La reciente ofensiva emprendida por la dirigencia charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) contra el sistema de escuelas normales del país, y ante la cual el gobierno federal parece dispuesto a acatar los designios de Elba Esther Gordillo Morales, titular y principal beneficiaria de esa dirección cupular, representa una muestra más de la labor de demolición institucional que lleva a cabo el grupo en el poder. En lugar de proponer acciones orientadas a superar los problemas que ciertamente lastran al normalismo –y que son, en parte, y al igual que la problemática general del sistema de educación pública, resultado de décadas de charrismo sindical–, la alianza político-electoral entre el gobierno que preside Felipe Calderón Hinojosa y el grupo que controla al SNTE pretende optar por la salida fácil (y lucrativa) de convertirlo en un generador de técnicos para la iniciativa privada; concretamente, para el sector turístico.
La idea, como otras contenidas en eso que se ha denominado Alianza por la Calidad de la Educación, cuadra plenamente con el designio, en vigor desde hace cuando menos cuatro sexenios, de reducir el Estado a la función de mero facilitador para los negocios de las grandes corporaciones, de transferir sus potestades al sector privado y de llevarlo a renunciar a sus obligaciones constitucionales más básicas, que son asegurar la integridad territorial y la soberanía, salvaguardar las garantías individuales y las libertades ciudadanas, brindar seguridad a la población y satisfacer sus necesidades en materia de educación, salud y empleo. La pretendida demolición del sistema de formación de maestros y su remplazo por escuelas de administradores, camareros y meseros –no puede entenderse de otra manera la iniciativa de Gordillo Morales– constituye, en esta medida, un intento por llevar al gobierno a la abdicación de sus responsabilidades en materia de educación, las cuales, asombra tener que recordarlo, no pueden desempeñarse si no prepara docentes para las escuelas públicas.
Desde otro punto de vista, la mera formulación de semejante idea muestra con claridad el delirante poder que ha logrado la cúpula sindical de los maestros mediante los servicios –primordialmente electorales y de control político– brindados al foxismo y al calderonismo, la consecuente debilidad del gobierno federal ante esa y otras dirigencias gremiales igualmente descompuestas, como la de los trabajadores petroleros, y el grado de cinismo con el que se desempeñan los integrantes del viejo charrismo de origen priísta.
Se trata, por otro lado, de una alianza peligrosa. No es exagerado afirmar que, además de representar uno de los pilares más importantes en los que se sostiene la actual administración, el grupo que controla el SNTE es uno de los principales generadores de conflictos sociales y, a fin de cuentas, un factor de debilidad e ingobernabilidad: si durante el foxismo esa dirigencia sindical fue, junto con el gobierno de Oaxaca, factor central de gestación de la confrontación social que aún se vive en esa entidad, hoy, en pleno calderonismo, se larva un conflicto que podría alcanzar proporciones similares en Morelos. En el mes en curso ha ido creciendo en ese estado un movimiento de trabajadores de la educación y de padres de familia en rechazo a las más recientes disposiciones en materia educativa, así como en protesta por los empeños del elbismo de desconocer al comité seccional que representa a la mayor parte de los docentes morelenses, como ha podido comprobarse en las recientes movilizaciones realizadas por éstos y por sus simpatizantes.
Esos afanes del oficialismo y sus aliados por socavar la enseñanza pública nacional ponen de manifiesto la incongruencia y la superficialidad de los acuerdos adoptados esta semana en materia de seguridad y de combate a la delincuencia. Porque, hay que reiterarlo, la educación es el primer instrumento con el que cuenta el país –y tal vez también el más poderoso– para crear y fortalecer una cultura cívica y legal y acotar, de esa forma, los ámbitos en los que se desarrolla la criminalidad.
- Se suman padres de familia; acuerdan paro indefinido y plantón en Cuernavaca
- Marchan 20 mil maestros contra la alianza educativa en Morelos
- El lunes en el DF buscarán hablar con autoridades de la SG
- Pretenden que se desconozca la representación de la sección 19 del SNTE; movilizaciones también en Veracruz y Quintana Roo
De la RedacciónEn el quinto día de paro, unos 20 mil maestros de Morelos efectuaron una manifestación multitudinaria en Cuernavaca, en rechazo a la Alianza por la Calidad Educativa, firmada hace una semana por el gobernador Marco Adame Castillo y Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional del Trabajadores de la Educación (SNTE).
En respuesta al comité de la sección 19 del SNTE, encabezado por Luis Manuel Rodríguez Olvera y a las autoridades educativas locales que han minimizado el movimiento, miles de profesores y padres de familia se dieron cita desde temprano en la escuela secundaria 4 de Chipitlán, el IMSS de Plan de Ayala y la glorieta de Emiliano Zapata de la capital morelense.
Los contingentes del sur de la entidad se movilizaron por la avenida Morelos; los de la zona norte por la misma avenida en sentido contrario; ambos confluyeron en El Calvario y bajaron por las calles Mariano Matamoros y No Reelección hasta el Zócalo.
Los provenientes de Plan de Ayala transitaron por El Vergel y Gutemberg. La plaza de armas fue insuficiente para albergar a los asistentes. No obstante, las instancias de Seguridad Pública estatal calcularon un máximo de 6 mil personas.
Los manifestantes acordaron mantener un paro indefinido y el plantón en la plaza de armas. Hoy realizarán reuniones regionales, el domingo actos culturales y el lunes una caravana de autobuses que partirá de Tres Marías a la Secretaría de Gobernación (SG), en la ciudad de México, donde harán un mitin y buscarán dialogar con las autoridades –luego de la negativa de la administración estatal– y manifestar su desconocimiento a la dirigencia seccional.
Por su parte, José Luis Rodríguez Martínez, titular de Educación estatal, afirmó que la Secretaría de Gobierno será la encargada de dialogar con los inconformes, en tanto se analiza la posibilidad de sancionar a los paristas por no retornar a las aulas.
Rodríguez Olvera, secretario de la sección 19, lamentó que algunos padres de familia se hayan sumado a las manifestaciones, y advirtió sobre riesgos de enfrentamiento entre paristas y maestros que continúan dando clases.
El comité de prensa del movimiento magisterial puntualizó que la alianza firmada es una trampa del gobierno federal para privatizar la educación al reducir el presupuesto público y aprobar las aportaciones de los padres de familia y empresas.
En Cuautla, unos 80 padres de familia se manifestaron en el palacio municipal solicitando al alcalde, Sergio Valdespín Pérez, que funja como mediador entre las autoridades educativas, la dirigencia sindical y los profesores inconformes para que sean atendidas sus demandas y a la brevedad se inicie el ciclo escolar, a lo que el edil respondió positivamente.
En Tlaquiltenango, aproximadamente 60 personas, entre profesores, padres de familia y alumnos, marcharon desde la secundaria Otilio Montaño hasta la entrada de Jojutla, por la avenida Instituto Técnico Industrial, para manifestar su repudio contra la alianza.
En otros estados
En tanto, en Jalapa, unos 900 afiliados a los sindicatos de Trabajadores Normalistas y de la Educación de Veracruz y el Unificador de Trabajadores al Servicio de la Educación Media, además del SNTE, realizaron una marcha en repudio a la Alianza para la Calidad de la Educación que promueve Elba Esther Gordillo Morales.
En Quintana Roo, más de 9 mil profesores realizaron otro paro de labores y advirtieron que la próxima semana habrá una suspensión total de actividades si no hay respuesta a la demanda de que se anule la firma de la Alianza por la Calidad de la Educación. Más de 200 mil alumnos no tuvieron clases durante dos horas. El movimiento creció con la participación de mil empleados administrativos también sindicalizados.