"La sociedad mexicana es muy injusta"
¿No les da vergüenza ser parte de televisa - tv azteca?... son usados para atacar sus propios intereses como ciudadanos, los utilizan para generar odio, la opinión pública así se manipula, la información es falsa e incompleta. El único consuelo que me queda, es que los de derecha siempre se van con la finta, y cuando se dan cuenta de su pendejez ya es demasiado tarde... fijense bien quienes son los que no pueden dejar de ver las porquerías que transmite televisa, y luego me dicen quien es el jodido pendejo... ¡para atacarse de risa! la clase media que lo pierde todo y sigue votando por el PAN, solamente un bruto sigue apoyando a los pederastas de la clase "cucurucho religiosa" calderón está coludido con la delincuencia, ¿qué necesita? que haya gente sin "protección" dividida pues, para matarla, desaparecerla o imputarle delitos y hacerse publicidad con falsedades. ¿y tú, eres de derecha mocha y capitalista? Ese barquito ya se les hundió fecales...
MÉXICO, D. F., 01 DE ENERO DE 2007.
VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LAS OPINIONES Y COMENTARIOS EXPRESADOS POR FRANCISCO JOSE PAOLI BOLIO; JOSE ANTONIO CRESPO MENDOZA; LEONARDO CURZIO GUTIERREZ; Y LORENZO MEYER COSSIO, DURANTE LA TRANSMISIÓN DEL PROGRAMA “PRIMER PLANO” DE XE IPN TV CANAL ONCE DE TELEVISIÓN.
ONCE tv © : Primer PlanoVERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LAS OPINIONES Y COMENTARIOS EXPRESADOS POR FRANCISCO JOSE PAOLI BOLIO; JOSE ANTONIO CRESPO MENDOZA; LEONARDO CURZIO GUTIERREZ; Y LORENZO MEYER COSSIO, DURANTE LA TRANSMISIÓN DEL PROGRAMA “PRIMER PLANO” DE XE IPN TV CANAL ONCE DE TELEVISIÓN.
Fecha : 1/1/2007
Síntesis : Se presenta la versión estenográfica dividida en tres bloques.
Consulte : [ Bloque 1 ] [ Bloque 2 ] [ Bloque 3 ]
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LORENZO MEYER COSSIO: Pues muy bienvenidos a este primer programa del 2007. Sabemos que las condiciones de la fiesta de celebración del año nuevo han hecho que quizá la atención no esté en su mejor momento. Pero ya que llegó aquí, no se nos va a ir. En esta ocasión hemos decidido que el programa se centre en las posibilidades del futuro inmediato; las posibilidades en los temas económicos, políticos, sociales, internacionales.
Queremos iniciar el programa hablando de la política que es básicamente la esencia de este programa. En materia de predicción del futuro las ciencias sociales, pero sobre todo la ciencia política, es muy mala. Nunca, casi nunca acierta, pero de todas maneras lo vamos a intentar. ¿Cómo vemos el futuro inmediato de México? Bueno, en mi caso particular no lo veo de manera brillante, lo veo muy difícil. La promesa en el año 2000 fue la de llevar a México por el sendero de la modernidad política y de la democracia; de la democracia sobre todo electoral, pero política en general que requiere un consenso básico de la sociedad: la idea de que el adversario, el que está frente a uno en materia política, lo es temporalmente; que con el se puede diferir pero también se tiene que negociar y que desde luego no se le debe de eliminar; aspirar a eliminar a alguien en un mundo democrático –salvo que sea un criminal- es atentar contra el espíritu de la democracia. Bueno, en este arranque del nuevo sexenio yo veo al espíritu de la democracia bastante abatido.
El resultado de la elección fue un quebrar las posibilidades del avance concertado en el proceso de desarrollo político de México. En particular el PRD y su líder en ese momento, Andrés Manuel López Obrador, se han distanciado del gobierno en donde el PRI sigue siendo como en el pasado, un aliado potencial del PAN. Pero en un gobierno PAN-PRI en el futuro inmediato queda de todas maneras ese espacio abierto que le correspondería a la izquierda. Se ha polarizado mucho la situación mexicana, creo que sí se puede hablar de izquierda y derecha ahora como no se podía hablar durante la época del PRI, donde se suponía que todos estábamos en un gran centro. Ahora la sociedad está, políticamente hablando, en los polos o hay dos polos, no está nada más en esos dos polos; hay dos polos que tienen una visión ideológica del mundo, una visión ideológica de su papel en el proceso político mexicano y no se encuentran. Entonces, ¿cómo va a evolucionar la política mexicana partiendo de este desencuentro que no estaba programado hace seis años, pero que ahora es una realidad fundamental? Ese es el desafío que tenemos, que tiene la clase política y desde luego nosotros como ciudadanos. Son niveles distintos. La responsabilidad es superior en quienes están al cargo de la conducción política de México, pero nosotros también como ciudadanos, ahora sí un poquito más activos que en el pasado, tenemos que asumir este hecho de la división o la polarización de la política mexicana.
Y eso lo dejo en la mesa.Queremos iniciar el programa hablando de la política que es básicamente la esencia de este programa. En materia de predicción del futuro las ciencias sociales, pero sobre todo la ciencia política, es muy mala. Nunca, casi nunca acierta, pero de todas maneras lo vamos a intentar. ¿Cómo vemos el futuro inmediato de México? Bueno, en mi caso particular no lo veo de manera brillante, lo veo muy difícil. La promesa en el año 2000 fue la de llevar a México por el sendero de la modernidad política y de la democracia; de la democracia sobre todo electoral, pero política en general que requiere un consenso básico de la sociedad: la idea de que el adversario, el que está frente a uno en materia política, lo es temporalmente; que con el se puede diferir pero también se tiene que negociar y que desde luego no se le debe de eliminar; aspirar a eliminar a alguien en un mundo democrático –salvo que sea un criminal- es atentar contra el espíritu de la democracia. Bueno, en este arranque del nuevo sexenio yo veo al espíritu de la democracia bastante abatido.
El resultado de la elección fue un quebrar las posibilidades del avance concertado en el proceso de desarrollo político de México. En particular el PRD y su líder en ese momento, Andrés Manuel López Obrador, se han distanciado del gobierno en donde el PRI sigue siendo como en el pasado, un aliado potencial del PAN. Pero en un gobierno PAN-PRI en el futuro inmediato queda de todas maneras ese espacio abierto que le correspondería a la izquierda. Se ha polarizado mucho la situación mexicana, creo que sí se puede hablar de izquierda y derecha ahora como no se podía hablar durante la época del PRI, donde se suponía que todos estábamos en un gran centro. Ahora la sociedad está, políticamente hablando, en los polos o hay dos polos, no está nada más en esos dos polos; hay dos polos que tienen una visión ideológica del mundo, una visión ideológica de su papel en el proceso político mexicano y no se encuentran. Entonces, ¿cómo va a evolucionar la política mexicana partiendo de este desencuentro que no estaba programado hace seis años, pero que ahora es una realidad fundamental? Ese es el desafío que tenemos, que tiene la clase política y desde luego nosotros como ciudadanos. Son niveles distintos. La responsabilidad es superior en quienes están al cargo de la conducción política de México, pero nosotros también como ciudadanos, ahora sí un poquito más activos que en el pasado, tenemos que asumir este hecho de la división o la polarización de la política mexicana.
LORENZO MEYER COSSIO: Bueno, desde parte de la izquierda la observación, después de la forma cómo perdió las elecciones, queda un enorme elemento de pesimismo y de resentimiento; circula la idea de que podemos regresar al pasado autoritario. Creo que la posibilidad de un regreso a lo que vivimos es imposible, porque las circunstancias que dieron lugar al autoritarismo más longevo, perfecto del mundo en el siglo XX ya no están presentes, es imposible. Pero sí veo una democracia imperfecta y sobre todo una democracia oligárquica. Hasta este momento nada lo desmiente. La alianza que se hizo entre el partido que finalmente tiene la Presidencia, que venció formalmente las elecciones del año pasado y los intereses fácticos que no han sido tocados, da la posibilidad de una democracia que quede en el corazón de ella, la protección de la oligarquía que es evidente que ahora está tomando las riendas de la economía, de la cultura, de la política. Una democracia así en un país pobre no puede ser una democracia que se consolide y quede aceptable para nosotros.
LORENZO MEYER COSSIO: Bueno, el tema de la relación con el exterior es un tema que a mi juicio ha estado cojo desde hace un buen tiempo, porque no hay un proyecto, un gran proyecto mexicano frente al exterior. En el anterior y que fue bastante exitoso, producto de la Revolución Mexicana, era mantener una distancia frente a Estados Unidos; una distancia relativa. En la medida en que estuviera esa distancia el interés nacional quedaba cubierto. Esa fua durante decenios la línea vertebral que llevó nuestra política no solamente exterior, sino nuestra política económica que era parte de la política exterior. Cuando eso cambia, cuando viene el Tratado de Libre Comercio, no hay una gran visión y desde luego no la hay en este momento: qué es lo que México quiere ser en relación con el resto del mundo, pero sobre todo en relación con Estados Unidos, porque ese es el norte de nuestra brújula, querrámoslo o no. No hay una definición clara.
Hace no mucho tiempo una serie de expertos se reunieron para tratar lo que le llamaron el Tratado de Libre Comercio II o el TLC Plus. En esto un profesor norteamericano, Robert Pastor, era muy vehemente y señalaba que había qué hacer, realmente inyectarle energía al TLC, inyectarle dinero, hacer un gran fondo con contribuciones mexicana en primer lugar, norteamericana y canadiense, y que éstos fondos fueran a dar lo que nos urge: la gran construcción de infraestructura, de carreteras, aeropuertos, puertos y ferrocarriles hacia los Estados Unidos, hacia nuestro mercado natural. Lanzó esto con gran entusiasmo. No ha habido ni una sola respuesta por parte ni de México ni de los otros dos países. Nuestra visión del futuro está hasta ahora concentrada en administrar el presente, en ver qué hacemos con los indocumentados y en cómo arreglamos el problema del narcotráfico, cómo mantenemos nuestra relación más o menos en equilibrio con Estados Unidos. Pero no hay una gran idea sobre qué hacer con nuestro país en relación al futuro ya sea a mediano o de largo plazo.
En contraste, y vuelvo a uno de mis ejemplos favoritos: China, ellos sí que tienen una visión de futuro; ellos saben que ahorita tendrán muchos problemas y tienen unos pies todavía de barro, pero el proyecto para el siglo XXI es realmente espléndido; piensan más o menos sobre pasar a los Estados Unidos en algún punto del siglo que ahora se inicia. ¿Un sueño? Bueno, con mil 600 millones de chinos y con la velocidad que lleva el crecimiento es posible que se materialice. Pero ¿cuál es nuestro sueño como país en relación al gran entorno internacional? No tenemos ninguno. Y en este caso es la élite política la que históricamente ofrece las posibilidades, es la que señala posibles rumbos; ya de la sociedad depende de si quiere o no quiere avanzar en este camino. Pero por ahora no tenemos ni de los intelectuales ni de la clase política que son los formadores de estas visiones, que a veces no se cumplen pero sirven para un propósito; sirven para generar entusiasmo, crear energía hacia esta gran incógnita que es nuestro futuro. En materia de política exterior no veo por ahora ninguna gran idea, ningún gran sueño y eso nos está haciendo falta Y mucho.
LORENZO MEYER COSSIO: Una de las grandes -iba yo a decir anomalías pero no es anomalía- retos sociales en México viene de nuestro origen histórico, del hecho de haber sido una exitosísima colonia y una colonia que para ser exitosa, era una colonia de explotación, necesitó dividir a los mexicanos claramente entre una gran mayoría que estaba a merced de las decisiones, de las políticas y de los intereses de una muy pequeña minoría y ésta minoría que se sintió sin ninguna responsabilidad en relación a ese mar, a ese universo social que la rodeaba. Esto fueron 300 años. Luego hemos andado otros 200 años y no se ha resuelto el problema.
La sociedad mexicana es una sociedad muy injusta y hay en estos tiempos, es nada más una apreciación, no está basado en ningún dato duro, pero me da la impresión de que cuando se fueron conformando los dos bloques políticos que ahora son los que alrededor de los cuales gira la vida pública de derecha y de izquierda, también fue surgiendo algo muy desagradable que creíamos, al menos yo creía que estaba ya muy disminuido, y es una actitud por parte de la minoría dominante hacia la mayoría de cierto desprecio, de cierto elemento cultural, racista que está por ahí, en donde el término -y eso quedó claro en los momentos más duros de la contienda del año pasado- los nacos, la mayoría y los otros que obviamente son una minoría además de todo racial desde hace mucho tiempo, nada más basta ver los sociales y ver quiénes son los que tienen en este país el dinero, para saber que también ahí sigue, persiste el elemento racial.
Insisto, estas son apreciaciones. Pero el corazón de nuestro problema social es reventar esa herencia y hacer que la sociedad mexicana en su mayoría se reconozcan unos a los otros como iguales, como miembros del mismo proyecto. Y en una situación en done la polarización es política, la polarización es de ingresos y esa polarización ha llevado a ciertos adjetivos en relación al otro, augura mal. Tenemos que hacer un gran esfuerzo por proveer la justicia social en un sentido sustantivo, porque si no, no tiene sentido el proyecto nacional. ¿Cómo va a haber una nación en donde hay tanta desunión, donde es más fácil para un grupo social identificarse con otro de sus iguales en un país extranjero, con los que son formalmente sus conciudadanos? Creo que hace ya mucho tiempo que esto nos ocurre, que debimos de haberlo resuelto; ya teníamos el tiempo para haberlo resuelto, fue las ganas de resolverlo en buena medida lo que produjo la Revolución Mexicana pero seguimos con este fantasma. Bueno, no fantasma, con este problema real en medio de nosotros.
Hace no mucho tiempo una serie de expertos se reunieron para tratar lo que le llamaron el Tratado de Libre Comercio II o el TLC Plus. En esto un profesor norteamericano, Robert Pastor, era muy vehemente y señalaba que había qué hacer, realmente inyectarle energía al TLC, inyectarle dinero, hacer un gran fondo con contribuciones mexicana en primer lugar, norteamericana y canadiense, y que éstos fondos fueran a dar lo que nos urge: la gran construcción de infraestructura, de carreteras, aeropuertos, puertos y ferrocarriles hacia los Estados Unidos, hacia nuestro mercado natural. Lanzó esto con gran entusiasmo. No ha habido ni una sola respuesta por parte ni de México ni de los otros dos países. Nuestra visión del futuro está hasta ahora concentrada en administrar el presente, en ver qué hacemos con los indocumentados y en cómo arreglamos el problema del narcotráfico, cómo mantenemos nuestra relación más o menos en equilibrio con Estados Unidos. Pero no hay una gran idea sobre qué hacer con nuestro país en relación al futuro ya sea a mediano o de largo plazo.
En contraste, y vuelvo a uno de mis ejemplos favoritos: China, ellos sí que tienen una visión de futuro; ellos saben que ahorita tendrán muchos problemas y tienen unos pies todavía de barro, pero el proyecto para el siglo XXI es realmente espléndido; piensan más o menos sobre pasar a los Estados Unidos en algún punto del siglo que ahora se inicia. ¿Un sueño? Bueno, con mil 600 millones de chinos y con la velocidad que lleva el crecimiento es posible que se materialice. Pero ¿cuál es nuestro sueño como país en relación al gran entorno internacional? No tenemos ninguno. Y en este caso es la élite política la que históricamente ofrece las posibilidades, es la que señala posibles rumbos; ya de la sociedad depende de si quiere o no quiere avanzar en este camino. Pero por ahora no tenemos ni de los intelectuales ni de la clase política que son los formadores de estas visiones, que a veces no se cumplen pero sirven para un propósito; sirven para generar entusiasmo, crear energía hacia esta gran incógnita que es nuestro futuro. En materia de política exterior no veo por ahora ninguna gran idea, ningún gran sueño y eso nos está haciendo falta Y mucho.
LORENZO MEYER COSSIO: Una de las grandes -iba yo a decir anomalías pero no es anomalía- retos sociales en México viene de nuestro origen histórico, del hecho de haber sido una exitosísima colonia y una colonia que para ser exitosa, era una colonia de explotación, necesitó dividir a los mexicanos claramente entre una gran mayoría que estaba a merced de las decisiones, de las políticas y de los intereses de una muy pequeña minoría y ésta minoría que se sintió sin ninguna responsabilidad en relación a ese mar, a ese universo social que la rodeaba. Esto fueron 300 años. Luego hemos andado otros 200 años y no se ha resuelto el problema.
La sociedad mexicana es una sociedad muy injusta y hay en estos tiempos, es nada más una apreciación, no está basado en ningún dato duro, pero me da la impresión de que cuando se fueron conformando los dos bloques políticos que ahora son los que alrededor de los cuales gira la vida pública de derecha y de izquierda, también fue surgiendo algo muy desagradable que creíamos, al menos yo creía que estaba ya muy disminuido, y es una actitud por parte de la minoría dominante hacia la mayoría de cierto desprecio, de cierto elemento cultural, racista que está por ahí, en donde el término -y eso quedó claro en los momentos más duros de la contienda del año pasado- los nacos, la mayoría y los otros que obviamente son una minoría además de todo racial desde hace mucho tiempo, nada más basta ver los sociales y ver quiénes son los que tienen en este país el dinero, para saber que también ahí sigue, persiste el elemento racial.
Insisto, estas son apreciaciones. Pero el corazón de nuestro problema social es reventar esa herencia y hacer que la sociedad mexicana en su mayoría se reconozcan unos a los otros como iguales, como miembros del mismo proyecto. Y en una situación en done la polarización es política, la polarización es de ingresos y esa polarización ha llevado a ciertos adjetivos en relación al otro, augura mal. Tenemos que hacer un gran esfuerzo por proveer la justicia social en un sentido sustantivo, porque si no, no tiene sentido el proyecto nacional. ¿Cómo va a haber una nación en donde hay tanta desunión, donde es más fácil para un grupo social identificarse con otro de sus iguales en un país extranjero, con los que son formalmente sus conciudadanos? Creo que hace ya mucho tiempo que esto nos ocurre, que debimos de haberlo resuelto; ya teníamos el tiempo para haberlo resuelto, fue las ganas de resolverlo en buena medida lo que produjo la Revolución Mexicana pero seguimos con este fantasma. Bueno, no fantasma, con este problema real en medio de nosotros.
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