Porfirio Muñoz Ledo
Fue Luis Javier Garrido un personaje singular, marcado por una biografía colectiva pero diferente de sus contemporáneos por la seriedad de su talante y la constancia implacable del pensamiento crítico. Hijo del rector a quien correspondió el difícil mantenimiento de la autonomía política e intelectual de la Universidad -en equilibrio con el gobierno de Miguel Alemán- tanto como el proceso de construcción de la Ciudad Universitaria. Conocí la obra antes que al autor, aunque -menor que yo- él me recordaba desde los días en que era alumno de primaria en el Instituto México. Llegó a mis manos su libro clásico sobre la revolución institucionalizada, pieza maestra para el conocimiento del sistema político mexicano, que era el centro de mi trabajo académico. Poco después los traté en el ámbito cordial de alumnos, materias y preocupaciones compartidas. Eran los días del movimiento estudiantil de 1968 y de la creación de la Corriente Democrática