Cobró fama por sus hurtos a casas de Echeverría y López Portillo; “no robé a quien no tenía”, decía
Agustín Salgado
En la década de los 70, Efraín Alcaraz Montes de Oca, El Carrizos, robó en los domicilios de Luis Echeverría y José López Portillo. Antes ya había hurtado en el domicilio de Ernesto P. Uruchurtu. Se dice que “acordaba” sus detenciones con los comandantes que estaban bajo el mando de Arturo El Negro Durazo. Estuvo preso en Lecumberri y es conocido como El Rey de los Zorreros. Se convirtió en leyenda y, como tal, debutó en febrero de este año en el cine.
“No robé a quien no tenía; sólo quité un trozo a los que les sobraba. Mi lema era: roba sin herir a nadie”, aseguró El Carrizos al cineasta Everardo González, director del documental Ladrones viejos: las leyendas del artegio. Ayer, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) presentó al legendario ladrón. Alcaraz Montes de Oca volvió a delinquir, pero en esta ocasión el domicilio no fue el de un político o de un célebre jugador de futbol –pues se asegura que también robó en las casas de Manuel Negrete y Hugo Sánchez–, sino que se introdujo en un hogar ubicado en la colonia Pradera, de la delegación Gustavo A. Madero. Se le acusa de haber intentado robar herramienta.
“Esta vez no hice nada. Por mis manos pasaron todo tipo de joyas. ¿Qué iba yo a robar de ese lugar? Dicen que me llevé unas llaves españolas”, esgrimió al ser presentado por las autoridades de la PGJDF. El ladrón, de 66 años de edad, fue detenido por el vecino al que iba a robar. Congruente con su lema, se entregó al verse sorprendido. Sin embargo, la procuraduría capitalina lo consignará por “robo con violencia”, pues dicen que amagó a la víctima con un desarmador. Si el juez del fuero común que conozca del caso acepta dicha agravante, a El Carrizos se le dificultará enfrentar su proceso en arraigo domiciliario.
El subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas de la PGJDF, Luis Genaro Vázquez, indicó que, de hecho, “ya es robo con violencia. En efecto, hay beneficios para las personas de la tercera edad cuando se cometen delitos no violentos, por lo que Alcaraz hubiera podido ser sujeto a un arraigo domiciliario en lugar de enfrentar su proceso en prisión preventiva. Pero en este caso, a El Carrizos se le pasó la mano, porque para huir amagó con un desarmador a la víctima”.
Junto con Alcaraz Montes de Oca, quien se definió como ladrón, “no ratero”, fue presentado Gustavo Aguilar Martel, El Mayer, su presunto cómplice. Este último fue aprehendido por los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal que atendieron el llamado de emergencia. Se dice que El Carrizos y El Mayer viajaban en una camioneta Windstar color gris, matrícula 487-RUU. Durante los primeros interrogatorios, Efraín Alcaraz negó su identidad y ante los agentes ministeriales dijo llamarse Eduardo Piña Gómez.
“Se aferró en asegurar que no era el legendario delincuente, pero después, con fotografías y el cotejo de huellas dactilares, aceptó ser quien es”, relató el comandante José Manuel Ortega Saavedra, quien estuvo a cargo de la indagatoria. Alcaraz Montes de Oca, quien hace alrededor de año y medio obtuvo su boleta de libertad del Reclusorio Sur, está ahora en el área de ingreso del Reclusorio Norte. Tiene hijos profesionistas, pero ningún familiar se ha presentado para conocer de su situación. Además de la acusación del robo en la colonia Pradera, también será investigado por un hurto en la delegación Iztacalco. El año pasado no prosperó una acusación en su contra de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.
Ésta es la quinta ocasión en que es encarcelado, y ayer, antes de ser trasladado al Reclusorio Norte, acusó que hasta el momento no le han pagado por su participación en el documental Ladrones viejos.
“No robé a quien no tenía; sólo quité un trozo a los que les sobraba. Mi lema era: roba sin herir a nadie”, aseguró El Carrizos al cineasta Everardo González, director del documental Ladrones viejos: las leyendas del artegio. Ayer, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) presentó al legendario ladrón. Alcaraz Montes de Oca volvió a delinquir, pero en esta ocasión el domicilio no fue el de un político o de un célebre jugador de futbol –pues se asegura que también robó en las casas de Manuel Negrete y Hugo Sánchez–, sino que se introdujo en un hogar ubicado en la colonia Pradera, de la delegación Gustavo A. Madero. Se le acusa de haber intentado robar herramienta.
“Esta vez no hice nada. Por mis manos pasaron todo tipo de joyas. ¿Qué iba yo a robar de ese lugar? Dicen que me llevé unas llaves españolas”, esgrimió al ser presentado por las autoridades de la PGJDF. El ladrón, de 66 años de edad, fue detenido por el vecino al que iba a robar. Congruente con su lema, se entregó al verse sorprendido. Sin embargo, la procuraduría capitalina lo consignará por “robo con violencia”, pues dicen que amagó a la víctima con un desarmador. Si el juez del fuero común que conozca del caso acepta dicha agravante, a El Carrizos se le dificultará enfrentar su proceso en arraigo domiciliario.
El subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas de la PGJDF, Luis Genaro Vázquez, indicó que, de hecho, “ya es robo con violencia. En efecto, hay beneficios para las personas de la tercera edad cuando se cometen delitos no violentos, por lo que Alcaraz hubiera podido ser sujeto a un arraigo domiciliario en lugar de enfrentar su proceso en prisión preventiva. Pero en este caso, a El Carrizos se le pasó la mano, porque para huir amagó con un desarmador a la víctima”.
Junto con Alcaraz Montes de Oca, quien se definió como ladrón, “no ratero”, fue presentado Gustavo Aguilar Martel, El Mayer, su presunto cómplice. Este último fue aprehendido por los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal que atendieron el llamado de emergencia. Se dice que El Carrizos y El Mayer viajaban en una camioneta Windstar color gris, matrícula 487-RUU. Durante los primeros interrogatorios, Efraín Alcaraz negó su identidad y ante los agentes ministeriales dijo llamarse Eduardo Piña Gómez.
“Se aferró en asegurar que no era el legendario delincuente, pero después, con fotografías y el cotejo de huellas dactilares, aceptó ser quien es”, relató el comandante José Manuel Ortega Saavedra, quien estuvo a cargo de la indagatoria. Alcaraz Montes de Oca, quien hace alrededor de año y medio obtuvo su boleta de libertad del Reclusorio Sur, está ahora en el área de ingreso del Reclusorio Norte. Tiene hijos profesionistas, pero ningún familiar se ha presentado para conocer de su situación. Además de la acusación del robo en la colonia Pradera, también será investigado por un hurto en la delegación Iztacalco. El año pasado no prosperó una acusación en su contra de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.
Ésta es la quinta ocasión en que es encarcelado, y ayer, antes de ser trasladado al Reclusorio Norte, acusó que hasta el momento no le han pagado por su participación en el documental Ladrones viejos.
POBRE CARRIZOS ANTES NO LE DIERON SANTA SEPULTURA, LOS GENOCIDAS EXPRESIDENTES.
Lástima de pedigrí
carlos marín
carlos marín
Efraín Alcaraz Montes de Oca es de los delincuentes a quienes cuesta mucho trabajo no tenerles simpatía y hasta una pizca de admiración. Con más de 40 años de carrera, entre sus hazañas figuran los asaltos a casas de los ex presidentes Luis Echeverría y José López Portillo; la del ex “regente de hierro” Gustavo P. Uruchurtu y la del futbolista Hugo Sánchez.
Apodado El Carrizos, se ufanaba con hilarante cinismo: “Soy ladrón, no ratero…”.
Por su cuidado en la ejecución de cada golpe, con estudio previo de movimientos de las víctimas, astucia para sortear medidas de seguridad, agilidad en el salto de bardas y desplazamientos de gato en las azoteas, también se coronó como El Rey de los Zorreros. Jamás ha herido ni matado a nadie pero, ahora que quiso “trabajar” en una casa de pobres y amagó con un desarmador, vuelve a la cárcel bajo el cargo de robo con violencia y, si bien le va, purgará diez años. Le será difícil volver a las andadas, porque ya tiene 66.
Apodado El Carrizos, se ufanaba con hilarante cinismo: “Soy ladrón, no ratero…”.
Por su cuidado en la ejecución de cada golpe, con estudio previo de movimientos de las víctimas, astucia para sortear medidas de seguridad, agilidad en el salto de bardas y desplazamientos de gato en las azoteas, también se coronó como El Rey de los Zorreros. Jamás ha herido ni matado a nadie pero, ahora que quiso “trabajar” en una casa de pobres y amagó con un desarmador, vuelve a la cárcel bajo el cargo de robo con violencia y, si bien le va, purgará diez años. Le será difícil volver a las andadas, porque ya tiene 66.
Y todo por no seguir la conseja de su gremio: Donde no hay, los ladrones no roban.
cmarin@milenio.com
Kikka Roja
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