Acentos
Pablo Gómez
2009-07-03•Acentos
Cualquiera que sea el resultado de las próxima elección federal, no se va a modificar la situación política. Los factores de la posible certeza de esta afirmación son los siguientes: a) si el PAN fuera el partido más votado, no alcanzaría la mayoría absoluta en la Cámara; b) si el PRI obtuviera más votos que los demás tampoco sería fácil que alcanzara la mayoría absoluta y, aunque la lograra, su debilidad en el Senado tendría que seguir siendo compensada sólo por su cercanía programática con el PAN; c) por consiguiente, la pugna por la Cámara no supone que quien alcance el mayor número de curules logre imprimir una nueva dirección política, tanto por falta de poder como por falta de voluntad.
Lo nuevo que podría ocurrir es un cambio en el esquema de ingreso-gasto como no lo quiere Calderón. Sin embargo, esto también es poco probable a juzgar por la política conservadora del PRI.
Este previsible escenario es probablemente el principal elemento del llamado a anular el voto. Como nada de lo que se derive de las elecciones va a tener alguna significación trascendente, entonces el voto nunca valió menos que ahora, desde 1997. Claro está que los anuladores no son siquiera una corriente de opinión política pues cuentan con un microprograma cuyos principales puntos están incluidos en la plataforma del PRD. El voto nulo será carencia de propuesta de cambio político en su modalidad de hartazgo, ciertamente justificado. Hay casi un millón de anuladores habituales, los cuales habrán de engrosar las filas de los nuevos pero los van a contar equivocadamente como si fueran de los mismos.
El partido que en realidad está en cuestión es el PRD. Y el factor principal que lo pone en esta tesitura es su fractura política, la cual no fue provocada por la elección pero coincidió con ésta. Pero, además, ninguna izquierda ha puesto sus temas en el debate electoral. Calderón se les ha adelantado con un enfoque falso: la lucha contra la delincuencia organizada, llamada crimen. No existe en el debate la crisis económica ni la forma de enfrentarla. Calderón ha logrado, más por equivocación de sus adversarios que por mérito propio, ubicar su tema en el centro de atención, con la completa complicidad de la mayoría de los medios informativos. Ni siquiera el desempleo galopante ha tenido una expresión fuerte, con lo cual parece que el país ya se olvidó de la principal oferta política de Calderón y su partido en el 2006.
El hecho cierto es que la izquierda electoral se encuentra fracturada, lo cual no es, por ahora, necesariamente un elemento negativo. La fractura misma tiene que madurar de tal manera que pueda producirse un cambio capaz de conducir a una acción constructiva. Por lo pronto, lo peor del contenido de las campañas de las izquierdas es que el PRD no quiso cambiar el discurso, no quiso plantear su propia propuesta política, la cual sería la mejor, sin duda, de todas cuantas podemos advertir en la ya casi cómica contienda electoral de 2009. Esto tendrá que ser asimilado como una lección.
pgomez@milenio.com
kikka-roja.blogspot.com/
Lo nuevo que podría ocurrir es un cambio en el esquema de ingreso-gasto como no lo quiere Calderón. Sin embargo, esto también es poco probable a juzgar por la política conservadora del PRI.
Este previsible escenario es probablemente el principal elemento del llamado a anular el voto. Como nada de lo que se derive de las elecciones va a tener alguna significación trascendente, entonces el voto nunca valió menos que ahora, desde 1997. Claro está que los anuladores no son siquiera una corriente de opinión política pues cuentan con un microprograma cuyos principales puntos están incluidos en la plataforma del PRD. El voto nulo será carencia de propuesta de cambio político en su modalidad de hartazgo, ciertamente justificado. Hay casi un millón de anuladores habituales, los cuales habrán de engrosar las filas de los nuevos pero los van a contar equivocadamente como si fueran de los mismos.
El partido que en realidad está en cuestión es el PRD. Y el factor principal que lo pone en esta tesitura es su fractura política, la cual no fue provocada por la elección pero coincidió con ésta. Pero, además, ninguna izquierda ha puesto sus temas en el debate electoral. Calderón se les ha adelantado con un enfoque falso: la lucha contra la delincuencia organizada, llamada crimen. No existe en el debate la crisis económica ni la forma de enfrentarla. Calderón ha logrado, más por equivocación de sus adversarios que por mérito propio, ubicar su tema en el centro de atención, con la completa complicidad de la mayoría de los medios informativos. Ni siquiera el desempleo galopante ha tenido una expresión fuerte, con lo cual parece que el país ya se olvidó de la principal oferta política de Calderón y su partido en el 2006.
El hecho cierto es que la izquierda electoral se encuentra fracturada, lo cual no es, por ahora, necesariamente un elemento negativo. La fractura misma tiene que madurar de tal manera que pueda producirse un cambio capaz de conducir a una acción constructiva. Por lo pronto, lo peor del contenido de las campañas de las izquierdas es que el PRD no quiso cambiar el discurso, no quiso plantear su propia propuesta política, la cual sería la mejor, sin duda, de todas cuantas podemos advertir en la ya casi cómica contienda electoral de 2009. Esto tendrá que ser asimilado como una lección.
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