Víctor M. Toledo
Cada civilización establece una relación material e inmaterial con la naturaleza. Hoy, la crisis de la civilización moderna es, antes que todo, una crisis de sus formas de apropiarse los recursos, procesos y servicios del mundo natural. Son los modos agroindustriales de producir causa primera y fundamental de la destrucción ecológica en todos los rincones del planeta y de su principal efecto: el cambio climático.
Hoy, por fortuna, una corriente innovadora y crítica de la ciencia ha desarrollado modelos alternativos a aquellos que dominan en la agricultura, la ganadería, lo forestal y la pesca modernos. Se trata de la agroecología, una disciplina integradora realizada por investigadores con conciencia social y ecológica. Debido a lo anterior, hoy el dilema civilizatorio en el terrenal campo de la producción es entre el modelo agroindustrial y el modelo agroecológico. El primero genera alimentos y materias primas bajo esquemas de destrucción ecológica, reducción de la diversidad natural, contaminación química y genética (transgénicos), altos costos energéticos, y en grandes propiedades, todo lo cual atenta contra la salud ambiental y humana. El segundo realiza prácticas en armonía con los principios del ecosistema local, crea sistemas productivos diversificados y resilientes, labora con energía solar, y genera alimentos sanos en sistemas de pequeña escala. El primero tiende a imponerse, el segundo se construye con los productores, cuyos saberes se reconocen como esenciales. Se trata de dos maneras radicalmente diferentes de concebir, manejar y aprovechar los recursos que ofrece la naturaleza, las expresiones de dos diferentes civilizaciones.
Cada civilización establece una relación material e inmaterial con la naturaleza. Hoy, la crisis de la civilización moderna es, antes que todo, una crisis de sus formas de apropiarse los recursos, procesos y servicios del mundo natural. Son los modos agroindustriales de producir causa primera y fundamental de la destrucción ecológica en todos los rincones del planeta y de su principal efecto: el cambio climático.
Hoy, por fortuna, una corriente innovadora y crítica de la ciencia ha desarrollado modelos alternativos a aquellos que dominan en la agricultura, la ganadería, lo forestal y la pesca modernos. Se trata de la agroecología, una disciplina integradora realizada por investigadores con conciencia social y ecológica. Debido a lo anterior, hoy el dilema civilizatorio en el terrenal campo de la producción es entre el modelo agroindustrial y el modelo agroecológico. El primero genera alimentos y materias primas bajo esquemas de destrucción ecológica, reducción de la diversidad natural, contaminación química y genética (transgénicos), altos costos energéticos, y en grandes propiedades, todo lo cual atenta contra la salud ambiental y humana. El segundo realiza prácticas en armonía con los principios del ecosistema local, crea sistemas productivos diversificados y resilientes, labora con energía solar, y genera alimentos sanos en sistemas de pequeña escala. El primero tiende a imponerse, el segundo se construye con los productores, cuyos saberes se reconocen como esenciales. Se trata de dos maneras radicalmente diferentes de concebir, manejar y aprovechar los recursos que ofrece la naturaleza, las expresiones de dos diferentes civilizaciones.