Con su venia gloaeza@yahoo.comGuadalupe Loaeza ‘Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras...’. San Lucas, XIX, 40 Ésta es la primera vez que me dirijo a un Rey de verdad (le he mandado múltiples cartas a los Reyes Magos, pero a un monarca de carne y hueso nunca me había atrevido hacerlo anteriormente). Confusa y sorprendida como estoy decidí escribirle para expresarle los sentimientos de una ciudadana latinoamericana respecto al incidente que se dio en la XVII Cumbre Iberoamericana que culminó el sábado en Santiago de Chile, y en donde usted calló al presidente venezolano, Hugo Chávez. Después de haber visto varias veces en diversos noticiarios tanto internacionales como locales, así como en la página web de YouTube el encontrón entre el jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, Hugo Chávez y usted, le confieso, con todo respeto, que fue su actuación la que más me llamó la atención e incluso me indignó. Todo el mundo sabe respecto a los excesos y excentricidades del presidente de Venezuela, pero lo que no todo el mundo sabía, sino hasta el sábado, era de la pérdida tan abrupta e inesperada de compostura del rey Juan Carlos de España, la cual me provocó muchas dudas. En primer lugar, ¿por qué se dirigió usted a Hugo Chávez, interrumpiendo también al presidente Zapatero y tuteando a Chávez de esa forma tan despectiva, si se trata de un mandatario elegido (por tercera vez) democráticamente? Me pregunto si lo hubiera hecho con el mismo gesto de desdén y de autoritarismo si el que hubiera estado interrumpiendo constantemente a Zapatero hubiera sido George W. Bush o Nicolas Sarkozy. Estoy consciente que en tratándose de una cumbre iberoamericana, estos dos presidentes no se hubieran encontrado presentes, pero, ¿hubiera usted tratado de esa forma tan despectiva al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva? Por otro lado, también estoy consciente de que el estilo personal de Chávez resulta por momentos exasperante, irritante y hasta irrespetuoso, pero es Chávez, así es él. Pero de usted nos esperamos otro tipo de comportamiento. Por exagerada que encuentre usted mi reacción, quiero decirle que ese "Por qué no te callas" lo sentí como que quería callar a todos aquellos que están en una posición de desventaja frente a países mucho más ricos y más poderosos que los nuestros. Al querer agredir públicamente a Chávez, de alguna manera también me agredió a mí. Sobre todo, majestad, pienso que el presidente Zapatero de una forma sumamente elegante, diplomática y como un verdadero jefe de Estado, le hacía ver al presidente Chávez que "se puede discrepar radicalmente de las ideas, denunciar los comportamientos, sin caer en la descalificación". Por ello me permito decirle que su reacción resultaba totalmente innecesaria porque de alguna manera su orden de que se callara sonaba a una descalificación del mandatario elegido democráticamente (estemos de acuerdo con él o no) de la República Bolivariana de Venezuela. No podría estar más de acuerdo con Hugo Chávez, cuando en una rueda de prensa al salir de la cumbre señaló muy enfáticamente: "Señor Rey, yo le digo lo siguiente tenemos 500 años aquí y nunca nos callaremos, mucho menos a la voz de un monarca". No se olvide don Juan Carlos que durante varios siglos nos quisieron callar; no se olvide que costó muchas vidas nuestra independencia como países libres y soberanos, pero sobre todo, no se olvide que estamos en siglo XXI en el cual las monarquías están cada vez más devaluadas y el pueblo tiene la palabra para elegir libremente a sus gobernantes. Otras de mis dudas tienen que ver con que si el presidente de Gobierno, el señor Rodríguez Zapatero, asistió a la cumbre como todos los demás jefes de Gobierno invitados, quisiera saber en qué calidad asistió el Rey de España. Tengo entendido que el Rey, aunque sea reconocido como Jefe de Estado, no debe mezclarse en asuntos de Estado y mucho menos respecto a la política exterior de su país. Tal vez esté equivocada o mal informada, pero para mí usted es un símbolo de la unidad de España. Ahora bien, si usted conocía el golpe de Estado de Caracas en el 2002, lo ignoro tal como se lo preguntó el presidente de Venezuela: "La pregunta que me hago es... bueno que responda el Rey de España. Señor Rey, responda, ¿sabía usted del golpe de Estado contra Venezuela, contra el gobierno democrático, legítimo, de Venezuela en 2002?"; sin embargo no puedo dejar de recordar que en la más reciente visita de José María Aznar a nuestro país, antes de las elecciones presidenciales del 2006, y quien fuera invitado por el presidente del Partido Acción Nacional, Manuel Espino, el ex presidente de España vino expresamente a apoyar a Felipe Calderón, lo cual disgustó enormemente no nada más a la oposición, sino a la opinión pública mexicana. Esas cosas, su majestad, no se olvidan en países que están en búsqueda de la democracia. De allí que también acerca de este tema en relación a Aznar, me solidarice plenamente con Hugo Chávez. Algo me dice, don Juan Carlos, que al llegar a Madrid de regreso de Chile, lo primero que le dijo doña Sofía, que es una Reina en todo el sentido de la palabra, fue preguntarle por qué había perdido así la compostura. Espero, de todo corazón, su majestad, que no le haya callado con la autoridad que sabe emplear en momentos de irritación y que le haya dicho: “¿Sabes, mi reina, en el fondo, reconozco que debí haberme controlado y dejar que Chávez siguiera exponiéndose como suele hacer...”. Para terminar le informo que mi candidato a la Presidencia , Andrés Manuel López Obrador, del PRD, perdió una cantidad de votos al espetar a Vicente Fox, diciéndole: "¡Cállate, chachalaca!". No, decididamente, a nadie le gusta que nos calle, porque como bien decía Voltaire: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga el derecho de decirlo". Sí, todos tenemos derecho a la libertad de expresión, aunque ordene callar un rey. Sin más por el momento, quedo de usted muy atentamente. Una ciudadana mexicana. |
Kikka Roja