La importante diversidad
Marco Buenrrostro y Cristina Barros
Por sabiduría y porque las condiciones naturales así lo requieren, los pueblos indígenas de México cultivaron un amplio número de especies de plantas. En otras regiones del mundo se optó por cultivos extensivos de una planta.
La historia ha demostrado que esta alternativa presenta importantes riesgos cuando hay cambios climáticos. En su libro El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México, Eckart Boege da algunos ejemplos.
En 1845, un invierno particularmente caluroso y húmedo provocó la contaminación de los cultivos de papa en Irlanda, con un hongo que los destruyó, provocando la muerte por hambruna de un millón de personas. Recordemos que la papa es un cultivo de origen andino; los europeos contaban con pocas variedades y no tenían contacto con los parientes silvestres de la planta.
Hay otro ejemplo más reciente. En la década de los 70 una plaga arrasó los cultivos de una variedad híbrida de maíz tipo Texas. Los científicos que analizaron el problema determinaron que la diversidad genética de muchos de los cultivos importantes para Estados Unidos era peligrosamente estrecha. Noventa y seis por ciento de los frijoles sembrados en ese país procedían de dos variedades, y 95 por ciento de los cacahuates, de nueve variedades.
Si consideramos que la humanidad se alimenta en 90 por ciento con sólo 120 especies de plantas, como reporta Boege, que 75 por ciento de los alimentos corresponden a sólo 12 especies vegetales y cinco especies animales, y que papa, arroz, maíz y trigo, junto con vacas, cerdos y pollos aportan más de 50 por ciento de los alimentos, se hace evidente la pobreza de alternativas y nuestra fragilidad ante fenómenos como el cambio climático.
Otro grave riesgo es la contaminación con material genéticamente modificado (transgénico) de plantas de México como el maíz. Según Nikolai Vavilov, para que continúe el proceso de domesticación y selección de una planta, es indispensable que el agricultor acceda a especímenes originales provenientes de sus centro de origen y diversificación genética, incluso los parientes silvestres.
Si además unas cuantas compañías se apropian de las semillas alimenticias del mundo al patentar lo que ha sido patrimonio de la humanidad, como se demuestra en el documental El mundo según Monsanto, que puede consultarse en
www.elpoderdelconsumidor.org/el_mundo_segn_monsanto_la_pelcula.html
, el futuro será negro si no actuamos pronto.
La historia ha demostrado que esta alternativa presenta importantes riesgos cuando hay cambios climáticos. En su libro El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México, Eckart Boege da algunos ejemplos.
En 1845, un invierno particularmente caluroso y húmedo provocó la contaminación de los cultivos de papa en Irlanda, con un hongo que los destruyó, provocando la muerte por hambruna de un millón de personas. Recordemos que la papa es un cultivo de origen andino; los europeos contaban con pocas variedades y no tenían contacto con los parientes silvestres de la planta.
Hay otro ejemplo más reciente. En la década de los 70 una plaga arrasó los cultivos de una variedad híbrida de maíz tipo Texas. Los científicos que analizaron el problema determinaron que la diversidad genética de muchos de los cultivos importantes para Estados Unidos era peligrosamente estrecha. Noventa y seis por ciento de los frijoles sembrados en ese país procedían de dos variedades, y 95 por ciento de los cacahuates, de nueve variedades.
Si consideramos que la humanidad se alimenta en 90 por ciento con sólo 120 especies de plantas, como reporta Boege, que 75 por ciento de los alimentos corresponden a sólo 12 especies vegetales y cinco especies animales, y que papa, arroz, maíz y trigo, junto con vacas, cerdos y pollos aportan más de 50 por ciento de los alimentos, se hace evidente la pobreza de alternativas y nuestra fragilidad ante fenómenos como el cambio climático.
Otro grave riesgo es la contaminación con material genéticamente modificado (transgénico) de plantas de México como el maíz. Según Nikolai Vavilov, para que continúe el proceso de domesticación y selección de una planta, es indispensable que el agricultor acceda a especímenes originales provenientes de sus centro de origen y diversificación genética, incluso los parientes silvestres.
Si además unas cuantas compañías se apropian de las semillas alimenticias del mundo al patentar lo que ha sido patrimonio de la humanidad, como se demuestra en el documental El mundo según Monsanto, que puede consultarse en
www.elpoderdelconsumidor.org/el_mundo_segn_monsanto_la_pelcula.html
, el futuro será negro si no actuamos pronto.
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