar la curul dejada vacante por muerte o renuncia de un senador en funciones. Para el público mexicano, lo que acaba de ocurrir en este ámbito en Illinois no tiene nada de sorprendente: Rod R. Blagojevich -un gobernador de rostro juvenil y fotogénico- fue descubierto por investigadores federales cuando intentaba demandar un soborno por medio millón de dólares a quien él nombrara para cubrir la vacante en el Senado que había dejado Barack Obama, la de senador por Illinois, al ser electo Presidente. Se dice que para el ciudadano promedio de Illinois, lo sorprendente no fue descubrir que su gobernador era corrupto sino que fuese tan estúpido como para intentar vender la curul justo cuando estaba siendo investigado por otros delitos, como presionar para que su esposa recibiera un sueldo de 150 mil dólares anuales o para que, a cambio de autorizar la venta de una propiedad del Chicago Tribune, ese periódico despidiera a editorialistas que le incomodaban. En fin, que en este campo no hay gran diferencia entre la política mexicana y la norteamericana. Pero veamos dónde sí la hay.
Las pirámides
Algunas caricaturas en la prensa norteamericana ya utilizan a la pirámide como el más reciente símbolo de la corrupción y con buenas razones. El caso de Bernard Madoff le ha dado la vuelta al mundo. El personaje inició hace 40 años con apenas 5 mil dólares lo que hasta hace poco parecía una de las más exitosas carreras en el mundo de las finanzas. Esa carrera le llevaría a ser presidente de corredurías y del Nasdaq. Su forma de vida incluía yates de gran lujo en Nueva York, Florida y el Mediterráneo y clientes multimillonarios lo mismo en Estados Unidos que en Asia o Europa. Algunos se habían hecho miembros de clubes exclusivos sólo con el objeto de toparse ahí con él y convencerle de que les admitiera al selecto grupo que recibía ganancias del orden del 8 al 15 por ciento anual. Nadie sabía su modus operandi, pero ni a la U.S. Securities and Exchange Commission (USSEC) ni a los clientes -entre los que se contaban individuos, bancos, fundaciones, universidades y fondos especulativos o soberanos- les importó averiguar la base del éxito. Sólo hasta ahora se supo que el secreto era una simple pero mayúscula "pirámide": a quien invertía primero se le pagaba con el dinero del que venía atrás hasta que el gran globo estalló. Se calcula que el monto del fraude asciende a 50 mil millones de dólares, pero puede ser más. En cualquier caso, se trata ya de la mayor "pirámide" en la historia (The New York Times, 19 de diciembre, 2008).
Thomas L. Friedman, ganador del Premio Pulitzer, se ha preguntado si hay diferencia entre la "pirámide" ilegal de Madoff y los esquemas diseñados en Wall Street que llevaron primero a la quiebra del sistema financiero norteamericano y luego a una crisis mundial, la peor desde la Gran Depresión, pues estos últimos son también "pirámides" aunque legales (The New York Times, 17 de diciembre, 2008). Friedman liga el desastre que hoy afecta al mundo con la corrupción en gran escala en su país, pues no se puede calificar de otra forma lo hecho por aquellos que en Wall Street ofrecían, por ejemplo, una hipoteca de 750 mil dólares, sin pago inicial alguno y sin mensualidades en los dos primeros años, a un trabajador cuyo sueldo anual era de sólo 14 mil dólares, para luego unir esa hipoteca impagable a otras similares y transformarlas en un "paquete" calificado por Moody's o Standard & Poor's como triple A y venderlo a uno de los grandes fondos de pensiones o a un banco que, a su vez, y sin mayor averiguación, lo revendía o lo usaba como base para dar nuevos créditos. Madoff puede terminar con una condena de cárcel pero los responsables de la quiebra de, por ejemplo, Merrill Lynch (E. Stanley O'Neal) o de Citigroup (Robert Rubin) y de tantos otros arquitectos de la nueva gran crisis mundial, simplemente se han retirado a disfrutar de una riqueza acumulada vía sueldos y compensaciones descomunales.
Corrupciones comparadas
Es posible que al comparar "el mal uso del poder encomendado para una ganancia privada" Blagojevich no resulte peor que el gobernador mexicano promedio, pero al abordar el tema de la impunidad surge la diferencia: de 1960 a la fecha cuatro gobernadores han terminado en la cárcel sólo en Illinois, en México apenas uno. Las estadísticas de funcionarios públicos convictos en Florida, Nueva York y Texas son sorprendentes por numerosas. Hasta aquí, la mayor diferencia entre México y Estados Unidos pareciera ser que en el primero reina la impunidad de los corruptos y en el segundo no siempre.
Sin embargo, al volver la vista al sistema económico, la situación cambia: la facilidad con que Wall Street violó las reglas elementales de su propio sistema de mercado y la irresponsabilidad criminal de los encargados de vigilarle -desde el Congreso hasta la USSEC o Alan Greenspan, por 19 años presidente de la Reserva Federal- han desembocado en una gran crisis mundial que se va a traducir en la pérdida de millones de empleos y en una baja generalizada del nivel de vida, y los responsables han quedado impunes.
En suma
Lo sucedido en Estados Unidos ofrece lo mismo ejemplos de corrupción que tienen su contraparte en México pero otros que rebasan, por su magnitud y consecuencias, lo que pasa al sur del Bravo. Cuando en el país del norte la corrupción pública se combina con la privada, es capaz de producir un desastre de proporciones planetarias.
Mal de muchos no debe ser consuelo de nadie. Sin embargo, cuando desde el norte se vuelva a subrayar la innegable corrupción mexicana habrá que exigir fijarse no sólo en la paja en nuestro ojo sino también en la viga en el suyo, al menos mientras Estados Unidos no emprenda las reformas estructurales que reclama su capitalismo que, finalmente, es el que nos domina.
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