La doble derrota de Calderón
josé gil olmosMéxico, D.F., 14 de noviembre (apro).- Según los simpatizantes del PAN, la derrota en Michoacán tiene el sabor del triunfo para Felipe Calderón. Pero esto es un eufemismo para ocultar el grave costo que tendrá para el michoacano perder en su propia tierra y, al mismo tiempo, perder la alianza con Elba Esther Gordillo. Bajo la idea de que a veces cuando se pierde en realidad se gana o de que hay derrotas que al final son victorias, los panistas y sus allegados tratan de disfrazar con sofismas el doble fracaso que ha sufrido Calderón en su propia tierra. Sostienen la idea de que cedió Michoacán a cambio de ganar gobernabilidad. Sin embargo, no se puede ocultar que Calderón si quería ganar en su tierra, y hasta mediados de la campaña metió las manos en el proceso electoral en favor de su amigo Salvador López Orduña. En varias ocasiones estuvo en la entidad y se reunió con empresarios, así como con líderes de diversos sectores, incluidos los religiosos, a los que les dijo: “Si votan por el PAN, a Michoacán le va a ir bien”.
Para entonces, Calderón tenía una aliada de peso: la maestra Elba Esther Gordillo, quien en las recientes elecciones de Baja California había demostrado su efectividad al hacer ganar al panista José Guadalupe Osuna Millán, poniendo en operación la misma estrategia electoral de 2006, echando a andar la maquina electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Desde el principio de la competencia, el perredista Leonel Godoy mostró una ventaja considerable, pero el apoyo de Calderón balanceó las fuerzas y el candidato del PAN casi lo alcanzó en las encuestas. Pero no fue suficiente. Resulta que la alianza Calderón-Gordillo comenzó a sufrir golpes y, al mismo tiempo, en Michoacán la disidencia magisterial de la Sección 18, encabezada por Artemio Ortiz, apoyado por el exoperador político de la maestra, Noe Rivera, implementaron una estrategia para anular y detener la ingeniería electoral de Gordillo, que consiste en comprar credenciales y acarrear votantes en las secciones especiales para, de esa manera, manipular los resultados conforme a su propia conveniencia.
Los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que se oponen al cacicazgo de Gordillo, organizaron cuadrillas “antimapaches” para perseguir a los operadores de la maestra, y tuvieron éxito pues descubrieron el plan y lo revelaron ante la prensa. No obstante, lo que más afectó la operación de Elba Esther Gordillo fue la decisión velada de Calderón, de empezar a desmarcarse e, incluso, a voltearle la cara a éste personaje, a pesar de que le ayudó a ganar la elección del 2 de julio de 2006. En el Senado y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el PAN no se opuso a que se presentara una iniciativa de ley que permitirá que se auditen los recursos públicos millonarios que reciben los sindicatos, como el SNTE. Dada la trascendencia política de dicha iniciativa, difícilmente se podría presentar y ser apoyada por Acción Nacional sin el apoyo del presidente de la República.
Ese fue el mensaje más claro de Calderón en su intento por romper cualquier liga con Elba Esther Gordillo, porque le pesa la historia de corrupción de la expriista, sobre todo cuando pretende pasar a la historia como un presidente honesto, sin nada que le manche las manos.
El segundo mensaje del rompimiento fue la disminución considerable de recursos en 85 por ciento en la Ley de Egresos de la federación a la subsecretaría de Educación Básica de la SEP, que dirige Fernando González, yerno de la maestra Godillo, así como el distanciamiento de éste funcionario con la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota.
En Michoacán, por otra parte, existen versiones de que Calderón habría pactado con Cuauhtémoc Cárdenas y Leonel Godoy dejar solo al candidato del PAN, López Orduña, a cambio de que la corriente histórica del PRD le dé reconocimiento como presidente legítimo y, con ello, también aceptar futuras negociaciones políticas. De ser cierto esto, dicho pacto se sumaría a la decisión de Calderón de romper la alianza estratégica con Gordillo. Pero en lugar de ganar perdiendo, como esgrimen sus simpatizantes, en realidad el jefe del Ejecutivo pierde por partida doble.
Pierde en su estado, con lo que políticamente manda un mensaje de debilidad, y pierde una aliada que, como enemiga, es muy peligrosa. Solo habría que recordarle a Calderón cómo Elba Esther Gordillo acabó con el futuro político de Roberto Madrazo, sacando a relucir sus constantes traiciones en pleno proceso electoral.
Kikka Roja
Para entonces, Calderón tenía una aliada de peso: la maestra Elba Esther Gordillo, quien en las recientes elecciones de Baja California había demostrado su efectividad al hacer ganar al panista José Guadalupe Osuna Millán, poniendo en operación la misma estrategia electoral de 2006, echando a andar la maquina electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Desde el principio de la competencia, el perredista Leonel Godoy mostró una ventaja considerable, pero el apoyo de Calderón balanceó las fuerzas y el candidato del PAN casi lo alcanzó en las encuestas. Pero no fue suficiente. Resulta que la alianza Calderón-Gordillo comenzó a sufrir golpes y, al mismo tiempo, en Michoacán la disidencia magisterial de la Sección 18, encabezada por Artemio Ortiz, apoyado por el exoperador político de la maestra, Noe Rivera, implementaron una estrategia para anular y detener la ingeniería electoral de Gordillo, que consiste en comprar credenciales y acarrear votantes en las secciones especiales para, de esa manera, manipular los resultados conforme a su propia conveniencia.
Los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que se oponen al cacicazgo de Gordillo, organizaron cuadrillas “antimapaches” para perseguir a los operadores de la maestra, y tuvieron éxito pues descubrieron el plan y lo revelaron ante la prensa. No obstante, lo que más afectó la operación de Elba Esther Gordillo fue la decisión velada de Calderón, de empezar a desmarcarse e, incluso, a voltearle la cara a éste personaje, a pesar de que le ayudó a ganar la elección del 2 de julio de 2006. En el Senado y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el PAN no se opuso a que se presentara una iniciativa de ley que permitirá que se auditen los recursos públicos millonarios que reciben los sindicatos, como el SNTE. Dada la trascendencia política de dicha iniciativa, difícilmente se podría presentar y ser apoyada por Acción Nacional sin el apoyo del presidente de la República.
Ese fue el mensaje más claro de Calderón en su intento por romper cualquier liga con Elba Esther Gordillo, porque le pesa la historia de corrupción de la expriista, sobre todo cuando pretende pasar a la historia como un presidente honesto, sin nada que le manche las manos.
El segundo mensaje del rompimiento fue la disminución considerable de recursos en 85 por ciento en la Ley de Egresos de la federación a la subsecretaría de Educación Básica de la SEP, que dirige Fernando González, yerno de la maestra Godillo, así como el distanciamiento de éste funcionario con la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota.
En Michoacán, por otra parte, existen versiones de que Calderón habría pactado con Cuauhtémoc Cárdenas y Leonel Godoy dejar solo al candidato del PAN, López Orduña, a cambio de que la corriente histórica del PRD le dé reconocimiento como presidente legítimo y, con ello, también aceptar futuras negociaciones políticas. De ser cierto esto, dicho pacto se sumaría a la decisión de Calderón de romper la alianza estratégica con Gordillo. Pero en lugar de ganar perdiendo, como esgrimen sus simpatizantes, en realidad el jefe del Ejecutivo pierde por partida doble.
Pierde en su estado, con lo que políticamente manda un mensaje de debilidad, y pierde una aliada que, como enemiga, es muy peligrosa. Solo habría que recordarle a Calderón cómo Elba Esther Gordillo acabó con el futuro político de Roberto Madrazo, sacando a relucir sus constantes traiciones en pleno proceso electoral.